Casi dos años y medio después del final de su primera temporada, Andor ha regresado a nuestras pantallas para devolvernos a aquella época agitada en los años previos a la rebelión a gran escala contra el Imperio Galáctico. Un regreso que esperaba con muchísimas ganas y cuya espera se me ha hecho eterna, pero tras ver el resultado de sus tres primeros episodios, ha sido una de esas esperas que han valido la pena. Así que vamos a entrar en faena para comprobar a qué nuevos peligros se han enfrentado Cassian Andor y el resto de la Alianza Rebelde, por supuesto con algún SPOILER que otro.

Esta segunda temporada de Andor ha seguido un planteamiento ligeramente diferente al de la primera, ya que en lugar de encontrarnos con una única historia continuada a lo largo de la temporada, esta ha sido dividida en cuatro bloques de tres episodios cada uno que, a efectos prácticos, son películas, saltando un año entre bloque y bloque, dejándonos en el último tramo de episodios a las puertas de lo narrado en Rogue One. Una fórmula que ha llevado a que dichos bloques se emitan de forma conjunta a lo largo de cuatro semanas. Y aunque no me suele gustar nada esta forma de “quemar” las series, que provoca que se acaben en nada, en este caso concreto es más comprensible al estar planteados de esta forma.

Y lo que nos encontramos en este primer tramo es que ha transcurrido un año desde los eventos vividos en el final de la primera temporada, los amigos más cercanos de Andor, su familia, han escapado de Ferrix y se han establecido en un remoto planeta agrícola del Borde Exterior, este se dedica en cuerpo y alma a la Rebelión, y la Alianza Rebelde y el Imperio siguen con sus enfrentamientos, que están costando bastante caros a ambos bandos. Un primer tramo, dividido en cuatro “escenarios”, en los que puede dar la impresión de que sucede poco, que no es más que un larguísimo prólogo, pero que posee mucho más interés y profundidad de lo que parece a simple vista.

La historia de Andor aquí parece muy simple, este se infiltra en unas instalaciones imperiales, roba un prototipo de Tie Fighter para entregárselo a la Rebelión, y en el punto de entrega se encuentra con que su contacto ha muerto y quienes han acabado con su vida toman a Andor por un imperial y le toman prisionero. Una trama que me he encontrado con que ha dividido bastante al público, habiendo quienes la encuentran superflua e incluso ridícula, y aunque yo no me hubiese quejado si esta hubiese durado algo menos, su presencia en la serie es importante. Esta nos ha servido para echar un vistazo a lo caótica que es la Rebelión, porque sí, los captores de Andor también pertenecen a ella, pero por la estructura de esta no se conocen entre sí y no tienen forma de demostrar quiénes son.

Y peor aún, al estar formada esta por todos quienes se oponen al Imperio, por diferentes motivos, y sin poseer una organización formal, tras perder a su líder han caído en la anarquía. Se encuentran atrapados en un mundo semidesierto (pero bastante familiar), sin posibilidad de escapar, sin suministros y con varios de ellos más preocupados por ser el nuevo líder que por su causa. Y por eso aquí encontramos a un Andor tremendamente frustrado, rodeado de quienes presuntamente son sus aliados pero que actúan casi como críos, anteponiendo sus rencillas personales y sus egos al sentido común. Una frustración que a ratos es compartida por los espectadores, un sentimiento que no me cabe duda de que es completamente intencional por parte de Tony Gilroy, el creador de la serie y guionista de este primer tramo. La desesperación que siente Andor ante la ineptitud de esta gente, la que compartimos nosotros al otro lado de la pantalla, nos recuerda que la Rebelión, especialmente en estos tiempos, era algo caótico y desorganizado que parecía tener poco que hacer contra el aparentemente todopoderoso Imperio.

En otro escenario, en Chandrila, asistimos a la boda de la hija de Mon Mothma con el hijo de uno de sus incómodos aliados, un matrimonio de conveniencia que ella misma ha propiciado a cambio de la ayuda financiera de su futuro consuegro y del que cada vez se arrepiente más. De nuevo tenemos una trama que en la superficie parece superficial, la organización de una boda entre familias ricas rodeada de todo el lujo y decadencia que se espera de un evento así. Pero no hay que escarbar mucho para ver todo lo que hay debajo de todo ese oropel. Nos encontramos a una Mon Mothma dispuesta a realizar grandísimos sacrificios por el avance de su lucha contra el Imperio, por mucho que le duelan. La volubilidad de personajes que no dudan en cambiar sus alianzas y lealtades a la causa cuando hay créditos de por medio, o la falta de ellos, más bien. Y sobre todos tenemos, personificado en Luthen Rael, quien además de seguir desplegando sus dotes camaleónicas dependiendo de con quién trate, nos recuerda que están en una guerra desesperada, que los sentimientos personales hay que dejarlos a un lado, y que en ocasiones hay que ser tan brutales y despiadados como sus enemigos para lidiar con quienes pongan en peligro la Alianza.

El trabajo que hacen aquí Genevieve O’Reilly, Stellan Skarsgård y Ben Miles es todo un placer. Cómo los tres entran y salen de sus personas públicas y privadas como quien se quita y se pone una máscara, o muchas, pero especialmente cómo cada vez les resulta más difícil ocultar su frustración y su rabia contenida en un escenario tan público como ese en el que las apariencias son tan importantes. Una trama en la que brilla O’Reilly en su papel de Mon Mothma, un personaje al que esta serie ha dado una profundidad enorme, a la que cada vez le cuesta más mantener el equilibrio entre su idealismo con la realidad de la guerra y las difíciles decisiones que en ocasiones hay que tomar, aunque como le recuerdan aquí, sean otros quienes las tomen y las lleven a cabo. Y esos momentos finales en los que Mothma, ante todos sus invitados, trata de ahogar el dolor y la rabia por lo que sabe que va a suceder, lo que debe suceder, como O’Reilly consigue transmitir todo eso sin una sola línea de diálogo, es un gran ejemplo de lo grande que es esta serie.

Otra trama que en la superficie no parece aportar mucho, la de Bix (Adria Arjona) y sus camaradas escondidos en un mundo remoto a la espera del regreso de Cassian, también tiene muchísima más profundidad de lo que parece, y algún momento que otro que jamás esperé encontrar en Star Wars. Y es que quienes hayan visto la primera temporada ya tienen claro que Tony Gilroy no es alguien que huya del contenido político en su obra, y que este, como entonces, sigue siendo tristemente relevante. Porque aquí lo que tenemos entre manos es una crítica sin concesiones hacia cómo muchos países tratan a los inmigrantes sin papeles, disfrutando del fruto de su trabajo y al mismo tiempo tratándoles como menos que humanos.

Una deshumanización que aquí se lleva hasta el extremo, en una escena durísima que ha incomodado a buena parte del público (quejándose de que algo así no encaja en Star Wars), cuando nos muestran sin tapujos los abusos a los que lleva el poder sin frenos, a cómo bajo el fascismo siempre se acaban amparando quienes buscan precisamente esa autoridad para hacer lo que les plazca, pero también un buen método para ponerle freno a estas cosas.

Y por último nos encontramos con la trama que nos lleva a los entresijos del Imperio, donde nos encontramos también con unas cuantas caras conocidas. Dedra Meero (Denise Gough), pese a lo sucedido en Ferrix, sigue siendo una oficial muy valiosa para el Imperio, y ahora mantiene una relación sentimental con Syrill (Kyle Soller), quien sigue siendo tan patético y trepa como siempre, sin cuestionarse jamás su lealtad por el Imperio, aunque sin duda el regreso más esperado es el de Ben Mendelsohn como el Director Krennic. Este aquí aparece muchísimo más soberbio y seguro de sí mismo que en Rogue One, principalmente porque en lugar de estar frente a Darth Vader y Tarkin, tiene delante a un puñado de subordinados que acatan sus órdenes casi con miedo. Un cambio muy llamativo porque nos muestra cómo suelen ser estos personajes, fuertes con los débiles y humildes con los poderosos.

Pero lo realmente importante de esta trama es el poder ser testigos de los entresijos del Imperio más allá de sus campañas militares, de la forma siniestra e insidiosa en la que “gobiernan” al pueblo, sin importarles lo más mínimo esos ciudadanos a los que oficialmente dicen proteger. Porque Krennic aquí ha formado un comité encargado de buscar la mejor forma de poder saquear al máximo los recursos de un mundo muy bien conectado políticamente, de forma que la ciudadanía acepte ese saqueo como algo necesario y merecido, con campañas de desinformación, manipulación propagandística y alguna medida que otra bastante más extrema. Un aterrador recordatorio de que cosas así están a la orden del día en el mundo real y de las que a menudo no somos realmente conscientes.

Así que aunque este primer arco argumental en la superficie parezca ofrecer poco, sus diferentes tramas resultan fundamentales para entender mejor estos aspectos poco vistos de aquella galaxia que en ocasiones no parece tan lejana, y para lanzar una muy necesaria llamada de advertencia sobre lo cerca que estamos, demasiado a menudo, de tener un Palpatine sobre nuestras cabezas. Por todo ello he celebrado mucho el regreso de Andor y espero con ganas el resto de episodios, no solo por tratarse de una de las mejores y más complejas entregas de la saga de Star Wars, sino también por el recordatorio de que esta saga es mucho más que enfrentamientos entre los lados luminoso y oscuro de la Fuerza y por su total compromiso con todos esos temas que nunca dejan de estar de actualidad. Y aunque este es el final de la serie, yo espero que Tony Gilroy y su equipo no hayan terminado con esta galaxia y en el futuro nos lleven a otros rincones insospechados de la misma.
Respecto a la «escena durísima que ha incomodado a buena parte del público» (lo grave sería que no le incomodara), lamentablemente hemos llegado al punto que es necesario dejar bien claro que quienes son partidarios del régimen imperial son escoria abyecta.
Respecto a la relación sentimental que mantienen Deedra y Syril, hay ciertas escenas en las que me ha parecido estar viendo una sátira soterrada de la «familia ideal» de los años sesenta.
Es una escena que perfectamente podría salir en Mad Men, te la podrías imaginar perfectamente con Christina Hendriks y compañía. Me recordó también a la peli aquella del año pasado de la familia nazi que vivía al lado de un campo de concentración y vivía felizmente allí, en tu vida personal eres «normal» -aunque con un subdesarrollo emocional claro, aunque éso tristemente es bastante habitual hoy en día- pero en tu vida profesional haces «lo que requiere el trabajo».
Puaj.
Respecto a las quejas de que el abuso sexual ‘no cabe’ en ‘Star Wars’, me han gustado mucho los comentarios recordando, acertadamente, a Leia encadenada y con bikini y a la esclava twi’lek de Jabba en ‘El retorno del jedi’
Supongo que siempre dan más grima los monstruos reales que las babosas gigantes del espacio. Pero ésto es como lo que decía Carrie Fisher, el mensaje no es que la babosa le puso un bikini de lata y una cadena, el mensaje es que hay que estrangular a la babosa con la cadena. Y Bix lo hace.
Aunque, entre nosotros y sabiendo como acaba la cosa… Miedo me da que Bix no tenga un final precisamente feliz y, joder, la pobre ya ha sufrido bastante. Copón.
Sip.
Pues en nuestro país hay a quien le encanta desfilar disfrazado de imperial al son de la marcha imperial (y no se suelen reunir pocos …en Galicia ya no son pocos de hecho).😈
Conozco a gente como la que mencionas (si hasta yo mismo podría incluirme en ella, que he ido a más de un evento caracterizado de piloto de caza TIE en uniforme de servicio), pero hay quienes están convencido que los del Imperio Galáctico «no son tan malo» (sí, es el mismo nivel de quienes se quejan de que «Star Trek» se ha «vuelto woke» o se sorprendieron de que el Patriota de «The Boys» sea un villano).
Me parece estupendo que existan asociaciones como la Legión 501 que se dediquen a meter ambiente en eventos (¡ojalá hubieran existido ya durante mi adolescencia!), pero a veces te encuentras personas que te hacen sospechar que lo de ir de soldado de asalto o de mandaloriano les está sirviendo para superar la frustración de no haber podido alistarse en el ejército o están descubriendo que lo de ir con un grupo de gente todos vestidos igual, luciendo cosas «tacticool» y marchando al paso les excita sobremanera (en los roles de vivo te encuentras también de tanto en tanto a algún nostálgico del Medioevo, por no decir de la Edad de Bronce).
De hecho alguno tuvimos en los comentarios de por aquí, argumentándonos con todo el morro que el Imperio cuando destruyó Alderaan se estaba defendiendo de los rebeldes. Con dos cojonazos.
«Porque Krennic aquí ha formado un comité encargado de buscar la mejor forma de poder saquear al máximo los recursos de un mundo muy bien conectado políticamente, de forma que la ciudadanía acepte ese saqueo como algo necesario y merecido, con campañas de desinformación, manipulación propagandística y alguna medida que otra bastante más extrema. Un aterrador recordatorio de que cosas así están a la orden del día en el mundo real y de las que a menudo no somos realmente conscientes.»
Como la vida misma y lo que está ocurriendo a día de hoy en nuestra cara, vendiéndonos que se necesita aumentar el ingreso e inversión en guerra.
Andor es una serie fabulosa ( Esta es la 3a vez que la veo y ha ganado a cada revisionado), me encanta la forma adulta en que se muestra Star wars para quienes hemos crecido con la saga, montrándonos un imperio desde sus tripas, temible, fascista e inquietante, mientras la rebelión en formación son partisanos dispersos cuyos lideres deben sacrificar su ética y moral para poder hacer frente a un enemigo opresivo de esas características ( una buena metáfora de los partisanos y de la resistencia francesa entre otras).
La 2a Temporada me ha encantado ( aconsejo verla seguida de la 1a, todo tiene más fuerza), no me quejo de nada de lo que se han quejado algunos, es más, como bien dices en el artículo, me parece que tiene mucho sentido en todos los casos y que refleja perfectamente como es el imperio y la rebelión a esta altura ( y ese toque adulto que bien necesitaba).
Mon Montha me tiene cautivada como personaje desde la 1ª Temp, pero en esta 2ª me ha fascinado del todo ( Pedazo de actriz y gran guión).
No sabía lo de que cada tres episodios formaban un bloque temporal, pero tiene mucho sentido de ver como van saltando y huyendo de un lado a otro.
Me va a dar una pena tremenda cuando acabe, aunque me pondré a ver Rogue one por quinta vez justo después y de paso la trilogia básica.