La muerte de Peter David ha dolido, tanto por tratarse de un escritor enorme que nos hizo disfrutar con su trabajo a lo largo de varias décadas, como por ser víctima de un sistema injusto y criminal en el que la sanidad es un negocio y las billonarias compañías para las que trabajó se siguen enriqueciendo con su trabajo, mientras que él murió pidiendo donaciones para poder pagarse el tratamiento médico. Pero como lo que quiero es hablar de lo mucho que le echaré de menos y de lo importante que fue su trabajo, hoy quiero centrarme en una faceta suya que para mí siempre fue su mayor punto fuerte: su capacidad para hacer que sus personajes se sintieran realmente vivos.

A estas alturas no debería hacer falta decir que Peter David fue uno de los grandes, uno de esos escritores que, incluso en su peor día, era capaz de ofrecernos un trabajo como poco entretenido. Porque se trataba de un profesional que podía con todo: divertidas aventuras, batallas épicas, acción superheroica, drama, comedia… nada se le resistía. Pero estoy seguro de que no soy el único que, por encima de todo eso, lo que mejor recuerda de sus cómics son los pequeños momentos cotidianos: aquella sesión de terapia de Factor-X con Doc Sansom de la que hablé no hace mucho, la relación de Miguel O’Hara con su madre, la amistad de los miembros de Young Justice y muchísimos otros. El tipo de situaciones que cada vez escasean más en el cómic superheroico moderno en favor de la acción sin pausa, y que tan necesarias eran para desarrollar los personajes y que fuesen algo más que disfraces de colores.

En aquel número de Factor-X que mencionaba, nos encontramos un cómic entero que transcurre prácticamente en un único escenario, en la oficina de Sansom, y donde sus protagonistas lo único que hacen es hablar con su interlocutor. Algo que para muchos lectores actuales sería un cómic aburridísimo, un timo, pero que en realidad es uno de los mejores ejemplos de construcción y desarrollo de personajes que podemos encontrar dentro del género. Aquí Peter David y un Joe Quesada inspiradísimo retrataron a la perfección a los personajes de la serie, consiguiendo que viésemos bajo una nueva luz a personajes con décadas de historia como Mercurio o insuflando nueva vida a otros como Guido, que habían tenido muy poco desarrollo hasta la fecha. Un trabajo increíble que, a través de unos diálogos brillantes (otro de los puntos fuertes de David), nos mostró a unos héroes muy humanos, con todo lo bueno y lo malo de ello.

Otro gran ejemplo de su maestría a la hora de manejar los momentos más humanos de sus personajes lo encontramos en su etapa al frente de Hulk, una en la que este tipo de historias abundaban y, sin duda, por ellos sigue siendo tan recordada y celebrada. Uno de los mejores ejemplos de ello es otro cómic del que también hablé por aquí en su día, en buena medida por ser de esos que no se olvidan. En el número 420 de la serie no encontramos ningún ataque de algún supervillano ni una batalla cósmica, solo dos hombres enfrentándose, cada uno por su lado, a su enfermedad. Jim Wilson, quien unos números antes ya había revelado que era seropositivo, se encontraba ahora al borde de la muerte con el sida completamente desarrollado, mientras que un tipo anónimo que había llamado a la línea telefónica en la que Betty Ross trabajaba como teleoperadora quería escuchar la voz de alguien antes de suicidarse tras descubrir que había contraído la misma enfermedad.

Un cómic entero en el que todo el peso de la narración recae en conversaciones entre personajes, donde los diálogos de Peter David y el dibujo de un novato con un talento enorme como Gary Frank nos metían de lleno en un drama que en aquellos años, antes de que se desarrollasen los medicamentos actuales, era trágicamente demasiado habitual. En estas veintipico páginas es complicado no emocionarse ante la desesperación de Jim Wilson, que ruega por alguna cura milagrosa antes de aceptar su final, mientras que Bruce Banner se siente impotente porque ni con todo su poder ni los recursos del Panteón a su disposición puede hacer algo por su amigo y no se atreve a concederle su deseo de realizarle una transfusión de sangre por miedo a las consecuencias. Mientras que no muy lejos de allí, Betty trata de ayudar como puede a ese interlocutor anónimo que ha perdido por completo la esperanza y a quien nada de lo que le dice esta le quita de la cabeza su decisión. Se trata de un cómic durísimo, con un final de los que nos dejan con el corazón en un puño, pero que es uno de los mejores recordatorios de que Peter David era mucho más que un escritor humorístico.

Pero tampoco podemos negar que Peter David dominaba el humor a la perfección, y por ello, y para terminar esto con una nota menos trágica, quiero recordar otro de mis números favoritos de lo que para mí sigue siendo su mejor trabajo: su etapa en Hulk. Y aunque sé que para muchos el número de las despedidas de solteros de Rick y Marlo, con la revelación del pasado como actriz porno de esta, es el favorito de mucha gente, yo siempre he preferido el siguiente, el 418, con la boda. Aquí Peter David y Gary Frank convirtieron lo que podría haber sido un tostón con momentos emotivos en otro número memorable de la serie. Teníamos a Marlo vendiéndole su alma a Mefisto sin querer, invitados de todo el universo, incluyendo villanos, cortesía del entrometido del Hombre Imposible, Hulk lidiando de nuevo con la homofobia de Ulysses e incluso algún invitado sorpresa que otro que aún consigue emocionarme.

Y David y Frank consiguieron mantener un equilibrio perfecto entre la emotividad y el humor, sin que este cómic acabase pareciendo una parodia, y al mismo tiempo consiguiendo que fuese uno de los mejores números de boda que me he encontrado en el género superheroico. Cada personaje está retratado a la perfección, incluso cuando aparecían en unas pocas viñetas, reflejando el momento vital en el que se encontraban en aquel momento. También, además de estar ante la celebración de la complicada y ajetreada relación entre Rick y Marlo, nos encontrábamos con semillas plantadas para historias a largo plazo y el crecimiento emocional de sus protagonistas. Y, como no, teníamos un pequeño y divertido cameo del propio Peter David oficiando la boda, porque no podía faltar quien había sido tan importante para la serie.

Por cosas como estas, Peter David fue uno de los más grandes, porque entendía a la perfección que, para contar una buena historia, no era suficiente con los momentos épicos y espectaculares, que si no nos importaban los protagonistas, el resto no era más que un espectáculo vacío, y él se aseguró siempre, a lo largo de su carrera, de que nos importasen los personajes que escribía, que sintiéramos simpatía, compasión o incluso desprecio. Con su muerte nos deja un vacío difícil de llenar y la tristeza (algo egoísta) de todos los cómics que nos perderemos al no estar ya entre nosotros, porque aunque tengamos una cantidad ingente de obras suyas que leer y descubrir, nos queda la espinita de que sin duda aún tenía mucho que contar. Así que, mientras rebusco en su bibliografía para ver si me queda algún trabajo suyo por leer, deseo que algún día nadie más tenga que sufrir lo que sufrieron él y su familia estos últimos años.
Muchas gracias por todo, Peter.
Para mí, un referente.
Como dije en otro post, entre él, Terry Pratchett y Akira Toriyama, se están yendo mis pilares de la ficción.
Sip.😔
Ayer no puse gran cosa en mi nota sobre la muerte de David porque realmente me dolió su pérdida, y sentí que lo que dijera sonaría banal.
David era capaz de darle profundidad y humanidad a los personajes no a través de crearles traumas absurdos sino con momentos de humor. Sus cómics (Hulk, Supergirl, Factor-X) conseguian que cada personaje tuviera su personalidad propia y distinguible. Ha dejado grandes momentos en las historias de muchos personajes.
No tendremos a otro como él.
Es que conseguía que fuesen muy auténticos precisamente al no centrarse solo en un aspecto, el usaba el drama, el humor, la cotidianidad, etc todo lo que vivimos día a día, y por eso resultaba fácil dejarse llevar por sus historias.
Ya que se menciona la aparición de Peter David oficiando la boda de Rick Jones, puede (no tengo claro si es realmente Peter David, porque no he encontrado fotos suyas de los ochenta, y en las que sí he encontrado de principios de los noventa Peter David tiene bigote pero no barba) que ya hiciera un primer cameo en el número 330 de «The Incredible Hulk», que es precisamente el último número guionizado por Al Milgrom justo antes de que Peter David lo sustituya.
Descansa en paz Pete, lástima que vivieras en un país tremendamente enfermo y adoctrinado por el capitalismo.
Y que se considera a si mismo como el mejor pais del mundo cuando tienen como vecinos a Canada donde no hubiera sucedido eso.
El tema, es que los estadounidenses tienen el culto a la bandera desde que nacen. Tienen la consideración de ser el mejor país del mundo en todo.
Es muy difícil enfrentar a los estadounidenses contra sus defectos como país.
Puede que de niños no nos gustasen este tipo de historias, donde no hay casi accion pero cuando vamos cumpliendo años son los comics que mas recordamos.
Se pueden hacer comics donde sucedan las dos cosas, accion e interaccion con los personajes secundarios(y no todo a la vez) la excusa que se pone de que 22 paginas no son suficientes es erronea ya que hay guionistas que si son capaces de hacerlo( Kurt Busiek, Dan Slot……)
¡Tampoco hay que infravalorar el gusto de los críos! Puede que todos los números de «gente hablando» de la Patrulla-X de Claremont nos hubieran bienacostumbrado más allá de lo habitual ya de bien pequeñitos, pero con ocho añitos que tendríamos yo y la gente de mi edad que leíamos Forum ya nos dábamos cuenta de que «Secret Wars II» era un bodrio pero que los números individuales del Todopoderoso devolviéndole temporalmente la vista a Daredevil o el de Los Cuatro Fantásticos dedicado al chavalín admirador de Johnny Storm estaban bien, y recuerdo que un amigo al que le encantaba Hulk me dejó el número de la Encrucijada en el que se contaba la infancia de Bruce Banner y nos quedamos ambos aplatanadísimos con lo asco de persona que era su padre.
Se fue uno de los ultimos grandes. R.i.P PAD, writer of stuff.