Jamie McKelvie debuta en solitario con su intrigante One for Sorrow

Desde que descubrí a Jamie McKelvie hace ya más años de los que quiero recordar en las páginas de los Young Avengers (que es criminal que aún no cuenten con un nuevo volumen), me convertí en admirador de su obra. Y aunque no he sido capaz de conectar con todos sus trabajos, no por culpa suya precisamente, siempre he esperado con ganas cada nuevo cómic suyo para poder seguir disfrutando de su increíble trabajo. A eso, además, se le sumaba la curiosidad por comprobar cómo se desenvolvería en su nueva faceta como guionista, ya que su nuevo proyecto, One for Sorrow, estaría íntegramente realizado por él: guion, dibujo y color. Y tras leer su denso primer número, y pese a que recurre a muchos lugares comunes y familiares, hay que reconocer que no se le da nada mal esto de ser autor completo.

Este escenario da para mucho

En una Londres que está a punto de dar la bienvenida al siglo veinte, un misterioso asesino conocido como la Urraca está dejando tras de sí un reguero de cadáveres, pertenecientes a todos los estratos de la sociedad, y que lo único que tienen en común es el afán de su asesino de conocer la verdad sobre los lazos que les unían en secreto. Una serie de asesinatos que tienen a la ciudad en tensión porque creen que cualquiera podría ser su próxima víctima, ya que nadie parece conocer los auténticos motivos de estos asesinatos. ¿Pero qué une a estos crímenes con la médium más famosa de la ciudad, un viejo detective retirado y los turbios negocios que se desarrollan en la trastienda de un bar?…

Debe ser aterrador, merecidamente, que esto sea lo ultimo que veas

One for Sorrow, publicado dentro de la editorial Dstlry de la que McKelvie es uno de los fundadores, me ha sorprendido muy gratamente en varios frentes, o más concretamente me ha sorprendido el trabajo de este. Porque, pese a estar ante un cómic de sesenta y cuatro páginas en las que este se encarga del guion, el dibujo y el color (aunque con una ayuda de Courtney Vokey en este último apartado), y estar ambientado en una época en la que tan solo el vestuario y la ambientación han debido requerir grandes dosis de investigación, me atrevería a decir que estamos ante uno de los mejores trabajos visuales del británico. Pero a esto, además, se le une el que, pese a estar ante su primer trabajo como guionista y que en algunos aspectos se encuentra algo verde, el resultado final ha sido uno de esos cómics que atrapan desde el principio y nos dejan con una gran satisfacción a medida que vamos descubriendo qué está sucediendo realmente.

La frontera entre lo real y lo sobrenatural parece difusa

Y eso que McKelvie aquí no parte de una premisa especialmente original. Nos encontramos con una historia de venganzas muy clásica, con influencias que van desde la obra de Conan Doyle a los asesinatos de Jack el Destripador, un poquito incluso de Peaky Blinders, y me atrevería a decir que, salvando mucho las distancias, incluso a un poco del Drácula de Stoker (ambientar una obra en la Londres Victoriana casi provoca que esto sea inevitable). Pero, pese a que esa combinación de influencias nos la hemos encontrado ya en incontables ocasiones, remezclada de todas las formas posibles, McKelvie consigue que este cómic resulte interesante y que incluso nos sorprenda en algunos momentos puntuales.

Escenas como esta ya son clásicos

Pero, pese a ello, se aprecia muy ocasionalmente su experiencia, pero de forma menor. Es cierto que hay algunos elementos de este primer cómic que, una vez llegamos a las revelaciones del final, nos llevan a pensar en un desarrollo muy obvio para dichos elementos, y espero que esto no sea más que una pista falsa. Y precisamente en ese final es donde se nota que McKelvie tiene que refinar aún un poco su estilo, porque tras unas cincuenta páginas llenas de misterio e intriga, en las cuatro últimas nos suelta un “infodump” de manual, en las que uno de los personajes, como si hablase con el público, se explaya sobre sus orígenes, su trasfondo, motivaciones, planes y talentos. Algo que llega de sopetón y que no está integrado de una forma muy natural en la historia, y pese a que cumple su función de crear expectación sobre lo que sucederá en los siguientes números, desearía que McKelvie hubiese sido capaz de presentarnos toda esa información de una forma más sutil y natural.

Y como el mismo demuestra, a veces una mirada dice mas que las palabras

Pero estos pequeños baches, muy pocos teniendo en cuenta que estamos ante su primer guion, quedan eclipsados en el terreno en el que le sobra la experiencia: el artístico. McKelvie siempre me ha parecido un gran dibujante, e incluso cuando rastreé sus primeros trabajos me encontré con alguien que tenía un potencial enorme. Tristemente, ese talento y lo detallista de su estilo provocan que no sea todo lo rápido que nos gustaría y que no hayamos podido disfrutar de su dibujo más a menudo (de ahí la periodicidad de este cómic). Pero aunque solo podamos disfrutar de su arte de vez en cuando, cada ocasión merece mucho la pena, especialmente como aquí, que parece que se ha tomado su tiempo para ofrecernos un acabado más perfecto que nunca.

Mucha paciencia…

Aquí nos encontramos con todos los puntos fuertes de McKelvie, pero amplificados. Sigue siendo un gran narrador y un dibujante tremendamente expresivo, lo que le ayuda aquí a que tanto las escenas de acción como las más reposadas, ya sean conversaciones de bar, partidas de cartas o sesiones de espiritismo, resulten igualmente interesantes. Pero donde me ha sorprendido es en su dominio aquí del claroscuro, un elemento que proporciona una atmósfera perfecta para un cómic ambientado en esta época en la que la electricidad aún era una novedad, y con las que McKelvie se desenvuelve con toda naturalidad. En esos momentos en los que las manchas de negro se apoderan de las viñetas y solo tenemos atisbos de lo que está sucediendo, la narración no se entorpece en ningún momento y se crean sensaciones de angustia y ansiedad muy bien logradas. Unas escenas realzadas por un uso muy apropiado del color (no sé si del propio McKelvie o de Vokey) que consigue que realmente sintamos que hay luces y sombras reales sobre las páginas.

Si es que da gusto leer comics así

Jamie McKelvie no podría haber comenzado con mejor pie su carrera como autor completo, y aunque nos tocará tener algo de paciencia debido a su ritmo de trabajo (a día de hoy solo sabemos del segundo número, que se publicará este año pese a que el recopilatorio está anunciado para finales de este mes), si el nivel de este primer número se sigue manteniendo, será una de esas esperas que valen mucho la pena.

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Jesús Manuel Martínez Otero
Jesús Manuel Martínez Otero
13 días han pasado desde que se escribió esto

Interesante.