No es la primera vez que hablo por aquí de Alex Toth y sin duda no sera la ultima. En todas esas ocasiones anteriores siempre he lamentado que Toth, a diferencia de otros grandes autores del cómic, no tuviese una obra “definitiva” sino multitud de trabajos sueltos y cortos aquí y allá, y el tema de hoy es el perfecto ejemplo de ello. Se trata de las historias que Toth realizo, con guiones propios y de otros, para las revistas Creepy y Eerie entre los 1965 y 1980. Un pequeño puñado de historias en las que Toth exprimió al máximo su talento y las posibilidades del medio para ofrecer a sus lectores un espectáculo visual como pocos que nos recuerda que por algo le llamaban el “artista de los artistas”. Unas historias que han sido recopiladas no hace demasiado en un bonito tomo (editado también en España) que nos permiten descubrir lo grande que llego a ser Alex Toth.
Criaturas del espacio exterior, brujas, hechiceros, criminales comunes, horrores mundanos y del mas allá. Todo esto y mas era lo que ofrecían las revistas de la Warren Publishing en historias extremadamente cortas en las que reinaba el horror, siempre concluían con un final sorprendente y horripilante y en las que sus autores tenían que exprimir al máximo el espacio del que disponían para enganchar a los lectores y que se quedasen con ganas de volver a por mas. Un medio en el que alguien como Toth brillo con luz propia en esta serie de historias en las que tuvo la suerte de contar con la colaboración de grandes autores como el genial y añoradisimo Archie Goodwin (sus historias son las mejores de este recopilatorio) o de escribir sus propios relatos.
En el prologo de este recopilatorio se refieren a Toth como“El maestro sin Obra Maestra”, refiriéndose a su inconsistencia, a su incapacidad para permanecer demasiado tiempo en un solo proyecto, algo de lo que culpan a la necesidad que sentía de no dejar de experimentar, de probar nuevas técnicas, de nuevas formas de contar historias, algo que no debía ser muy compatible con el trabajar para alguna gran editorial, o incluso para si mismo, y tener que ofrecer de forma regular el mismo tipo de historias mes tras mes. Por eso el poder trabajar para revistas como Creepy o Eerie debió ser algo perfecto para el, ya que podía permitirse ofrecer algo radicalmente diferente en cada historias, y eso fue precisamente lo que hizo.
Aunque se reconoce su trazo detrás de cada una de estas historias (algo menos en algunas de ellas en las que fue entintado por otros o fue el quien trabajo sobre los lapices de otro dibujante) resulta difícil encontrar dos historias que sean estéticamente iguales. Blancos y negros puros, grises aplicados mediante aguadas, romper por completo con la estructura de pagina tradicional, composiciones de lo mas extrañas que sin embargo nunca resultan confusas, historias vistas literalmente a través de los ojos de su protagonista… Todo un despliegue de experimentos narrativos y estilísticos, sumados a su ya habitual maestría a la hora de narrar, dotar de expresividad a sus personajes y el manejo prodigioso de la luz, que son el mejor ejemplo de lo que fue Alex Toth, alguien que nunca estuvo satisfecho del todo con lo que se podía hacer con el cómic y que fue todo un maestro en todo lo que llevó a cabo.
Y en cuanto a las historias en si, aunque la calidad es algo irregular (pero con las historias escritas por Goodwin y el propio Toth destacando sobre todas las demás) al verse obligados siempre a dar un giro inesperado y sorprendente al final, un final que uno ya casi ve venir cuando ya tiene algo de experiencia con estas cosas (lo mismo que me sucede viendo The Twilight Zone y derivados) Pero eso es algo que no afecta para nada al disfrute de la lectura de este libro. Un libro que ahora mismo resulta muy fácil de conseguir al haberse reeditado todas juntas en un bonito tomo tanto en Estados Unidos como en España y a un precio bastante asequible. Por ello no hay excusa alguna para no hacerse con este libro y descubrir, o redescubrir, a un artista genial que maravillo por igual tanto a sus lectores como a sus compañeros de profesión y que una década y pico después de su muerte sigue siendo uno de los mas grandes.
«al verse obligados siempre a dar un giro inesperado y sorprendente al final, un final que uno ya casi ve venir cuando ya tiene algo de experiencia con estas cosas (lo mismo que me sucede viendo The Twilight Zone y derivados) »
EC Comics. Vamos, no sé si fueron los pioneros, pero son el modelo de eso en el cómic y el referente de Warren.
Al final Twilight Zone y EC son más o menos contemporáneos y herederos directos de Amazing Stories y todos estos pulps enajenados con girito; por eso eran tan frescos en su época por ser pioneros en sus respectivos medios haciendo ese tipo de historias.
Me pregunto como habría sido EC si se les hubiera ocurrido la idea de crear un universo compartido… ¡Aunque ojo, no les hacía ni la menor falta!
Tampoco es que tuvieran personajes recurrentes más allá de los de anfitriones. Bueno, creo que algunos n la época del New Trend (que es una etapa que merecía mejor suerte y tiene cosas muy interesantes) y luego ya en Mad, pero eso es otra historia.
Pero anda que no había calidad ahí, pocas veces se habrán juntado tantos tops históricos (incluso Toth dibujó alguna cosa para Kurtzman, pero no se entendían).
Cuando he dicho New Trend quería decir New Direction.
En realidad no tiene ni pies ni cabeza pensar en una EC con universo compartido, sólo era una paja mental mía al preguntarme que habría sido de la EC si hubiera sobrevivido a los 50; al final Stan Lee y compañía estuvieron copiando a la EC hasta cuando estaban haciendo superhéroes, por eso me vino la idea.
Es que otra cosa no, pero entre la Warren y la EC tenían un nivel de calidad, y un plantel de autores, que dejaba en pañales a casi todo lo demas.
Alex Toth era un grande. Alex Toth era un grande. Alex Toth era un grande.
¿He dicho alguna vez que Alex Toth era un grande?
La historia del decapitador, yo la leí en los Creepy de mis primos, era brutal.
En ¿30? páginas que duraba, era capaz de meter saltos temporales de cuarenta años entre el principio y el final, y la historia no se resentía. Al contrario, se reforzaba; el paso del tiempo se notaba y añadía capas a personajes que habían sido creados solo diez páginas antes. ¡Flipante!
Lo bueno de Toth es que aun me quedan un buen monton de material suyo que descubrir y seguir admirando lo grande que fue.
Tengo que conseguir esto.