Tengo que reconocer que el estar enganchado a tantas series de televisión está mermando y mucho el tiempo que le dedico al cine, así que en los últimos tiempos me he estado perdiendo bastantes estrenos. Si a esto le sumamos que en muchas ocasiones no sé ni que ver, ya que me cuesta salir del circulo de directores/actores que conozco, no es de extrañar que haya tardado tanto en descubrir el increíble talento del director Wes Anderson. Pero hace poco le puse remedio a esta situación con el visionado de su último trabajo, The Grand Budapest Hotel, tras el cual tengo que admitir que me he convertido en un rendido admirador del señor Anderson.
Tan solo por el espectacular reparto de esta pelicula ya vale la pena darle una oportunidad
Hace mucho tiempo un venerado autor (Tom Wilkinson y Jude Law en distintos momentos de la historia) escribió un libro acerca de los tiempos dorados de un viejo hotel, una historia que le conto allí mismo el actual dueño del Hotel (F. Murray Abraham), y uno de los principales protagonistas del relato, en un tiempo en el que los días de gloria de dicho hotel habían quedado muy atrás. Dicha historia comenzaba en 1932, en la imaginaria república de Zubrowka y más concretamente entre las paredes del lujoso Gran Hotel Budapest, lugar de visita obligado de millonarios, empresarios y políticos. Uno de los mayores atractivos del Hotel es Monsieur Gustave H. (Ralph Fiennes) el “concierge” del Hotel, alguien cuyo trabajo consiste en hacerse cargo de “todas” las necesidades de sus huéspedes y hacer de su visita una experiencia inolvidable.
Monsieur Gustave hará cualquier cosa para que tu estancia en el hotel se lo mas agradable posible… cualquier cosa…
Fue allí donde entró como aprendiz de botones el joven Zero (Tony Revolori), el narrador de la historia, a quien Monsieur Gustave tomó bajo su protección decidido a convertirlo en un empleado ejemplar del hotel, ya que el mismo había comenzado su carrera como botones. Así, que mientras Monsieur Gustave atendía a sus clientes, preferiblemente señoras mayores de buena posición y generosas a la hora de agradecer los servicios prestados, el joven Zero fue aprendiendo todos los misterios de su nuevo empleo. Pero la apacible vida diaria en el hotel acabo dando un giro rocambolesco cuando la guerra se asomó a las fronteras de Zubrowka y una de las clientas más queridas de Monsieur Gustave, Madame Céline Villeneuve Desgoffe und Taxis (Tilda Swinton) falleció, dejándole una herencia que no haría más que enredar más aun una situación que de por sí ya era de lo mas rocambolesca.
Los líos en los que se verán envueltos estos dos no harán sino crecer a partir de este punto
Con esta película me he reído como hacía tiempo que no me reía, y eso que no es una comedia al uso, es más bien una comedia terriblemente clásica. El humor empleado por Anderson en esta película es en ocasiones muy sutil e incluso cruel y en otros momentos recurre a unos gags visuales que podrían haber protagonizado sin problemas Buster Keaton o Chaplin. Tan clásico es su estilo en ese aspecto que no es difícil imaginarse esta historia en los días de gloria de Hollywood y siendo protagonizada por Cary Grant. Pero Anderson alterna este clasicismo en el humor con una puesta en escena que hace que, en los momentos de la película ambientados en el pasado, parezca que estamos viendo un cuento de hadas. Los escenarios casi parecen casas de muñecas cuando no son directamente miniaturas (sin tratar de disimular que lo son), obligándonos a tratar de adivinar cuánto hay de verdad y cuando de fantasía o “recuerdos endulzados” hay en la historia que Zero le cuenta al autor.
Pocas veces unas miniaturas han estado tan bien utilizadas
Mención aparte se merece el inmenso e increíble reparto de la película, Ralph Fiennes, Adrien Brody, Willem Dafoe, Jeff Goldblum, Edward Norton, F. Murray Abraham, Jude Law, Harvey Keitel, Bill Murray, Tilda Swinton, Owen Wilson… Reparto que, como he acabado aprendiendo, repiten muchos de los actores habituales en la filmografía de Anderson, y aparecen otros que sin duda acabaran siéndolo. Pero de entre todos ellos me gustaría destacar a Ralph Fiennes, a quien no imaginaba como actor de comedia y que me ha sorprendido muy agradablemente, pero precisamente por eso de ser un actor al que estamos acostumbrados a ver en papeles dramáticos, ha funcionado tan bien al meterse en la piel del encantador caradura de Monsieur Gustave.
Con suerte tras esta película Fiennes pasara a formar parte de la lista de habituales en la filmografía de Wes Anderson
Ahora mismo me encuentro poniéndome al día a marchas forzadas con la filmografía de Wes Anderson y me quedo si digo que ahora mismo se ha convertido en uno de mis directores favoritos. Alguien capaz de hacer una película tan redonda, tan divertida y de forma tan impecable se merece todos los elogios posibles, así que en esta ocasión, y de forma más efusiva de lo habitual, recomiendo a todo aquel que no haya disfrutado aun de esta gran película, que no pierda el tiempo y lo haga inmediatamente.