Siempre es entrañable leer a un autor reconocer sus propios defectos, y Jim Lee no deja de ser uno en formación. Desengañemonos, todos los autores están aprendiendo constantemente, y el que no lo hace se fosiliza y acaba perdiendo todo el interés. En aquella lejana entrevista de principios de los 90, Lee reconoce lo frustrante que le resulta ver como la gente valora algunas poses de Lobezno que podría dibujar dormido por encima de otras que le quitaron el sueño. Lo que es más, reconoce que su punto débil como dibujante es la narración.

«Me pasé más tiempo trabajando en ello en el número 4 de X-men que nunca, y me gusta mucho el resyultado.» Pues, como diría Frank Drevin, «eligió un mal día para dejar de fumar». El número 4 de X-Men es aquel cómic de la presentación de Rojo Omega, y también es el primer cómic de la serie sin Claremont. Sí, ya hemos repetido varias veces que los tres primeros números -y algunos de los anteriores de Uncanny- hasta cierto punto no se podían considerar como escritos por Claremont, porque Harras y Lee imponían sus criterios y acababan convirtiendo a Claremont en un mero dialoguista que se las veía y se las deseaba para hacer convincente el que sus personajes actuaran de la forma en la que querían los otros dos desnortados, pero aquel cómic era el primero en el que Claremont no había tenido absolutamente nada que ver y había sido planteado en su totalidad por Lee, Harras y, probablemente, Portaccio. John Byrne el vengativo figuraba como dialoguista, pero como ése trabajo se realizó después y con prisas (Byrne fue despedido de la serie cuando manifestó la imposibilidad de dialogar un cómic entero en un fin de semana) no creo que importe de cara a analizar ese salto narrativo de Lee.

Dibujar manos no es fácil, y seguramente de toda esta página lo que más le haya costado dibujar a Lee sea la tercera viñeta. El resto más o menos son primeros planos, detalles, elementos que dibuja apresuradamente y soluciona con rallitas… Pero si vamos a la chicha, la narrativa, no podemos decir que esté mal, todo lo contrario. Es una composición muy socorrida para él, todas esas viñetas estrechas y completamente verticales que remiten a Miller (y a su vez al manga, pero Lee de eso no tiene mucho en este momento) para contar algo sencillo en su primera parte, los ninjas están implantando sus manos en un cadaver y se queman. Y en la siguiente viñeta tenemos a un señor incorporándose mientras otros hacen sus cosas de astronauta, pero el peso narrativo está en el color de Joe Rosas. El que los científicos astronautas se mueran también involuntariamente ya queda en manos de Byrne que lo cuenta, porque por las viñetas no se ve que ninguno de ellos manifieste sorpresa. En la siguiente página tenemos a Rojo Omega de pie sobre los cadáveres y para la cuarta viñeta tenemos a Matsuo Tsurayaba detrás de un cristal que le enseña una fotografía de Lobezno en la siguiente viñeta, para que en la última Rojo Omega entorne los ojos y vale, nos damos cuenta de que no le cae bien.

Lo siguiente que tenemos es un pique de baloncesto que seguramente sea lo mejor del cómic en cuanto a narrativa, con ese paso del primer plano al general, un buen uso de la ausencia de viñetas para darle dinamismo a la escena y separar lo que hacen Gambito y Logan respecto a lo que hacen Pícara y Júbilo. Funciona, se entiende perfectamente lo que está pasando y hasta podríamos decir que chulearle a un tipo de metro y medio jugando al baloncesto está la mar de feo, aunque esa diferencia de altura no se vea en estas páginas. En la página central hay algo de inconsistencia porque la ilustracion principal nos lleva a bajar la vista hacia abajo a pesar de que deberíamos pasar hacia la derecha, pero también hay que felicitar a Lee por la segunda viñeta de la derecha con Jubilo liberando el balón de las viñetas (y de Pícara) para pasárselo a Gambito. No es una maravilla, pero siendo Lee es una mejora y sí, probablemente este sea su mayor esfuerzo narrativo hasta aquel momento.

No voy a seguir repasando el cómic, más que nada porque el Pepe LePew cajún se pone muy pesado y sigo sin entender como a alguien le puede caer bien semejante palizas, por no hablar del tremendo daño que le han hecho al personaje de Pícara con semejante «romance» y… Bueno, que me enciendo. Lee comenta que la narración no ha sido su prioridad en buena parte de los números porque anda pillado con las fechas de entrega -no olvidemos que por entonces hacia mil portadas, cromitos, la portada de algún videojuego y revistas de videojuegos, entrevistas a Wizard y cosas así- pero que esperaba poder dedicar más tiempo a ello en WildCATs y Deathblow, que de hecho queríoa emplear más tiempo en narrar y menos en dibujar, porque siempre había sido uno de sus puntos más débiles. No voy a ser yo el que le lleve la contraria en eso, pero lo cierto es que todo aquello se quedó en buenos deseos, hasta el punto de que el tener su propia empresa hizo que todas sus carencias como dibujante se fueran sobredimensionando con los años. Experimentos como Deathblow siempre hizo, y demostró una mente más inquieta que otros de los fundadores de Image, pero tristemente aquel potencial nunca llegó a desarrollarse del todo.

Y precisamente cuando es preguntado por sus autores favoritos destaca primero el de sus compañeros de Image -la narrativa de McFarlane en Spawn es alucinante y todo eso- para lanzarse a hablar del Sin City de Miller -ése que le «inspiraría» Deathblow- el trabajo de Matt Wagner en Batman, Kevin Nowlan o Mignola. Preguntado por sus influencias reconoce de nmuevo a Miller, Neal Adams, John Byrne, George Pérez… Y le gustaría trabajar con guionistas como Miller, Gaiman o, «en un futuro» volver a trabajar con Chris Claremont. De hecho es su primera opción, no se corta un pelo, es hasta irónico que Lee fuera el que le prometiera hacer algo en Image con aquello de Huntsman y luego pasaran bastante de él, pero supongo que en aquel momento las iras de Claremont iban más dirigidas hacia Marvel y Harras que a Jim Lee y Portaccio, que no dejaban de ser los que le habían hecho la cama queriendo «guionizar». Que luego ni guionizaban ni nada, porque a cualquier cosa le llaman «guión»…
Alucinante que al Adams que cite como su influencia sea a Neal en vez de Arthur. O que no cite a Michael Golden (por mucho que a McFarlane se le note más). Manía de esta gente de citar tópicos (Byrne, Neal Adams) para ocultar sus verdaderas influencias (al menos no se salta a Mignola).
Como Alan Davis que nunca cita a Don Newton, o Brian Hitch (esto ya es la repanocha) que evita mencionar a Alan Davis.
Jim Lee no sé, pero Scott Williams a Golden y Arthur Adams los fusiló lo más grande!
A Scott Williams aún puedes decir que le ves cierta influencia de Neal Adams y Al Williamson. Pero también que es muchísimo mayor la de Art Adams y Michael Golden (aunque ambos estaban menos por echar muchas horas sobre el tablero de dibujo que Williams …al igual que Paul Smith, que lamentablemente preferiría pillar la Harley y tirar millas quemando llantas).
Pues sí que veo también bastante más lo de Michael Golden y Marshall Rogers (que a estas alturas ya llevaba un tiempo en decadencia, pero sin tocar fondo) que lo de Neal Adams (que supongo quedaba muy bien mencionarlo😈).
Bueno, donde las dan las toman, hace tiempo que Davis tampoco quiere mencionar a Hitch (vale que Hitch nunca fue una influencia para Davis, claro).
A mí el Jim Lee de esta época me gustó mucho en su momento y me sigue gustando casi tanto como entonces. Tiene vicios, es cierto, como los tenía Marc Silvestri, pero si hubiera ido corrigiéndolos a la vez fuera puliendo sus virtudes, pues habría podido hacer grandes cosas, en vez convertirse (igual que Silvestri) en alguien que parece que «esté imitando el estilo de Jim Lee», que es lo que ya veo en sus primeros cómics de «WildC.A.T.S.» (con lo que deduzco que se malogró rapidísimamente).
En Uncanny tiene números que me parecen muy buenos DE VERDAD. El primero de Proyecto exterminio me sigue flipando hoy día.
Pero en X-Men ves su primer número y luego su número de despedida y se aprecia claramente como va abrazando ya paulatinamente lo acomodaticio.
El mismo dice que no tiene tiempo para dibujar, y que lo primero de lo que prescinde es de tomarse su tiempo a la hora de narrar, casi como que debía de hacer los layouts sobre la marcha y éso se nota. En los primeros números de Lee en X-Men va teniendo un baile de entintadores entre Rubinstein, Thibert y Scott Williams, pero yo diría que es el número del Capitán América el que consolida a Williams como su entintador y el referente de Thibert a partir de ese momento, hasta el punto de que el primer número de Proyecto Exterminio lo entintan a pachas y la gente se queda encantada.
La narración, para no variar, sigue siendo un desastre, eso sí.
Yo le tengo todavía algo de cariño al número del Capi y Natasha/Natalia.
X-Men es a la vez su entrada a las ventas realmente millonarias (ya casi sin esfuerzo …e importando más la campaña publicitaria, las portadas múltiples o qué forman parte de una portada mayor y los pin-ups de postureo que cualquier narrativa secuencial, historia o trama) y el inicio de su cuesta abajo artística (aunque a muchos en su día les pareciese justo lo contrario …y a alguno todavía hoy, que para algún nostálgico la primera historia de la nueva serie es todavía el punto cumbre artístico de Lee, para mí eso había quedado ya en Uncanny y quizá alguna historia del Punisher que podía competir con la mayoría de sus mejores Uncanny).
Lo de Silvestri es una auténtica pena, sus números de Uncanny se leen bastante bien y sin ningún problema, luego ya en Lobezno se echó a perder lo más grande.
Silvestri es otro que no volvió a igualar lo que hizo en Uncanny.
Una pena. Aunque como diseñador de personajes siempre fue malo y poco imaginativo, como dibujante y narrador sí que era muy bueno entonces.
A estas alturas (finales de su etapa marvelitas) ya se le veían mucho las costuras y los vicios reiterativos (pero muy pocos empezaban a quejarse de ellos aún). El problema es que el éxito le llevó a adoptar los vicios como virtudes (no es que esto no hubiese pasado nunca antes en la historia de los cómics …o del arte, ya puestos …el éxito suele llevar a justificar lo que sea …no solo a Rob). Eso ya antes de que le diese por sobrecargarlo todo de tramas y otras rayitas innecesarias.
Esos partidos de basket y escenas de piscina de Jim Lee eran puro exhibicionismo (y no solo de lo que estáis pensando ahora).
Lee era alguien que si hubiese pulido sus defectos y se hubiese rodeado de profesionales de verdad tenía margen de mejora.
Pero se encontró con un público que aplaudía con las orejas cualquier cosa que sacase (mentira, que sus 4F y otras cosas ya no los aplaudió nadie) y una situación editorial que le impelía a no esforzarse y sacar un producto genérico.
En definitiva, se estancó en sus tics y no los cambió.
Es tremendo como sus personajes están permanentemente flotando en la nada.
No dibuja suelos, para que los pies no tengan que apoyarse en nada, porque no transmiten gravedad. Da la sensación de que no pesan; como globos llenos de aire.
Por eso las páginas del partido de baloncesto parecen funcionar mejor que todo el resto del cómic.
Porque precisamente juegan con la inhumana agilidad de Gambito que parece flotar en el aire.
Ejemplo de: «Busca como convertir tus carencias en virtudes»
😂😂😂😢
A mí que Gambito y Pícara se hayan casado me supone un ejercicio de surrealismo más complicado que cualquiera que me planteara en la facultad.
Completamente de acuerdo, sigo sin soportarlo. Sobre todo por cómo se «elaboró» el romance. Cuando Claremont se la llevó a Xtreme X-Men pensé que ya estábamos a salvo, pero la maldita serie de animación les había metido en la cabeza a demasiados guionistas que esos dos estaban hechos el uno para el otro…
la epoca de consumo consumo en México lo publico Marvel directamente en formato Flip-Book con diversas historias que impedian no comprar el comic pero en el cruce Ghost Rider, Gambito, x men por ratos se ve la diferencia entre los que hicieron Web of Spirits y la Venganza de los hijos de la medianoche con un Lee y Portaccio muy carentes de escritura e idea del guion