Alfonso Font y las disparatadas aventuras de Federico Mendelssohn Bartholdy

Hoy quiero hablar de un reciente descubrimiento por mi parte de un cómic que desconocía por completo pese a ser obra de uno de nuestros autores más grandes: el Federico Mendelssohn Bartholdy de Alfonso Font. Una serie de tiras en las que un peculiar aventurero se embarca en misiones delirantes en las que el humor absurdo campa a sus anchas y donde Font realizó un despliegue de todo su talento. Y aunque haya descubierto esto con unas cuantas décadas de retraso y su recopilatorio esté más que descatalogado, nunca es tarde para descubrir y recomendar un buen cómic.

La de comics así que me quedan por descubrir

Federico Mendelssohn Bartholdy, un piloto de la Primera Guerra Mundial de nombre rimbombante y reconvertido en una especie de agente secreto y aventurero, apareció por primera vez en las páginas de la revista Cimoc, en su número 20 (1982), y sus dos largas y únicas aventuras, “En busca del Cimoc perdido” y “Federico Mendelssohn Bartholdy contra el Dr. Fut’Maun Chut”, llegaron a su fin diez años más tarde, en el número 143. Dos aventuras que, pese a sus títulos propios del pulp más clásico, son mucho más que un homenaje a ello, ya que Font las utilizó para dar rienda suelta al humor absurdo (y en ocasiones idiota), el surrealismo y la metaficción, para crear unas historias en las que cualquier cosa era posible, por ridícula que fuese, y cuyo humor sigue siendo tan efectivo ahora como debió serlo entonces.

Esto no desentonaría en un Anacleto

Algo que se debe sobre todo a cómo Font hace uso de un humor muy atemporal, del que nace de situaciones disparatadas e irracionales y de diálogos que no tienen nada que envidiar a los “Diálogos para besugos” del DDT. Un humor que también le debe, y mucho, a Bruguera, con ese Federico que no desentonaría nada en las páginas de muchas de sus series más famosas (con esa nariz podría ser un compañero de aventuras de Superlópez), entremezcladas con otras influencias como la del cómic para adultos de los setenta y ochenta. Una mezcla que Font lleva hasta el extremo al combinar personajes dibujados con estilos muy diferentes, como si hubiesen escapado de diferentes historietas, y que dan buena muestra de lo camaleónico de Font.

Si, el humor a veces es muy idiota, pero igualmente divertido

Y a través de estas historias, en las que a menudo se perdía el hilo de forma muy intencionada a medida que las misiones de Federico se volvían más enrevesadas, Font parodió y homenajeó (a menudo al mismo tiempo) todo lo que se le volvía por delante. Mujeres fatales dibujadas de forma voluptuosa y de escaso vestuario que parecían haber salido de alguna de las múltiples cabeceras para adultos de los años de la Transición contaban con secuaces que parecían surgidos de las páginas de Mortadelo y Filemón, provocando que nos demos cuenta de que en el fondo no había tantas diferencias entre ambos tipos de historia. Pero también encontramos parodias con bastante mala leche de los superhéroes americanos, de la situación política de la época o de clásicos universales de la literatura.

Ese Dantes parece Mortadelo a medio disfrazar

Pero sin duda, con lo que más he disfrutado de este cómic es con la forma en la que Font jugó con el lenguaje del medio. Desde los gags con los “resúmenes” de las tiras anteriores en los que uno podía encontrar cualquier cosa menos un resumen, o esos personajillos que a menudo asomaban por fuera de las viñetas para comentar lo que sucedía en ellas a una cuarta pared inexistente que no hacía falta romper. De ese modo nos encontrábamos con personajes plenamente conscientes de ser protagonistas de una tira, a menudo afectados por los “despistes” de su autor y que más de una vez interactuaban tanto con este como con el público. Una serie de recursos que, con el paso de las décadas, se han popularizado y que Font, hace cuatro décadas, ya manejaba como quería.

Si es que a veces parece que ya esta todo inventado

Otro elemento que me ha encantado de estas tiras es el dominio del ritmo del que hace gala Font en esta serie, consiguiendo que la inmensa mayoría de estas tiras, que como mucho llegaban a las tres viñetas, fuesen plenamente efectivas por sí mismas, incluso sacadas de contexto. Pero ahí es donde se aprecia el talento de los grandes, de esa habilidad para aprovechar al máximo los medios disponibles para contar la mejor historia posible, de la maestría de Font para dominar el humor y el lenguaje del cómic de forma que esas escasas viñetas mensuales le cundiesen más que a otros autores un cómic completo.

Aquí valía todo y como se agradece

Y por supuesto, hay que hablar también de su talento como dibujante. Como señalaba más arriba, aquí Font hizo gala de su versatilidad a la hora de dibujar, con personajes y escenarios que parecían surgidos de diferentes historias y en las que alternaba ese estilo suyo que roza el naturalismo y que más asociamos con él, con estilos caricaturescos de estéticas muy diversas, desde ese en el que más se aprecia la influencia de su compañero y amigo Carlos Giménez a otras más propias de la escuela Bruguera, en donde podemos encontrar personajes que podrían haber salido de las manos de Ibáñez o de las de Jan. Una variedad estética que Font consigue integrar a la perfección sin que desentone en ningún momento.

A Font se le considera uno de los grandes por algo

Pero hacia el final de la segunda aventura de Federico, y como ya señalaba Antonio Martín en el prólogo del recopilatorio, casi se empieza a apreciar cierto desgaste en Font, algo comprensible tras diez años y pico realizando esta serie. Los gags de los resúmenes y los personajillos que complementaban las historias desaparecen por completo, las situaciones comienzan a resultar algo estiradas (aunque sin perder el notable humor) y se resuelven de cualquier manera, careciendo de la chispa de los primeros años, como si Font ya solo buscase terminarlas para pasar a otra cosa. Un agotamiento que, si es real y no solo una impresión, sería comprensible, porque por mucho talento que se tenga, debe llegar un momento en el que explotar situaciones absurdas como las protagonizadas por Federico debía resultar cada vez más complicado, especialmente tras una década.

Pero aun así vale mucho la pena leerlo

Aunque nada de esto desmerece el conjunto de la obra. Federico Mendelssohn Bartholdy sigue siendo un cómic muy divertido que merece la pena descubrir tanto por todas sus cualidades como por permitirnos apreciar una faceta de Alfonso Font algo diferente a la habitual y comprobar cómo en esta también es uno de los más grandes autores con los que contamos en nuestro país. Por ello, aunque toque rebuscar en el mercado de segunda mano o en bibliotecas, estamos ante un cómic a reivindicar y rescatar, y del que espero que no tarde mucho en contar con una nueva edición para que las aventuras de este peculiar aventurero puedan llegar a un nuevo público.

Suscribirse
Notifícame de
guest

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

10 Comments
más antiguos
más recientes más votados
Inline Feedbacks
Ver todos los comentarios
Roger
Roger
1 mes han pasado desde que se escribió esto

El narizotas con gafas de aviador se da un aire a Snoopy en su identidad de as del aire.

Payton Wynn
Payton Wynn
1 mes han pasado desde que se escribió esto

Me resultan curiosas estas roturas constantes del cuarto muro en las que llega aparecer el propio dibujante del cómic, porque son también muy frecuentes en los primeros números de «Superlópez» (supongo que serían más cosecha de Efepé que de Jan), donde podían ocurrir escenas surrealistas como (en «Los Cabecicubos») que en las primeras páginas del cómic el conserje de la oficina donde trabaja Juan López lo acribillará a tiros y tuvieran que rebobinar la escena porque cómo te vas a cargar al protagonista nada más empezar la historia… ¡Comparado con esto, lo de Deadpool hablando con los recuadros de pensamiento o siendo consciente de que está en un cómic (o en una película) no es nada!

Last edited 1 mes han pasado desde que se escribió esto by Payton Wynn
Jesús Manuel Martínez Otero
Jesús Manuel Martínez Otero
1 mes han pasado desde que se escribió esto

Creo recordar que Pérez Navarro y Jan partieron panes tras el segundo álbum de Super López con el Supergrupo, así que lo de Los Cabecicubos ya sería sin él.

Diógenes Pantarújez
Admin
1 mes han pasado desde que se escribió esto

Sí, ya los Alienigenas y el Señor de los Chupetes eran 100% de Jan.

Jesús Manuel Martínez Otero
Jesús Manuel Martínez Otero
1 mes han pasado desde que se escribió esto

Uno de mis favoritos el de El Señor de los Chupetes. Otro fue el de La gran superproducción.

Jesús Manuel Martínez Otero
Jesús Manuel Martínez Otero
1 mes han pasado desde que se escribió esto

Font tocó un montón de palos en esto de las viñetas, desde plasmar la Barcelona de entreguerras a dibujar varias aventuras del casi inmortal Tex de la Bonelli (incluyendo dos o tres nuevas en los últimos años). Incluyendo álbumes históricos como lo de La flor del nuevo mundo, que en origen perteneció a aquella serie de álbumes de Planeta del Quinto Centenario que es una pena que no se intentase nunca reeditar completa aunque se planteasen ya como álbumes individuales y no como un todo … supongo que el problema es que los derechos revirtieron a sus autores, poe eso ni aquí ni en Francia se han reeditado muchos en los últimos lustros) a intentar recuperar lo de los cómics para niños (El refugio de los sueños perdidos) y lo de los álbumes de aventuras con sabor clásico (aunque más para mercados europeos como el alemán, el francés y el italiano …creo que los derechos de su obra propia los gestiona hace añis la agencia Bosnia fundada por Ervin Rustemagic… sí, el prota del Fax from Sarajevo de Joe Kubert …me parece recordar que no es el único dibujante español al que le llevan los derechos de su fondo personal).

Jesús Manuel Martínez Otero
Jesús Manuel Martínez Otero
1 mes han pasado desde que se escribió esto

También tuvo divertimentos muy ligeros como Carmen Bond (con un pie en el humor paródico y otro en el erotismo suave). En su día la recopilaron en álbum en Cómic Extra Color. Recuerdo que hace unos años lo encontré de casualidad en una librería con entonces todavía bastante fondo de esa colección de álbumes en rústica, tengo que mirar si conservo el álbum (acabé regalando muchos de esos álbumes en rústica).

Jesús Manuel Martínez Otero
Jesús Manuel Martínez Otero
1 mes han pasado desde que se escribió esto

A los que no conozcan las series todavía les recomiendo repescar sus Jon Rohner marino (que a veces aprovechó para adaptar de forma libre a sus amados London y Stevenson) y Taxi (una heroína igual hoy ya como tantas pero bastante moderna en su día, aunque no inventase nada). Aunque ya la última reedición de Taxi debe de ir camino de la década (pero supongo que en alguna librería se encontrará todavía hasta de primera mano, aunque ya sea en pocas).

Zatannasay
Zatannasay
1 mes han pasado desde que se escribió esto

Curiosidad que desconocía y ahora veo asequible.

Por hablar de algo similar, Maremágnum de Ventura y Nieto que salió en la revista Trinca.
Los personajes hablando al lector. El protagonista muriéndose del susto en la primera página, para tener que elegir de sustituto a uno cualquiera, luego este quejándose de que no ha aparecido en 30 páginas pese a ser el protagonista.

Tebeo anterior a prácticamente todo y olvidado.
Cáustico, metareferrencial, poético, y psicotrópico, collages, páginas que se rompen y se parten; de ese noveno arte que no presume de hacer nada porque está demasiado ocupado haciéndolo.

Leedlo por favor.

Y no se habla de Trinca lo suficiente, esa revista que bailó por la cara del régimen; sacando historias contra la dictadura que lo subencionaba, sin que está se enterase.

Jesús Manuel Martínez Otero
Jesús Manuel Martínez Otero
1 mes han pasado desde que se escribió esto
Responde a  Zatannasay

La revista Trinca publicó unas cuantas joyitas. Casi nada se ha recuperado (hace no mucho Dolmen reeditó lo de Héctor y los almogávares del olvidadillo Fernando Sesén y el bueno de Chiqui de la Fuente, recordado principalmente por sus simpáticas adaptaciones literarias, multirreeditadas pero ya no tanto en los últimos tiempos).