Hoy es uno de esos días en los que, de nuevo, rompo un poco mi norma autoimpuesta de no hablar de cosas que no me gustan. Pero lo hago, no para quejarme de ningún cómic, serie o película, sino de algo que, sin duda, tiene de bastante mal humor a mucha gente por ahí: las cancelaciones televisivas indiscriminadas. Un fenómeno que, aunque no es en absoluto nuevo, en los últimos tiempos ha alcanzado niveles ridículos, motivados por la impaciencia y codicia de unas plataformas de streaming que parece que siguen sin entender del todo cómo funciona su público. Así que lo que toca es un post de desahogo en el que soltar todo lo que me corroe antes de volver a dedicarme a hablar de lo que sí me gusta.

Curiosamente, lo que ha provocado que quiera hablar de esto es la cancelación de una serie que aún no había comenzado a ver, Kaos, en Netflix. La serie se había estrenado el 29 de agosto, hace seis semanas de nada, y aunque me había llamado la atención por esa forma de enfocar los mitos grecorromanos, el humor negro que destilaba su tráiler y, especialmente, el que Jeff Goldblum interpretase a Zeus, aún no me había puesto a verla porque estaba liado con otras cosas. Pero hace unos días me encontré con la noticia de que, apenas mes y medio después de su estreno, ya había sido cancelada, y tratándose de una serie que, según su creador, iba a contar su historia a lo largo de tres temporadas, ya no tiene sentido alguno ponerme a verla sabiendo que me quedaré a medias.

Es cierto que lo de las cancelaciones de series de televisión no es nada nuevo; es tan viejo como el propio medio, y todos lo hemos sufrido en incontables ocasiones. Aún me duelen las cancelaciones de series como Firefly, Stargate: Universe, Constantine, La Cosa del Pantano, Ash vs Evil Dead, o más recientemente Our Flag Means Death, Lockwood & Co. o Dead Boy Detectives, por citar solo unas pocas de las muchísimas series de televisión que desearía que hubiesen continuado al menos un poco más. Y eso sin contar todas aquellas cuyo visionado pospuse y fueron canceladas antes de tener la oportunidad de verlas, como me acaba de suceder con Kaos. También entiendo que ni las televisiones tradicionales ni las plataformas de streaming son ONGs que existen para crear series o películas por amor al arte, que si algo no es rentable, no queda otra que su cancelación, por mucho que nos joda a los espectadores.

El problema es cómo los cambios que han supuesto los avances tecnológicos y la forma de plantear la televisión han creado un nuevo problema, o más bien cómo la codicia, impaciencia e ignorancia de muchos ejecutivos han convertido algo que debía ser beneficioso para todos en dicho problema. Porque antes, una serie disponía de tiempo para ganarse una porción del público. El boca a boca, las buenas críticas o sencillamente darle tiempo a la gente para ponerse a ver algo, permitían que series que comenzaban con unos niveles de audiencia discretos acabasen convirtiéndose en algo bastante exitoso que podía durar muchos años. Pero ahora nos encontramos en una época en la que, al menos en lo que al streaming se refiere, si una serie dura más de dos temporadas, parece un milagro.

En parte, yo culpo de eso también al llamado “binge-watching” (eso que le gusta tanto a los viciosos como Diógenes). Esa moda de ver las series en maratones (o atracones más bien) que las plataformas de streaming fomentaron estrenando sus series no con un capítulo semanal, como era lo habitual, sino toda una temporada de golpe y animando a su público a verlas del tirón. Yo admito que en su día no me disgustaba esto y participaba de ello alegremente, viéndome dos o tres capítulos diarios y liquidando una serie en un fin de semana. Pero, con el tiempo, aquello me fue dejando cada vez más insatisfecho, ya que veía una serie en un fin de semana y luego tenía que esperar un año y pico o dos para ver la siguiente temporada. Aparte de que, al verlas de esa manera tan rápida, no tenía tiempo de asimilar del todo lo que veía, de meditar todo lo que me habían contado en un episodio y cómo encajaba con los siguientes.

Recordando cómo en un pasado muy lejano disfrutaba bastante con aquella espera semanal, teorizando sobre lo que podría acabar sucediendo y compartiendo mis impresiones con otras personas, acabé renegando de ese modo de ver televisión y, a día de hoy, lo odio bastante. Por eso agradezco inmensamente que algunas plataformas como Apple+, Disney+ o Amazon Prime, entre otras, hayan optado por lo sensato de emitir sus series poco a poco, a veces estrenando de golpe los dos o tres primeros episodios, pero pasando a continuación a un ritmo de uno semanal. Algo que permite no solo digerir mejor lo que vemos, sino además que la existencia de estas series se vaya propagando y tengan la oportunidad de aumentar su número de espectadores.

Pero en Netflix, que es la mayor culpable de estas cancelaciones en serie, siguen aferrados al modelo de estrenarlo todo de golpe, consiguiendo que se hable de cada estreno un poco los primeros días tras su lanzamiento, y que esa conversación se apague a la llegada de algo nuevo. Un modelo de consumismo desaforado de usar y tirar que, si significase solo que el impacto de estos estrenos es un tanto efímero, no me importaría nada. Yo seguiría viendo las cosas a mi ritmo y ya está. El problema es que este modelo de emisión ha derivado en una mentalidad enajenadísima en los ejecutivos que parecen asumir que todos estamos todo el día pegados a nuestras pantallas sin otra cosa que hacer que pegarnos un maratón tras otro de todo lo que estrenan.

Y de ahí que, en tiempos recientes, nos hayamos encontrado con showrunners, directores y actores pidiendo a los fans de sus series en redes sociales (a veces más bien suplicando) que es importantísimo ver las series lo antes posible, el mismo día de su estreno a ser posible, ya que esa es la única posibilidad de que estas sean renovadas. Porque ahora lo único que cuenta es si una serie (que normalmente promocionan poco o nada salvo contadas excepciones) lo revienta en audiencia en su primera semana y se mantiene en las siguientes, porque de no ser así, es un fracaso y hay que cancelarla.

Da igual si ese público al que presuntamente quieren complacer (en realidad no, pero eso ya sería otro artículo) tiene otras cosas que hacer, si esperan al fin de semana para tener unas horas libres y verlas, o si sencillamente prefieren disfrutar de las series poco a poco. Dan por sentado que cada vez que estrenen algo vamos a estar pegados a la pantalla casi como zombis, “consumiendo productos”, como les suele gustar decir, sin freno. Pero por mucho que les gustaría que las cosas funcionasen así, la realidad es que hay vida más allá de las pantallas, que lo que provocó el éxito de estas plataformas, ese poder ver las cosas cuando queremos, significa exactamente eso, CUANDO QUERAMOS. Pero en sus cabezas eso se ha convertido simplemente en conservar el “espíritu” de la vieja televisión, que debemos ver las cosas cuando nos dicen, solo que ahora todo de golpe.

En buena medida lo que han conseguido con esto, Netflix especialmente, es que un sector cada vez mayor del publico se resista a comenzar una nueva serie, porque ¿Para que?. Ves una primera temporada, la disfrutas, esperas con ganas el anuncio de su renovación… y es otra serie que va al hoyo. Por eso cada vez mas gente, entre quienes me empiezo a incluir, esperamos un tiempo razonable antes de ponernos con algo nuevo ante el temor de quedarnos con otra historia a medias. Y aunque esto sea algo que puede suceder con cualquier modelo de televisión, que sea tan habitual en el streaming esta jugando muy en su contra, por lo que o cambian su política de renovaciones o se limitan a estrenar miniseries autoconclusivas que desde el comienzo este planeado que no tengan una continuación.

De ahí que series que podrían haber gozado de varias temporadas para disfrutar, en las que todo el equipo humano detrás de ellas hubiese seguido aprendiendo y mejorando, ahora son poco más que un espejismo y son canceladas antes de tener la oportunidad de conectar con su público potencial, y eso es una tragedia muy grande. Por suerte, el que cada vez más plataformas, y de las grandes, estén apostando por el formato de emisión semanal me hace tener esperanzas (algunas) de que se acabará imponiendo la razón y, con suerte, eso supondrá no solo que se busquen nuevas fórmulas (más pacientes) para medir el auténtico éxito de una serie, sino que se permitirá que este llegue.
Lamentablemente el pan nuestro de cada día (las cancelaciones). Series de TV, cómics,…
Siguiendo con lo malo: El día 8 nos ha dejado el veterano periodista y guionista André Jobim (a.k.a. «Job») padre del querido pequeño indio (nativo norteamericano) Yakari (una de esas BDs todavía leídas incluso en España) junto a su habitual dibujante Derib (en sus años mozos colaboró con él también en otras series para la chavalada, como Las aventuras de Pitágoras y compañía) y del que escribió cerca de cuarenta álbumes. Descanse en paz.😔
Tambien es casualidad, no hace ni un mes que descubri el personaje de Yakari navegando por internet mientras buscaba informacion de Umpah Pah.
Estaba incluso planteandome leerlo pero estoy releyendo ahora a Johan y Pirluit.
Yakari es un clásico.
De lo mejor del cómic infantil europeo. Disfrutable, con la distancia de la edad, por los mayores por su poesía visual y su mundo amable, que no ñoño.
Debía ser una de las pocas cosas que quedaban en el mercado de esa época que aun llegaba al publico al que iba destinado. Y no solo a mayores nostálgicos y estudiosos del medio.
Probablemente en BD clásica es casi lo último destinado a críos que aquí realmente todavía se lo leen críos (porque Lucky Luke, Iznogoud o Los Pitufos siempre los veo comprar a gente talludita y casi nunca es para regalo). Hay alguna cosa más reciente también, como Titeuf o La terrible Adele (pero me da que en nuestro país no se mueven tanto).
Por el lado más positivo: Feliz cumpleaños al muy veterano ilustrador gráfico (entre muchas otras cosas, incluido en esto del dibujar hacer cómics, fanzines y libros ilustrados) ferrolano (nacido en el ’43) Xaquín Marín (2 viaxes, Alcacén para gaitas, Ratas, Feito a man, Dos pes a testa, O lecer de Isolino, Palleiro, Tonecho, Que tempos!, …o la adaptación de O traxe novo do emperador).
Feliz cumpleaños también a la gran Rumiko Takahashi (Urusei Yatsura, Ranma 1/2, Mermaid Saga, One Pound Gospel,… o recopilatorios como La tragedia de P, 1 or W y Espejo, entre muchas otras cosas …Maison Ikkoku sigue siendo todavia mi favorita).🎉🎂🎉
Feliz cumpleaños también al dibujante británico (de Bristol) Gary Frank: Marvel UK, Increíble Hulk, Aves de Presa, Supergirl, Kin (miniserie de creación propia en la que también escribía), Midnight Nation (después repitieia con Joe Michael), Los Vengadores (con su luego habitual Johns, creo recordar), Superman, Shazam!, Doomsday Clock, Geiger, Chatarra Joe,…🎉🎂🎉
.
Y también al dibujante (y a veces entintador o colorista) cretense Michael Dialymas (Las Tortugas Ninja, Wynd, The Woods,…).🎉😔🎉
Y al guionista David Muñoz (Rayos y centellas, Tierra de vampiros, Infectado, Caja de ruidos, Sordo, La casa de los susurros, Miedo, Territorio, Monstruo,…).🎉🎂🎉
Y al veterano italiano (de Módena … italiano, aunque su producción fue realizada principalmente para el mercado francés) Silvio Cadelo (La saga de Alandor, Mundos remotos, Envidia de perro, Alicia la perversa, Saturnin, La flor enamorada, Los niños de Lutecia,…).🎉🎂🎉
Sí, a mí también me dió «bajona» con las cancelaciones de Firefly, Swamp Thing y Dead Boy Detectives. Y con las de varias series de animación (aunque luego alguna acabase volviendo, como Young Justice y Futurama). Ahora, con la «crisis» del streaming incluso se cancela más rápido todavía (ya sin esperar a veces ni a que la primera temporada avance y ver si el boca-oído levanta las audiencias …y no será que no hemos visto en el pasado muchas veces como estas resucitaban tras completarse la temporada incluso, vale que ahora con la sobreoferta de plataformas pasa menos …Demasiado para ver como para que la mayoria le dea oportunidades a lo que ta parece condenado e igual te deja con un final muy en el aire).
A ti te gustarán esas series, pero la verdad es que no las está viendo ni el que las hizo
Fuente?
Yo creo que lo que apuntas del modelo de las plataformas es el principal causante: si apuesta por la cantidad, ya no es que tengas mil series para ver, es que cancelar esas series y aprobar una nueva es más fácil porque cuestan poco y se pueden reemplazar sin problemas.
Esto conlleva series muy homogéneas visualmente y que salvo inversión tocha en publicidad, no va a ver ni el tato porque son genéricas a más no poder. Y así repites ciclo una y otra vez y acabas enquistando el problema en un algoritmo que nadie sabe muy bien como funciona.
Y en los tiempos de la «televisión de antes» las series tampoco solían durar más allá de dos o tres temporadas, muchas de las más recordadas solo duraron eso. Lo que se consideraba una cancelación era una serie que no llegara a los 12 episodios, y precisamente todas estas empiezan con 8 pendientes de una renovación a una segunda temporada, con lo que es normal que hayamos acabado todos con la sensación de que todo son miniseries o cancelaciones; ahora lo raro es que una serie llegue a su segunda temporada y lo excepcional que llegue a la cuarta.
En realidad existe un baremo oficioso a ese respecto en la television de antes( ABC, CBS y NBC americanas).
Era mejor que una serie se cancelase en la primera temporada que no en la segunda o en la tercera ya que a partir de la cuarta se considera que ha sido rentable.
Y eso venia motivado por la renovacion de los contratos ya que se firma solo por una temporada y si tiene exito y se continua, los contratos se extienden hasta la cuarta temporada, si se cancela antes se pierde dinero.
A partir de la cuarta las renovaciones suelen ser bianuales o anuales.
Por eso suele haber tantas diferencias entre la primera y segunda temporada con sustitucion incluso de actores interpretando los mismos personajes.
Y me refiero a las series realizadas antes del siglo xxi.
En las series de animacion con dos temporadas ya era una serie de exito pocas se extendian mucho mas alla de dos años consecutivos en tv.
Cada vez el «mercado» es más «mercado», el capitalismo se hace más feroz y el arte que siempre ha estado supeditado al poded ahora está supeditado a poderoso caballero es don Dinero.
Como fan total de Firefly, ya me he acostumbrado a estas infames prácticas, aunque por el apoyo de los fans…tuvimos película, también con Verónica Mars y con el apoyo de los fans…tuvimos película, también con The Expanse…que al menos la compró otra plataforma.
Las que más me han dolido fue la serie de Cristal Oscuro, Constantine y recientemente dead boy detectives, ya veremos que pasa con la 3a Temporada de Sandman después de descubrir que ese escritor que tanto me me gustaba es un monstruo violador sadomaso (a ver quien se lee la historia de Caliope del mismo modo).
Aquí además a mayores todavía tuvimos mala suerte con como se emitieron algunas series antes de los días del digital (que no todo era jauga tampoco, un mal programador te jodía a base de bien), caso de Babylon 5 (ya no entró en que TeleTeta emitiese City Hunter a las tantas y pico en día de semana y Mazinger Z y su secuela a las siete de la mañana en sábado 👿😂😅).
Sin querer cambiar el tema, ¿a qué comic pertenece la página que forma parte del post?
Rambla arriba, Rambla Abajo.
De Carlos Giménez. La serie de los Profesionales.
Para mí el Carlos Giménez más concentrado y puro que existe. Docenas de historias personales de una página cruzándose en las Ramblas.
Colosal.
Es un gran cómic (Giménez es mucho más que Paracuellos y Los Profesionales, aunque solo eso le garantizaba ya un hueco en la historia del tebeo español …Hizo westerns, tebeos de aventuras, comedias chuscas sicalípticas, SciFi, cómic «social», cómic autobiográfico/semiautomático, adaptaciones literarias,…).
Gracias, queda anotada para una futura lectura.
La que era buena era «cosas de casa» ña de Steve Urkel, y la cancelaron, que hijos de perra.
«Padres forzosos» tambien molaba y como siempre, la acabaron cancelando, qie hijos de mil perras.
Y «El principe de Bel-Air» , bla bla bla, hijos de perra.
Siempre el producto se ha ajustado al tipo de mercado que exista.
Este modelo de las plataformas actuales permiten conocer los visionados al dedillo.
Antes había cierto margen y se permitía el crecimiento por boca a boca.
Me acuerdo de una película de los 80, que consistía en unos productores de un programa televisivo que para amañar las audiencias conseguían el listado de las televisiones con los señaladores de programación de USA. Y a sus dueños les mandaban invitaciones a hoteles y restaurantes de lujos en base a promociones falsas, luego mandaban a un ejercito de abrecerraduras a colarse en las casas vacías y poner las televisiones en el canal concreto esas horas.
Recuerdo que la película era muy crítica con el mundo de la televisión. El retrato era un: «cualquier cosa por la audiencia»
Menos enseñar pezones (que eso todavía es tabú en la televisión en abierto USA …algunos canales incluso todavía recortan escenas de películas en vez de ponerles el «cartelito» de advertencia).😈
Yo vi Kaos. La serie prometía bastante. Si te sirve de consuelo es una de aquellas temporadas que puedes ver a pesar que no todo queda cerrado.