Hoy toca avisar a los despistados de que una de las mejores series españolas de televisión que he visto en muchísimo tiempo ha regresado y que la espera ha merecido mucho la pena. La guerra entre las fuerzas del mal y la humanidad ha entrado de lleno en su segundo asalto, nuevos adversarios han entrado en escena y lo que se puede intuir sobre el futuro en el primer episodio de esta segunda temporada promete que se va a quedar pequeño lo que vimos en la primera. Así que vamos a ver que nos ha ofrecido este regreso.
Para mi 30 Monedas fue una de las mayores sorpresas del 2021 y que vi por la insistencia de Diógenes, quien me insistió mucho en que esto valía mucho la pena. Y aunque me duela reconocerlo no me queda mas remedio que darle la razón e incluso agradecerle la recomendación. Esta serie es una de esas aun muy escasas incursiones en el genero fantástico en nuestro país, donde a veces parece que es difícil encontrarse algo que no sea una comedia o un drama. Por suerte para nosotros Alex de la Iglesia siempre ha sido un poco un bicho raro en ese sentido y nunca ha dejado de salirse de lo convencional para demostrarnos que aquí no deberíamos tener nada que envidiarle a lo que hagan otros fuera. Y 30 Monedas no es mas que el mas reciente ejemplo de ello.
Aquí Alex de la Iglesia y uno de sus principales colaboradores, Jorge Guerricaechevarría, crearon una serie que aunaba a la perfección multitud de referentes e influencias de ambos con su muy particular universo personal aunque con un tono mas serie de lo que solemos encontrar en su filmografía conjunta. La España Negra, las Historias para no Dormir de Chicho Ibáñez Serrador, el cine de terror de los setenta y ochenta, la obra de Lovecraft o de Clive Barker y muchísimas mas, todo remezclado de una forma que podría haber salido cualquier cosa, pero que en las veteranas y expertas manos de estos dos creadores, y con un buen presupuesto que les permitió plasmar en pantalla su delirante imaginación, se convirtió en una de esas series que hay que ver.
Y casi tres años después de su explosivo final esas treinta monedas malditas vuelven a ponerse en danza para intentar de nuevo desencadenar el infierno en la Tierra. En su debut nos encontramos con que ha transcurrido un año desde el final de la temporada anterior y que las repercusiones de lo sucedido en aquel pequeño pueblo de Segovia en el que nunca pasaba nada aun se dejan sentir. Los supervivientes de todo aquello aun tratan de lidiar como pueden con lo que vivieron allí, las fuerzas del mal se están reagrupando para volver a atacar, nuevos adversarios han entrado en escena y algún que otro personaje se ha encontrado en un nuevo escenario que ofrecerá nuevos desafíos.
Pese a que el comienzo de esta segunda entrega tiene en cierto modo un ritmo algo pausado, revelándonos poco a poco todo lo que ha sucedido en ese año y las secuelas que arrastran sus protagonistas, una vez que la primera temporada puso las cartas sobre la mesa sobre lo que realmente sucedía, ya no es hora de ambigüedades y la serie se permite lanzarse de lleno a los elementos mas fantásticos de la historia de una forma que no creía posible. Algo que me ha dejado encantado por esa absoluta falta de complejos de Alex de la Iglesia y Jorge Guerricaechevarría que aunque a estas alturas no es en absoluto una sorpresa sigue siendo muy de agradecer.
Un regreso en el que de momento dentro de un reparto de lujo destaca una vez mas ese irreconocible Eduard Fernández como el Padre Vergara, ese sacerdote y exorcista tan alejado de los estereotipos del genero de terror quien aquí sigue siendo esa bestia parda que no se achanta ante nadie ni ante nada y quien aquí sigue al frente de su particular cruzada contra las fuerzas del mal, dispuesto incluso a enfrentarse a ostias al mismísimo diablo si hace falta. Algo que al ritmo que va la serie no me sorprendería que acabase sucediendo en un futuro no muy lejano.
Por todo ello a parte de servir este articulo como recordatorio de que por fin tenemos entre nosotros la segunda temporada de treinta monedas (al ritmo de episodio semanal para que Diógenes sufra un infierno) quiero que sirva también como recomendación para subirse al carro a todos quienes aun no le han dado una oportunidad a esta serie, tanto si son aficionados al genero fantástico/terror como si no, porque la serie vale muchísimo la pena. Una serie que espero que anime a las cadenas y plataformas de por aquí a apostar aun mas por estos géneros que siempre han sido en España un tanto secundarios y talento hay de sobra para que no tengamos que envidiar a nadie.
¡Pues tengo suscripción a HBOMax y no recordaba que «30 monedas» formaba parte de su catálogo, así que cuando finiquite la última temporada de «Doom Patrol» ya sé con qué ponerme a continuación!
Doom Patrol fue una sorpresa muy agradable. Aunque no siempre la he entendido.
A mí me han gustado mucho las dos primeros temporadas, pero la tercera y la cuarta las he acabado viendo casi por inercia (aunque la Sororidad de Dadá me ha parecido una idea bastante inspirada, quizás después del Mr. Nobody de Alan Tudyk era imposible mantener el nivel).
La cuestión con De La Iglesia. El apellido ya presagiaba su dedicación cinematográfica.
Es que se arriesga y eso es muy de agradecer. Perdita Durango y 800 balas (¡Vaya ruina le supuso!) eran arriesgadas de narices.
Pero todas revisionan el almacen de imagenes que tiene este hombre en la cabeza.
El Spaguetti Western; el Un, Dos, Tres y la tele de la época; el anime porno tentacular; la Ciencia Ficción de cartón piedra; el western de frontera; las comedias televisivas de vecinos; las peliculas de mounstruos de casquería.
En eso es fiel a si mismo.
El cómic.
Plutón BRB Nero, ese robo… ¡¡Perdón!! Cariñoso homenaje soterrado a Lorna de Azpiri.
Y ya que hablamos de expresiones malsonantes escondidas en palabras aparentemente inocuas.
¡¡Hitchcock!!
¿Cómo no recordar el homenaje al gran maestro que es Crimen Ferpecto?
Ojalá Plutón BRB Nero se hubiera centrado menos en el chascarrillo zafio («¡Ay, qué gracia, la androide se activa y desactiva apretándole un pezón!») y más en ser una especie de «Enano Rojo» a la española, porque medios y talento los tenía.