Paradise – Un paraíso en el que nada es lo que parece

Para acabar la semana, quiero hablar de otra serie de la que solo he visto su primer episodio (ya puedo oír a Diógenes con la única frase que se sabe), pero que me ha dejado loco. Por ello, quiero recomendar su visionado ya antes de que, con el paso del tiempo, los spoilers sobre la misma se acaben convirtiendo en algo imposible de escapar. La serie en cuestión, Paradise (Hulu), comencé a verla sabiendo absolutamente lo mínimo, guiado solo por sus actores protagonistas y algunos de los temas que tocaba. Gracias a eso, he podido disfrutar de cada revelación como auténticas sorpresas inesperadas. Así que voy a esforzarme al máximo para no desvelar nada de la trama, de modo que quienes confíen en mí y le den una oportunidad puedan disfrutarla casi tan a ciegas como lo hice yo.

Xavier Collins siempre ha sido un leal y profesional agente del Servicio Secreto, llegando incluso a jugarse la vida en su trabajo, lo que le ha valido convertirse en el agente al mando de la escolta personal del presidente Bradford, incluso después de que el mandato de este llegase a su término. Pero, de pronto, un día Xavier se encuentra metido de lleno en una investigación muy seria, pero no como investigador, sino como sospechoso. Una investigación que, por motivos muy personales, quiere resolver más que nadie y sacar a la luz a los auténticos culpables, pero sin saber en quién poder confiar…

Recuerdo que cuando se anunció el estreno de Paradise, le eché un ojo al tráiler y parecía interesante en varios frentes. La serie era una creación de Dan Fogelman, el mismo creador de Galavant (aunque ambas series no tienen absolutamente nada que ver) y su reparto estaba encabezado por dos actores bastante sólidos, como son Sterling K. Brown y James Marsden, en los respectivos papeles del agente Collins y el expresidente de los Estados Unidos. Además, desde siempre, estos thrillers político-criminales en los que el protagonista tiene que limpiar su nombre enfrentándose prácticamente solo contra una conspiración en las más altas esferas me han encantado. Por todo ello, aunque fui posponiendo unas pocas semanas su visionado, al final me puse con ella sin molestarme en mirar nada más sobre la misma, y esa fue una de las mejores decisiones que podía haber tomado.

Porque estamos ante una de esas series con unos cuantos giros argumentales sorprendentes, desarrollándose en el presente y el pasado (vía flashbacks) para mostrarnos la evolución de la carrera de Xavier y su relación con el presidente a lo largo de los años, desde su servicio en la Casa Blanca hasta el presente. Juega mucho con el público y las suposiciones que vamos haciendo y deshaciendo a medida que nos van dando nueva información. Por eso, no quiero revelar demasiado de lo que sucede, ya que así, al menos de momento, se disfruta muchísimo más de la serie, aun a riesgo de no ser capaz de despertar el interés de los lectores del blog para verla.

Dejando de lado las sorpresas y misterios, Paradise ha comenzado como un thriller muy sólido y tenso que deja que todo el peso de la trama recaiga en el trabajo de su reparto, en las interacciones entre los personajes y en los diálogos, sin recurrir en ningún momento (por ahora) a la acción. En ese aspecto, es un comienzo sobresaliente. El tiempo se pasa volando mientras uno trata de ir atando cabos con lo que se va dejando caer aquí y allá, con fragmentos de diálogo que parecen intrascendentes cuando se dicen, pero que veinte minutos después cobran una importancia enorme. Todo ello va creando una tensión que no deja de crecer, acumulándose hasta el final del primer episodio, donde tenemos una primera revelación de lo que está sucediendo, que es lo que me ha dejado completamente enganchado.

Y, como decía antes, eso es algo que se sostiene principalmente por el trabajo de sus protagonistas (sin menospreciar a todos los que están detrás de las cámaras), especialmente el de Sterling K. Brown, quien está increíble en su papel de agente Collins, un veterano agente y padre de familia que lleva varios años siendo una de las personas más cercanas al expresidente. Al estar la serie saltando a menudo del presente al pasado y viceversa, nos encontramos con su personaje en diferentes momentos de su vida, pudiendo apreciar cómo, a lo largo de los años, ha ido evolucionando no solo su relación con el presidente, sino también su vida personal.

Un trabajo en el que nos encontramos con un Brown muy sutil y contenido, al que vemos en momentos en los que la situación en la que se encuentra amenaza con sobrepasarle y trata de no mostrarlo, convirtiéndose así, para mí, en el principal reclamo de la serie. James Marsden, por su parte, es igual de bueno, pero en la dirección contraria. Su personaje es completamente extrovertido y carismático, y parece costarle más ocultar cómo se siente, especialmente con algunas de las responsabilidades de su cargo y ciertas decisiones que ha tenido que tomar. Pero, al tratarse de un político experimentado, que ha sido capaz de ganar dos elecciones, siempre nos queda la duda de si esa aparente honestidad y cercanía no es sino una fachada.

Espero que todo esto haya servido para animar a quienes no conocían Paradise, que me da la impresión de que su estreno ha pasado un tanto desapercibido, a darle una oportunidad. De momento (cruzo mucho los dedos para que no la arruinen al final), está siendo toda una revelación. Una serie cuya primera temporada terminará el martes de la semana que viene tras ocho episodios y que ya ha sido renovada para una segunda, así que, de momento, tenemos Paradise para rato. Lo que sí pido es que quienes ya la hayan visto o sepan algo de su trama por culpa de internet no digan nada en los comentarios que pueda estropear la experiencia. Estamos ante un thriller que vale la pena disfrutar con cada una de sus sorpresas.