Rogue One: Poniendo el acento en la “guerra” de la Guerra de las Galaxias

Con algo de retraso, uno que ha provocado que Diógenes me persiguiera por los pasillos al grito de “¿Pero cuando vas a ir a ver Rogue One?”, pero por fin he visto la película que parece estar en boca de todos ahora mismo. Y aunque no siempre solemos estar de acuerdo, en esta ocasión no me queda más remedio que concurrir con él y reconocer que Rogue One ha sido una grandísima película.  Y aunque Diógenes ya ha cubierto en sus artículos, y en esa interminable ristra de comentarios, todo lo posible acerca de la película, no me resisto a aportar mi granito de arena a la conversación. Y es que otra cosa no, pero en los últimos años pocas veces he salido del cine tan contento como lo he hecho con esta película. Y cuidado porque HAY SPOILERS POR TODAS PARTES.

Star Wars ha vuelto y lo ha hecho a lo grande

Si la trilogía original eran películas de aventuras, Rogue One encajaría mucho mejor dentro del género bélico al mostramos con toda la crudeza posible de lo que permite una película que no está clasificada solo para adultos (Mucho mejor que aquellas precuelas que en teoría nos mostraban una guerra “de verdad”). Pero no me refiero a la violencia o al gore, sino a las consecuencias de un gobierno totalitario que no solo ha vencido, sino que lleva décadas aplastando a todos aquellos que se le oponen y que nos cuenta una historia que podría estar perfectamente protagonizada por la resistencia francesa bajo la ocupación nazi.

Si en el fondo nos cuentan una historia casi tan vieja como la humanidad

Algo que queda reflejado a la perfección en esa Alianza Rebelde para quienes “esperanza” ya es poco más que una palabra hueca carente de significado y a quienes esos veinte años de infructuosa oposición al imperio ha fragmentado, llevando a algunos de sus miembros como Saw Gerrera y sus seguidores a radicalizarse en una desesperada guerra de guerrillas sin piedad alguna, pero también sin posibilidad de victoria, pero que siguen luchando porque ya no saben hacer otra cosa. Una sensación de derrota y agotamiento que la mayoría de los personajes en el bando “no imperial” comparten de una forma u otra. Ahí tenemos al Capitán Cassian Andor, quien tras llevar luchando contra el imperio desde su infancia ya lucha  más por inercia que por otra cosa, siendo en muchos aspectos casi tan mecánico e inhumano que su robótico compañero K2.

Pocas veces hemos visto a una Alianza Rebelde tan agotada y derrotada como aquí

Un sentimiento que también podemos apreciar entre muchos miembros de la Alianza, quienes se debaten entre la desesperanza y la rendición y que dejan cada vez más solos a los únicos que aún creen que es posible librarse del totalitarismo del Emperador, Mothma y Organa. Una desesperanza compartida también por Jyn Erso, quien tras haberlo perdido todo por culpa del Imperio ya no quiere seguir luchando, solo quiere agachar la cabeza y vivir bajo el yugo imperial lo mejor que sea posible. Pero en un bonito guiño a la película original hace que la visión de un mensaje holográfico que ha llegado a sus manos casi por cosas del destino (o de la fuerza) hace que Jyn recupere la esperanza, una pequeña chispa de esperanza que se extiende entre sus nuevos compañeros y que acaba encendiendo de nuevo el fuego de la rebelión en toda la Alianza.

A esas alturas Mon Mothma debe ser de las pocas personas que aun creen de verdad que pueden ganar

Unos sentimientos que contrastan con un Imperio que es mostrado de forma tan despiadada y amoral como siempre. Ahí tenemos a Krennic (Ben Mendelsohn) dispuesto a secuestrar a la esposa e hija de Galen Erso para obligarle a terminar la construcción de la Estrella de la Muerte, porque lo único que importa es consolidar el poder del déspota que les gobierna. Pero lo mejor de Krennic es que no es un gran villano, no es más que un funcionario ambicioso, un engranaje intercambiable dentro de la maquina imperial que una vez que ha cumplido su objetivo puede ser desechado como todos aquellos oficiales Imperiales a los que Vader ejecutaba sin pensárselo dos veces. Algo que queda muy patente cuando vemos como Tarkin le arrebata en sus narices el control de la Estrella de la Muerte una vez su construcción ha sido completada, cuando trata de apelar a Vader para que interceda por el ante el Emperador y este le trata con un desprecio tan grande que se conforma con humillarle o con esa muerte anticlimática con un tiro por la espalda como si no fuese más que un Stormtrooper genérico.

En el fondo Krennic no es mas que un funcionario gris en un Imperio para el que todos son peones

Y es que para villanos ya tenemos a dos de los mejores de toda la saga. Por una parte tenemos a Darth Vader, cuya aparición ya nos habían reventado los trailers (maldito marketing que apenas nos deja sorprendernos) y que aquí se nos muestra en toda su gloria. Por una parte tenemos a aquel Vader sarcástico que no toleraba la más mínima falta de respeto y por otro a la despiadada máquina de matar imperial que en su escena final nos deja claro él porque es uno de los seres más temidos de la galaxia. Un personaje al que gracia al haber podido ver la película en versión original (yo en esto soy como Diógenes, sin Don Constantino Romero para mí ya no hay Vader en español) he podido disfrutar de un James Earl Jones al que aunque se le notan los años, sigue siendo capaz de imponer siendo tan solo una voz.

Si por algo es uno de los mejores villanos que se han creado

Pero lo que jamás me hubiera atrevido a esperar, y que por suerte en Disney decidieron guardar en secreto, ha sido la aparición del Grand Moff Tarkin como algo más que un simple cameo. Yo como mucho esperaba un simple guiño, un cameo, una cara en una pantalla o la voz de un imitador de Peter Cushing por la radio, lo que jamás se me hubiera pasado por la cabeza es que buscarían a un actor que se parece lo bastante a Peter Cushing y que casi suena como el, Guy Henry, y colocarían sobre su cara una “mascara” digital con la cara de Peter Cushing. Y aunque es cierto que el sistema no es perfecto y se notaba algo de rigidez y artificialidad en su cara,  tras unos primeros momentos conseguí olvidarme por completo de todo ello y me limite a disfrutar de ese gran personaje que tan bien representaba lo que era realmente el Imperio, una gigantesca bota pisoteando el cuello de una galaxia y quien no le importaba arrasar con toda una ciudad llena de gente inocente para probar su nueva arma o aniquilar una de sus propias bases, y matar a miles de sus hombres, para detener a unos pocos rebeldes. Unos villanos entre los que curiosamente, y al igual que sucedía en la película original, no vemos al Emperador ni falta que hace, su presencia ya se deja notar en el miedo que sienten las victimas de su yugo y en el horror que transmiten sus subalternos.

No es perfecto pero casi da miedo lo cerca que esta de serlo

Lo que si hemos podido ver son cameos por un tubo, más de los que yo me hubiese imaginado aunque he echado en falta alguno que sí que deseaba ver. La aparición de personajes como Vader, Tarkin, Mon Mothma e incluso Bail Organa era inevitable dada la época e historia que nos muestra Rogue One, y R2-D2 y C-3PO han salido en todas las películas y no podían faltar aquí. También tenemos a un Saw Gerrera mucho mas hecho polvo de lo que estaba cuando apareció por primera vez en la serie de televisión de Clone Wars, o incluso cameos oscurísimos como el Dr. Cornelius Evazan y Ponda Baba (sí, he tenido que buscar sus nombres en la wikipedia) aquella extraña pareja a la que Luke conoció en la taberna de Mos Eisley y a quienes Obi Wan dejo claro, amputación de brazo mediante, que era mejor dejarles en paz. Por no hablar de ese cameo final de una digitalmente rejuvenecida Princesa Leia que hace que la película termine exactamente como yo quería, con la Tantive IV escapando del Destructor Imperial de Darth Vader (pero con la inmensa pena de que aquella teoría de que Jyn Erso era en realidad Leia de incognito no se hizo realidad).

Esto ya es escarbar demasiado en el canon de Star Wars

Lo que sí que me ha sabido a poco han sido los cameos de SW: Rebels, si, el Ghost puede verse en un par de ocasiones a lo lejos, hay un momento en el que por megafonía llaman a la General (Hera) Syndulla e incluso Chopper se deja caer brevemente en una escena (tan brevemente que me lo perdí en el cine, sigh) pero esperaba que el Escuadrón Fénix tuviese un papel un poquito más importante en la batalla final aunque solo fuese un pequeño plano de la cabina con Hera hablando con el resto de pilotos o el Comandante Sato en las reuniones de la Alianza en Yavin-4, pero son quejas muy menores dentro de lo que ha sido una gran película.

¡Chopper merecía un papel mas destacado!

Gareth Edwards tenía ante sí un trabajo complicado, ya que Rogue One, tanto por ser parte de una de las sagas cinematográficas más importantes del cine, como por ser el primer spin-off alejado de la saga principal (las películas de los Ewoks no existen) era una película que iba a estar bajo la atenta mirada de todo el mundo y Edwards era un director con relativamente poca experiencia. Pero un vistazo a su corto curriculum, en el que encontramos desde el docu-drama “End Day” que presentaba distintos hipotéticos escenarios apocalípticos a películas como Monsters o Godzilla, en la que simples humanos tenían que hacer frente a amenazas inimaginables, hacen que nos demos cuenta de que Disney/Lucasfilm sabían exactamente lo que necesitaban para mostrar en la gran pantalla la imparable y totalitaria amenaza que suponía el Imperio Galáctico para la galaxia, una tarea que Edwards ha superado con sobresaliente.

Ante si tenia una misión casi tan complicada como la de los Rebeldes, aunque este ha salido mejor parado que ellos

También ha sido bastante acertada la elección de Michael Giacchino como compositor de la banda sonora, ya que pese a que como me dijo Diógenes cuando vio la película («ha hecho lo que le ha dado la gana») y hay momentos en los que se echa mucho de menos al gran John Williams, Giacchino ha sabido darle a la película una identidad propia que la aparta un poco del resto de la saga, aunque no haya conseguido darle un tema propio “icónico” tan memorable como los de Williams. Una elección que para mí ha sido muy apropiada debido al tono de cine bélico que tiene toda la cinta, ya que para mí Giacchino siempre será el compositor de la banda sonora de uno de esos pocos videojuegos que han conseguido engancharme, el primer Call of Duty (a los Medal of Honor nunca he jugado), una BSO que he perdido la cuenta de las veces que he escuchado y que le convertía en perfecto candidato para esta película.

Con lo que he sufrido yo en Carentan como para no emocionarme al ver guerra y Giacchino juntos

Y del reparto mucho se ha hablado (y criticado) de la “frialdad” de las actuaciones, unas críticas en las que quienes las hacen no parecen detenerse a pensar que estamos ante unos personajes que en muchos casos son casi “muertos en vida”. Estamos ante personajes acabados, destrozados, a los que dos décadas de opresión han convertido casi en cascarones vacíos. En el Capitán Cassian Andor de Diego Luna podemos ver a un hombre que bulle de rabia contenida  al luchar en una guerra que cree que no puede ganar y en la que ha tenido que cruzar la línea tantas veces que parece que casi ha “desconectado” sus emociones. Unas emociones que vemos dar un paso más en ese Forest Whitaker consigue transmitir a la perfección la desesperación y el fanatismo en los que se ha hundido Saw Gerrera y que podrían ser un reflejo de lo que le espera a Cassian de seguir en la lucha un par de décadas más.

Al final la opresión solo sirve para convertir a gente decente en extremistas

En cambio en Jyn y Galen Erso, interpretados respectivamente por Felicity Jones y Mads Mikkelsen lo que encontramos es a dos personajes que pese a estar casi a punto de rendirse ante el pesimismo y la aceptación de la brutal realidad en la que viven, y a la que por sus circunstancias personales casi tendrían todo el derecho del mundo a hacerlo, aun son capaces de mantener una pequeña chispa de esperanza capaz de inspirar a otros. Si, sus personajes a ratos son muy fríos, pero es lo lógico en la situación en la que se encuentran, tratándose de dos personajes que no solo lo han perdido todo, sino que durante muchísimo tiempo se han perdido también el uno al otro.

Y la historia de estos dos es una de las mas trágicas de la saga

Mayor contraste de emociones encontramos entre Chirrut Îmwe (Donnie Yen) y Baze Malbus (Jiang Wen), dos miembros de “The Guardians of the Whills” una antigua orden religiosa que creía en la Fuerza. Mientras que Chirrutt aún mantiene una fe inquebrantable en la Fuerza (y me niego a creer que no tuviese también una conexión con esta) y en las tradiciones de su orden, Baze ya no cree en nada, algo que queda patente en el abandono de las tradiciones de su orden que ha reemplazado por una armadura de combate y su cañón blaster de repetición. Dos hombres muy distintos a los que solo su amistad (una amistad en la que algunos quieren ver algo más porque parece que eso de la simple amistad ya no existe) y su deseo de proteger a su gente tanto del imperio como de los extremistas mantiene unidos. Unas emociones que ambos actores consiguen transmitir sin que se nos cuente apenas nada del pasado de ambos personajes, y aunque es cierto que el personaje de Donnie Yen cae en el estereotipo más descarado con ese personaje de maestro ciego de artes marciales cuyo bastón es en realidad un arma, que difícilmente podría parecerse mas al espadachín Zatoichi, se han convertido en dos interesantes añadidos al canon de la saga que espero volver a ver de alguna forma en el futuro.

Al final ambos son uno con la Fuerza…

Pero quien ha conseguido ganarse de forma casi unánime el cariño de buena parte del público, ha sido el ex-robot de seguridad imperial reconvertido en rebelde K-2SO al que le ha prestado su voz el actor Alan Tudyk. Star Wars siempre se ha caracterizado por dar a sus personajes robóticos unas personalidades muy carismáticas (aunque ninguno podrá superar jamás al gran Chopper) K2 se convierte por derecho propio en uno de los grandes añadidos a la galería de personajes de Star Wars a base de esa personalidad cínica, pesimista y siempre con una respuesta sarcástica en su modulador de voz. Tudyk consigue aquí ponerse a la altura del mítico Anthony Daniels al ser capaz de transmitir muchísimo simplemente con una voz que surge de una cara que difícilmente podría ser más inexpresiva. Un personaje que aunque como sucede con el resto dudo que lo volvamos a ver, su gran parecido (a veces descarado) con el AP-5 de SW: Rebels hace que su pérdida sea un poco menos triste.

Si no han salido de la misma cadena de montaje poco les falta

Y todo este rollo enorme que se añade a todo lo que ya ha escrito Diógenes se podría resumir en que me ha encantado la película, que cualquier duda que pudiese quedarme (y me quedaban pocas) de la capacidad de Disney para manejar esta franquicia se han disipado del todo y que aquí le han dejado al Episodio VIII de Star Wars un listón muy alto que superar. La duda que si me ha quedado es si todos esos que han visto personajes vacíos y sin personalidad interpretados por malos actores se habrán confundido  y han visto el especial de Navidad o las películas de los Ewoks. Pero además Rogue One también ha servido para demostrar que ese ridículo boicot que algunos quisieron promover contra esta película al final ha sido tan exitoso como el del Doctor Extraño o ese al que quieren someter a la serie de Iron Fist, y que al final el que una película triunfe o fracase solo depende de la calidad de la misma y de lo bien o mal que hayan sabido promocionarla, y que todos esos fanáticos que vienen de un extremo u otro al final acaban todos en el mismo sitio, en la nada más absoluta, como los funcionarios intercambiables en un Imperio Galáctico cualquiera.