Desde un lejanísimo día en el que una enfermedad me obligo a pasar una semana en cama y descubrí al más famoso personaje de Sir Arthur Conan Doyle, he sido un rendido fan de todo lo que tenga que ver con Sherlock Holmes. En estos años he perdido la cuenta de las innumerables adaptaciones, versiones y variaciones que con mayor o menor calidad he leído o visto del personaje en la literatura, el comic, el cine o la televisión. Pero de entre todas estas versiones del personaje, no recuerdo ninguna que se aproxime a la figura del famoso detective como lo han hecho Ian Mckellen en Mr. Holmes, presentándonos a un detective crepuscular que en sus últimos años de vida, y aquejado de un alzhéimer que está destruyendo su increíble mente, trata de desentrañar el misterio de su último caso enfrentándose a un enemigo implacable, su avanzada edad.
No es Peter Cushing pero no nos vamos a quejar
En 1947, el famoso detective Sherlock Holmes es un anciano de 93 años que se ha retirado tanto de la profesión como de la ajetreada vida en Londres y que pasa sus días en su casa de campo en Sussex cuidando de sus abejas con la única compañía de su ama de llaves y el pequeño hijo de esta. Pero hay algo que obsesiona la antaño brillante mente del detective, quien aquejado ahora de los achaques de la edad ve como poco a poco va perdiendo sus recuerdos y es incapaz de recordar los detalles de su último caso, aquel que le llevo a abandonar la profesión de detective consultor. Determinado a recordar lo que le llevo a retirarse, Holmes recurrirá a toda clase de remedios mientras ve con impotencia como su memoria se sigue destruyendo, y por el camino descubrirá que aquella soledad que tanto valoraba en el pasado (con la notable excepción de la compañía de su amigo el Doctor Watson) ahora no es más que una carga.
Si al final todos necesitamos un poco de compañía de vez en cuando
Una de las cosas que más me atrajo de esta película fue lo diferente que era esta versión del personaje de todo lo que había visto hasta ahora, una versión basada en la novela “A Slight Trick of the Mind” de Mitch Cullin, y eso que a estas alturas he debido ver de todo. Versiones clásicas adaptando los relatos de Doyle, versiones modernas ambientadas en el presente, comedias, series de animación protagonizadas por perros e incluso versiones apócrifas que nos han contado su adolescencia o su enfrentamiento a personajes como Jack el Destripador, pero no recuerdo haber visto nunca ninguna que contase la decadencia del personaje, y solo por este punto de vista tan diferente ya valía la pena darle una oportunidad a esta película.
Al final su mayor enemigo no fue el Profesor Moriarty, sino el paso tiempo
El otro punto de interés de la cinta, casi el principal, es Sir Ian McKellen. Su retrato de los dos aspectos de Sherlock Holmes, el detective de hace treinta y cinco años, ya mayor pero casi tan activo y brillante como en sus mejores tiempos y el anciano frágil que ve como su propia mente le está traicionando, es lo mejor de la película. Pero claro, a estas alturas no va a sorprender a nadie que alguien del talento y experiencia de McKellen sea de lo mejor de una película protagonizada por él. Pero pese a haberle visto en multitud de ocasiones y saber de lo que es capaz, verle aparentar treinta años de diferencia prácticamente limitándose a modificar su lenguaje corporal (también algo de maquillaje, pero eso solo no daría el pego) sigue resultando algo digno de verse y al final es lo que realmente salva a la película.
Mas de medio siglo dedicado a la interpretación y con pinta de seguir dando guerra una buena temporada
Por desgracia la película no es perfecta, he llegado a leer por ahí que casi parece uno de esos “dramones” que las televisiones emiten los fines de semana por la tarde para rellenar, y la verdad es que de no ser por McKellen esa afirmación seria tristemente cierta. La historia es bastante simple, con momentos de esos de “lagrima fácil” y tiene un agridulce y emotivo final destinado a que el espectador se marche a casa relativamente feliz. Además tenemos también el pequeño problema de esa trama secundaria sobre el viaje de Holmes a Japón, una trama que podría haberse eliminado por completo del montaje final y la película apenas habría cambiado. Pero pese a la simplicidad de un argumento a veces un tanto tramposo, la película funciona. No es tan buena como podría haber sido, y no es ni de lejos la mejor película protagonizada por Sherlock Holmes, pero pese a todo es un producto entretenido al que vale la pena echarle un vistazo.
Me cae bien Hiroyuki Sanada, pero su trama era de lo mas superfluo en la historia
Siempre da pena encontrarse con una película así, cuya historia y actor protagonista podrían haber dado muchísimo más de sí, pero nos sirve de recordatorio de algo que ha sucedido muchísimas veces a lo largo de la historia del cine, que una historia simple que parezca que nos han contado miles de veces puede acabar salvándose gracias a los intérpretes adecuados, algo que Ian McKellen ha dejado patentemente claro al unirse a las ilustres filas de actores que han encarnado al detective más famoso de todos los tiempos.