El día en que Alan Moore salvó a DC (XXIII): Thriller #3

Seguimos repasando lo que publicaba DC cuando Alan Moore llegó a la editorial, a ver si su influencia es tan grande como dicen. Hoy nos toca un perro verde del que nadie se acuerda, un cómic de Robert Loren Fleming y Trevor Von Eeden: Thriller.

Thriller puede provocar muchas cosas, pero no la indiferencia.

Ninguno de sus autores es tampoco lo que se dice una celebridad. Loren Fleming es el responsable de la cocreación de Ambush Bug y uno de los múltiples «reboots» de Aquaman, mientras que Von Eeden es uno de esos autores bueno pero no reconocido que ha ido combinando durante más de 30 años de carrera el trabajo publicitario con algunos cómics de Marvel y DC que no llamaron mucho la atención, pero que tenían unos experimentos con la composición y la linea bastante raros para la época. Asi que tampoco me parece tan raro que este Thriller no pueda sonarte de nada, y más si te pones a leer directamente el número 3, porque te da un mareo…

Esto tiene un rollo muy Miller, ¿no?

Nuestra historia empieza con un telediario en el que de una forma un pelín morbosa reproducen el último reportaje de un periodista (Gardner Grove) en una zona de guerra. La guerrilla ataca una ciudad, intentan salvar a unos huerfanos en un autobús, uno de los críos se les escurre y a algún animalico se le ocurre disparar al surtidor de una gasolinera… El presentador del programa habla de que los hijos del periodista (Ken y Daniel) en cuestión también se dedicaron al periodismo en zona de guerra, pero se toparon con un tal Scabbard que obligó a Daniel Grove a filmar la decapitación de su hermano.

El dibujo de Von Eeden a veces es tan suelto que parece haber entintado directamente sus bocetos.

A Daniel Grove no le gusta revivir el incidente y apaga la televisión. Es entonces cuando aparece una tal White Satin con un hombre herido por el tal Scabbard (Salvo), que les cuenta que el mamón en cuestión le ha dejado hecho un cristo para obligarlo a matar al presidente, y que para asegurarse del todo de su cooperación, le ha colocado un explosivo a su madre bajo la piel, y se ha autoimplantado el detonador en la palma de su mano (se que cuesta seguir el hilo de la historia, pero es que es así de retorcida). Entonces el tal Scabbard hace una aparición en televisión y dice que si no le entregan al presidente de EEUU hara estallar un tren entre Nueva York y Los Ángeles, y que en ese tren tiene que subirse el pobre Daniel Grove.

¿Que es lo que funciona tan mal en esta historia? No se puede decir que el dibujo sea malo, más bien al contrario…

Daniel pasa de ir, pero sus compañeros parecen darse cuenta de que el hombre así de puteado no puede seguir así que lo llevan a confesarse a una iglesia. Mientras tanto, nos cuentan que Crackerjack, el crío del grupo, es adicto a los cereales hiperedulcorados y al azucar en general, llegando a chorizar chupachuses y tal. Supongo que la idea de esta última escena es caracterizar un poco al chaval y su entorno, dar algo de «oxígeno» antes de las escenas duras de acción y tortura psicológica del pobre Daniel. Pero vamos, lo que nos importa es que la gente rara esta son un grupo que trata de evitar que el tal Scabbard reviente el tren, que tienen pistolas y trabajan para un ser pseudopsíquico llamado Thriller (Angeline Thriller).

¿Seguro que todo esto tendría sentido si me leyera los dos números anteriores?

Seguimos con Daniel, que esta con el cura que le confesaba y que lo obliga a revivir mediante a una alucinación o algo parecido la muerte de su padre. Mientras la revive, se pregunta el porqué de que su padre volviera a la gasolinera del tiroteo cuando ya había logrado escapar de allí; ¿fue por salvar a los niños? Por lo visto no llego a verlos en un principio, con lo que el misterio de por qué dió la vuelta continúa. Es entonces cuando llega una de esas escenas que te hace pensar que no estas entendiendo nada o que el guionista es un merluzo: resulta que la razón por la que su padre se dió la vuelta fue porque era un hombre que seguía tan al pie de la letra la ley, que cuando se encuentró con una señal que le indicaba que diera la vuelta, el se dió la vuelta. ¡Con dos cojones, en mitad de una zona de guerra preocupado de que le quiten los puntos del carnet! Mientras tanto, Scabbard se dedica a pasearse por su tren diciendo lo malísimo que es, la madre del tal Salvo se pasea por ahí con la bomba metida dentro y el equipo de Thriller se tira sobre el tren. Y se acaba el número.

¡Hasta esto es propiedad de DC! ¡Lo quieren todo!

No se que coño he leido. O yo soy muy tonto, o esto es una puta mierda. Es complicado de leer, a ratos incomprensible, aparenta ser ambicioso y querer contar algo más adulto y distinto a lo habitual en la editorial y sin embargo parece estar narrado por un niño de cinco años. A primera vista Von Eeden parece haber dibujado esto con prisas, y su composición basarse en colocarte multitud de viñetas pequeñas con dibujos apenas abocetados; pero una porra, el cabrón hace las cosas con cabeza, superficialmente a uno le puede parecer que su trabajo es chapucero o caótico, pero su trabajo es bueno; el problema está en el guión. Porque Thriller #3 es un petardo, por mucho que el señor Loren Fleming pretenda decirnos que es un cruce de «La Sombra, Doc Savage y X-men». No, señor mío, si esto es lo que DC creía que era un cómic «moderno», estaban total y absolutamente equivocados. Mira que Amethyst era malo, mira que llevo leidos cómics malos en todo este tiempo, pero Thriller esta narrado como una carretera llena de baches y repleta de personajes totalmente planos («pulp», que diría el autor) en una historia que parece como si Loren Fleming intentara por todos los medios complicarla aun siendo más simple que el asa de un cubo. Asusta más todavía este número cuando te lees los anteriores y te das cuenta de que por más que entiendas perfectamente lo que pasa, la historia no es más profunda, complicada o interesante de lo que parece. ¿El responsable? Loren Fleming, que juega a experimentar con el tempo y acaba pasándose mil pueblos. Eso sí, a Von Eeden como mucho se le puede culpar de no documentarse en el nº1 sobre como es realmente una cámara de televisión… Lo curioso es que el mismísimo Alan Moore se presentara como sustituto a los guiones de esta serie cuando Loren Fleming la abandonó unos meses más tarde; ¿será que soy muy tonto?

Warlord victorioso sobre un par de setas. Pedazo de pose, oiga.

La serie sería cancelada en el número 12, y pocos se acordarían de ella, ni siquiera Dan DiDio. Menos mal. La semana que viene nos toca Warlord, pero el Warlord malo, el de Dan Jurgens. Si es que no gano para sustos…

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