Los retconeos que entran por los que salen: Magneto

Acabé escribiendo el artículo de ayer por el del viernes y el de hoy por el de ayer, fíjate como son las cosas. Releyendo los últimos números de Claremont en Los Nuevos Mutantes me di cuenta de cuánto echo de menos a ese Magneto, y la miniserie del personaje a cargo de JM DeMatteis no ha hecho otra cosa que recordármelo aun más. Éste es el Magneto al que le acaban de dejar con el marrón de llevar la escuela mientras Xavier se va a jugar al pirata espacial, el que no sabe que en muy poco tiempo la Patrulla X va a “morir” -aunque Tormenta ya le ha contado el plan, supongo que el hombre esperaba que, por lo menos, lo avisaran de que lo estaban ejecutando- y el que se va a encontrar con el cadaver de uno de sus alumnos más pronto que tarde.

Si están los Nuevos Mutantes, allá voy. Y sí, Magneto es miembro del grupo, ¡faltaría más!

Fijaos lo que son las cosas, porque a mediados de los 80 Claremont y Marvel no se atrevieron a matar a Xavier por miedo a la reacción del público. Charles Xavier era un personaje molesto, porque por definición era un tipo perfecto y el introducirle taras morales era mancillarlo, por lo que decidieron que lo mejor era sustituirlo por Magneto, un ángel caído intentando volver al redil. Por supuesto, hubo un montón de voces muy vociferantes en contra, y aún hoy en día tenemos a mucha gente diciendo que aquello fue una aberración. Una de las primeras líneas de Magneto en el cómic de DeMatteis es precisamente una cita de Dostoyevsky -que no le gustan a DeMatteis sus rusos decimonónicos, oye- que dice: “Nada es más fácil que denunciar al malhechor; nada es más difícil que entenderlo”. Es el Magneto del último año de la etapa de Claremont en Nuevos Mutantes, antes de la Masacre Mutante, aún demasiado asustado de su función como profesor y con sus alumnos todavía mirándolo mal.

Yo siempre pensé que este hombre tenía que haberse quedado con Lee Forrester, que pena que por entonces el tío todavía fuera un pelín imbécil.

¿Hasta que punto puede considerarse que lo que hizo Claremont con el personaje fue “retconearlo” sobre el original de Lee y Kirby? Si respetaramos al pie de la letra la caracterización original de los 60, los personajes serían bastante más planos. Y no lo digo porque fueran planos de por sí, lo digo porque mucha gente los percibe planos, los perciben completamente bidimensionales; el Doctor Muerte es malo, y su “nobleza” es una máscara. La idea de que tiene un código ético para Lee era pura hipocresía, para Byrne y Stern sirvió para humanizarlo, para que lo viéramos como un personaje mucho más interesante: Victor Von Muerte es el único que puede salvar a la humanidad de si misma, él solo está haciendo su deber, aunque a veces tome ciertos atajos morales, aunque su ego siga impidiéndole ver sus propios errores, aunque no quiera ni siquiera verlos y prefiera acusar a los demás de todo lo que sale mal. Es una característica que a priori podría parecer bastante pueril, pero aun así en la vida diaria nos hemos encontrado a muchos adultos incapaces de reconocer sus equivocaciones, así que no debería extrañarnos tanto. Eso sí, una cosa es “entender a los cuñados”, ¿pero estamos dispuestos a “entender” a un terrorista?

El traje original de Romita JR era feucho, pero con ese casco que se ha sacado Todd Nauck de la manga queda peor todavía.

El Magneto de los tebeos de Lee y Kirby era malo con avaricia, era el jodido Comandante Cobra. Aparecía en casi todos los primeros números de la serie y se escapaba al final, su grupo para dominar el mundo era más básico que un guión de Rob Liefeld, “La Hermandad de Mutantes Malvados” (aquí se tradujo como diabólicos que mola más) y sus planes eran atacar bases militares, la ONU y lo que hiciera falta con la idea de conquistar el mundo. El odio a los mutantes no se había visto por ningún lado y Magneto se pasó cosa de un año dando la paliza como un energúmeno y haciéndose la víctima hasta que a los humanos se les hincharon los cojones y encargaron unos robots gigantes (muy parecidos a los servoguardias del Doctor Muerte, por cierto) para que cazaran mutantes y se encargaran del asunto de una vez por todas, pese a que el gobierno de EEUU en aquel momento estaba en comunicación directa con Charles Xavier y usaban a su grupo para encargarse de cualquier problema mutante. El primer programa centinela fue, en un principio, un proyecto “independiente” que con los años fue “retconeado” a depender de empresas y gobiernos del mundo; nadie se quejó porque la versión original era que se los había inventado un antropólogo “no experto en robótica y por eso se habían rebelado contra su propio creador”.

Que los ha comprado en Aliexpress, ¡no me jodas!

Otro de los mayores retconeos de estos primeros números está en la idea de que Xavier y Magneto se conocían, que eran amigos. Mucho más posterior sí, pero en estos primeros números de X-Men ni Xavier ni Magneto demuestran conocerse, y cuando Magneto ataca Cabo Ciudadela Xavier viene a decir que “ha aparecido el primer mutante malvado” y supongo que por eso en el siguiente número en el que sale Magneto reaparece con sus mutantes malvados. La simple lógica de buenos y malos, los malos saben que son los malos y se hacen llamar los malos, ¡y hasta tienen un ejército vestido al estilo nazi! A posteriori está completamente aceptada la idea de que Xavier y Magneto eran amigos, que colaboraron juntos durante años y que el propio Magnus, incapaz de escapar de sus propios demonios, tomó un camino distinto a Xavier que lo llevó por el mal camino. Lo que hace DeMatteis en su miniserie es explicar el punto de vista de Magneto en esos primeros números y por qué actua de forma tan “caricaturesca”, y lo explica diciendo que aquello era completamente voluntario, que quiso forzar la aparición de la Patrulla X para que los mutantes dejaran de ser los “bichos raros” y se convirtieran en héroes, tratando su persona de “Magneto” de funcionar como un pararrayos de todo el odio hacia los mutantes.

¡Sobreactúas, cabrón!

Admite que el plan tenía sus fallos y es hasta tontorrón, porque cabía la posibilidad de que los humanos solo se dejaran llevar por el odio a Magneto y eso eclipsara la admiración por la Patrulla X, pero que si eso pasaba y la humanidad acabara montándose un genocidio mutante, él solo tendría que convertirse realmente en Magneto y conquistar el mundo. Pero aun así, reconoce que en todo momento veía los fantasmas de su familia, y a sí mismo con el uniforme de prisionero de Auschwitz diciéndole que iba por el mal camino, que estaba haciendo lo mismo que los nazis. ¿Es un retconeo? Sí, igual que los demás. Pero humaniza al personaje, hace que sea más interesante porque explica su comportamiento errático; se estaba forzando a “ser malo”, estaba cerrando los ojos ante su propia conciencia. Esa concepción del personaje permite que a veces sea hasta cruel, que cometa algunas barbaridades y que hasta en un momento concreto se cargue un submarino que le acaba de tirar un misil nuclear encima, cosa que lo torturará durante los años posteriores hasta el punto de que en el momento en el que a Jim Lee le apetezca transformar al personaje en un pedazo de mierda Claremont decida que el personaje reflote los restos del Leningrado para recordar por qué ya no puede volver a ser el monstruo.

Que ahora que lo pienso… ¿Para cuándo otro especial de Claremont y Sienkiewicz? ¿EH? ¿ES QUE NO COMPRÉ EJEMPLARES SUFICIENTES?

Echo de menos a Magneto, y probablemente tenga mucho que ver con que es uno de esos personajes que creció conmigo. Y no me refiero a que fuera como Peter Parker, que alguno se piensa que debería tener 70 años como él, no, me refiero a que yo de crío no entendía a Magneto. Lo veía severo, lo veía muy sobrado y completamente antagónico con los alumnos con los que yo empatizaba, pero a medida que fueron pasando los años entendí su pánico a fallarle a su amigo y a sus pupilos. A fallarles, a traicionar la confianza que todos pusieron en él y de la que él mismo no sabe si la merece. Ésa es la clase de Magneto que puedo entender y que creo que es su mejor versión posible, el que persigue un ideal aunque parezca inalcanzable, pero que sabe que el éxito no es lo que es importante, si no intentarlo. Que se siente obligado a intentarlo.

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