Yo no suelo ser mucho de biografías, mis hábitos de lectura habitualmente se ciñen a la ficción en multitud de géneros y algún libro teórico sobre cómic de vez en cuando. Pero hay personajes que me interesan lo suficiente como para querer ahondar un poco mas en sus vidas, especialmente cuando son ellos mismos los que cuentan esta, y entre esos personajes sin duda se encuentra Peter Cushing. Por eso aunque no entra dentro de mis lecturas habituales tenia muchísima curiosidad por leer que contaba este grandísimo actor de si mismo en las dos autobiografías que se recopilan en el libro “Peter Cushing The Complete Memoirs”, y aunque no me he encontrado exactamente lo que esperaba, la lectura de este libro me ha servido para reafirmar mi respeto y cariño por este grande del cine que tantos buenos ratos me ha hecho pasar.
Mi admiración por Peter Cushing nace por supuesto de las películas que hizo con la productora Hammer, aunque hace tantísimo tiempo que le vi por primera vez en televisión que no soy capaz de recordar en que papel le descubrí, así que quizás fue incluso en La Guerra de las Galaxias y no en una de aquellas producciones de terror que he visto tantísimas veces. Lo que si recuerdo claramente es que su presencia en la pequeña pantalla durante mi infancia siempre era motivo de alegría porque sabia que iba a pasar un buen rato. Y debido a esa admiración tenia ganas de saber que había contado Peter Cushing de si mismo en las dos autobiografías que se recopilan en este libro, Peter Cushing: An autobiography (1986) y Peter Cushing: Past Forgetting (1988).
Pero quienes esperen encontrar aquí un relato pormenorizado del funcionamiento interno de la industria del cine o la teatral, o algo de carnaza sobre todos los personajes, algunos tremendamente importantes, a los que conoció Peter Cushing a lo largo de su vida se se sentirán decepcionados con este libro. Cushing aquí fue demasiado respetuoso como para querer hablar demasiado mal de nadie, y aunque sin duda en su larguísima carrera fue testigo de infinidad de situaciones escandalosas, Cushing no hace las mas mínima mención de ellas y a la única persona a la que de verdad pone un poco a caldo es a si mismo.
Otra peculiaridad que me he encontrado con este libro es que al leerlo uno tiene la sensación de estar escuchando a un abuelo contando batallitas (después de todo Cushing tenia setenta y tres años cuando escribió la primera de las dos autobiografías que componen este libro), ya que aunque Cushing mantiene mas o menos un orden cronológico en sus historias, no es nada raro que salte adelante y atrás en el tiempo, como si se fuese acordando de cosas según iba escribiendo estos libros, que divague un tanto hasta el punto de parecer que ha perdido el hilo o que muy a menudo se centrase en anécdotas superfluas o trivialidades que a nivel histórico no aportan demasiado.
Numerosos capítulos se dedican a contarnos ese hambre insaciable que poseía Cushing de niño y que le llevaba a considerar el hambre como su mayor enemigo, los juegos infantiles que el y su hermano practicaban y que milagrosamente no acabaron con su vida demasiado pronto o el sorprendente descubrimiento de que en su familia el no era el único que había sentido la inclinación por la actuación. Eso no quiere decir que aquí no vayamos a encontrarnos con anécdotas de la profesión, pero Cushing prefirió centrarse en momentos como su fascinación por las grandes estrellas de Hollywood a las que conoció cuando decidió probar suerte allí en su juventud y de la generosidad de los amigos que fue haciendo a lo largo de su carrera.
En lo que si que cumple este libro su tarea a la perfección es a la hora de permitirnos conocer un poco mejor a este actor inolvidable. El retrato que podemos hacernos de Peter Cushing aquí es el de alguien cuya humildad escondía una inseguridad tremenda en si mismo que le acompaño a lo largo de buena parte de su carrera. Algo que contrasta y mucho con esa seguridad en si mismo que siempre transmitía en sus papeles, pero tras la que se encontraba alguien a quien siempre le costo reconocer ese talento que los demás, tanto sus amistades como su publico, veían en el. En buena parte del primer libro nos encontramos con un montón de momentos en los que Cushing dudó de su talento, de su capacidad para triunfar en esa profesión que tanto había amado desde niño, en buena medida influido por lo difícil que le resultó ganarse la vida dignamente durante los años de la Segunda Guerra Mundial y la Posguerra.
Si, Peter Cushing y su esposa Helen llegaron a pasar muchísimas penurias y dificultades económicas, un triste recordatorio de que a veces aunque uno posea un talento enorme y muchísima perseverancia al final el azar, el llegar al sitio adecuado en el momento indicado, es lo que puede cambiar la vida de uno. Algo que a Cushing le llego cuando a su esposa se le ocurrió que debería probar suerte en esa televisión en pañales que se estaba adentrando en los hogares británicos y que le convirtió por fin en toda una estrella. Un paso que lanzo su carrera a lo grande y que le puso en camino de convertirse en esa figura indiscutible de la historia del cine.
Pero en un terreno personal también podemos conocer un poco mas al hombre que existía detrás de todos aquellos grandes papeles, a alguien poco dotado para los estudios pero con un talento artístico enorme y que siempre fue un poco un niño grande. En el primero de los libros Cushing menciona como cuando de niño descubrió a Peter Pan en el teatro deseo que le llevase con el a Nunca Jamás, algo que en cierto modo consiguió negándose a envejecer del todo y disfrutando toda su vida de sus miniaturas de soldados, de sus juegos infantiles que compartía con sus amigos y con una ilusión por la vida que incluso en los momentos mas duros de esta nunca se apagó del todo.
Eso de crecer del todo es tonteria
Peter Cushing: The Complete Memoirs es definitivamente un libro para los admiradores de este gran actor, y aunque sin duda por ahí existen libros muchísimo mas completos que permitirán conocer todos los entresijos de su carrera profesional y de las grandísimas películas que realizo, dudo que ninguno nos permita conocer tan bien a este hombre modesto y perfeccionista que supo transmitir a la perfección la pasión que sentía por su profesión y que décadas después de su muerte sigue haciendo disfrutar a nuevas generaciones de espectadores con su increíble talento.
Uno de los más grandes, Peter Cushing (como Christopher Lee o Vincent Price).
Yo la primera película de Cushing que vi creo que fue Corrupción, que es cualquier cosa menos algo que debería ver un crío. La peli cuenta como el personaje de Cushing es un cirujano plástico famosísimo que está saliendo con una modelo que podría ser casi su nieta y está enamoradísimo, pero la moza tiene un accidente que la desfigura y él descubre un método para curarla temporalmente: matar mujeres, quitarles la pituitaria y hacer un cultivo láser con ella (lo de la ciencia no lo llevaban muy allá, no).
Recuerdo odiar muchísimo a aquel supuesto pobre hombre que se ponía a matar gente por amor. La intención del guionista/director iba más porque te compadecieras hasta cierto punto de aquel «asesino por amor» y odiaras a esa niñata obsesionada con mantener su belleza, pero a la hora de la verdad yo veía al personaje de Cushing matar y matar autoexcusándose y yo lo único que hacía era odiarlo más y más.
Luego debí de verlo en la Guerra de las Galaxias y ya me pareció un hijo de puta tremendísimo, pero claro, éso es porque todavía no había visto sus películas de Frankenstein… En definitiva, un actorazo como pocos, tremendo que siendo tan buena persona le saliera tan bien ser un hijo de satanás.
Si serie de Frankenstein tampoco es precisamente para críos. Sórdida a tope. Eso sí es un supervillano (su Doctor sí que era un monstruo).
Por eso digo que si su Tarkin me parecía cabrón, su Frankenstein era peor todavía, porque ese ni siquiera guardaba la compostura y era ruin como pocos.
Su Frankenstein es el villano definitivo, insuperable; curiosamente según iban pasando las películas y Cushing iba envejeciendo y volviéndose físicamente más frágil, más peligroso parecía (mi favorita es El Cerebro de Frankenstein).
Es interesante comparar la serie de Frankenstein de la Universal y la de la Hammer. Las dos son excelentes, pero van en sentidos opuestos: la Universal se centra en la tragedia del monstruo, con el doctor en muy segundo plano (de hecho en algunas películas el doctor es el hijo del original), mientras en la Hammer los sucesivos monstruos son secundarios, y todo gira en torno al doctor y su hijoputez: la máxima expresión del racionalismo moderno, el avance científico por delante de cualquier consideración ética, aquello de «los sueños de la razón producen monstruos» tomado literalmente.
Violador incluso. Su personaje era basura.
Es curiosa la progresión del personaje porque empieza siendo amoral y poniendo su ambición por delante para convertirse en un ser inmoral que no para de tener oportunidades de redención que ni siquiera se plantea, porque el tío sigue a lo suyo. Es el científico loco definitivo, sin matices.
Un grande Peter Cushing (como Christopher Lee o Vincent Price).
«‘El espíritu infantil no es un vaso que tengamos que llenar, sino un hogar que debemos calentar»