Dishonored es un Deus Ex/Thief steampunk un poco raro; en realidad no es steampunk, sería más bien whalepunk porque las máquinas funcionan a base de grasa de ballena y no de vapor. Es como si la revolución industrial se hubiera basado en matar ballenas, con lo que poco va a durar la industrialización… Pero mejor vamos al meollo del asunto:
Sí, tenemos poderes. Y no os creais que eso desequilibra la partida a vuestro favor…
En Dishonored manejamos a un Corvo, el guardaespaldas de la emperatriz de Dunwall al que poco le dura el chollo porque la pobre mujer es asesinada por unos hijos bastardos de Wesley Dodds y Rondador Nocturno nada más empezar el juego. Para colmo, los muy mamones se llevan a la heredera al trono y te dejan colgado con el marrón sin mediar la menor explicación. Obviamente, cuando llega el director del CESID del Dunwall (un tipo con una cara de buitre indescriptible) y el gran inquisidor (otro que tiene cara de no haber roto un plato en su vida) la cosa se pone fea para nosotros, que acabamos acusados del asesinato de la señora y deshonrados en prisión. Que la emperatriz debía de ser buenísima persona, pero sus consejeros/ministros/lo que sea eran unos grandísimos hijos de madre jugadora del World of Warcraft (entendámonos, madre de esas que se dedica a liquidar a Onyxia mientras los niños juegan a las cocinitas metiendo el gato en el microondas). Pero bueno, lo importante es que Corvo consigue ayuda externa para conseguir poderes mágicos y escapar de prisión y poder empezar su historia de venganza. Historia que, ya que estamos, no os explicará con pelos y señales todo lo que esta pasando, asi que centraos en la trama de Corvo y dejad de pensar en midiclorianos. Es un consejo de amigo.
El sigilo muchas veces es la mejor opción, pero también es la que más tiempo nos hará perder.
Ya metidos en harina, que es el juego que tuvo la malísima suerte de salir al mercado el mismo día en que salió el Xcom y al que tuve que relegar a un segundo plano, lo que podemos hacer en Dishonored es todo lo que podíamos hacer el año pasado en Deus Ex: Human Revolution y unas cuantas cosas que sólo se podían hacer en los Thief. Vamos, que si algo ha venido a hacer Dishonored es decir que las carencias del último Deus Ex (que estaba un pelín desnudo de soluciones posibles, comparado al Deus Ex original) no son justificables, porque en Dishonored tienes tantas opciones y recovecos por los que meterte, que es difícil que en tu primera partida seas capaz de ver todo lo que ofrece el juego. De hecho, los amigos del gatillo fácil y el pasillo Modern Warfare no se van a sentir a gusto en un juego en el que tienes que elegir cuidadosamente tus batallas, porque en un nivel de dificultad medio los enemigos ya te pueden hacer una cara nueva sin muchas complicaciones.
Creedme, en situaciones así lo mejor es salir corriendo.
Por lo demás, hay que decir que es tremendamente divertido pasearte por las enguarradísimas calles y azoteas de Durnwall, teleportándote de tejado en tejado, hackeando las defensas automáticas y noqueando/asesinando guardias. Y lo mejor es que el juego premia la curiosidad, la exploración, y como nada te encuentras una conversación, una situación extraña que no habías visto antes. Alguna de ellas totalmente aleatoria, como los enjambres de ratas asesinas que devoran a un tipo que lleva un bote de un material tremendamente volatil y provocan unos fuegos artificiales tremendamente convenientes para que te cueles por ahi sin llamar la atención, otros tremendamente frustrantes, como el típico guardia que vete a saber por qué se pone a mear sobre tu cama (literal) y se da la vuelta justo en el peor momento.
Si se te cae uno de estos tanques, más te vale salir corriendo. O rezar.
Dishonored es un juego que hay que experimentar, que exprimir, y que seguramente sea uno de los referentes en esta resurrección que esta viviendo el «sandbox inteligente», o como quiera llamarse el género de los Deus Ex/Thief (aunque yo tampoco lo llamaría sandbox). Con Dishonored y Xcom, creo que ya tenemos juego del año y, ojalá, el principio de una nueva tendencia en los videojuegos que acabe de una vez por todas con la cultura del pasillerismo y multijugador forzado. En cualquier caso, yo me vuelvo al Xcom…
¿Cornudo? Pero si se tiraba a la emperatriz. o.O
Lo he medio arreglado, pero que conste que tampoco me acaba de gustar ninguno de los dos títulos. El meollo de la cuestión (y es un SPOILER GORDO, para que negarlo) es que la niña es hija de Corvo, y eso hace que te preguntes quién es el Emperador, ¿o es que Dunwall es tan liberal que permite a las emperatrices tener descendencia fuera del matrimonio?
No sé, no sé, igual está en algún libro que se me ha escapado. Uno con muchas fotos y que también habla de cosas importantes como que a Jennifer Lopez se le esta cayendo el culo y demás temas de vital importancia para la supervivencia de la nación.