La semana pasada se estrenó por fin (por partida doble) Pluribus, la nueva serie de Vince Gilligan, una serie por la cual tenía unas expectativas altísimas que han saltado por los aires en el mejor de los sentidos. Y es que esta ha sido mucho más de lo que esperaba, muy original pese a los clarísimos referentes que posee, llena de momentos inesperados, y con un talento enorme delante y detrás de las cámaras, especialmente esa espectacular Rhea Seehorn. Y como una de las mejores decisiones de Gilligan y Apple ha sido la de contar lo menos posible sobre el argumento de la misma, voy a tratar de seguir su ejemplo y hacer lo propio, que estamos ante una de esas historias que es mejor descubrir con su visionado.

Sobre Pluribus baste decir que efectivamente estamos ante una serie de ciencia ficción, y que su involuntaria heroína, Carol, es una mujer miserable, con razones de sobra para serlo, de quien depende el destino de la humanidad. Todo lo demás es mejor ir descubriéndolo poco a poco junto con la propia Carol y compartir con ella la incertidumbre, la sorpresa y la inquietud ante lo que se va desarrollando ante sus ojos, y los nuestros. Porque, pese a que, a medida que se nos va contando la premisa real de la serie, muchos elementos de la misma nos van a resultar tremendamente familiares por haberlos visto en incontables obras de ficción previas, es la forma en la que Gilligan y su equipo han jugado con estos para construir esta serie lo que convierte dicha premisa en algo realmente interesante.

Pero claro, hablamos de quien consiguió que seguir las desventuras de un profesor de instituto con cáncer reconvertido en narcotraficante, y descubrir los orígenes de un abogado de pocos escrúpulos asociado con los carteles de la droga se convirtiesen en dos series apasionantes, así que si algo no me ha sorprendido del estreno de Pluribus es que esta sea de momento una gran serie. Porque aquí nos encontramos con un Vince Gilligan (y compañía) que, tras su experiencia con Breaking Bad y Better Call Saul, ya tienen más que dominado el complicado arte de hacer interesante una historia, de saber lo que quieren contar y cómo contarlo de la manera no solo más efectiva, sino también más atractiva. Y el resultado de ello es una serie que engancha desde su espectacular episodio piloto y que nos deja atrapados con unas ganas enormes de saber qué pasará después.

Así, por ejemplo, nos encontramos de nuevo con esa habilidad increíble a la hora de manejar los silencios y la cotidianidad (aunque algo fantástica en este caso) para transmitir emociones mucho mejor de lo que otros lo harían llenándolo todo de diálogos y acciones llamativas. Algo de lo que está repleto el segundo episodio, que, tras ese primero lleno de emociones y de tensión, baja a un ritmo engañosamente pausado para dejar que las acciones de los personajes hablen por sí mismas. No hay más que ver la primera escena de ese segundo episodio en el que sobran las palabras, pero la tensión es altísima, y, sin recurrir a espectáculos visuales ni artificios, nos transmite a la perfección la gravedad de la situación. Como sucede cuando nos encontramos un poco más tarde con Carol, realizando unas tareas relativamente cotidianas aunque perturbadoras, y no necesitamos diálogos para sentir su frustración o su dolor, porque a veces el silencio es más atronador que cualquier palabra.

Y esto es algo que en su mayor parte la serie se lo debe a un gran casting encabezado por una Rhea Seehorn espectacular. Como ya dije cuando hablé de lo que esperaba de esta serie, ya decía que sobre lo que no tenía ninguna duda era sobre su talento, y estos dos episodios nos lo han confirmado. En el episodio piloto por fin conocemos de verdad a Carol, una novelista de éxito gracias a una saga de romance fantástico que en el fondo solo quiere que la dejen en paz y que aspira, aunque con temor, a poder publicar algún día un libro más serio con el que realmente se sienta satisfecha. Pero bajo esa apariencia huraña y gruñona se esconde un corazón enorme que es lo que parece que la va a impulsar a convertirse en una suerte de heroína involuntaria.

Porque, aunque en el primer tramo del piloto la veamos a menudo agotada por interactuar con gente y deseando simplemente volver a su casa con su novia y no salir en una buena temporada, o en el segundo tramo derrotada ante la situación en la que se ve envuelto el mundo, en todo momento hay una constante detrás de todas las demás emociones: una empatía tremenda. Algo que es una novedad refrescante tras protagonistas como Walter White, un narcisista acomplejado desesperado por sentirse superior, o Jimmy/Saul, un caradura demasiado ambicioso. En contraste, Carol es una persona tremendamente decente, que, incluso tras tener todo el derecho del mundo a convertirse en una persona amargada y miserable, su primer instinto es siempre ayudar a los demás, sin planteárselo siquiera.

Pero como esto se encuentra entremezclado con su dolor, su impotencia y su rabia ante lo que ha sucedido, y sumado a su mal carácter y a unos prontos muy malos (muy, MUY malos), me he encontrado con demasiada gente considerándola una protagonista antipática que les provoca rechazo. Algo que se debe sencillamente a que Carol es un personaje muy auténtico, que es imperfectamente humana, llena de defectos y virtudes como el resto de la humanidad, pero con un muy buen fondo. Y ahí es donde Rhea Seehorn brilla como nunca, algo que no sorprende a quienes la conocimos en Better Call Saul, donde ya demostró su enorme talento a la hora de construir un personaje tremendamente humano, de transmitir emociones solo con gestos y miradas, de hacer creíble su rabia, su dolor o su frustración. Algo que consigue hacer de tal forma que a veces nos olvidamos de que estamos viendo a una actriz interpretando un papel.

Una heroína involuntaria, llena de defectos y traumas, sobre quien recae el destino de una humanidad que la frustra y la vuelve loca, pero a la que no es capaz de dar la espalda. Algo tremendamente complicado dado que no posee ni recursos ni habilidades aparentes para lograr su objetivo, y que su búsqueda de aliados no está resultando precisamente fructífera, encontrándose con algún personaje que, de momento, es de lo más despreciable que ha escrito Vince Gilligan, que ya es decir. Pero, aunque lo tenga todo en contra, algo que suele ser uno de mis elementos narrativos favoritos, no me sorprendería que al final la mayor fortaleza de Carol sea precisamente su imperfecta humanidad.

Y aunque a ratos cueste imaginar cómo una serie como esta pueda avanzar a largo plazo, Gilligan ya ha comentado que, si hay suerte (alegrémonos de que la serie es de Apple+ y estos no tienen el gatillo fácil para las cancelaciones), espera que esta alcance al menos las cuatro temporadas. Así que tocará cruzar los dedos para que así sea y que esta misión autoimpuesta de Carol por salvar el mundo dure todo lo necesario y comprobemos que Vince Gilligan será capaz de superar ese altísimo listón que él mismo se ha puesto. Algo que, por ahora, veo muy posible que así sea.

Aniversario del gran (y todavía añorado) Carlos Ezquerra. Y del bueno de Don Newton. Y centenario de Antonio Bosch Penalva (Erik el Enigma Viviente!).
Si vas a escribir el primer comentario de un tema que no conoces, ten el detalle de decir algo al respecto como «parece interesante» o «Breaking Bad está sobrevalorada». Que mira que M’Rabo es el mayor fan de Ezquerra de todo el continente, pero es que está feo.
Bueno, Breaking Bad está sobrevalorada…y aún así es un rato buena.
XDDDD
Ahi, ahi!
Esto ya se te ha dicho muchas veces, los comentarios del blog no son una agenda de cumpleaños o aniversarios, si un día hablamos de algo que no conoces puedes optar por no comentar y esperar al día siguiente o comentar en algún post antiguo. Pero a partir de ahora voy a retomar mi política de borrar los comentarios que no tengan que ver con el tema en cuestión.
Está bien. Mis disculpas. No volverá a pasar.
La verdad es que… No entiendo el secretismo. Sí, creó expectación, pero viniendo de quien viene digo yo que todos la íbamos a ver igual, y la premisa es lo suficientemente atractiva como para que merezca la pena: La Invasión de los ladrones de cuerpos… Que no roban, simplemente conectan a toda la humanidad en una unimente forzada e irreversible (o eso dicen ellos). Con el dilema moral consiguiente y todo eso.
Vamos, que no hacía falta ese secretismo, sobre todo porque a través de los trailers más o menos te lo podías oler. Dicho esto, que nadie se piense que estoy diciendo que la serie es previsible o mala o algo parecido, porque es estupenda. Ya solo por el contraste de opiniones del segundo episodio merece mucho la pena, y el primero es toda una lección de caracterización que dan Seehorn y Gilligan, el personaje de Carol odia a la humanidad y lo único que le importa es su novia. Y cuando le quitan éso, se da cuenta de que necesita a la humanidad… O vengarse.
Igual es que el individualismo voraz te hace menos susceptible al virus…
Yo no creo que nunca haya odiado a la humanidad, la gente la satura, la agota, y prefiere estar en su casa tranquila, pero en la firma de libros cuando interactúa con sus fans no me da la sensación de que haya odio o desprecio, y cuando todo se sale de madre, antes de saber lo que esta sucediendo, y ve al conductor de la camioneta chocar, corre hacia el para ver como esta.