¿Habéis leído Miracleman? Es curioso, es uno de esos cómics que tardé mucho en leer y se me cayó rápidamente de las manos. Un cómic de Alan Davis y Alan Moore, posteriormente ya con otros dibujantes, pero un cómic que es tan sumamente influyente que cada dos por tres que me planto a leer un nuevo cómic de Image pienso «otra vez Miracleman».

Superhéroes tan poderosos que podrían reventar el mundo de un puñetazo, enfocados de una forma «realista». Lo hizo Alan Moore pensando en Superman -no tanto en Capitán Marvel, a pesar de que Miracleman era lo que era- y a partir de ahí cada vez que veo algo de este estilo pienso «otra historia de Superman malo». Es como si no se dieran cuenta de que la gracia de Superman reside precisamente en el hecho de que, pudiendo ser el malo, pudiendo conquistar el mundo, pudiendo hacer su santa voluntad sin temor a ninguna represalia de nadie, decide dejar que todos… Se maten entre ellos. Y en el fondo de eso trata The Power Fantasy, la serie de Kieron Gillen y Caspar Wijngaard que el escritor británico empezó a idear durante su última etapa en X-Men, cuando poco menos que tuvo que hacer limpieza de toda la krakoada y darle carpetazo final. Él, dice, la escribió como una terapia de higiene mental tras acabar su última serie «creator owned», DIE. Una vez lo explica tiene bastante sentido, pero a priori a mi también me extraño; argumenta que escribir todo un universo de cero es bastante cansado, mientras que tirar de lo de Marvel, que ya está montado desde hace décadas, es relativamente fácil porque simplemente te reenganchas y ya. Alguien debería decirle a este señor que no tiene por qué hacer que todas sus series se construyan a raíz de ucronías como la de Uber o crear una mitología completa como en The Wicked & The Divine, siempre puede partir del mundo real y hacer una historia que le deje menos exausto. Pero, por supuesto, The Power Fantasy es otra de esas historias suyas que le han obligado a leerse montones y montones de libros de historia, otra ucronía.

El cómic empieza con una pareja comiendo pizza en una esquina de la Nueva York de 1966 y diciendo «por supuesto, lo ético sería conquistar el mundo». Ya, Miracleman. Y hasta cierto punto Escuadrón Supremo, Authority y todas estas. Por supuesto, los dos personajes son superpoderosos, en ese momento son los dos únicos superseres y acaban de pasar por la crisis de los misiles de Cuba, que resolvió ella solita tirando todos los misiles de Cuba sobre las lanzaderas de misiles norteamericanas en Turquía. Son tan sumamente poderosos que cuando se encuentran a alguien más con poderes y no consiguen entenderse con el le quitan sus poderes y lo matan, porque es lo que consideran más ético. Son conscientes de que cualquier pelea entre ellos puede traducirse en el fin de la vida sobre la Tierra, así que intentan llegar a acuerdos que suelen traducirse en tristes mortales muriendo «porque es el mal menor», porque éso es lo que asegura menos víctimas colaterales. Y así va todo.

La intervención de estos seres superpoderosos se traduce en que, como aquí, la guerra fría termina en 1989. Pero no por el colapso económico de la Unión Soviética, si no por el colapso de toda la URSS europea y el resto del continente, que es destruido por una rave que se sale de madre en la que alguien pretende «arreglar la realidad». Para 1999, que es la época en la que se desarrolla el centro de la acción del cómic, tenemos a un grupo de seres superpoderosos que actúa como una especie de «familia» que en realidad solo se sostiene por la existencia de un Charles Xavier hipervitaminado que insiste constantemente en tomar el solito la mayor parte de las decisiones, alegando que son la respuesta más ética y exhibiendo una lógica insufriblemente aplastante. Cometiendo asesinatos telepáticos desde el otro lado del globo y haciendo sentir a la humanidad como un trapo; haceos a la idea, hay una de estas criaturitas que se mete a pintora y se cabrea cuando una crítica de arte la alaba.. Sin haberse molestado en visitar su exposición. Cuando es increpada por ello la crítica, completamente aterrorizada, le confiesa que cree que no hay cuadro de Hitler que compensara todo el dolor que le causó al mundo, que la obra de esta muchacha no hace más que reflejar el dolor de una criatura que se siente al querer gritar y no poder hacerlo porque vive en una realidad hecha de cristal que se rompería al más mínimo susurro.

No conozco a nadie que me diga que Miracleman es su cómic favorito. Lo valoramos y lo celebramos, pero hasta Watchmen es más positivo que Miracleman y termina con otro semidios optando por el mal menor, pero por lo menos en Watchmen aparece un dios de verdad y le deja claro que nada termina, que nada es definitivo. Que mientras exista humanidad, seguiremos liándola, y que cualquier «mal menor» es un parche que tarde o temprano nos devolverá a la misma situación. Etienne, el supertelépata de The Power Fantasy, atraviesa el mismo complejo de mesías y toma las mismas decisiones, y no tengo duda de que llegado el momento Gillen le hará ver que lo que está haciendo no es ético si no el implantar el mayor régimen de terror que ha conocido jamás la humanidad, el arrebatarle a todos los pobres mortales su capacidad de elegir si se matan entre ellos o no. Y éso es lo terrible de Watchmen, de Miracleman y todos estos cómics de Superman mal, que nos hacen entender que no hay soluciones sencillas para los problemas complicados. Que si Superman existiese la gente empezaría a trabajar en altura sin arnés porque Superman los iba a rescatar igual, y seguramente las guerras serían sustituidas por sistemas más retorcidos de matarnos sin que Superman pudiera hacer nada al respecto.

No nos engañemos, lo que me embajona de estos cómics es que me recuerdan que si Superman existiera… Lo más probable es que todos los gobiernos del mundo actuaran como Lex Luthor, porque si algo no le gusta a la gente con poder, a los narcisistas psicópatas que dedican toda su carrera a llegar al poder, es precisamente sentirse inseguros…

A ver.
Esto no es una crítica a un cómic. Si no una reflexión nacida de la lectura de un cómic, recordando la lectura de otro cómic.
Así que lo mío no es una crítica a tú crítica. Si no una reflexión, nacida de la lectura de tú
reflexión nacida de la lectura de un cómic recordando la lectura de otro cómic.
(Toma ejercicio intelectual fútil, sin más justificación que mí gusto por los trabalenguas)
Bueeeeno.
Miracleman no es el cómic preferido de nadie, porque más que un cómic es un ejercicio intelectual. Luego ya quedará por saber si es fútil o no. No debe haberlo sido cuando se recuerda tanto.
¿Alguien ha dicho «Ulises» de Joyce?
Es básicamente el tema del Dios bíblico. Y de Predicador ya puestos.
¿Si Dios es todopoderoso y bueno porqué existe el mal?
O Dios no es bueno o Dios no es Todopoderoso. Pero obvia que entonces el ser humano no tendría libertad de actuación.
Libre albedrío, aunque sea para hacer el mal.
Y si algo nos ha enseñado la Historia es lo retorcido que es el ser humano para hacer daño. ¡De cuantas maneras!
Sin ir más lejos.
«Hay gente que de verdad cree que el mundo sería mejor si estuvieramos todos endrogados.»
Yo conocí a uno así. Pero es que luego acabé viendo que decía eso porque era un yonqui.
Y realmente al decir esto no quería que el mundo fuese mejor. Lo que quería era dejar de sentirse un drogadicto; porque si todo el mundo se droga entonces ser drogadicto es la normalidad. La gente no drogadicta le recordaba constantemente que él era el «no normal»; pero ni se le pasaba por la cabeza dejar de drogarse.
Así hay tanto yonqui, que quiere que los demás también prueben la droga.
¡Menuda manera de hacer daño al mundo de forma narcisista y egoísta, disfrazandola de solución mágica altruista, aunque estúpida!
Que es básicamente, el tema central de este cómic. Las invenciones de intelecto, que una panda de seres ultrapoderosos se montan para justificar su conducta egoista.
No exactamente.
Cuando haces una crítica de un cómic puedes centrarte en distintos aspectos, llegando a ignorar algunos por completo. Y tristemente es habitual ignorar todo el aspecto visual para centrarse solo en el guión (cosa que en otros tiempos era al revés, que para algo está la Wizard) y aún así no dejan de ser consideradas como críticas. Hubo un tiempo en el que hasta me preocupé por ver hasta que punto era necesario hablar de los distintos aspectos de un cómic para que la crítica fuera «completa», pero pronto me di cuenta de que la crítica lo que tiene que hacer es destacar los aspectos de la obra que puedan resultar más interesantes al posible lector, avisándolos de lo que se van a encontrar y si eso les interesa o no. En este caso tenemos un cómic que está bien hecho, que eso no se puede negar, en Brainstomping siempre hemos dicho que Gillen es bueno, pero que el cómic atufa a Miracleman. Y éso me aburre.
Lo más triste de este cómic es que la «matriarca» de estos superhéroes empieza siguiendo el camino correcto «ayudar en secreto», y es su encuentro con el megatelépata el que hace que salga a la luz pública y se convierta en un blanco y obsesión de los gobiernos del mundo. Idea que será interesante… Para los que no hayan leído Miracleman y su porrón de derivados.
La obsesión de Gillen con Miracleman y Watchmen tampoco es algo nuevo, el problema viene cuando intenta replicarlos de alguna manera (si coge lo justito como en The Wicked + The Divine hasta le queda bien, si va más allá…).
Ése es el problema, que creo que éste ha sido su intento más descarado.
Échale un vistazo a su Thunderbolt (en plan: al fin tengo la oportunidad de escribir a uno de los que inspiraron Watchmen, y por supuesto lo voy a escribir pensando en Watchmen y no en el personaje original de la Charlton). Solo que si Thunderbolt en comparación resulta simpático.
La labor del crítico es descubrir nuevos mundos a sus lectores.
Animar a releer la obra de otras maneras, a verla de forma distinta, a enlazarlo con su tiempo y su contexto, a descubrir nuevas obras, a descubrir las que sirvieron de inspiración, a culturizar en definitiva.
Y esto es mi opinión totalmente subjetiva. Pero eso siento que debería ser.
Y Miracleman; es que aquí tenemos muchas años de lecturas y sabemos de donde vienen las cosas. A muchos otros estas nuevas obras les parecerán rompedoras.
Vaya por delante que no suelo hacer crítica, de hecho no quiero hacerla, pero…
Si algo he hecho en este post ha sido contextualizar el trabajo de Gillen en su tiempo y en la obra a la que está mirando fijamente hasta que le lloran los ojos y se le quedan todos rojos. Lo que es más, a estas alturas y después de haber leído bastante a Gillen, la crítica es necesaria porque se está pasando ya con la referencia a Miracleman. Y ojo, que el aviso a Gillen va también por muchos otros.
Hay mucha gente que lee este cómic y no establecerá esas relaciones, tanto por desconocimioento como porque no se le ocurren, pero precisamente porque creo que Gillen vale más que esto -le llevo leyendo desde los tiempos en lo que hacía crítica de videojuegos- creo que es la mejor crítica que se le puede hacer.pre
O, por lo menos, la más necesaria ahora mismo. ¿Que igual estamos predicando a los conversos? Probablemente, pero por toda la gente que no sabía si leer ese cómic… Ahora ya sabe lo que se va a encontrar.
Y por cierto.
Me gusta mucho el trabajo de dibujante y colorista.
Y la referencia a Pinky y Cerebro.
Que encarnan a la persona tonta y malvada (que es malvada por ser tonta), y a la persona buena e inteligente (que es buena por ser inteligente).
A mí sí me gustó MarvelMan/Miracleman el cómic (lo leí ya en su día de chaval, cuando lo sacó Forum en grapa), lo que no me gustó nada es MarvelMan/Miracleman el personaje (ni es realmente heroico, ni es simpático ni realmente me cae bien, puedo empatizar con Pietro Maximoff o con Jean-Paul Beabier, pero no con Miracleman, ya me costaría hacerlo con su triste alterego Mike Moran, que decide rendirse y ceder su vida a ese semidiós que habita en él, y que solo por eso ya pierde también mi simpatía). Eso sí, el cómic me gusta (no solo lo alabo técnicamente o por lo bien medido que lo tiene en el mismo todo El Guionista Original) pero desde luego no solo no es mi cómic favorito, es que ni es de mis cómics favoritos de Moore (mi gran favorito es La Cosa del Pantano, pero por encima de Miracleman pongo en mi ranking personal no solo a algunos de los más complejos de Moore, también a algunos ligeritos como Tom Strong, pero que me caen mucho mejor)…pero desde luego es de los realmente buenos, me pasa lo mismo con From Hell, otro que no me resulta nada simpático (y que afortunadamente ya no me pilló de chaval, que sino leer todo ese texto adicional seguramente no me hubiese hecho gracia). En cambio Promethea (y la recta final no es precisamente lectura ligera) sí está entre mis Moore favoritos. Watchmen también (y ya lo estaba de chaval, al igual que V de Vendetta, que no son precisamente lecturas para chavales), pero prefiero La Cosa del Pantano.
Es un pedazo de tebeo, pero lo que estoy diciendo es que no es el favorito de nadie por algo. Porque poco a poco nos va embajonando, es deprimente y la deconstrucción del género que se hace en Watchmen es mucho más madura y superior a todas luces. Suena «cutre» que tu cómic favorito sea Watchmen, pero me resulta más normal. Buena parte de la obra de Moore es un análisis de los superhéroes, desde Miracleman a la Liga de los Caballeros Extraordinarios, con lo que en muchos casos quedarse en Miracleman me parece quedarse en la anécdota, y éso es lo que hacen los Authority o el cómic que nos ocupa. La anécdota, «cómo sería de verdad un tío con estos poderes» y no el «una vez sabemos ésto, ¿cómo podemos hacer un cómic de superhéroes normal?».
Y éso era Top Ten, éso era Promethea o Tom Strong.
Y ojo, a día de hoy me gusta Miracleman. Pero entiendo que se me cayera de las manos de chaval, porque ya había leído Watchmen y aquello me parecía muy bajonero. Curiosamente luego tuve mi etapa intensita y leía cosas deprimentes que afortunadamente duró poco, con lo que comprobé que era un crío inteligente y un adolescente gilipollas. Como todos.
Lo que diferencia Watchmen con la estela de imitadores o de supermanes villanos es el mundo que nos presenta
Roschar y Silk Spectre tienen una discusion en mitad de la obra donde el primero usa una excusa patetica de lapsus moral para proteger la figura de comedian y no manchar la paz que el (y el doctor) intentaron crear,… y acaba la historia con Silk teniendo un «lapsus moral» para evitar que la paz que ozzimandias acaba de crear se desmorone, le parece ahora bien que posiblemente muchas niñas vivan sin madres y sin saber la verdadera razon de la muerte de ellas mientras es Roschar el que considera ese lapsus como algo horrendo de una paz que no durara. Se invierte los papeles pero Moore y Gibbons nunca te dicen que debas odiar a Laure y elogiar el «heroismo» del objetivista extremista.
Y eso es el problema que tengo con todos estos imitadores, no te dan un ejercicio para que pienses y saques conclusiones con situaciones totalmente incongruentes en un espectro politico conocido(ponerte a un nazi homosexual como Hooded Justice salve a Sally de una violacion para que luego de la espalda a su compañera Ursula por lesbiana), solo te meten situaciones como injustice donde un villano se vuelve bueno y ya, Superman se vuelve malo y ya, villanos muy villanos y a veces algun heroe muy heroe(y si no hay, antiheroes salvando el dia de villanos muy villanos).Al final se sienten como las mismas historias pero con un falso mensaje muchas veces deprimente.
Sobre miracleman,como dijo Jesus, el personaje saca mucho de la obra, puedo pasar cosas por el bien de la trama, pero lo que sucede ahi se te hace incomodo y no en el buen sentido.
Precisamente ahí está parte del aprendizaje de Moore, no solo tiene que contarte la trama, el «mira estos superhéroes actuando como gente fallida» si no que plantea un dilema interesante, atractivo. Es el poso que deja él y no dejan sus imitadores.
Que hablando de imitadores…
https://variety.com/2025/tv/news/v-for-vendetta-tv-series-hbo-1236572917/
Ooooootra vez!
Moore al menos no se limitaban a escribir cómics para depresivos con héroes apáticos, depresivos o locos, intentaba hacerte pensar, no como sus «imitadores» (que parecen buscar un más chungo todavía y ya, sin más …y los menos imaginativos ya ni eso, quedarse solo en la imitación, como pasaba con los guionistas de los mutantes que reciclaban con una ligera vuelta las ideas de Claremont, pero en plan vacuo, sin sus reflexiones y emociones).
Se puede objetar que Moore pretendía experimentar hasta dónde el mercado (y el género superheroico) podían tolerar se experimento de forzar temas más maduros y situaciones más incómodas (incluido un parto casi explícito …y sidekicks corrompidos por haber convivido años con un poder casi absoluto y serios traumas infantiles, y «héroes» completamente antipáticos), pero también por la contra que se le fue la mano con el supuesto «realismo» desalentador. El propio Moore con los años acabaría arrepintiéndose de lo logrado por Watchmen y Miracleman (y Dark Knight Returns, que en su día también le parecía bien), vale que en gran parte también por todos esos imitadores pésimos que le salieron de debajo de las piedras durante los noventa y primeros dosmiles (y a lis que aborrecía) …e intentó compensarlo un poco volviendo a hacer cómics al estilo de los de antes como 1963, Tom Strong, Tomorrow Stories y Greyshirt (incluso las viñetas y tiras de Gorila Llorica que insertaba aquí y allá).
solo falta en el ultimo parrafo he dicho en palabras de Bucher…