Desde que vi, y disfruté, la serie de animación de los Creature Commandos, tenía muchas ganas de leer en condiciones las aventuras originales del grupo en el cómic, ya que, aparte de alguna historia suelta, no conocía en profundidad aquellas historias. Y tras haber conseguido el recopilatorio que reeditaron con ocasión del estreno y sumergirme en este delirio ochentero que crearon J. M. DeMatteis y Pat Broderick, me he encontrado no solo con un cómic bastante más interesante y duro de lo que esperaba, sino que, a efectos prácticos, también me he encontrado con dos series radicalmente diferentes.

Durante la Segunda Guerra Mundial, un pequeño grupo de soldados estadounidenses, supervivientes de diferentes experimentos que les han transformado en seres exteriormente monstruosos, ha formado un comando de fuerzas especiales que, al mando de un teniente que les odia con todas sus fuerzas, son enviados a combatir a un enemigo aún más monstruoso que ellos mismos: los nazis. Pero bajo esas apariencias inhumanas se esconden unas personas destrozadas, condenadas a no llevar jamás una vida normal, y para quienes ya solo existe el campo de batalla…

Yo a los Creature Commandos los conocía muy por encima, y sobre todo a través de encarnaciones muy posteriores, por lo que la lectura de estas primeras aventuras de este peculiar grupo, en las páginas de la cabecera Weird War Tales, fue prácticamente una novedad. Pero también ha sido toda una sorpresa, ya que, tratándose de un cómic de principios de los ochenta, imaginaba que sería algo bastante más ligero, pero me he encontrado con un cómic que en sus inicios fue algo bastante más duro y dramático, además de interesante, de lo que me esperaba. Porque con esta serie, que parecía una mezcla entre Los doce del patíbulo y Abbott and Costello Meet Frankenstein, con sus soldados poco convencionales y violentos, aparte de monstruosos, combatiendo a los nazis, se hicieron una serie de historias que, leídas hoy en día, sorprenden por algunos de los temas que tocan.

DeMatteis y Broderick podrían haber ido a lo fácil: monstruos contra nazis, algo de violencia y poco más. Pero con DeMatteis al frente, ya que conociendo su trayectoria no me cabe duda de que eso fue cosa suya, esta serie no fue en sus comienzos algo tan simple. Estas primeras historias son, en ocasiones, muy duras, incluso crueles, tanto por la caracterización y el trato que reciben sus protagonistas como por las atrocidades que cometen los nazis, que no son pocas. Aquí se retrata con una dureza inesperada el trauma que arrastran estos soldados por aquello en lo que les han convertido, el saber que jamás podrán volver a llevar una vida normal y comprobar cómo, para su propio país, son solo monstruos a los que mantener bien lejos y utilizar como carne de cañón en misiones casi suicidas. Algo que lleva a alguno de ellos a tratar de acabar con su propia vida, solo para descubrir que los médicos del ejército siempre estarán ahí para remendarles y enviarles de nuevo a combatir.

Una caracterización que contrasta con la de su oficial al mando, el teniente Shrieve, alguien que es lo opuesto en todos los sentidos a sus hombres, combinando una apariencia completamente normal con una personalidad odiosa y más monstruosa que la apariencia de sus comandos. Decir que Shrieve es cruel sería quedarse muy corto, este aprovecha cada pequeña ocasión para recordarle a sus soldados que no parecen humanos, que jamás podrán recuperar sus vidas o encontrar el amor, que son odiosos o que estarían mejor muertos. Pocas veces me he encontrado a un personaje tan repulsivo como este en un cómic, y que los Comandos no aprovechasen alguna oportunidad en sus misiones para despedazarle es una gran prueba de la humanidad que poseían todos ellos. Una dinámica nada habitual que hacía de estas historias algo refrescante y bastante original.

Y este peculiar grupo tenía que hacer frente a unos nazis tan monstruosos como los de la vida real, y en algunos casos incluso aún más grotescos que estos. Ya que, entre misiones más o menos convencionales, como detener quintacolumnistas estadounidenses que adoran a Hitler o forzar a científicos a fabricar armas para ellos, los nazis que nos encontramos aquí llegan a extremos inimaginables. El mejor ejemplo de ello, y una de las historias más memorables de esta etapa, es esa en la que experimentan con unos niños lavándoles el cerebro para que obedezcan cualquier orden de su Führer y dotándoles de fuerza sobrehumana, y a quienes ponen a prueba ordenándoles asesinar a sus familias. DeMatteis definitivamente no se andaba con tonterías.

Por desgracia, su etapa al frente del grupo fue breve, y tras escribir tan solo cinco historias fue reemplazado por Robert Kanigher. Y digo por desgracia, ya que, pese a que cuando leí el nombre de este en los créditos me alegré, ya que después de todo se trata de una leyenda del cómic bélico, cocreador de algunos personajes importantísimos del género, su irrupción en la serie no fue a mejor precisamente. En sus manos, los Creature Commandos perdieron todo lo que les hacía interesantes, el foco en sus traumas quedó reducido a una muletilla que repetían de vez en cuando, las atrocidades de los nazis dieron paso a enfrentamientos contra robots atlantes, seres superiores del futuro, diosas griegas que buscaban el amor o momias egipcias que reducían a los comandos al tamaño de muñecos.

Y el cambio de tono fue tan radical que incluso llegó a mostrar a Shrieve buscando unirse de nuevo a sus comandos tras ser transferido o incluso llorando al creer que alguno de ellos había muerto, y a estos preocupados por salvarle como si le apreciasen. Un cambio de tono que quizás estuviese detrás de la cancelación de las aventuras del grupo en la cabecera Weird War Tales un año después, y que Kanigher remató con una historia de una sola página que casi parecía una broma de mal gusto, lanzando a los Comandos y a él mismo al espacio para no volver jamás.

Gráficamente, las aventuras del grupo estuvieron mejor repartidas, y tras una primera historia dibujada por Pat Broderick, el cocreador del grupo, que no puedo decir que sea uno de sus mejores trabajos, el resto de la serie, fill-ins aparte, estuvieron en manos de Fred Carrillo y Dan Spiegle. Ambos poseían un estilo muy clásico y muy en la línea de lo que podíamos encontrar en los cómics bélicos de la DC de la época, con un Carrillo que lucía un trazo elegante, limpio y muy expresivo que contrastaba un tanto con el de Spiegle, algo más “tosco” y suelto, como si tratase de acercarse al de Joe Kubert. Ambos se desenvolvieron a la perfección tanto en los aspectos más reposados de la serie como en aquellos en los que la acción explotaba de forma emocionante y, de vez en cuando, también extremadamente violenta, consiguiendo que incluso cuando las aventuras del grupo comenzaron a decaer, estas siguieran resultando entretenidas.

Vale mucho la pena descubrir estas historias, no solo para conocer un poco mejor de dónde sacó James Gunn sus ideas para la adaptación televisiva (que aquí hay algunas inspiraciones muy directas), sino también para conocer un cómic bélico que siempre ha estado algo a la sombra de otros del género que publicó DC, y que, pese a su calidad irregular, sigue siendo una gran lectura con algunos momentos de lo más memorables.

Una serie que me leí en su día en la revista Dossier Negro (en B/N, claro) de prestado (aunque pocos años después conseguí en retapados toda la etapa que llevaba lo de los Comandos y Yo…Vampiro, otra muy recomendable que me gusta incluso más) y la disfruté. No la he vuelto a leer desde la primera mitad de los noventa (que me dió por releer entonces esos retapados), debería ir tocando releer, coño.
Es curioso como de crío me pasé años pensando que Dossier Negro era una antología de terror y ni pensé pillarla (puto Exterminius) y con los años me enteré de que en realidad eran en su mayoría series de ciencia ficción o del Universo DC que no eran ni mucho menos terroríficas.
Que claro, a mi me pilló más o menos cuando la empezó a editar Zinco y ni olí las versiones pasadas, pero…
Publicaban un poco de todo: Cómics de DC (ya antes de la etapa Zinco, con Ibero Mundial de Ediciones, habían serializado la primera serie de La Cosa del Pantano), de otras editoriales americanas (aunque de nuevo fue antes de la etapa Zinco: alguna historia de terror y fantasía del Red Circle de Archie Cómics, cosas de las revistas de la Warren, las de los magazines de terror de la Skywald con seriales como La saga de las víctimas del gran Suso Peña,…), los magazines ingleses de terror basados en el universo cinematográfico de la Hammer (con gente como Steve Moore y John Bolton), cómics escoceses de terror y SciFi de la editorial escocesa D.C. Thomson, cómic argentino (El Eternauta, Larry Mannino Distrito 56,… aunque lo irónico es que Distrito 56 nos llegaba no vía Argentina sino a través de su edición italiana en Lanciostory),… Era un cajón de sastre en el que tenía cabida casi de todo siempre que les saliese barato. Pese a ser considerada una revista de segunda o tercera fila (y sí, parte del material era flojete), tenía el atractivo de incluir cosas muy variadas y algunas bastante buenas como El Eternauta, el serial «Yo…Vampiro» o deliciosas historias cortas de House of Mystery dibujadas por Neal Adams, Alex Toth o Bernie Wrightson.
Lavate la boca para hablar de Exterminius/Doomlord!!
Yo esa revista jamás la vi a la venta en ningún lado hasta que décadas después de su cierre encontré algunos números en un mercadillo y, como le paso a Diógenes, me sorprendió lo poco que tenia que ver la estética de la revista con su contenido.
Tenía cosas que supuestamente pegaban poquito con sus portadas (aunque algunas eran de fantasía, las portadas eran casi todas de terror), como Lord Jim o Distrito 56.
A Shrieve amas odiarlo. Cambiarlo (mejorarlo como persona) solo lo echa a perder como personaje (aunque, claro, de existir en la vida real sí hubieses preferido que mejorase, en la ficción ya es harina de otro costal.
Es que ese cambio, junto con el tipo de villanos a los que se enfrentaban, hizo que la serie perdiese buena parte de su interés, y no me sorprendería que su cancelación se debiese en parte a ello.
DeMatteis es especialista en traumas y dramas de superhéroes. Con un toco más oscuro que la habitual angustia adolescente de la edad de plata.
Creo que Shrieve es una forma de tratar la deshumanización de los soldados en una guerra. Donde nada más empezar ya les dicen que son unos mierdas si no pasan el entrenamiento, y luego son basura si no cumplen todo lo que les ordenen y cumplen al máximo.
El ejemplo mas claro es la primera parte de la «Chaqueta Metalica» de Stanley Kubrick.
En traumas y en el humor, va a ser verdad que de la alegría al llanto hay un paso!
De hecho DeMatteis trata tanto la comedia como el drama, las dos caras de la cariátide.
Y es admirable su versatilidad a la hora de ser igual de bueno en ambos aspectos.
Lo mejor que tiene DeMatteis al tratar esos temas es la naturalidad con la que lo hace, sin que resulte forzado o artificioso, y eso es algo que se agradece mucho.
Aunque poco bélico, aventurero, de fantasía, de terror y de humor incluyen ya en sus reediciones a ver si DC sigue con ellas (y recupera además a color lo que solo había reeditado en B/N en los Showcase … aunque alguna de aquellas hasta quedaba mejor en B/N) y diversifica un poco más, como hacía con sus reediciones de hace unos lustros. Además, cosas como Sal y Pimienta, Jonah Hex, Bat Lash, El As Enemigo, El Sargento Rock, El Soldado Desconocido, Yo…Vampiro, Warlord, Sword of the Atom o Night Force (Night Force SD y Panini nos la traerán pronto) deberían estar disponibles al menos una vez por década para que todos pudiesen tener la opción de acercarse a obras buenas variadas.
Viendo como Panini ha comenzado a editar los DC Finest y que estos están recuperando material que era bastante difícil de encontrar, no creo que tardemos mucho en ver de vuelta esas series.
Tampoco espero milagros, pero. al menos nos han traído ya la Legión preLevitz (que con ECC no hubiese recuperado nunca), y los Challengers of the Unknown (que ni estos de Kirby entraban en sus planes …a ver si recuperan también los de Loeb & Sale y los de Chaykin). Y tienen anunciado para finales de año el Finest de Plastic Man y el integral de Night Force, que ambos olvídate de que los hubiese traído ECC. Sí probablemente hubiesen acabado trayendo (aunque no paraban de dar largas) el Green Arrow de Grell (que me parece que ya está programado para Finest, como los primeros cómics de Harley).