Jenny Finn – Mike Mignola y Troy Nixey nos devuelven al horror victoriano

Estas semanas he seguido explorando qué otros cómics de Mike Mignola me había perdido en los últimos años y el azar me ha llevado a encontrar uno en una librería de segunda mano cuya existencia desconocía por completo, Jenny Finn. Una corta obra en la que Mignola combinó esfuerzos con Troy Nixey a finales de los noventa para crear una historia de terror inquietante, y muy deudora de los clásicos del género, que ha sido toda una sorpresa descubrir. Así que una vez más nos sumergimos en el Londres victoriano (a riesgo de parecer monotemático)  para descubrir qué secretos oculta esta joven de apariencia inocente que es mucho más de lo que parece…

No, el pez no es Robert Downey Jr

Los habitantes de la ciudad de Londres se encuentran en tensión por culpa de dos fenómenos paralelos, por un lado el misterioso asesino en serie que ha ejecutado de forma brutal a numerosas prostitutas, y por otro una misteriosa epidemia que está dejando tras de sí un reguero de malformaciones inhumanas. Y en medio de todo ello se encuentran dos personas, Jenny Finn, una joven prostituta de misterioso pasado a quien algunos temen y otros reverencian y Joe, un matarife recién llegado a la capital que se obsesiona con proteger a Jenny. Pero este no tardará en descubrir que detrás de la aparente inocencia de esta se encuentra un secreto que muchos codician y que le cambiará para siempre…

Que inocentón era el pobre Joe

Jenny Finn es un cómic que surgió básicamente de la admiración mutua entre Mike Mignola y Troy Nixey, ya que este último tenía a Mignola como uno de sus referentes más influyentes y tras descubrir que además este apreciaba el trabajo que había hecho en el cómic se atrevió a proponerle trabajar juntos. Una colaboración que, dada la pasión que ambos sienten por la era victoriana y los monstruos, les llevó inevitablemente a crear algo como esta Jenny Finn. Un cómic que, tras su brevísimo paso por Onni Press, su continuación en Dark Horse unos años más tarde con la incorporación de Farel Dalrymple dibujando el último número, y finalmente una reedición completa coloreada por Dave Stewart, se convirtió en algo al mismo tiempo tremendamente clásico pero también muy original.

Ese crio tendría futuro como tertuliano hoy en día

Las influencias más evidentes aquí son las de los relatos de Lovecraft y asociados, con sus misterios insondables y criaturas inimaginables, la propia historia de la Londres de la época, con un asesino en serie aún más aterrador que Jack el Destripador e incluso un poquito de Herman Melville. Y aunque no estamos ante un cómic que pertenezca al Universo de Hellboy, Jenny Finn no desentonaría en absoluto allí. Porque en lugar de limitarse a introducir un elemento fantástico en un escenario histórico, Mignola y Nixey hicieron que este mundo fuese de por sí bastante fantástico, poblado por espíritus, médiums, sociedades secretas y un Primer Ministro y fuerzas policiales steampunk.

Este Primer Ministro es bastante mas activo de lo que suele ser la gente en su cargo

Una dispar mezcla de influencias y elementos que Mignola y Nixey integraron a la perfección sin que nada chirriase (y de paso plantando las semillas de temas que unos años más tarde desarrollaron en Batman: The Doom That Came to Gotham) y que dieron lugar a un cómic dotado de una atmósfera inquietante y muy tensa que nos horroriza a medida que vamos descubriendo lo que está sucediendo realmente ahí. Este es sin duda el mayor punto fuerte del cómic, su ritmo engañosamente lento, cómo las revelaciones se van sucediendo poco a poco, en ocasiones siendo meras insinuaciones o suposiciones de los personajes, que nos llevan poco a poco hasta un final desolador en el que, en la mejor tradición de este género de horror lovecraftiano, no se nos dan todas las respuestas, sin que ello nos deje con la sensación de un falso final.

Y aun no ha visto nada

Y el otro punto fuerte de la serie, aunque sé que no será del gusto de todo el mundo, es el personalísimo estilo artístico de Troy Nixey, un dibujante que se podría calificar de “feísta”, que no busca ni el naturalismo ni la caricatura pero que consigue que sus personajes, sus monstruos y sus escenarios transmitan a la perfección todo lo que la historia requiere. En sus manos Londres es una ciudad sucia, abarrotada de gente y donde cada callejón oscuro parece desprender peligro, mientras que esa amenaza que se yergue sobre la ciudad le permite hacer todo un despliegue de “body horror” del que casi consigue que queramos apartar la mirada de las páginas. Farel Dalrymple por su parte, quien se encargó de dibujar el último número, consigue mimetizarse al máximo con el estilo de Nixey, lo que junto con el coloreado de Dave Stewart da como resultado que la transición entre ambos apenas sea apreciable.

No será el dibujante mas bonito del mundo, pero sabe sumergirnos en la historia

Todo ello ha hecho que Jenny Finn haya sido una más que agradable sorpresa y además un buen recordatorio de lo mucho que vale la pena rebuscar por ahí. Y no hablo de las librerías de segunda mano precisamente, sino de lo necesario que es a menudo probar suerte con obras menos conocidas, ya que incluso en casos como el de Mignola, que es un autor muy popular, podemos encontrar pequeñas joyas como esta de la que yo al menos desconocía por completo su existencia.

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Roger
Roger
2 meses han pasado desde que se escribió esto

Mignola ha creado un auténtico universo de terror victoriano en el que tiene cabida el horror urbano victoriano, la mitología medieval y muchas cosas más.
La masacre industrial de las vacas me recuerda Tintin en América. La producción de carne enlatada se hacía en condiciones tan insalubres que cuando el periodista Upton Sinclair escribió una novela sobre lo asqueroso que era (tras pasarse meses trabajando en una fábrica de conservas) que hubo un escándalo nacional y se sacaron leyes de sanidad en la alimentación (las primeras).