Hace un par de semanas ha llegado a nuestras pantallas The Institute, la nueva adaptación de una novela de Stephen King que de momento (y crucemos los dedos) parece enmarcarse en el lado de las que vale la pena ver. Una serie claustrofóbica y muy tensa en la que se tocan unos cuantos temas muy habituales dentro de la obra de King y que, tras haber visto sus tres primeros episodios, mantiene un muy buen nivel, por lo que va tocando recomendarla y confiar en que dicho nivel se mantenga.

El joven genio Luke Ellis estaba a punto de cumplir su sueño de ingresar en el MIT cuando una mañana se despierta en una copia idéntica de su habitación situada en un lugar conocido simplemente como el Instituto. Allí, Luke descubre que ese lugar reúne a otros adolescentes y niños de todo el país que, como él, han sido “reclutados” a la fuerza para estimular sus habilidades psíquicas con el propósito de servir a su país en una importante misión, tras lo cual podrán regresar con sus familias. Una historia que ni Luke ni otros de sus compañeros se creen, especialmente al comprobar cómo el personal de ese lugar les trata como herramientas desechables, por lo que estos no tardan en proponerse averiguar qué está sucediendo realmente allí y cómo escapar de ese lugar de pesadilla.

Aquí, de nuevo, nos encontramos con uno de los temas más recurrentes de Stephen King: las personas (especialmente niños) con poderes psíquicos, algo que ha tocado en mayor o menor medida en algunas de sus novelas más populares como Carrie, La Zona Muerta, El Resplandor, Doctor Sleep, La Milla Verde, Apocalipsis, La Torre Oscura o Firestarter (y seguro que me dejo algunas). Aunque es con esta última con la que más puntos en común parece tener de momento The Institute, ya que en ambas nos encontramos con una organización secreta que experimenta con personas, aunque en este caso no crean gente sobrehumana, solo las explotan.

Porque debajo de esa forzada y a todas luces falsa fachada de amabilidad se encuentran una serie de monstruos para quienes estos críos no son más que cosas a las que utilizar para sus siniestros fines (que en el tercer episodio ya se empieza a dejar claro cuáles son) y que son capaces de cometer cualquier crimen con tal de lograr alcanzar sus objetivos. Un aspecto de la serie en el que nos encontramos a algunos personajes tan odiosos, casi rozando lo caricaturesco, que uno solo desea que acaben sufriendo una muerte horrible al final de la serie, aunque teniendo en cuenta el tipo de serie ante la que estamos, no me cabe duda de que será así.

Y esta, de momento, está manteniendo una atmósfera muy claustrofóbica y opresiva que me está gustando bastante pese a no ser un gran aficionado al terror, pero como aquí de momento eso está enfocado en la faceta más psicológica del género, me tiene bastante enganchado. A ese personal tan siniestro del Instituto hay que sumarle el Instituto en sí, un lugar que parece que lleva abandonado desde los años setenta y del que en cualquier momento saltará algún monstruo de cualquier esquina. Todo ello consigue que, incluso sin saber exactamente qué tipo de experimentos se están llevando a cabo allí o cuál es el auténtico objetivo de esa organización, la tensión sea altísima en todo momento, y que cada pequeño indicio de lo que le espera a estos críos aumente esa sensación.

En cuanto a los críos secuestrados, y pese a que este es un aspecto en el que en la ficción es muy fácil acabar con personajes repelentes, de momento estamos teniendo suerte. El menos convencional es Luke, quien por su cerebro superdotado (para la inteligencia, no de momento para los poderes mentales) es muchísimo más frío y analítico que sus compañeros, ni se ha dejado llevar por el pánico ni ha optado por dejarse llevar por la propaganda de sus captores y creer que todo esto es temporal, sino que no ha dejado de escudriñar cada rincón de su prisión y a quienes trabajan en ella para encontrar una forma de escapar. Un papel en el que el joven actor Joe Freeman me ha sorprendido bastante, especialmente tras comprobar que este es su segundo trabajo profesional (tercero si contamos un vídeo musical en el que salió), ya que está consiguiendo ser muy convincente en su papel.

Aunque la trama no se cierra fuera de las puertas del Instituto, ya que al pequeño pueblo en cuyas afueras se encuentra este (en Maine, por supuesto) se acaba de mudar Tim Jamieson (Ben Barnes), un ex policía que busca rehacer su vida tras abandonar su trabajo después de un tiroteo, y que acaba convirtiéndose en una especie de sereno para la oficina del Sheriff, patrullando el pueblo cada noche para asegurarse de que todas las puertas estén bien cerradas y que no haya nada que se salga de lo corriente. Pero esa aparente tranquilidad no le va a durar mucho, ya que no tarda en darse cuenta de que allí está sucediendo algo extraño, y pese a que lo que buscaba era alejarse de los problemas, sus instintos le impulsan siempre a hacer lo correcto. Aquí me ha parecido curiosa la elección de Barnes para este papel, ya que se trata de un actor que parece acabar interpretando siempre a personajes siniestros o directamente malvados, mientras que aquí parece ser todo lo opuesto, por lo que tengo la duda de si le han escogido para que el público dude de él, para que dé la sorpresa y resulte ser efectivamente un villano más, o quizás simplemente que se haya cansado de ser siempre el malo de la historia. Pero sea cual sea el desarrollo de su personaje, de momento no lo está haciendo nada mal y, como mínimo, me tiene intrigado en el papel que acabará jugando.

De momento, el mayor mérito de The Institute es cómo, partiendo de una premisa tan trillada de la que hemos visto en todos los medios incontables variantes (y eso que la novela en la que se basa la escribió King en 2019), resulte interesante. Porque aunque no espero de aquí que la historia acabe reinventando el género o desembocando en un final completamente impredecible, de momento es una serie bastante sólida cuyos responsables están sabiendo guiar muy bien, y pese a que pueda parecer predecible (y espero equivocarme), consigue mantener la atención del público. Pero es que, como se suele decir, a veces es más importante el cómo lo cuentas que cómo lo cuentas, así que confío en que esta serie haga gala de ese dicho.

Un dia de estos tengo que ponerme con las novelas de Stephen King, pero al ser mas de 80 y tan extensas, tengo que reconocer que me da pereza, a esto contribuye tambien mi afan completista de querer leer las obras de un autor de manera cronologica.
Yo de sus libros he leído menos de lo que debería, pese a que gracias a la segunda mano debo tener como la mitad de su obra, pero es que la pila de lecturas pendientes comienza a parecer un edificio de alto xd.
Niños con poderes, instituciones en búnkeres con aviesas intenciones… qué ganas tengo de que llegue la última temporada de Stranger Things. Aunque me temo que pueda ser mucho como el final de Akira.
Apuntada! aunque empiezo a tener cosas en el cajón que se me acumulan.