Adiós a What We Do in the Shadows

Ayer mismo llegó a su fin What We Do in the Shadows/Lo que hacemos en las sombras, tras unos seis años de emisión que, al menos a mí, me han parecido poquísimos. Y eso se debe principalmente a que se trataba no solo de una de las mejores comedias que se estaban emitiendo en la actualidad, sino de las mejores en una larga temporada. Pero, aunque esta despedida, como lo son casi todas, ha sido triste, al menos la serie ha dicho adiós de una forma digna y muy fiel a sí misma. Por ello, aunque aún de bajón, lo que toca es rendirle un modesto homenaje y animar, una vez más, a quienes no se hubiesen acercado a ella a que aprovechen ahora para descubrir del tirón una serie divertidísima y emotiva de las que no se olvidan.

Voy a echarles mucho de menos

Ya en su día me había quedado tan encantado como sorprendido con la película de Jemaine Clement y Taika Waititi, por el divertido y refrescante enfoque que habían sabido darle al vampirismo. Porque, aunque no era ni de lejos la primera vez que esto se enfocaba en clave de comedia, el particular sentido del humor de este dúo consiguió hacer de esta una historia muy divertida. Y cuando unos años más tarde se anunció que iba a ser convertida en una serie de televisión, trasladando la acción de Nueva Zelanda a Estados Unidos y con un nuevo reparto de personajes y actores, recuerdo que, aunque me ilusionó la idea, me sentí algo decepcionado por no contar con Clement y Waititi delante de las cámaras, y que poco imaginaba que eso no iba a ser precisamente un detrimento.

Y ojo que la película es buena, solo que la serie es muchísimo mejor

Y es que Jemaine Clement, que conviene recordar que él es el creador de la serie pese a que esta se base en conceptos creados junto con Waititi, y que este aquí es solo uno de los productores, consiguió transformar una premisa muy divertida en toda una genialidad, algo debido también en buena medida a un casting increíble. Porque, aunque entonces no conocía de nada a ninguno de ellos, pronto Matt Berry (Lazlo), Natasia Demetriou (Nadja), Kayvan Novak (Nandor), Harvey Guillén (Guillermo) y Mark Proksch (Colin Robinson) me conquistaron y se convirtieron en muy poco tiempo en esa clase de profesionales a quienes quiero ver en más proyectos. Su retrato de este incongruente y, a ratos, grotesco grupo de personajes que vivían juntos formando una especie de familia muy, muy disfuncional, rozaba la genialidad.

Menudo equipazo

Tres vampiros que habían llegado a Estados Unidos para conquistarlo y se habían terminado conformando con una vida rutinaria en los suburbios de Staten Island, aunque sin ser capaces de adaptarse del todo al mundo moderno. Un vampiro emocional plenamente integrado en la sociedad y que se alimentaba de las miserias provocadas por el día a día. Y un humano, que era mucho más de lo que parecía y que soñaba con ser vampiro desde que vio a Antonio Banderas en Entrevista con el vampiro. Un reparto de personajes que, sobre el papel, no parecía que fuesen a dar para mucho, que esto iba a ser simplemente estirar la broma de la película más de la cuenta y poco más, pero de nuevo estaba muy equivocado.

Lo que han dado de si

Lo que han hecho aquí Clement y su equipo, tanto delante como detrás de las cámaras, es prácticamente un milagro. Han agarrado a un puñado de personajes lamentables en muchos aspectos, que actúan con la brutalidad y amoralidad que uno espera de los vampiros, habiendo asesinado a incontables personas inocentes a lo largo de estas seis temporadas… y los han metido en una serie de tramas que tiran mucho del costumbrismo.

Guillermo es cómplice de un montón de asesinatos…

Porque, aunque a menudo los aspectos más fantásticos de su naturaleza eran en torno a los que giraba la trama, una parte casi más importante se limitaba a verles navegar confusos en situaciones cotidianas que para la mayoría de ellos resultaban extraordinarias, forzando al máximo los límites de su inadaptación al mundo en el que viven. Un chiste que se volvía aún más divertido cuando nos presentaban a otros vampiros perfectamente aclimatados al siglo XXI y nos dábamos cuenta de que, sencillamente, estos eran unos idiotas.

Estos pequeños momentos eran de lo mejor de la serie

Y combinando esa faceta de peces fuera del agua con una serie de influencias de lo más diversas, que abarcaban desde Nosferatu al Drácula de Coppola, pasando por Lost Boys o Entrevista con el vampiro, hemos asistido a un divertido viaje a través de este cada vez más complejo, poblado, enrevesado y muy conformista mundo vampírico en el que todo parecía posible. Un día podían encontrarse con un sabueso infernal o liberar a una criatura mítica de su encierro, y al siguiente tener que enfrentarse a las normativas del gobierno local o tratar de entender qué era eso de internet. Todo ello desde el punto de vista de una fórmula muy socorrida que ya en el pasado me había dado dos de mis comedias favoritas, The Office y Parks and Recreation: la del falso documental.

A menudo parecía que se habían saltado los últimos cien años de historia

Una fórmula que ha dado pie al final de esta serie, ya que en su último episodio el equipo de rodaje de dicho documental se marchaba de sus vidas habiendo grabado ya material de sobra para el mismo (tras seis años grabándoles a todas horas), y los nada disimulados paralelismos con el final de la serie les han servido a sus responsables para darnos a los espectadores un emotivo adiós. Homenajes al primer episodio, un brevísimo cameo del mejor, EL MEJOR, personaje de toda la serie y el comprobar que, aunque las vidas de estos personajes parecían demasiado a menudo un tanto inmutables, algunos de ellos han sido capaces de aprender de sus experiencias y crecer un poco, pero sin dejar de ser ellos mismos.

Me ha quitado las palabras de la boca

Y aunque el final ha sido muy emotivo y, como decía al principio, muy fiel al espíritu de la serie, y el que una serie alcance las seis temporadas en estos tiempos casi parece un milagro, me sigue cabreando que What We Do in the Shadows haya terminado. Porque esta historia aún podía dar mucho más de sí, había un potencial tremendo para explorar otras facetas de las vidas de estos personajes o simplemente seguir viéndoles hacer el animal al encontrarse con ese mundo que apenas conocen pese a haber vivido tantísimos años en él. Pero, como los propios personajes nos han dicho en esta despedida, todo lo bueno se acaba, debemos alegrarnos de haber podido disfrutar de esta serie y quizás también agarrarnos a la letra de esa canción que canta Lazlo al final, el We’ll Meet Again de Vera Lynn, y confiar en que algún día volveremos a encontrarnos con ellos de alguna forma.

 

Ojala sea así
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Jesús Manuel Martínez Otero
Jesús Manuel Martínez Otero
12 días han pasado desde que se escribió esto

Sí, sorprende ya casi que las series «pequeñas» duren tanto (aunque si rebuscas tanto faltan ejemplos …Las que lo tienen más jodido para renovar son las que empezaron en lus tres últimos años).

Erminzah
Erminzah
11 días han pasado desde que se escribió esto

Curiosamente a mí la película no me gustó demasiado, pero la serie me ha encantado y me ha hecho reir muchísimo.
Si a alguien le pasó lo mismo que a mí y la película no le convenció, de verdad que le den una oportunidad a la serie, porque es de obligada visión.

Jesús Manuel Martínez Otero
Jesús Manuel Martínez Otero
10 días han pasado desde que se escribió esto
Responde a  Erminzah

A mí tampoco me hizo mucha gracia la peli, la verdad.

Zatannasay
Zatannasay
10 días han pasado desde que se escribió esto

Ayer leí un artículo sobre lo difícil que es valorar el éxito de una serie hoy en día. Y como de difícil es hacer algo que perdure fuera de su temporada de estreno.
En definitiva, que los modelos de valoración de la televisión han quedado totalmente obsoletos y aun no sabemos con que sustituirlos.