Sunny – El futuro es ayer

Hoy quiero hablar de una serie que me ha tenido fascinado las últimas semanas, Sunny. Otra muestra del nivel de calidad de Apple TV y de su buen gusto por la ciencia ficción, a lo que nos han malacostumbrado y que, por lo que se dice por ahí, no va a durar mucho, ya que se avecinan recortes. Pero independientemente de lo que depare el futuro, lo que tengo clarísimo es que, para quienes busquen un acercamiento algo diferente hacia la ciencia ficción, especialmente la robótica, y disfruten con el humor negro entremezclado con el drama, Sunny es su serie.

No estamos ante las Bóvedas de Acero precisamente

La vida de Suzie Sakamoto se ha hecho añicos. Su esposo y su hijo han desaparecido tras estrellarse el avión en el que viajaban, y se les da por muertos; su relación con su suegra no es la más estrecha del mundo y se encuentra completamente sola y desolada en Kioto, sin amigos, sin hablar el idioma y con la única compañía de sus recuerdos y el alcohol. Pero un día, un hombre que dice ser compañero de trabajo de su marido llama a su puerta para entregarle el último modelo de robot doméstico de compañía, Sunny, diseñado y programado por su esposo para atenderla en todo lo que necesite. Algo que resulta un tanto problemático para Suzie, ya que ella odia a los robots y, por lo que ella sabía, su marido trabajaba diseñando neveras, no en robótica. A partir de ese momento, su vida se convertirá en un caos al descubrir que no conocía a su marido tanto como creía, que quizás el accidente de avión no fuese tal y que hay gente muy peligrosa dispuesta a todo para poner las manos en ese robot que Suzie detesta…

Su primer encuentro no fue muy halagüeño

Como he dicho a menudo, Apple TV posee un catálogo de series impresionante, con un nivel de calidad altísimo en buena parte de su oferta. Y aunque ya hay recortes en el horizonte porque eso de derrochar dinero a lo loco y esperar que lluevan los suscriptores no acaba de funcionar (igual ayudaría un poco promocionar mejor sus series para que la gente sepa que existen), al menos hay que reconocerles que han sabido gastarlo bastante mejor que buena parte de su competencia. Pero como aquí no somos accionistas de la compañía, sino simples espectadores, lo que nos toca es disfrutar de esta primera temporada de Sunny y cruzar los dedos para que cuente con una segunda que ate todos los cabos sueltos. Una serie basada en la novela The Dark Manual, del escritor irlandés afincado en Japón Colin O’Sullivan, que he puesto en mi lista de lecturas pendientes porque necesito saber cómo sigue esta historia.

Tengo curiosidad por ver como de semejantes son el original y la adaptación

Una historia que podríamos definir como dramedia o comedia negra, ya que, pese a partir de una premisa tan trágica como la de la muerte de la familia de Suzie, el tono de la serie va en una dirección opuesta al drama. Y por eso la elección de Rashida Jones como protagonista es tan perfecta. Desde que la descubrí hace años en The Office, no ha dejado de provocar mi admiración por su habilidad para transmitir ese aura de persona corriente quemada de todo, con un sentido del humor muy sarcástico y mordaz y una gran habilidad para dejar asomar el drama en sus precisas dosis. Y es que es precisamente ella lo que me atrajo inmediatamente de esta serie cuando me encontré por casualidad con el tráiler; bueno, ella, que se tratase de una serie de ciencia ficción no excesivamente fantástica (a lo Black Mirror, para entendernos) y una estética retro que me atrapó.

Cualquier cosa en la que salga esta mujer yo me apunto

Ese ha sido para mí otro de los grandes atractivos de la serie, esa combinación de influencias en la que nos encontramos con un futuro cercanísimo, en el que los móviles han sido reemplazados por dispositivos avanzadísimos capaces incluso de proyectar hologramas, y las calles están llenas de robots dotados de una tecnología increíble, con una estética y tono que nos remite inmediatamente a las décadas de los sesenta y setenta. Desde esa genial intro inspirada por el trabajo de genios como Saul Bass, en la que suena el tema “Suki Yo Ai Shite” de Mari Atsumi, lanzado en 1970 y que no desentonaría demasiado en alguna película de 007, el resto de su banda sonora o la ambientación general de la serie en todos sus aspectos (vestuario, vehículos, tecnología, etc.), dota a la serie de una estética retrofuturista que me apasiona. Un aspecto este, el del diseño de producción y cinematografía, que está cuidadísimo, con un nivel que no tiene en absoluto nada que envidiar a ninguna película y en el que se nota que aquí se han dejado bastante dinero.

Esta es una de esas intros que uno no se cansa de ver

Todo esto envuelve lo que básicamente es una historia de misterio, en la que una mujer descubre que su marido no es quien creía, que acaba dudando de todo lo que creía saber de él y que, a medida que trata de averiguar quién era realmente, se adentra en un mundo siniestro y peligroso, en el que su vida estará en riesgo constante, muy a menudo por esa habilidad de Suzie de lanzarse de cabeza hacia todo sin pensar demasiado en las consecuencias, ya que, tras perder a su familia, no hay mucho que le importe más que saber la verdad. Pero esto no significa que estemos ante un dramón deprimente, como decía antes, esto es más bien una comedia negra, y tanto la showrunner Katie Robbins y su equipo, como Rashida Jones y sus compañeros, mantienen un delicado equilibrio entre el drama y el humor que hacen de esta serie algo tan ameno y divertido como emocionante y emotivo.

Hay que ver lo bien que se le da el drama a los cómicos

Pero sin duda el punto fuerte de esta serie es la relación entre Suzie y Sunny, esa robot que la pone de los nervios por su constante empeño en ayudarla. Pese a tratarse de un robot con un físico no especialmente expresivo y una cara que básicamente son emoticones, el trabajo de la actriz que le presta su voz, Joanna Sotomura, consigue convertir a Sunny en un personaje realmente vivo con el que resulta difícil no encariñarse. El contraste entre la personalidad alegre y optimista de Sunny y la depresiva y negativa Suzie es uno de esos estereotipos de la ficción que nunca fallan en las manos adecuadas, y estas desde luego lo son. Y pese a que sabemos de sobra desde el primer instante que ambas contagiarán un poco a la otra y que acabarán llevándose a las mil maravillas, el ver cómo saltan las chispas entre las dos en cada interacción es todo un placer.

Acaban teniendo una relación muy entrañable

Por todo ello he disfrutado muchísimo con esta serie y me faltan dedos que cruzar para que los recortes de Apple no afecten a su segunda temporada, ya que esta primera ha tenido un final muy abierto con muchísimas incógnitas aún por despejar y sería una tragedia que fuese cancelada. Así que igual lo que toca es ser un poco como Sunny y tratar de ser algo optimistas sobre el futuro, pese a lo tentador que resulta ser Suzie. Aunque, en cualquier caso, por ver lo que han hecho aquí, vale mucho la pena darle una oportunidad a esta serie.

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Roger
Roger
6 días han pasado desde que se escribió esto

Curiosa serie.
En un mundo futuro imagino que habrá traductores automáticos hasta en la sopa, así que el que Suzie no hable japonés no es un drama (desde luego indica que muchos expats viven como los colonos europeos en otras épocas; totalmente desconectados del país en el que físicamente viven).

Salvador
Salvador
6 días han pasado desde que se escribió esto
Responde a  Roger

Aunque sé que hay diferencias de matiz entre «expatriado» e «inmigrante», tengo la sensación de que algunas de esas personas que se autodenominan «expats» lo hacen precisamente porque se consideran en una clase superior a los meros «inmigrantes».

(Y escribo esto viviendo en un país en el que intento «conectar.»)

Roger
Roger
5 días han pasado desde que se escribió esto
Responde a  Salvador

Pues un expat es algo así como un tecnócrata que puede permitirse vivir en un país menos caro porque trabaja a distancia. Y claro, como es un profesional de un país «superior» se le considera «mejor» que los otros inmigrantes, que llegan sin salario ni sueldo seguro.