Para seguir con este pequeño y a todas luces escaso homenaje a la larguísima trayectoria de Ibáñez o quiero recordar un cómic suyo que quizás ha quedado algo de lado en todos los mas que merecidos homenajes que se le han rendido estos días pero que a mi me hizo pasar muchísimos buenos ratos durante mi infancia, Chicha, Tato y Clodoveo. Un trío de desempleados que como su propio creador por aquellas fechas buscaban la forma de salir adelante como fuese y que siempre acababan metidos en unos líos de impresión. Y aunque no tuvieron una larga trayectoria editorial ni fueron uno de aquellos clásicos de Bruguera, aquellas primeras historias bien se merecen ser reivindicadas.
Chicha, Tato y Clodoveo nacieron gracias a unas circunstancias complicadas, cuando la editorial Bruguera se encontraba al borde de la ruina y varios de sus autores se unieron con la editorial Grijalbo para sacar adelante una nueva cabecera, la revista Guai!. Una revista que seguía el modelo de Bruguera de combinar historietas de autores patrios con material extranjero, y de esa forma uno podía encontrarse a personajes como Asterix, el Teniente Blueberry, Lucky Luke o Gaston el Gafe con historias a cargo de veteranos como Ibáñez, Escobar o Raf. Pero como Bruguera tenia los derechos de todos sus personajes, estos autores se vieron obligados a crear unos nuevos fuertemente inspirados en sus creaciones mas famosas, así es como nacieron los gemelos Terre y Moto de Escobar, el Detective Mirlowe y Violeta de Raf o los 7, Rebolling Street y Chicha, Tato y Clodoveo de Ibáñez, el principal reclamo de la nueva revista.
Estos últimos parecían en la superficie los personajes mas originales de la nueva revista, nacidos como muchas de las historias de Ibáñez de la actualidad del momento, que en aquellos años consistía entre otras cosas en una fuerte crisis económica y unos niveles de paro altísimos. Inspirados en aquella situación este trío de parados dedicaban sus días a sobrevivir como podían sin un duro en el bolsillo y dispuestos a aceptar cualquier empleo por poco capacitados que estuviesen para ello. Una premisa que recordaba mucho a otros clásicos de Bruguera como el Carpanta de Escobar. Pero pese a que esta historieta tenia esos elementos de critica social tan habituales de Ibáñez, no hacia falta escarbar demasiado para darse cuenta de que aquí la principal inspiración de Ibáñez había sido su Mortadelo y Filemón.
Yo creo que no había vuelto a releer estas historias desde que deje de comprar la revista Guai! Hace muchísimos años en una época en la que estúpidamente me creía demasiado mayor para seguir leyendo este tipo de cosas, y por eso solo recordaba algunos rasgos generales de estas y lo bien que me lo había pasado leyéndolas. Por eso al releer esas primeras historias estos días me he llevado la sorpresa de descubrir como en muchos aspectos Chicha, Tato y Clodoveo eran una versión reciclada de los personajes mas famosos de Ibáñez.
Así es como nos encontramos conque Clodoveo es como Mortadelo un maestro del disfraz capaz de transformarse en lo que sea y que Tato es una versión comprimida de la mala leche de Filemón, aunque ambos luciendo unas frondosas cabelleras, mientras que Chicha por su parte al no contar con un referente directo del que partir resultaba algo mas plana que sus compañeros. Y si a eso le añadimos que en este primer álbum el primer empleo que consiguen este trío de animales es trabajar (sin saberlo) para un par de terroristas que buscan un microfilm que señala la localización de las bases de misiles de la O.T.A.N. en Europa, resulta evidente que esto podría haber sido sin problemas cualquiera de las aventuras de los agentes de la T.I.A.
Pero pese a esa pequeña falta de originalidad de la premisa y el encontrarnos con numerosos gags reciclados de sus viejas historias (alguno que otro se repite incluso dentro de esta primera historia que hoy reseño), esta Vida Perruna sigue siendo tremendamente divertida. La mejor y mas sencilla forma de definir a Chicha, Tato y Clodoveo es que son puro Ibáñez, todo lo que le hizo grande lo encontramos aquí y en muchos aspectos elevado al cuadrado. El nivel de detalle de cada viñeta y el numero de gags que ocurrían de fondo parecía mayor que nunca, el dibujo mucho mas cuidado y perfilado (se supone que en estas primeras historias a Ibáñez solo le ayudaron con el entintado pero a saber) y el coloreado a la acuarela, tan alejado del coloreado plano habitual de Bruguera, le daban un acabado que a nivel estético ponía a estas historias por delante de muchos de los trabajos previos de Ibáñez.
Y el resto, como decía hace un rato, era puro Ibáñez. La incompetencia de los personajes les hacia caer en un enredo detrás de otro que inevitablemente siempre acababan en esa violencia tan extrema como caricaturesca que Ibáñez había convertido en todo un arte, y que como no podía ser de otra forma terminaban en una de esas persecuciones frenéticas y alocadas que eran marca de la casa desde hacia muchísimos años. Y a ese humor tan familiar que al menos a mi me sigue haciendo reír como entonces, debemos añadir que aunque estos personajes no eran especialmente originales si que tenían algo que les hacia especiales. Porque si, Chicha, Tato y Clodoveo eran un poco caraduras y siempre buscaban la forma de trabajar lo mínimo, pero había en ellos cierta ternura por su situación con la que resulta difícil no empatizar y que hoy en día, casi cuarenta años después de su creación, siguen siendo en muchos aspectos muy actuales.
Por todo ello he querido aprovechar la ocasión para reivindicar estas historias (al menos las que Ibáñez realizo casi íntegramente antes de regresar a Mortadelo y Filemón y dejar a este trío de parados en manos de sus ayudantes) que aunque no suelan estar consideradas entre lo mas clásico de Ibáñez, fueron fruto de una de sus mejores épocas a nivel, creativo y no solo siguen provocando la risa del lector, sino que demasiado a menudo nos encontramos con una pincelada de realidad tan actual como necesaria y a las que igual ya va tocando una nueva reedición que ha llovido mas de una década desde la ultima. Y ya sea con ellos, con Mortadelo y Filemón, Rompetechos, Pepe Gotera y Otilio, los vecinos del 13 Rue del Percebe y tantos otros, sigamos leyendo a Ibáñez que es el mejor homenaje que podemos hacerle.
Serie menor con su encanto y gracia. Ibáñez intentando hacer algo nuevo sin renunciar a ser él (y nunca es fácil reunir ambas cosas sin que los trenes choquen). Inmediatamente poco reivindicado (lo que ya es raro también en una obra de Ibáñez posterior al primer lustro de los setenta, que a partir de ahí lo raro es no encontrarse con éxitos manifiestos).
Siempre hay que reivindicar a nuestros clásicos. Qué poco se hace, coño! Y menos todavía con los humoristas (e Ibáñez todavía fue de los afortunados, que lo acompañó desde los setenta el éxito y el cariño del público). Y no será por falta de talentos: Vázquez, Peñarroya, Cifré, Roberto Segura, Nadal, Martz Schmidt, Raf, Jan, el clan Blasco (Alejandro, Adriano, Pili y Jesús … aunque sea más recordado por su obra naturalista), Chiqui de la Fuente, Bernet Toledano, Sanchís, Macian, Cruz Delgado (lo suyo era la animación, pero algo hizo en cómic …incluso llegó a publicar en Spirou: La esmeralda de Ramayana), Vicente Roso, Bielsa, Ripoll G., Alfons Figueras, Ángel Puigmiquel, José Cabrero Arnal, Arturo Moreno, Escobar,…
Todos ellos eran colosales.
Pero por nombrar a uno en particular ¡Cómo disfruté con Chiqui de la Fuente!
A día de hoy, cuando pienso en Robin Hood o en Ebenezer Scrooge me vienen a la cabeza sus versiones. Con esos mentones y narices afiladisimos, pero todos llenos de carisma.
Estoy mirando las ilustraciones de Chiqii de la Fuente, y esos mentones y narices me recuerdan vagamente a las ilustraciones de Paul Granger para los «Elige tu Propia Aventura».
Chiqui de la Fuente tenía la habilidad de hacer suyos a los personajes, como si todos perteneciesen al universo Chiqui.
Además sus versiones de clásicos no tenían el gran defecto de la mayorías de las versiones infantiles. Que es la perdida de mordiente, de matices.
Por ejemplo Robin Hood y sus hombres asaltan a un noble; Robin le reconoce y se dirige a él por el titulo, de repente se ponen a hablar ignorando a todos los demás y quedándose toda la banda con cara de estupor y entre interrogantes; al final se va, sin que Robin haya tenido que decir una sola palabra a sus hombres de dejarlo marchar.
Había incluso detalles expresionistas en algunos momentos.
Era un gran caricaturista. E ilustrador.
Sus adaptaciones de grandes clásicos literarios fueron pasados durante años y años con éxito por varias editoriales (incluso en las pequeñas y con mala distribución solían funcionar). La chavalada las disfrutaba. Pena que lo tengan algo olvidado. Ahora Dolmen reeditará el serial de los Almogávares (de la revista Trinca).
En la viñeta derecha de «En algunos aspectos no hemos cambiado demasiado», atención al quiebro que hace la cola para alejarse del cartel de «Se admite personal para darle al pico», y los gestos de estupor que hace la gente al ver el letrero.
Me da la sensación de estar viendo en las viñetas que habéis colgado a un Ibáñez más detallista de lo habitual, y algunos elementos que utiliza para rellenar espacios (como ese villano de cuyos globos de habla cuelgan un chupete y una hoja de afeitar) me recuerdan mucho a los que utiliza Jan; casi me espero ver un petiso o un cartel de «No fume, lea» en cualquier momento.
QUizá no se acercan al cartel de obras porque hay un suicida ahorcado colgando dentro de ese espacio…
No se si Ibánez está criticando que la gente no quiere currar duro en las obras, o que ese trabajo es una m y no lo quiere nadie con razón.
Chicha era una manera de exponer la «modernidad» por parte de Ibañez.
Punk, mujer, y aficionada a la musica a la manera de adicta al baile de San Vito.
Para alguien de otra época como Ibañez, esa debia ser su visión de lo moderno.
Pero tampoco tenía mucho recorrido en el cómic. Incluso le costaba encontrar oortunidades para hablar.
Chicha era Rossy de Palma. O al menos yo siempre la he visto así, vaya.
Se nota que aquí Ibáñez (y los otros egresados de Bruguera a Guai) quisieron darlo todo. Lástima que la cosa duró poco a este nivel y cayeron pronto en brugueradas.