Hoy me toca de nuevo salirme de mi zona de confort con otro manga, pero no de los que suelo hablar habitualmente por aquí sino de uno perteneciente al genero de terror, El Color que Cayó del Cielo (Isekai No Shikisai Lovecraft Kessakushu) de Gou Tanabe. Un manga que adapta el clásico relato de H. P. Lovecraft del mismo nombre y que nos atrapa llevándonos una vez mas a la ficticia ciudad de Arkham para ser testigos de un horror cósmico de esos de los que el ser humano debería mantenerse bien alejado.
En la ciudad de Arkham se encuentra una zona a la que sus habitantes denominan el páramo maldito, un lugar muerto en el que no crece nada y en el que cuesta creer que alguna vez hubo vida. Pero algunos de esos vecinos aun recuerdan como ese lugar se transformo en ese infierno en la tierra, como una vez hace muchos años cayo en una granja cercana un misterioso meteorito que comenzó siendo una simple curiosidad para los lugareños, a un objeto que dejo perplejos a los científicos de la cercana universidad y que no tardo demasiado en demostrar que era en realidad una pesadilla viviente cuyo paso por el pueblo nadie seria jamás capaz de olvidar…
Al comienzo he hecho un poco de trampas ya que aunque es cierto que el genero de terror no esta entre mis favoritos y técnicamente esta lectura se sale de esa mal llamada zona de confort, el terror llamado gótico es algo que siempre me ha llamado bastante la intención, cosas como el cine de la Hammer, los libros de Bram Stoker o o los de el propio Lovecraft y su circulo. Un interés que comparte el autor de esta adaptación, Gou Tanabe, un mangaka que descubrió la obra del polémico escritor de Providence (despreciable como persona pero dotado de una gran imaginación) en una época en la que buscando inspiración sobre historias de terror sin esperanza su editor le recomendó que leyese a Lovecraft, despertando en el una pasión que le ha llevado en la ultima década y pico a adaptar muchos de sus relatos y novelas, como El Extraño, El Morador de las Tinieblas, En Las Montañas de la Locura, En la Noche de los Tiempos, La llamada de Cthulhu, La Sombra sobre Innsmouth o este que hoy nos ocupa El Color que Cayó del Cielo.
Tanabe se mantiene aquí extremadamente fiel al relato de Lovecraft y traslada a lo visual este relato de terror que comienza como algo extraordinario que al principio simplemente altera un poco la rutina del pueblo. El Mangaka sabe mantener la tensión del relato, mostrándonos como poco a poco ese meteorito que ha caído del cielo se revela como algo mucho mas aterrador y de cuyo influjo pocos serán capaces de escapar. Algo que se manifiesta especialmente a través de la familia propietaria del terreno donde ha caído dicho meteorito, quienes ven como sus vidas se transforman poco a poco en un delirio terrorífico del que no serán capaces de huir.
El manga atrapa desde el primer momento transmitiendo al lector una sensación de horror y angustia constante y casi claustrofóbica, insinuando de forma sutil que algo aterrador se esta desarrollando allí aunque al principio sea apenas perceptible. En ese aspecto no tengo ninguna queja sobre el trabajo de Tanabe en esta adaptación, se desenvuelve muy bien dentro de este genero y sabe como narrar la historia tanto en esos momentos en los que incluso lo cotidiano resulte ominoso, como cuando nos queda claro que lo que esta sucediendo en esa granja no es de este mundo.
Aunque no todo es notable en este manga, ya que Tanabe falla a la hora de trasladar todas esas emociones a unos personajes que no son exactamente inexpresivos, pero si muy mecánicos. Dichos personajes aquí parecen tener solo dos expresiones (hay alguna excepción contada pero no muchas), serios y asombrados/asustados, pero en este caso lo digo de forma casi literal. Y es que si uno ojea varias paginas seguidas se encuentra conque esas dos expresiones son prácticamente iguales en todos los personajes, como si se dedicase a calcarse a si mismo dándoles los mismos dos gestos a todos los personajes dependiendo de la ocasión. Un rasgo un tanto limitado de su dibujo que no se si se debe simplemente a carencias en su estilo o si el intento de dotar a sus personajes de rasgos occidentales es lo que ha provocado que los protagonistas de este manga tengan tanta expresividad como los maniquíes de una tienda de ropa.
Pero pese a ese problema en lo visual, seguimos estando ante un manga muy disfrutable que consigue trasladar con mas aciertos que otra cosa el horror de Lovecraft. Y para quienes se hayan quedado con ganas de mas como es mi caso, estamos de enhorabuena, ya que en Planeta Comic han apostado fuerte por Gou Tanabe y sus adaptaciones de Lovecraft, y junto con esta de la que hemos hablado hoy, también se encuentran ya disponibles en nuestro país La llamada de Cthulhu, La sombra sobre Innsmouth y Las Montañas de la Locura (este ultimo en dos tomos) y no me cabe duda de que trataran de publicar el resto. Así que quienes sean aficionados a este tipo de terror clásico y sientan curiosidad por ver como se traslada este al manga deberían darle una oportunidad a la obra de este autor.
Este tipo siempre contaba el mismo relato:
Un día algo mu raro sale por ahi fuera. Me inquieto cada día más, me rallo mazo, tengo pesadillas, estoy de los nervios, se me pira la olla a camboya, bla bla… otro día veo a la cosa esa, y es tan fea que me vuelvo loco y no te digo lo que es que sino te vuelves loco tú. Ohhh, somos motas de polvo en el abismo infinito del cosmos.
Y con está plantilla a públicar relatos cambiando el título:
El color que vino del espacio.
El horror que surgio del mar.
La locura de las montañas.
La cosa horrorosa en el fondo de mi lavadora.
La última rebanada del pan de sandwich.
Yo le veo cierta evolución, sobre todo al leer sus relatos de forma cronológica. Tiene una primera etapa «gótica», donde tira mucho por «hay una bestia horrible en tal sitio» o «mi familia esconde un secreto inconfesable», luego se pasa (por no decir que inventa) al horror cósmico, tiene una especie de «spin-off onírico» con sus relatos de las Tierras del Sueño, y en sus últimos años yo veo más ciencia-ficción que terror en «En las Montañas de la Locura» o «La Sombra Fuera del Tiempo», donde los protagonistas, cuando se enteran de que la raza humana no es más que un subproducto de la experimentación alienígena, o que se extinguirá en los próximos milenios, en vez de horrorizarse se quedan más en plan «anda, tú, qué curioso». Ese «¡Ellos también eran hombres!» dedicado a los Antiguos al final de «En las Montañas de la Locura» o esos inmigrantes saliendo a la calle a hacer un cordón de luz para proteger la ciudad en «El Morador de las Tinieblas» es impensable en el Lovecraft de unos pocos años antes.
La gente se ha quedado mucho con la idea del Lovecraft racista delirante. Y mucho de eso había. Pero en él hubo también una evolución como persona. En sus últimos años incluso renegó de sus perjuicios (hasta votó por Roosevelt, que era más bien progresista).
De hecho en Sueños en Casa de la Bruja también da una imagen simpática de los emigrantes polacos encendiendo velas para agradecer el fin del horror.
Sobre su evolución como persona, yo tengo la teoría de que el tiempo que pasó conviviendo con Sonia Greene le hizo salir de su zona de confort por mucho que le horrorizaran los barrios de Nueva York. En una de sus últimas cartas, Lovecraft mismo decía que repasaba correspondencia suya de años anteriores y se horrorizaba ante lo que veía escrito, reconociendo al yo de esos años como «un perfecto imbécil» que «asociaba a causas naturalistas lo que en realidad se debía a factores sociales y económicos», así que quiero pensar que el Lovecraft tardío acabó siendo mejor persona de lo que suele creerse.
Aunque luego lees «Medusa’s Coils» y se te pasa la buena voluntad, claro.
Lo he leido durante la comida (no lo conocía) y aunque no está mal del todo como relato, es racista que te cagas.
Lo que peor me sabe es que considere la época de la esclavitud como una cúspide de la civilización. Con los esclavos negros tocando el banjo en el porche y tal. En plan «gone with the wind».
Si no lo conoces, busca «In The Walls of Eryx», que escribió con Kenneth J. Sterling, y es una historia de ciencia ficción muy curiosa sobre la explotación de los recursos de Venus que hasta podría considerarse anticolonialista (hay hasta unas corporaciones mineras cabronas a lo Weyland-Yutani).
Era un hombre que creció muy encerrado (su madre lo tuvo prácticamente encerrado en casa hasta los 18). Pero una vez fue saliendo, demostró ser capaz de cambiar. Llama la atención que alguien ultra-conservador y xenófobo se case con una emigrante rusa (y encima divorciada).
Pues esa faceta tardía suya no la conocía pero me alegra ver que fue capaz de darse cuenta de lo horrible que había sido. Igual un dia scott card sigue sus pasos.
Cuando hay religión de por medio la rectificación es más jodida.
Y se casó con quien se casó. En todo caso, la América en la que vivió era en general MUY racista (y para su época no era todavía tan racista).
Y no le estoy defendiendo, estoy contextualizando (eso que nunca se suele hacer en estos casos …ni a favor ni en contra).
Lo triste es que esa fase final es la menos promocionada, porque es la que es menos chunga.
Es una lástima que al final no hagan peli de las MOntañas de la Locura.
Yo leí lo que se suponía que era el guión para ella, que estaba colgado en internet, y acabé alegrándome de que el proyecto no se hubiera llevado a cabo, porque parecía una mala copia de «La Cosa» con ideas absurdas como que los shoggoths eran vulnerables a la sal, como si fueran babosas.
Yo debería releerme sus relatos y hacerlo de forma cronológica, que lo de leerle en diferentes recopilaciones en las que sus escritos están mezclados con los de su circulo hace que cueste apreciar esa evolución.
No olvidemos el mejor el de todos: la sombra sobre mi tostadora.
Esa sombra es Diogenes cuando le toque reseñar el número de ROM en su serie sobre Miller.
¡»El Caballero que vino del Espacio!»
Pero ROM es luz, optimismo y buen hacer comiquero. El horror será el reseñador.
UNA TOSTADORA CANSINA! EL ESTELITA PLATEADA DE HACENDADO!
El horror que llegó de Latveria.?
El explotador que comia jamones.
Será «que le gustaría comer jamones». Porque no me llega ni uno! Y mira que llevo años pidiéndolos!
El Caballero que cayó del Espacio.?
Por mis cuentas, el 23 de mayo. Y que Crom cuente los muertos.
Bravo !!!!
¡O «El Horror de DeFalco» y «La Llamada de Shooter»!
El De(s)Falco de otros tiempos.?
Puta tostadora!
Una noche un grupo de acólitos del Triángulo de Mantlo tocarán a tu puerta, Diógenes, y…hasta ahí puedo leer.
Dicho lo cual, dos apuntes:
Y Esteban Maroto. Y Enrique Breccia (como ilustrador).
Con alianza leí yo En las Montañas de la Locura.
Los miedos de la clase rancia acomodada que veía como iba perdiendo privilegios a medida que la gente «de fuera» iba ganando derechos.
Resorte psicológico ser reacio a lo desconocido, a lo de fuera. A mi me pasaba cuando llamaba al timbre el del Circulo de Lectores, que además tienen nombre de secta lovecrafiana.
Imagínate lo que habrían sido esos en la era digital, llamándote al movil a las 7 de la mañana para desearte buenos días y preguntarte si estabas interesado en comprar el último finalista del Planeta!
Fíjate que Lovecraft muestra ese miedo a lo nuevo, pero a la vez puede mostrar esas familias rancias como podridas hasta la médula.
Una estupenda adaptación al cómic de Lovecraft, como todas las de Tanabe (que ya lleva unas cuantas). Aquí en Planeta (aunque los primeros que nos trajeron al autor y sus adaptaciones Lovecraftianas fueron los de Ivrea con la antología El sabueso y otras historias).
Curioso que la traducción del título sea «el color que cayó del cielo» y no «del espacio», como en la versión original. No se si es un error o un intento de cambio. Desde luego es más inquietante «espacio», un color caído del cielo da la idea de una imagen hermosa, onírica.
Voy a buscar más adaptaciones de ese autor.
Esa historia siempre me da un mal rollo que te cagas. En parte creo porque, horrores barroco a banda, habla de un riesgo muy real: el de que la contaminación pudra el medio ambiente de forma tan terrible que ya no podamos vivir en él. Que la inconsciencia humana sea tal que expanda el mal sin darse cuenta (en el relato construyen un pantano ENCIMA de la finca maldita, con lo cual el agua… mejor no pensarlo). Ese es un miedo muy real. Hace poco se dijo que el agua que bebe todo el norte de Córdoba está tan contaminada que no puede beberse.
A mí también me llamó la atención ese «cielo» en vez de «espacio», que lo veo menos inquietante; vamos, que algo que «vino del espacio» te hace pensar en invasiones alienígenas y los inmensos vacíos siderales, mientras que algo que «cayó del cielo» podría ser el título de un cuento infantil, con un pobre color que intenta volver al lugar de donde vino.
La adaptación de «En las Montañas de la Locura» también tiene el título cambiado, porque le quitaron el «En» inicial y lo dejaron como «Las Montañas de la Locura»; no sé si fue por despiste, porque les gustaba más así, o porque no había suficiente espacio para el título completo.
Las Montañas de la Locura no choca tanto como lo del cielo o el espacio, pero a mí me suena a montaña rusa.
Se burlan de los nombres de los relatos de Lovecraft, pero luego se pasan la vida imitándolos, algunos…
Un manga para M’Rabo: Un gay en la treintena (sobre el no demasiado tratado tema de la disfunción eréctil psicogénica).