Decíamos ayer que la introducción de los dos estándares de video en el mercado no solo tuvo un campo de batalla en la venta de cintas vírgenes y en la de películas, si no que tuvo su enfrentamiento más encarnizado en las tiendas de alquiler de películas, que se veían obligadas a marcar un territorio para el Betamax y otro para el VHS. Sin embargo, el videoclub acabaría siendo mucho más que un simple escenario para este enfrentamiento…
Porque el videoclub no solo alquilaba películas, si no también videojuegos, música y hasta vendía chucherías. Se convertía en un centro neurálgico de los barrios donde se socializaba, se discutía sobre cine y películas y, si se entraba en ciertas zonas, hasta uno aprendía educación sexual de aquella manera. La aparición de la nueva forma de consumir cine no iba a estar exenta de polémica, porque desde un primer momento Hollywood tuvo una actitud hostil ante el nuevo formato para, una vez perdidos los juicios correspondientes, correr a abrazarlo de lleno, creando sus propias redes de distribución de sus películas e intentando hincarle el diente al mercado de alquiler creando copias específicas para el mismo. Las películas, que antes de la irrupción del nuevo aparato habían disfrutado de una explotación en cartel durante meses y restrenos periódicos durante años, de repente se encontraban ventanas entre el estreno en cines y su edición en video cada vez más corta; para entendernos, si a principios de los 80 veíamos como En Busca del Arca Perdida tardaba tres años en salir en VHS, para finales de la década pocas eran las películas que tardaban más de seis meses en salir en video, y con el tiempo esa distancia se reduciría aun más.
Indiana Jones empezó la era del videoclyb… Y bueno, en cierto modo la terminó con La Calavera de Cristal.
Y es que ya a mediados de los 80 empezaríamos a encontrarnos con cintas como Terminator o Gremlins que disfrutarían de mayor éxito en videoclubes que en el propio cine, con lo que su periodo de explotación en cine fue bastante corto y se convirtieron en verdaderas estrellas de los videoclubes. Productoras como Carolco, Orion o clásicos de la explotación como Cannon se volcarían principalmente en el videoclub, con productoras completamente independientes como Troma haciendo del estreno en cine algo testimonial y convirtiendo el video en el centro de su negocio; y es que el nuevo formato permitía que algunos géneros minoritarios como el terror y el gore experimentaran una subida de popularidad tremenda en un formato que le permitía explayarse a gusto con producciones baratas que habría sido muchísimo más complicado estrenarlas en cines.
Hubo auténticas piruetas comerciales en la distribución de algunas películas, por decirlo suavemente.
Paralelamente a todo esto surgieron formatos como el ya mencionado Laserdisc o el VideoCD, pero ninguno de ellos consiguió el arraigo suficiente como para sustituir al VHS; se solía decir por la época que solo un formato de mayor calidad que permitiera la grabación de programas podría matar a las viejas cintas de video, pero lo cierto es que el sistema que acabó sustituyéndolo sería el DVD, aparecido a mediados de los 90 y que ni por asomo tenía la facilidad para grabar y regrabar del VHS. La implantación del nuevo formato, impulsada sobre todo por Sony a través del caballo de troya que supuso su PlayStation 2, acabó llevándose a cabo con la entrada del nuevo siglo, pero no duró tanto como el VHS porque el Blu-ray, tambien de Sony, acabaría haciendo acto de presencia hacia 2006, llegando a implantarse definitivamente en 2010. Para entonces el VHS prácticamente había desaparecido, pero el Blu-ray tampoco tendría el éxito de sus antecesores porque los videoclubes habían empezado a desaparecer; con la introducción de conexiones a internet cada vez más rápidas, el consumidor había conseguido un sistema mucho más rápido para conseguir películas en su casa de forma rápida y gratuita, con lo que pasarse por el videoclub ya no se veía como algo rápido y barato si no como algo caro y engorroso.
No, no eran muy distintos los anuncios del VHS de los del DVD.
Si sumamos a todo esto la aparición de los primeros servicios de video bajo demanda como Itunes o de streaming como Netflix, las ediciones de películas en formato físico comenzaron a ser cada vez más raras en paises de habla no inglesa, con lo que de la noche a la mañana las secciones de cine de los grandes almacenes empezaron a disminuir de tamaño cada vez más rápido y dejaron de tener interés hasta como objeto de regalo. El cine ya era algo que veías por internet o por televisión, ya no se vendía ni el DVD de la última de Disney. Y en realidad, tampoco se puede decir que estemos mejor que antes. Porque aunque en un principio solo teníamos una sola plataforma de streaming que más o menos disponía de todo, Netflix, a día de hoy tenemos multitud de ellas que monopolizan su contenido y lo retiran a placer, con lo que así nos encontramos como HBO max retira parte de su contenido solo para pagar menos royalties, haciéndolo inaccesible para el consumidor.
De la misma forma, y porque el contenido que ponen en su plataforma sigue teniendo que pagar derechos de autor, se niegan a colocar series o películas que conlleven pagar derechos de discográficas de la competencia, y así es como tenemos series como Aquellos Maravillosos Años mutiladas con canciones distintas a las originales o, en el peor de los casos, series de éxito de los 80 como Luz de Luna completamente desaparecidas porque también tenían un montón de canciones. Y eso por no hablar del espinoso tema de los derechos de doblaje, que provocó que HBO no pusiera la serie de animación de Batman -doblada por Mediaset- o Disney ponga en su plataforma series que sí están en EEUU como MASH.
Si es que ya dan hasta pereza…
La desaparición del formato físico y la tiranía de los servicios de streaming nos ha convertido en auténticos diógenes digitales (heh), y lo que en los tiempos de ruido y furia de la piratería provocaba que miraras con extrañeza a esos amigos que tenían miles y miles de cds de películas pirateadas en un armario, ahora es hasta algo justificado, porque son precisamente aquellos locos de la piratería los que hacen que se pueda disponer en las vías alternativas de internet de copias de series y productos que de otra forma nos resultarían completamente inaccesibles. Pero qué le vamos a hacer, si nos han dejado hasta sin los videoclubes…
Pues sí, el videoclub era un lugar de encuentro social, y tanto. Recuerdo cómo corríamos para hacernos con tal o cual video cuando la peli salía o le pedíamos al dueño que nos la reservara cuando quedara libre. Y la mala leche que gastaba cuando devolvíamos una peli sin rebobinar. Y el lugar apartado o semi escondido de la tienda donde estaban las pelis X (incluidas las del destape español). Y el dueño recomendándonos tal peli (que yo pensaba, cuando tiene este tipo tiempo para vérselas todas?).
Los tiempos avanzan que es una barbaridad, que dirían en La Colmena. Me hice una colección de DVDs enorme, pensando que este sí era el formato definitivo, y ahora no sé qué hacer con ella. Igual en el caso de los CDs de música. Los tengo en una estantería enorme y, claro, cuando quiero escuchar algo, me enchufo el youtube y listo. Ni lector de DVD tengo ya. El único consuelo es que mi nieto/a los venderá a precio de oro en 2050 como material vintage. Je, como los Marvel Limited Edition.
Un antro de vicio.?
El único valor que tienen los DVDs ahora mismo son los extras «incunables», ésos que no se han editado en bluray ni se han puesto en las plataformas de streaming. Es triste, pero al final ha resultado que el que se compraba cartuchos de la NES tiene algo más «revendible» que todas las colecciones de películas del mundo.
Pero que narices, lo que comprábamos era para disfrutarlo, no para especular!
Se pueden colgar de los frutales para asustar a los pajaros.
Con carátula y todo, que hace más efecto.
No, para eso en realidad ya tengo las tarrinas de 100 CDs regrabables que compré antes de que existieran las llaves USB o pens.
Pues si, es una putada tener series en DVD cuando ahora ni los portátiles tienen ranura para meterlos…
Derechos del doblaje. Ahora entiendo por qué Disney + no tiene dobladas al castellano las series de X-Men o Spider-man de los ’90.
Que ya sea en inglés o latino pero por lo menos las tiene, que ya es algo más que decir de lo que han hecho con MASH, que está en la versión americana pero no en la española.
Es que uno, MASH no la pide nadie, y dos, aunque pidiera, gritarían mucho por twitter diciendo que no está doblada.
Por eso que los de HBO, si no hay un doblaje gratis disponible, pasan directamente de poner cosas. Ves lo que hay disponible en Brasil (ya no digo ni USA) y es de llorar.
Hombre, eso de que MASH no la pide nadie… Fue lo primero que miré a ver si tenían en cuanto salió Disney+, porque sabía que en EEUU si la tenían. Y me dió una rabia tremenda, porque no les costaba absolutamente nada dejarla en inglés.
Que todo sería mucho mejor si lo pusieran todo con su doblaje y sus subtítulos, pero si la alternativa es la nada, digo yo que todos preferimos el algo.
Y sí, es una política que tienen todas las demás, cosa que me saca de quicio sobre todo cuando asumen que lo que si me pueden hacer es meterme un transfer de VHS doblado en mono y con eso ya me dejan por satisfecho. Sí, es un «algo» mucho peor que la «nada», pero me parece lamentable que consideren que ese algo es válido y el dejármelo en inglés en fullHD no le interesaría a nadie. Lo triste de todo esto es que los servicios de streaming no se dan cuenta de que son las series «de armario» como Friends las que en muchas ocasiones mantienen vivas las suscripciones, y por eso la gente cuando salga Skyshowtime va a mirar a ver si está Cheers o Fraiser.
Que no lo olvidemos, Seinfeld aquí en su día se comió un mojón y de repente empezó a petarlo entre la chavalería porque la pusieron en el Prime. Así que las series de «armario» valen hasta cuando no se está apelando a la nostalgia!
Cuando digo «nadie», claro que quiero decir que es poca gente (en ese caso, probablemente seas tú y como mucho un par de locos más XD).
Si vamos a contar a todos que piden algo, seguro que hay alguien que pedirá Song of The South. XD
A mí me encantaría que estuvieran disponibles en D+ todos los dibujos clásicos (es decir, los que salieron en la colección Walt Disney Treasures), pero sólo hay una selección pequeña (y por supuesto, ni uno de los dibujos mudos, y en blanco y negro sólo está Steamboat Willie). Así que tendré que conseguir algo de tiempo y ripear todos mis DVDs para poder verlos en condiciones…
Puede que la juventú no corriera a pedirla, pero te puedo asegurar que en según que círculos más cinéfilos y veteranos es una serie bastante demandada, igual que Doctor en Alaska que afortunadamente ha acabado en Filmin.
En fin, que clama al cielo que los consumidores tengamos que estar mendigando a las corporaciones que nos dejen consumir sus productos, pero ése es el mundo en el que vivimos.
Derechos de doblaje y aún más de las canciones (muchas series nunca se pensaron para ser recopiladas, así que puede que tuviesen los de los scores, pero no los de las canciones, salvo para emisión o por tiempo limitado …algunas series ya tuvieron que cambiar parte de las canciones para su sindicación…vamos, que no hubo mucha previsión …el cambiarlas para su recopilación en DVD ya fue el pan nuestro de cada día, alguna tuvo que cambiar incluso la de la sintonía).
Yo soy hijo de gente que lleva parche en el ojo y pata de palo. En su momento prefirieron que el acceso a la cultura de sus hijos (y vecinos) no se viera limitada por una capacidad económica lamentable en un mercado que además de pequeño es algo remoto (una combinación que lo hacía/hace prácticamente inhóspito para muchos negocios).
Es la razón por la que cuando se habla del papel, por ejemplo, no me gusta comentar porque mi opinión es que si por el papel fuera yo sería mucho peor persona ya que debido a las limitaciones en su distribución habría accedido a muchísimo menos información y conocimiento del que he accedido en mi vida además de que me habría costado mucho más que en términos monetarios acceder a ese conocimiento. Me da igual el papel. No me gusta el papel. No creo que lo físico sea la mejor forma de salvar cosas; porque mi formato preferido para leer cómics de los ’80 u anteriores son scans de ediciones de la época. Así conocí a los cómics.
Si las experiencias de las generaciones que conocieron el mundo pre-internet son de creerse (xD); hoy en día, con la red de redes en marcha hay muchísima más gente teniendo la oportunidad de verse una versión fidedigna de una enormidad de cosas que jamás podrían haber visto antes que cuando se dependía de lo físico para poder hacerlo.
Dicho esto; es una lástima que los nuevos servicios de distribución acaben empujando a la gente a mi experiencia de vida porque prefieren meterse en camisas de once varas a remunerar como es debido. Al servicio de un margen de ganancias nadie parece salir ganando.
Uy, tema espinoso donde los haya… Y me voy a mojar.
Estoy completamente de acuerdo contigo. Ser pobre -ya sea viviendo en un país pobre, estar bien jodido en mitad de una crisis económica o ser pobre en un país obscenamente rico- no debería negarte una educación jamás. E internet ha democratizado eso, aunque el mero hecho de tener una conexión a internet ya sea un gasto en si mismo. Sin embargo, también ha tenido la contrapartida de cargarse el papel por completo. Ha sido un proceso relativamente corto, pero en cuanto la gente ha tenido internet en el bolsillo, toda la inversión en publicidad se ha ido del papel a internet. Y ésto no ha sido provocado exclusivamente por la piratería -que no dudo que no haya tenido su parte- pero sobre todo lo ha tenido el que la gente pasara su atención del papel a la pantalla.
Porque el papel ocupa muchísimo espacio, y en gente obligada a vivir de alquiler en pisos diminutos provoca mudanzas de pesadilla. Lo ideal para un bibliófilo de pro es vivir en una casa grande con espacio de sobra y no mudarse jamás, pero éso está al alcance de muy muy pocos. Ahora mismo tenemos a gente muchísimo más «culta» por todos lados, y la mayor parte de la gente está al día de la actualidad cultural. Y éso no se ha conseguido gracias al papel, se ha conseguido gracias a los libros electrónicos, las tablets, ordenadores y demás. Somos más cultos pero también más idiotas, porque las redes sociales blablabla, pero a la hora de la verdad todo esto ha redundado en una realidad mucho más terrible: hay menos autores profesionales.
Y cuando digo profesionales me refiero a gente que se gane la vida exclusivamente siendo autor. Hay cuatro autores, algunos se ganan la vida mejor que bien, otros van «tirando», pero la mayoría crean con sacrificio de su vida personal y hasta laboral. Y cuando digo «autores», no solo me estoy refiriendo a autores de cómic, directores de cine, guionistas, artistas performativos y demás, no, me estoy refiriendo también a periodistas, a todos los que trabajaban en el papel. El papel hacia que mucha gente se ganara la vida y se la ganara muy bien, pero ahora mismo la cosa ha llegado a tal punto que el periodismo crítico está en el soporte vital mientras que el llamado pesebrismo, el paniaguado al que le dan una camiseta y una copia de prensa de un libro, un videojuego o en el mejor (peor) de los casos le pagan, acaba siendo el líder de opinión de un producto.
Vamos, que te entiendo perfectamente. Pero ese acceso a la cultura también debería traducirse en que la gente que crea pueda cobrar de crear y no de poner ladrillos.
«Somos más cultos pero también más idiotas».
¿De verdad somos más cultos? Conocemos más cosas, pero eso no nos hace tener más cultura.
El otro día flipé porque mi hijo hizo un trabajo sobre la Piedra Rosetta, adjuntando enlaces a vídeos, con una especie de visita virtual al Museo Británico… una currada imposible de hacer hace 30 años (la edad que le llevo). Pero después le pregunté y no tenía casi ni idea de nada, se había limitado a copiar /pegar información de internet.
En mi época (soy un rancio) vale que las vías de acceso a la información eran solo 3-4 enciclopedias en la biblioteca y alguna otra que podías encontrar en tu casa o en casa de un familiar (es decir, que todos poníamos lo mismo), pero el simple hecho de tener que copiarlo a mano te hacía que te quedaras con parte de lo que escribías en tu cabeza. Mi hijo no sabía ni en qué ciudad está el Museo Británico (todo esto mientras veía tiktoks de Piqué peleándose con unos streamers). Y no es el peor ni de lejos de su clase, su media de notas está en el 7-8.
¿Estás diciendo que crees que deberías obligar a tu hijo a hacer los deberes a mano?
Y yo personalmente creo que sí somos más cultos. Porque he vivido esa escasez de lo físico, de que tal o cual libro no esté disponible, mientras que ahora mismo te lo puedes pedir por internet tanto en papel como digital y ahi aparece. Por supuesto el que haya «oferta» no quiere decir que la gente se aproveche de ella, pero al final en los viejos tiempos el que no quería leer no leía. Que lo de «me leí la Celestina porque me obligaron en el colegio pero no me pienso volver a leer un libro en la vida» es viejísimo.
Excepto si el libro es Tom Jones de Henry Fielding en español, ahí ya la cosa renquea, sobre todo si te vas a buscar la edición de Cátedra.
¿Obligan a leer eso en el instituto? ¿Dónde? ¿Cómo?
De esas lecturas obligatorias, la única con la que diría que «sufrí» (que no me gustaron obviamente hubo unas cuantas, pero eso va a pasar siempre …si más que con los superhéroes no nos va a pasar con nada ??) fue Tiempo de silencio. (Afortunadamente con Proust no hubo que leer más que el fragmento de la magdalena ? … Cuánto jeta habrá por ahí fingiendo haber leído el libro? …Coño, El Quijote es muuuucho más «asequible» y es sin duda el libro en castellano que más gente simula «conocer»)
Tiempo de Silencio es una obra maestra
Pero no es lectura ligera precisamente (y es más para alguien ya mayorcito que para un chaval de instituto … así muy pocos nos lo acabamos en clase…y la mayoría a disgusto …coño, muchos se rindieron y se apagaron leyendose unos resúmenes de los capítulos). Más me costó (y es un libro que me gusta bastante más …pero leermelo por primera vez con diez y once años no fue buena idea) acabarme en su momento El lobo estepario (y ese lo ataqué por iniciativa propia), me costó pasar de las primeras cincuenta páginas.
Eres un cachondo XD
Mi experiencia dando clases viene a confirmar que las nuevas tecnologías han contribuido a generalizar este fenómeno; pero, ya en mi época como estudiante de primaria y secundaria, con un acceso a internet más limitado y con menos dispositivos y menos herramientas (o con menos conocimiento de las mismas), había compas que se curraban trabajos de clase tremendos, muy bien presentados y documentados, muy bonicos… pero sin asimilar ni comprender los conocimientos esperados. Pero ni de lejos. Por lo que a mí, personalmente, me gustaría ahondar más en las otras causas que facilitan esta situación.
¿No están usando ya el ChatGPT del demonio, que no deja de ser una herramienta de plagio muchísimo más sofisticada?
Por algo no lo menciono cuando se habla del papel; no quiero acabar metiendo a gente en aprietos (especialmente a mi mismo). Aquí con el tema de los VHS a lo mejor no se caldea para nada la cosa (y a lo mejor en los post sobre el papel tampoco, pero mejor prevenir).
Yo también estoy de acuerdo contigo; si bien ha cubierto (ni salvado ni resuelto tampoco) de alguna manera las injusticias de un sistema, ha acabado creando otras injusticias que necesitan ser abordadas cuanto antes especialmente viendo el panorama tan terrorífico que presentan los avances en AI (no porque la inteligencia artificial sea mala, sino por el prospecto de ser usada en servicio de un margen de ganancia, simplemente haciendo a los ricos más ricos y a los pobres más pobres).
Que la gente pueda vivir de su trabajo es un problema que Internet en casos ha profundizado y haciéndolo a llamado la atención a ello. El optimista en uno espera que esa concientización llevé a cambios positivos, pero este tipo de desigualdades suele perpetuarse con demasiada facilidad casi que independientemente de los avances tecnológicos y usualmente reclama esfuerzos de los que menos fuerzas les quedan para dar al final del día.
Tristemente es una injusticia que perjudica a unos pocos y beneficia a demasiados, por no hablar de que los jefazos de las multinacionales «de contenido» se forran más todavía con el modelo de suscripciones.
Vamos, que salvo que haya un cambio tecnológico tremendo de última hora, no tiene pinta de que vaya a arreglarse.
Bueno, y eso de los «autores»… la propia industria ha acabado por cargárselos. Vas a cualquier gran superficie en busca de literatura y solo encuentras libros de los 9-10 famosillos / presentadores de TV que, en su inmensa mayoría, no han escrito ni ellos. Y el que se ha atrevido a escribir, mejor no leerlo que te da dolor de cabeza. Luego, las 3-4 fórmulas de siempre: que si un misterio a resolver en una época histórica determinada, que si la guerra civil, que si erotismo barato (que nunca podrá competir con el que te ofrecen las imágenes), que si biografías de famosos, etc etc.
Ya sé que igual alguien no lo considera fiable como fuente, pero ves el palmarés histórico del Premio Planeta con Gironella, Marsé, Vázquez Montalbán, Terenci Moix, Torrente Ballester, Vargas Llosa, Cela… (aunque también aparece Sánchez Dragó, imagino que ese año tomaron una copa de más antes de dar el premio), y el de fechas recientes con segundos premios para Boris Izaguirre, Mara Torres, Pilar Eyre, Ayanta Barilli (la hija del antes citado), Sandra Barneda… y ya lo entiendes todo.
El Planeta nació como una operación publicitaria y exactamente eso sigue siendo, yo no le daría mayor importancia. En cambio, si me parece tremendamente alarmante que El Jueves pase a mensual y que sus autores -tanto los presentes como pasados y futuros- tengan que ganarse la vida con cualquier cosa menos con los tebeos. Éso es lo triste, cuando te encuentras que el mismísimo Carlos Giménez tiene que buscarse las alubias por donde puede pese a ser uno de los mejores autores de la historia del medio a nivel mundial.
Que ojo, no estamos hablando de un mal a nivel local, estamos hablando de un mal que se da a nivel internacional, en todos los mercados. Hasta los yanquis se las tienen que apañar porque lo que se gana por página no es ni mucho menos lo que se ganaba en tiempos.
Y en un momento que tienen todavía tremendos autores, como Don Julio.
El Jueves se ha ganado a pulso su decadencia. Y te lo dice uno que lo compró cada semana durante tres años.
Como si es justicia divina porque estaban sacrificando cachorritos después de torturarlos una semana entera, era la única revista de cómic semanal que nos quedaba. Y éso es una tragedia.
Yo creo que todo esto es un motivo más, entre muchos otros, para replantearse todo el sistema de intercambio económico y el papel del estado en la economía. Pero, claro, yo soy un malvado rojo comeniños, y ahondar en la cuestión tal vez suponga llevar el debate a un terreno espinoso para algunos xD
Uno se da cuenta de hasta que punto está mal el mundo cuando intentas replantear acuerdos sociales tan fundamentales como la repartición de la riqueza y enseguida asoman un montón de desharrapados gritándote que quieren seguir siendo pobres. Y así nos va.
Sería interesante también tratar el tema de los videos comunitarios. Eso sí que era golpear a la industria del video de una manera brutal.
«[…] así es como tenemos series como Aquellos Maravillosos Años mutiladas con canciones distintas a las originales o, en el peor de los casos, series de éxito de los 80 como Luz de Luna completamente desaparecidas porque también tenían un montón de canciones.»
Como a nadie le alarme esto, estamos en problemas muy serios. En Netflix ha pasado lo mismo con otras series y no, no es igual, es muy distinto. O lo mismo es realizar modificaciones a obras establecidas y clásicas con el fin de «encajar» en los estándares de personas a las que realmente no le importan esos cambios; como lo que anunciaron esta semana con la obra de Roald Dahl (que no era ningún santo, pero rearmar la historia me parece triste y grave).
Al final del día, la piratería (que también tiene lo suyo) termina siendo el método de preservación no solo del material original, sino también de material clásico o muy antiguo totalmente inconseguible por medios fehacientes. Hay décadas enteras que se han perdido por falta de interés y mantenimiento.
La desaparición de obras «por no pagar» es alarmante, lo de reescribir el pasado por no querer pagar por nuevas obras que se adapten a la actualidad es una jodida tragedia.
Porque estamos hablando de que lo que de verdad hay detrás de todo esto es que a largo plazo no se harán nuevos contenidos, se seguirán explotando los mismos y renovando los copyrights hasta el infinito. Hablamos de que la chavalería no quiere ver películas anteriores a su nacimiento, pero la realidad es que si consumieran películas en blanco y negro con la misma atención que consumen las actuales, se produciría muchísimo menos cine.
Y éso es terrible.
Un caso similar al de Aquellos maravillosos años fue el de Doctor en Alaska (Northern Exposure), con un score muy relevante y muchas canciones idem, algunas importantes incluso para la trama, y cuya edición en DVD ya tuvo problemas (creo que solo la UK conservaba todas las canciones …y de ella puso tirar Filmin para el streaming, que por eso tardó tanto).
Yo curré un tiempo en un blockbuster, era el peor sitio, el «burger king» de los videoclubs.
Cuanta gente a la que recomendabas una película y te decían:
Cliente:-No, no, quiero una de las nuevas.
Yo: Pero has visto esta?
-No.
-Es que ninguna de las «nuevas» le llega ni a la suela de los zapatos.
-Ya, pero nos gustan las pelis nuevas.
-Pues tome su mierda, gracias.
Empecé a entender a Randall en clerks.
El DVD supuso un alivio para mí porque a esas alturas ya compraba vhs pen V.O, lo de tener las pistas de audio originales y poder ver las películas en inglés era una gozada.
Ya no hablemos de los colores y la definición. Que aún hoy en día pongo alguna de vhs y pienso como podía estar disfrutando ver algo en esa calidad.
Por cierto, hasta día de hoy puedo ver cualquier película o serie el día de salida en su plataforma sin haber pagado un euro nunca por ello ni tener cuenta de amiga.
Mis VHS duermen el sueño del plástico no reciclado en el fondo de algún armario, y bien que me alegro de no haber tenido más, porque no quiero saber ni que habría tenido que hacer con ellos. Y no nos engañemos, mis DVDs andan parecidos.
Y lo de que puedes ver cualquier cosa el dia de salida en su plataforma sin pagar un euro me lo tienes que explicar, aunque me huele que para entenderlo hay que ponerse un parche en el ojo y no precisamente de director de SHIELD…
Aún debo de conservar dos mil DVD’s (o más) y ya solo uso unos poquitos (a veces ni uno durante dos o tres meses) desde hace dos o tres años. Los VHS’s los fui regalado todos (los últimos ya hará como hace veinte años tranquilamente …salvo media docena de importación que me habían regalado y de los que me deshice hace cerca de una década, cuando ya eran irreproducibles).
Los DVD ocupan poco y bueno, no molestan, sobre todo los de caja finita de los últimos tiempos (que en realidad eran un insulto a la inteligencia, para que negarlo) pero los VHS eran auténticos muertos que te hacían soñar con que la guerra la hubiera ganado el beta. La mayor parte de lo que tengo son grabaciones de la tele, así que tampoco me da mucho apuro porque sé que en el fondo solo tienen un destino, el contenedor amarillo. Y ya.
Salvo que tengas tierras de cultivo (ahí acabó la «tripa» de cinta de alguna grabación casera?).
Yo aún conservo los vhs comprados así como el reproductor, las cosas grabadas en pésima calidad si que las tiré.
Mis DVD los sigo viendo, especialmente si quiero ver alguna cosa en castellano, que encontrar según que películas en inet (como Near dark o Blue steel de la Bigalow) puede ser una odisea.
Sí, ver las cosas sin pagar es cosas de cien cañones por banda, viento en popa… eso sí, en inglés subtitulado.
No sé si me queda algún «incunable» entre mis VHS y espero que no, porque a estas alturas no sé si funciona ya el VHS. Ni siquiera sé si lo tengo, seguramente esté en alguna caja a la que ojalá no le haya entrado polvo.
Eso si no le ha entrado moho o alguna de esas cosas terroríficas que les pasan a los videos…
Ugh. Con la pereza que me dan estas cosas y la paranoia que me ha entrado, cagontó!
Lo que suele estropearse tanto de los VHS como de los reproductores de Casette son los cabezales, no solo por suciedad sino poque la goma se pudre y hay que cambiarla.
Nada que uno Diógenes no pueda hacer! Salva ese aparato!
Muchísimas gracias por este par de posts, sobre todo considerando que es un tema que me interesa especialmente. Me han recordado mucho al documental ‘Rewind This!’ (‘¡Rebobine!’ creo que es el título en España; en todo caso, está doblado y subtitulado), que también me resultó muy útil sobre este tema.
Nací a finales de 1990 y la transición de lo analógico a lo digital coincidió con mi adolescencia, por lo que pertenezco a esa generación que aún tuvo tiempo de aprender a manejar (¡y con soltura!) los reproductores y grabadores de VHS… y los de casete… y los disquetes… y los diccionarios y las enciclopedias físicas… pero también nos acostumbramos rápido a la ‘buena mierda’ que vino luego. Los videoclubs, en cambio, no los llegué a conocer mucho, porque ya teníamos una buena colección en casa; pero, las raras veces que íbamos, por supuesto que acudíamos al videoclub del barrio de toda la vida, y pasábamos del Blockbuster que abrieron, a los años, sólo a un par de calles.
Los VHS eran un auténtico rollo; lo que pasa es que no nos dábamos tanta cuenta porque era lo que había y no teníamos mucho más con lo que compararlo… Para empezar (por lo menos, en mi casa), el reproductor/grabador era un mamotreto colocado bajo el televisor (por supuesto, de tubo), y ni lo uno ni lo otro se iban a mover del salón. Que pudieras usarlos dependía de que ningún miembro de tu familiar estuviera utilizándolos para otra cosa… o de que no te mandaran a tu habitación, a terminar unos deberes que ni habías empezao. Tus padres te reñían si veías más de dos veces una misma cinta, porque se deterioraban prontísimo (y no era una excusa que te soltaban: era una realidad como un templo). Podías grabar de la tele, pero (además de la publicidad y de la ‘mosca’ de la cadena) incluso entonces notabas que la calidad de imagen apestaba. Además, tus progenitores tampoco iban a estar comprándote cintas vírgenes cada dos por tres, por lo que tenías que seleccionar muy bien lo que querías grabar.
Para mí, el DVD supuso un salto muy grande. Primero, por la calidad tanto de imagen como de sonido: en ese momento, se sintió como tener la sala de cine en tu hogar. Segundo, porque enseguida empezó a haber reproductores portátiles (relativamente) asequibles, por lo que ya podías verte pelis en tu cuarto y por tu cuenta sin problemas: por ejemplo, el que sacó el Club Megatrix me lo encontré por 30 pavos en el Carrefour, y me lo pude comprar sumando el dinero regalado por varios familiares tras unas navidades. Por supuesto, era un ladrillaco gordo con una minipantalla, pero bueno… me las apañé. Y, en todo caso, con al poco, cuando cambiaron los televisores de toda la vida por las pantallas planas, pude llevarme a mi dormitorio uno de los aparatos que ya no utilizaban y conectarlo al cacharro. Pronto ni eso necesitabas, ya que al poco resulta que podías ver los DVDs en el ordenador. Todo esto sumado, claro está, a que podías sacar (y todavía se puede, afortunadamente) un montonazo de DVDs en préstamo gratuito de cualquier biblioteca pública. Y las secciones de DVD de oferta y las promociones de periódico permitían que, incluso con mi paguita literal de adolescente, pudiera adquirir permanentemente alguna que otra joyita de vez en cuando, amasando una pequeña colección bastante decente. Y todo esto sin entrar en el tema de la piratería informática, con los ripeos, los discos vírgenes y el canon digital, y demás ‘etecés’.
Por supuesto, estoy hablando desde mi experiencia, que coincidió con ese periodo en la que ya tienes tus propios gastos en ocio sin tener todavía ingresos propios; pero creo que el paso del VHS al DVD también facilitó muchísimo las cosas a los consumidores y consumidoras adultos. Es una auténtica lástima que, a partir de ahí, la evolución del formato doméstico, que debiera hacer más accesible la cultura, esté contribuyendo casi a todo lo contrario.
¿Has puesto bien tu fecha de nacimiento? Porque ese «nací a finales de 1990» situaría tu adolescencia ya enla primera década del siglo XXI, y me parece una fecha un poco tardía para haber manejado cintas VHS, disquetes y casettes. Yo soy de 1978 y siempre me ha parecido que mi generación (los nacidos entre finales de los setenta u principios de los ochenta) es la que mejor encaja en el concepto de «infancia analógica y adolescencia digital» que los nacidos ya en los noventa, y precisamente finales de los noventa ya es una fecha en la que me parecía que los DVD se estaban cruspiendo a los VHS en el mercado (compré «La Amenaza Fantasma», que es de 1999, en formato VHS, pero «La Comunidad del Anillo», que es del 2001, ya la compré en formato DVD).
Aquí uno del 86, mi padre además tenía un videoclub cuando yo chico así que me estoy sintiendo muy identificado con el post xD imagino que se refiere a 1990, por experiencia propia yo creo que esa generación del paso analogico al digital se alarga casi hasta mediados de los 90
Quizás la diferencia entre la generación de 1980 y la de 1990 es que los primeros hicimos la transición de lo analógico a lo digital en tres pasos en vez de dos, porque no sólo vivimos el paso del VHS al DVD, sino es que antes vivimos el paso de no haber videos (¡ni tampoco ordenadores!) en las casas a sí haberlos. Y en el caso de los ordenadores, alguien nacido en 1990 vivió la transición de disquete a CD-ROM, pero los nacidos en 1980 vivieron además la transición de casete a disquete!
Sí, me refería a finales del año 1990, no a finales de [toda la década] de los 90. ^.^U
Lo de los dos y los tres pasos me parece sublime, pero sólo por detallar un poco más el contexto: tanto la TDT como YouTube empezaron en 2005, pillándome a mí con 14 años (y a vosotros supongo que sobre los 19 y los 27 en cada caso)
Según El Mundo, aunque el DVD existía ya en los 90, fue en septiembre de 2001 cuando empezó a despuntar (fue la fecha en la que comenzaron a superar en ventas a los VHS en EE.UU.). A mi casa llegó con la primera peli de Harry Potter, que, como ESDLA, se estrenó en cines en 2001, pero no salió en DVD hasta el año siguiente, pillándome con 11 primaveras. Y fuimos de las primeras familias de nuestro entorno, hasta el punto de que dos colegas (un par de años mayores que yo) vinieron simplemente a ver qué y cómo era aquello.
Para entonces, aun siendo un mico, ya había manejado muchísimo el aparato de VHS: apretar los botones de ‘play’, ‘pausar’, ‘rebobinar’, ‘acelerar’ y ‘grabar’ no era tan difícil (lo que me costaba más era programarlo y tal). Entre las pelis que grabé yo solito de la TV estaban ‘Bitelchús’ (de una vez que la pasaron por Tele5) y ‘Los teleñecos en el espacio’ (del Canal+; aunque eso salió como el culo). En esa época, también fue cuando empecé a lucir discman; pero, hasta poco antes, andaba por ahí con un radio-cassette infantil de plastiquete y un par de cintas (una de Michael Jackson y otra con la banda sonora de ‘Aladdin’).
Claro está que los 11 años son más preadolescencia que adolescencia (aunque la OMS fija el comienzo de esta última a los 10), pero no es cuestión de que el DVD apareciera y todo lo anterior se descartara al momento: máxime teniendo tantas pelis originales en VHS y tantos recuerdos familiares (bodas, cumpleaños, viajes…) en cintas caseras. Todavía tuve un tiempo de convivir con una cosa mientras se desarrollaba la otra; y todavía tardó (aunque poquito) en aparecer todo lo que comentaba antes de los DVDs de oferta y las promociones de prensa. Y pasaban cosas como que mi padre conservara aún el mamotreto con el MS-DOS y el Windows 95; y que, durante unos cuantos años, aún fuera más proclive a prestarme eso que no el portátil.
Creo que me ha descolocado un poco la mención a que usabas casetes, porque lo he asociado automáticamente a casetes para ordenador, que es un formato que en 1990 ya era bastante antediluviano, y tú seguramente te referías a casetes para escuchar música, que a mediados de los noventa todavía se vendían bien, probablemente porque los CD eran más voluminosos, daban cierta sensación de mayor fragilidad que una cinta (parecía que se iban a rayar con cualquier roce o vibración) y al fin y al cabo la cinta era lo que usabas para grabar lo que dieran por la radio.
Bueno, mi primera «videoconsola» fue un ZX Spectrum, pasar de la cinta de cassette al juego por streaming si que es una transición!
Los niños rata que se metían con 6 años al internet de 56kb a insultar a todo el mundo de forma inconexa, que angelitos!
Ah, ese ruido que hacían los primeros módems al conectarse que era algo a medio camino entre R2-D2 y un droide sonda imperial…
Enfadandose con la abuela porque llamaba por teléfono y se caía la conexión, es que este post es pura nostalgia xD
Tengo que decir una cosa, que tus padres sean unos piratones expertos era toda una bendición para sus hijos.
Y no pienso decir nada más de la pirateria por hoy!
El auténtico pirata de mi familia era mi abuelo, que tenía estanterías enteras repletas de cintas con dibujos animados, películas de Harryhausen y documentales que pillaba por la tele. Una vez tuvo la desfachatez de grabar ‘Gremlins 2’, fotocopiar la carátula de la 1 (que ésa sí la tenía original) en blanco y negro y todo (para qué disimular) y pintarle un dos enorme tanto en el lomo como en el frontal con un subrayador rosa. Dios, cómo le hecho de menos xDD
Pues, por suerte, algún que otro videoclub sigue existiendo. ¡Hasta tengo tanta suerte que uno de ellos me queda a unos veinte minutos a pie!