Historia de los superhéroes animados de TV (I): Ratones y hormigas

Es complicado hacer un repaso de las series de animación yanquis con superhéroes «originales» cuando todo el mundo se empeña en decir que He-Man es un superhéroe (que ni lo es ni es un personaje original, porque vino antes el juguete). Así que, para que sirva de aviso a navegantes, vamos a dejar claro que voy a definir «superhéroe» en base a la diferencia del personaje con su entorno; por ejemplo, si hablamos de un mundo fantástico en el que todo el mundo tiene poderes relocos, no tiene sentido calificarlo de «superhéroes». Y ése va a ser el criterio que voy a seguir, siempre y cuando no decida directamente romper mis propias reglas por requerimientos del guión. Y las voy a romper nada más empezar, porque precisamente empezaré por un personaje inventado para la animación… Cinematográfica. Ya, ya lo sé. Soy un desgraciado.

¡Que no DC, que este personaje no tiene nada que ver con Superman!

Aún así, tengo que decir en mi defensa que Supermouse (sí, he dicho Supermouse y no otra cosa, ya me explicaré más tarde) es un personaje que empezó en cine y se popularizó en cine, pero casi todas las generaciones posteriores lo han conocido en TV por las incesantes reposiciones que tuvo el personaje durante años y porque en los inicios de la tele en EEUU no había muchos dibujos animados de los que tirar, por lo que las reposiciones de los cortos del ratón de marras funcionaron la mar de bien. La historia del Roedor de Acero empezaría con «Supermouse, The Mice of Tomorrow», un cortometraje de 1942 en el que en un pueblo de ratones que vive acosado por una plaga de gatos (ugh) uno de los pequeños roedores se refugia en un supermercado, empezando así a consumir los distintos superalimentos del mismo y hasta a bañarse con superjabón, con lo que con tanto super el ratón empezaría a transformarse hasta convertirse en Superratón, que se vestía con las mismas pintas que Superman (menos el escudo, el resto es idéntico) y exhibía los mismos poderes que Superman. Lógicamente y temiéndose lo peor, el personaje no tardaría en cambiar sus colores y su nombre pasaría de ser Supermouse a Mighty Mouse, siendo supuestamente ésto último porque «alguien» tenía registrado el nombre Supermouse para otra cosa y no por miedo a que DC Comics les hiciera un Fawcett (sí, la demanda de DC a Fawcett por plagio a Superman es completamente contemporáneo al cambio de nombre de Superratón, por algo sería)

Las nuevas pintas de Superratón y con las que se quedaría para los restos.

Mighty Mouse seguiría con sus aventuras durante los siguientes años, arrancando directamente con la parodia de películas o clásicos de la literatura a atreverse por una buena temporada con operetas, con el ratón de acero cantando ópera con un par de orejas. No sé como cuadraba el personaje para los niños de los años 40 y 50, pero mis recuerdos infantiles sobre estas operetas son el de unas historias tremendamente aburridas y sin el menor interés, un claro ejemplo de «que se acabe esto pronto que quiero ver nosqué». Poco después y ya a mediados de los 50 con la llegada de televisión, Terry Toons adaptó todos los cortos del personaje para la pequeña pantalla y hasta produjo dos o tres nuevos, pero el pequeñajo no tenía ya mucho tirón y acabó pasando a mejor vida, aunque sería recuperado esporádicamente en varios relanzamientos sin mucho recorrido que hizo que gran parte de las generaciones posteriores ni siquiera llegaran a conocerlo; algo tremendamente triste si tenemos en cuenta que autores como Ralph Bakshi tuvieron sus primeros trabajos en producciones del Ratón del Mañana.

Uno se pregunta si esto no era más parodia de la serie de TV de Superman que del propio Superman.

Sin embargo, según llegaron los años 60 y el revival superhéroico en los cómics, la televisión empezó a mirar con buenos ojos el crear sus propios personajes en vez de adaptar los de DC Comics otra vez. Underdog, creado en 1964, es un perro limpìabotas que habla en rimas… Que es otra copia de Superman. Otra vez volvemos al animalito paródico, pero esta vez el invento es marcadamente comercial y hasta lo creó una agencia de publicidad -vamos, como la de Mad Men- para vender cereales a la chavalería, provocando que el personaje tuviera tanto éxito que los ejecutivos de la agencia acabaron creando su propia productora de animación, Total televisión… Que duró un par de años, porque el chucho en cuestión no tuvo mucho más recorrido. Cosas que pasan.

Siempre me pregunté si la hormiga esta se dedicaba en sus ratos libres a meterse en las bolsas de comida de la gente cuando se iban a comer al monte.

Paralelamente a todo esto, en 1957 William Hanna y Joseph Barbera montan su propia productora tras abandonar MGM tras haber sacado adelante exitazos como Tom y Jerry. La idea fundamental de ambos socios es la de crear contenidos para televisión, rápidos de hacer y baratos, creados con todas las tretas del oficio posibles, con lo que no tardan en dominar casi por completo el mercado de la animación infantil televisiva de los 60. Sus producciones son más que conocidas por todos; Los Picapiedra, El Oso Yogui, Johnny Quest… Y sí, para mediados de los 60 crean su propio carro de superhéroes, empezando en 1965 con La Hormiga Atómica -Atom Ant, una hormiga con los poderes de Superman y los poderes de Batman, que ante todo parodia a este último- y Sinbad Jr & his Magic Belt; en el que un crío que dice ser el hijo de Sinbad el Marino viaja por el mundo con su loro… Pero tiene un cinturón que le da superfuerza, así que supongo que algo superhéroe si que es.

Mucha pinta de ser hijo de Sinbad el marino no tiene, ¿eh?

El año siguiente, ya con en estreno del Batman de Adam West, Hanna Barbera introduciría otro par de superhéres, primero la peculilar The Impossibles, en la que un trío de melenudos yeyés (Multi-Man, Fluid-Man y Coil-Man) combinan su exitosa banda musical con combatir el crimen a las órdenes de un señor con corbata; no, no es precisamente el mejor trabajo de Hanna Barbera, y pudiendo hablar de Alex Toth es mejor pasar página cuanto antes… Y es que sí, 1966 es el año en el que Alex Toth ejerce de director creativo para HB y saca adelante su primera serie para la productora, Space Ghost, una superhéroe espacial enfrentado a supervillanos alienígenas y con dos sidekicks adolescentes con mono incluido que misteriosamente se verían reencarnados años más tarde en una adaptación de la Liga de la Justicia en la figura de los Wonder Twins.

Space Ghost era coger The Phantom y ponerlo en el espacio. Muy original no era.

Llega el año 1967 y sí, Los 4 Fantásticos de Alex Toth. Que ojalá fueran un cómic, pero son contemporáneos a la etapa Kirby y toca mencionarlos, porque sería Hanna Barbera la encargada de adaptarlos a la animación, uniéndose a nuevos personajes de la productora como Mighty Mightor -una especie de Thor prehistórico con un garrote que lo transforma en He-Man- y el contenedor Birdman and the Galaxy Trio, siendo el primero otra creación de Toth más conocida por su faceta legal treinta años más tarde (lo mismo le pasa a Space Ghost, no nos engañemos) y que es Hawkman tirando rayos, no hay mucha más tela que cortar. Por su parte, The Galaxy Trio viene a repetir algunas de las ideas de Space Ghost (que ya eran viejas de por sí) con un trío de superhéroes espaciales bastante inspirado ya en Star Trek, que tenía bastante éxito por la época.

Que si me dicen que viene de Thanagar me lo creo, vaya.

Paralelamente a todo esto y un poquito antes, en 1966, Terry Toons (los de Superratón, ¿os acordáis?) nos presenta The Mighty Heroes, otra parodia del género dirigida esta vez por el propio Raph Bakshi en la que se nos mostraba un grupo de superhéroes compuesto por miembros que iban desde un simple bebé a un estereotipo de garrulo con menor distancia entre coronilla y entrecejo, todos ellos combatiendo el crimen y blablabla. No, no era gran cosa. Como tampoco lo fue ese mismo año The Super 6, primera producción televisiva de los creadores de La Pantera Rosa -que ya por entonces estaba triunfando en el cine- que intentó también sacarle partido a esto de los superhéroes animados paródicos, contribuyendo a saturar el mercado de tal forma que para 1968 ni HB, ni Terry Toons ni DePatie-Freleng sacarán más «superhéroes de cachondeo». Debía ser que los superhéroes no eran cosa de risa, que igual venía mejor pagarle a Marvel y DC para versionar a los de «verdad», que aquello no tenía futuro… Pero en realidad lo que estaba pasando en ese momento es que un ama de casa de Boston se preguntó aquello de «¿es que nadie va a pensar en los niños?».

Ayayay…