O Romani ite domum, que no sea que vengan los legionarios a obligarme a escribirlo bien que en estos tiempos que corren cualquiera sabe. Porque hoy toca hablar de un videojuego -¡sí, de videojuegos, seguimos hablando de videojuegos!- del que no se ha hablado lo suficiente, uno que estuvo entre los más vendidos de Steam merecidamente y que explora una época que los rpg no suelen tocar: el final de la la República Romana. Y que viva la República, ¡euax!
Claro que en el tramo final de la República Romana, la susodicha estaba hecha unos zorros. La cosa había degenerado en una plutocracia lamentable en el que las familias se rifaban los consulados para hacerse más ricas todavía, montándose guerras regularmente para llenarse los bolsillos mientras los plebeyos veían como acaparaban todas las tierras, forzándolos a buscar trabajo en una metrópoli que no podía aguantar tanta población. La toma del poder de Julio César y luego Augusto propició una modernización del estado creando un reparto más equitativo de los recursos, pero relegando al senado a un papel secundario hasta y abandonando todo intento de algo parecido a una democracia; el Imperio ponía así fin a un periodo constante de guerras civiles que había durado décadas, pero aun con toda la propaganda a favor de Julio César que trajeron los siglos posteriores, la caída de la república no deja de ser un fracaso para la edad antigua, una oportunidad perdida de evolucionar hacia un estado más representativo e igualitario que, con contadas excepciones, impuso la mentalidad de que la democracia era un experimento fallido hasta la edad moderna. Y de éso va Expeditions: Rome.
Colocándonos en el papel de herederos de una familia patricia caída en desgracia tras la muerte del Pater Familias en extrañas circunstancias, nuestro personaje pasa de vivir entre algodones en Roma a tener que hacer carrera militar en la segunda guerra Mitridática, teninedo un ascenso meteórico hasta el papel de legado (general) con una legión entera a su cargo y coordinando la invasión de casi toda Asia Menor mientras trata de esclarecer la muerte de su padre, tratar de salvar lo que queda de su familia y en último término salvar o condenar por completo a la República Romana. Y de esto va exactamente el juego, de combinar gestión de recursos y logística, batallas tácticas por turnos a lo X-Com y batallas campales en las que no hay tanto micromanejo y se usa un sistema de cartas bastante limitado y en los que se ve realmente es el fruto de tu trabajo de logística. Y en medio de todo ello un RPG de los de perspectiva isométrica de los de toda la vida, con sus misiones, personajes entrañables, decisiones morales y demás que acaban marcando el rumbo de la trama. Y como no, en el centro de todo ello la gran decisión, si cruzamos el Rubicón con nuestras legiones o nos mantenemos leales a la República y la salvamos de si misma.
Expeditions Rome es la tercera entrega de los rpg históricos Expeditions Conquistador -en el que somos un ídem en las américas, sí- y Expeditions Viking, desarrollados por el estudio danés Logic Artists y al que hay que agradecer ese empeño por buscar marcos históricos en un género que suele tender más a la ciencia ficción o la fantasía. Y es que aunque títulos de estrategia como Imperator Rome, Old World, Rome Total War o hasta Civilization nos han acercado en mayor o menor medida a esta época, la sensación de «meterse» dentro de la Roma clásica solo lo habíamos visto en adaptaciones demasiado libres como Age of Decadence (que no es Roma pero es un mundo fantástico que se inspira en ella), Ryse -que son romanos como podían ser guerrilleros murcianos- o tangencialmente en Assassin’s Creed Origins. Expeditions Rome destaca seguramente por ser el juego más romano de todo, dándonos hasta lecciones del vocativo en latín en las pantallas de carga y haciéndonos interactuar con históricos de la época como Cicerón, Pompeyo o César. Claro está, por exigencias del guión se toma montones de libertades históricas, pero valoro muchísimo el que nos ofrezca una perspectiva distinta del género.
Y no solo eso, porque en unos tiempos en los que las decisiones del jugador son más o menos cosméticas y en ocasiones solo le ofrecen tres finales posibles y poco más, el capítulo final de Expeditions Rome cambia totalmente si optamos por República o Imperio, ofreciéndonos varias horas de juego completamente distintas en las que la muerte o supervivencia de nuestros compañeros no es tanto la prioridad como las convicciones morales de nuestro personaje, el conflicto entre lealtad, deber y nuestro propio código ético. Y es que a ratos, y esto es mucho decir, me ha llegado a recordar a los Fallout de Black Isle. Y aun así, tampoco podemos decir que estemos ante la excelencia; como a aquellos Fallout, hace muchísimas cosas bien pero algunas son bastante mejorables, como unas batallas que se alargan demasiado, misiones que se rompen si en durante la creación de tu personaje no has tomado las decisiones acertadas (personalmente creo que siempre hay que dar al jugador la posibilidad de tener una forma alternativa de completar todas las misiones, dejarnos cortados por una decisión tomada 20 horas de juego antes es contraproducente) y por supuesto algo que a algunos les parece importantísimo en estos tiempos pero que a mí me da más o menos igual, que la personalización de tu personaje es pobrísima -eliges retrato y poco más- y los romances casi de aquí te pillo y aquí te mato, cosa que a mi me parece bien porque de un tiempo a esta parte parece que todos los RPG tienen que ser simuladores de citas.
Poco más que deciros, más allá de que avisaros de lo más importante de este juego y con lo que debería promocionarse este juego; y es que aunque a alguno le pueda parecer un spoiler -deja de leer esto si no quieres saber nada de algo que no ocurre hasta pasada la mitad del juego- no puedo resistirme a contarlo; durante el tercer acto nuestras legiones parten con destino a las galias y por supuesto que, siendo la gente de Logic Artists daneses y como tales conocedores del buen cómic europeo, no se han cortado en las referencias a galos irreductibles que resisten al invasor, llenándolo todo de huevos de pascua como gritos de guerra invocando a Tutatis, referencias a la cordura de los romanos y hasta una misión secreta en la que te puedes pegar con… Ya te lo imaginas, ¿no?
Agradezco MUCHÍSIMO que se haya hecho el esfuerzo de permitir jugar con personajes femeninos sin obviar las dificultades que tendrían en esa época. Cuando he visto en la primera imagen lo que parecía una «centuriona», he enarcado una ceja, y cuando he leído que «hacen un Mulan» la he desenarcado y he pensado «pues entonces, todo bien».
Me pregunto si en los tratos con la «aldea de irreductibles» aparecerá la opción intentar someterlos construyendo una insulae cerca o mercantilizando la construcción de menhires.
A los irreductibles les da un trato exquisito, llega un momento en el que toda la Galia está conquistada y… ¿TODA? No, esos siguen vendiendo menhires. Eso sí, es una batallita que está aparte de la historia principal completamente opcional, como el de la misión de cierto bardo horripilante…
Yo soy de los que creo que hicieron muy bien en asesinar a Julio César. Aunque fuera sólo
Parece un juego entretenido, pero como soy un jugador muy dominguero, que deja los juegos a la mínima dificultad, no se si este me convencerá.
Ojalá pudieras hundir la economía imperial con el comercio de menhires… Como en la genial Astérix y compañía.
La verdad más interesante quizá que la guerra mitridática sería Sertorio y su lucha en Hispania contra la dictadura silana.
Lo malo de casi todas las historias de Roma que se hacen hoy en día es que se centran en Julio César y santas pascuas, despreciando completamente todo lo que vino antes y después a pesar del jugo que se le podrían sacar. Ya solo las intervenciones de Roma en casi cualquier sitio para «contribuir a la paz» tienen unos paralelismos con la actualidad escalofriantes…
Bueno, es que el personaje da para mucho: general victorioso, amores con extranjera sexy, aventuras con piratas, muerte trágica. Desde Shakespeare y antes ya se viene mareando al personaje.
Cosas como sus matanzas terribles de galos y germanos (incluso presuntos aliados) se olvidan. Incluso he leído que «durante la guerra civil Galia no se rebeló porque adoraba a César». Quizá el masacrar y esclavizar un millón de personas te quitan las ganas de jaleo.
Si quieres ver un ejemplo allí están las novelas de Colleen McCullough (genialmente ambientadas por otro lado) en el que César es EL HOMBRE. El más guapo. El más listo. El más genial. Todos los que se cruzan con él son automáticamente idiotas. Pompeyo un niñato histérico con complejo de inferioridad; Cicerón un cotilla y una nenaza, Catón un fanático y un borracho. Bruto un neurótico inseguro. Su mujer una demente.
Sí, el César de McCullough es un Gary Stu de campeonato. Su Sila en cambio mola mil.
Julio César es un tipo que solo te puede caer bien si te crees lo que lees sin ningún tipo de espíritu crítico, ¿habéis probado a leer la Guerra de las Galias? Porque vamos, es leer eso y pedir turno para el apuñalamiento en el senado!
No leo novel histórica porque suele hacerme bola, pero que cabrones son que siempre se olvidan de Craso, ¡con el juego que podía dar! ¡Que no dejaba de ser el Kingpin de la época, el que sometió a Espartaco!
Bueno, en las novelas de McCullough sí que se le dedica algo de espacio a Craso, aunque queda en un segundo plano en comparación con César, que lo acaba devorando todo.
Y gracias por hablar del juego, que ni idea de que existía y ahora lo tengo en la lista de futuribles.
Gracias a vosotros, que ayer me pasé casi todo el día soportando las risitas de M’Rabo porque «a los lectores tu juego de romanos les interesa menos que el BL!»
A mi me interesa, me preocupa que sea demasiado difícil y me canse pronto, porque tengo tiempo limitado.
Si lo pones en «fácil» el juego es casi un trámite y te permite centrarte en la historia, pero eso sí, como buen juego con su parte de gestión puede que al principio mientras estás haciéndote con los controles te pueda dar la sensación de que no tienes suficiente dinero o tropas. Calma y tranquilidad en ese punto, porque el juego te da todo el tiempo del mundo para reorganizarte y aunque la cagues, puedes reconstruir tu legión y arreglar las cosas. Para cuando consigas tener tu legión al cien por cien -y eso se consigue con dinero- el juego se convierte en eso, en un paseo militar.
Por supuesto en el nivel difícil te arranca el pancreas y te lo escupe en la cara, pero así deben de ser estos juegos.
Yo disfrutaba las novelas cuando no hablaban de César. Los secundarios eran lo mejor de esos libros.
Ya de pequeño me chocó leer que deja morir de hambre a las mujeres y niños de Alesia en tierra de nadie (Vercingetorix le suplica que los coja como esclavos, pues no puede alimentarles).
En las novelas de Robert Harris si se menciona a Craso como un manipulador en la sombra de cuidado.
Es que ningunear a Craso es no entender como funcionaba Roma, poco menos que tuvo el control económico de la República durante décadas. Pero claro, como hacía «cosas aburridas» y luego perdió…
Cuando César mató 400.000 germanos aliados (que ni siquiera lo amenazaban), Catón pidió en el Senado dos cosas: sacrificios a los dioses para que les perdonaran; atar a César y entregarlo a los germanos.
Cuatrocientas mil hostias se merecía el muy canalla, y pensar que algunos todavía lo idolatran hoy en día…
Me has animado a buscar el juego, pero a partir de ahora exijo que estas entradas tengan bibliografía; queremos saber más de Craso, más de Bizancio y más de tó.
Alea jacta est
Cualquier día de estos reseño un libro de historia, verás…