Y se acabó. El número tres de X-Men es el final de la etapa de Chris Claremont al frente de los mutantes, del constante ascenso hacia la cumbre de la serie. Por el camino hubo gente que dijo que todo había degenerado tras la marcha de Byrne, tras la marcha de Paul Smith, tras la de Romita Jr, tras los crossovers… Pero lo que es indiscutible -y aun así algunos lo discuten, porque de todo tiene que haber- es que el gran bajón llegó, sobre todo, a partir de Jim Lee. Pues que apechugue Jim Lee, porque suya en su mayor parte es la responsabilidad de romper la magia…
Y así es como el número tres de la serie arranca con Stan Lee anunciando orgullosamente el último número de Chris Claremont en X-Men, como si su partida hubiera sido algo completamente voluntario y no forzado por las circunstancias. El cómic, titulado «Fallout!» no podía ser más apropiado, porque después de todo este despropósito lo único que vamos a tener es un yermo creativo completamente radioactivo para cualquiera que se acerque a la serie durante los siguientes diez años, Claremont incluído. A partir de este momento y a medida que vayan avanzando los meses y los años, lo de Bob Layton en Factor X nos empezará a parecer una profecía que se va cumpliendo a cada número de Uncanny y X-Men, porque iremos viendo a una velocidad vertiginosa como una serie principalmente basada en la caracterización de los personajes pierde por completo ese rasgo definitorio y se convierte en un simple culebrón matinal indigno de los JR y Angela Channing que tanto habían triunfado en los 90. Y aquí teníamos que haber dejado todos de leer mutantes, pero llegó una nueva generación que ni siquiera sabía lo que era un Chris Claremont y la sustituyó otra que tampoco sabía ni por donde andaba y hasta hoy. Pero en fin, vamos con el tebeo…
Lo habíamos dejado en que Moira, por orden de Magneto, había implantado un control mental en el equipo Azul para que obedecieran al bueno de Magnus, con lo que este cómic arranca con el resto del grupo intentando colarse en el asteroide de Magneto para rescatar a sus compañeros y, seguramente, tratar de desprogramarlos. Normalmente un número de desenlace suele llevar todo rodado, es seguir con todo lo que se contaba en el nudo y, siempre que tengas claro como quieres que sea el final, todo es cuesta abajo. Cuesta abajo y directos al fondo del mayor de los abismos, sí. Así, vemos como la Patrulla X se cuela en el asteroide, como los gobiernos del mundo siguen amenazando con usar su terrible cañón de plasma y como nos pasamos la mitad del cómic con puro relleno vacío de contenido, con un Claremont al que poco a poco se le empieza a ver con el piloto automático, más preocupado por hacer control de daños y que los personajes no se salgan de su ser que de que la historia que están contando tenga sentido.
Lo primero que nos encontramos es el absurdo de que La Patrulla X se infiltra en un planeador transparente -ahora voy con ello- que va impulsando Tormenta con sus vientos, por lo que ella va manejándolo por fuera mientras todos los demás viajan a bordo. ¿He dicho todos los demás? Pues no, porque junto a ella va volando Arcángel hablando sobre lo guay que son las alas que le implantó Apocalipsis, porque con sus antiguas alas jamás habría conseguido llegar a la estratosfera y patatín y patatán. Vamos, que como al tío le apetece probar hasta dónde pueden llegar sus alas se pone a revolotear alrededor de Tormenta, que para no variar, es la que está haciendo todo el trabajo. Que estoy convencido de que Jim Lee dibujó al bueno de Warren por fuera porque era el único aparte de Tormenta que podía volar y le pareció «normal», pero buena jugada por parte de Claremont al dejarnos claro que Warren Worthington III, sea azul o no, sigue siendo un pijo insoportable.
Y sí, el «estúpido planeador» -no son mis palabras, son las del Hombre de Hielo- es transparente, porque según comenta Coloso «eso lo hace invisible tanto a sensores electrónicos como ópticos». Que sí, que yo entiendo que cinco fulanos volando son mucho más difíciles de ver que un planeador entero, pero para eso no necesitaban un planeador de cincuenta metros de envergadura, ¡digo yo! Y pues eso, que mientras Forja se larga un monólogo sobre lo lógico que estén los humanos acojonados ante tanto tipo con poderes que puede borrarlos de la faz de la Tierra -ahí está la diferencia entre Claremont y sus lamentables sucesores, que empatiza con todos- Jean pega el último empujón y acopla la nave con el asteroide de Magneto, desembarcando el grupo justamente en el lugar donde tienen prisionero a Charles Xavier. Porque la telepatía es útil y sirve para algo, oiga.
Mientras tanto, Fabián Cortéz sigue siendo el único acólito con algo parecido a una personalidad y se dedica pues a eso, a hacer maldades y poco menos decir que hay que matar a Xavier o por lo menos lavarle el cerebro también a él, pero Magneto hace una de esas poses de «tengo muchos poderes y un puño» y dice que no va a lavárselo porque quiere verlo «¡ROTO!» porque vete tu a saber de dónde saca la idea de que la culpa de todo la tiene Xavier, pese a que Moira le ha dicho ya que la única que manipuló su ADN es ella, que el pobre Charles no tuvo nada que ver. Y ahí es donde Claremont intenta construir un poco las motivaciones de Magneto para convertirse en un energúmeno de la noche a la mañana, porque el hombre se siente traicionado y cree que Moira y Xavier le han tomado el pelo. Por eso y porque, recordémoslo, a Jim Lee le apetecía dibujar a Magneto pegándose con la Patrulla y había que cumplirle el gusto al nene.
Y eso, que cada vez muestran más descaradamente lo requetemalísimo que es Cortez y como se está cargando a Magneto, porque en el fondo -y no sé si esto es retconeo posterior o era la idea original de Lee y Portaccio- el tipo era uno de los Arribistas, unos Merodeadores de baratillo que se sacó el duo calavera de la manga y que por lo visto estaban metidos en una especie de juego de «a ver quién mata a más mutantes». Vamos, que si los Merodeadores no acabaron de funcionar como idea, los Arribistas demostraron que se podía hacer mucho peor todavía.
Y bueno, que mientras los acólitos y los equismenes con el cerebro lavado hacen buenas migas -y Jim Lee empieza a sacarse de la manga la relación entre Pícara y Gambito, sigh- la Patrulla X libera a Xavier y hacen el chiste de la pizza, un chiste que deja claro que, aunque el humor nunca fuera el punto más fuerte de Claremont, el de Lee no lo es en absoluto, y eso el tiempo ya lo demostrará en los 4F de Heroes Reborn, Divine Right (si es que alguien se acuerda de Divine Right y las fotocopias de Sandra Bullock) o las chorraditas de la JLA de New52. Que todavía duelen los chistes de la JLA de New52, pena capital escribir la misma serie que Giffen y DeMatteis y hacer eso.
Después del maravilloso chiste de la pizza -y no nos olvidemos del comentario de Tormenta, ¡a ver quién se cree que Lee no le metió mano a los diálogos!- Coloso es tan cabrón de quitarle la silla de ruedas a un descapacitado y llevárselo en hombros, por joder. Que podían haber dicho que tenía la turboholosilla sin ruedas también discapacitada por Magneto, pero na de na, se lo lleva en brazos y lo vamos a ver el resto del número zarandeado de un lado a otro cuando no arrastrándose por el suelo. Que supongo que por eso lo quería Lee otra vez en la silla de ruedas, que si es por Claremont el hombre habría seguido pegándose carreras por ahí con su cinta del pelo para calvos y recibiendo palizas de fachas antimutantes. Pero que me estoy yendo por las ramas, lo importante es que según se infiltran megasilenciosamente en el asteroide de Magneto, lo primero que hacen es encontrarse con Cíclope, que por mucho enlace telepático que tenga no se justifica que sorprendan a dos de los telépatas más poderosos del planeta de esa forma, y más teniendo en cuenta el morreo que le casca Cíclope.
Pero sobre los actos de violencia sexual sobre Jean Grey y demás delitos estéticos contra el diseño de personajes -¡que esta serie la llevó Dave Cokrum, quién la ha visto y quién la soporta ahora!- ya hablaremos la semana que viene, en la que llegaremos al colofón final y lo mismo hasta me pongo un poco sentimental. O no, yo que sé, yo me entiendo.
El Fin de la Edad de Oro.
Pero algunos se hicieron de oro! Que los royalties de ocho millones de ejemplares son mucho dinerito!
Economía política contra educación sentimental: Mal negocio a largo plazo.
¿Sabes cuando ves llegar la hostia, notas llegar la hostia, hueles la jodida hostia pero ni por esas la esquivas porque estás demasiado ocupado haciendo otra cosa? Éso es lo que pasó con Marvel cuando estaban ocupadísimos contando el dinero que les habían dado estos cómics.
Mira, voy a decirlo.
Yo soy de los que prefieren a un Magneto malo maloso.
Porque vamos, si lo pones para dirigir la escuela de Xavier como hizo Claremont, que es lo que tienes? A un Xavier que anda?
Para eso ya tenemos al original. Que ahora ya anda, con eso las diferencias son aún menores.
Lo que no quiere decir que ese engendro que hizo Jimli no me parezca un aborto, por supuesto…
Hombre, al menos era mejor que lo que tenemos ahora, que Magneto ha terminado integrándose con el grupo de Xavier porque todos se han vuelto más cabrones que él.
Magneto ahora mismo parece el esbirro favorito de Xavier, si me permitís la exageración es a Xavier lo que en su día era el Sapo a Magneto!
Eso si es triste. Me recuerda esa frase de Eduardo Mendoza, en boca del criminal Onofre Bouvila: «yo creía que siendo malo conseguiría lo que quería, pero era un iluso. El mundo es peor que yo».
Si pones a Magneto a dirigir la escuela tienes lo que quería Claremont, poder tener un líder imperfecto pero manteniendo al santo patrón (muerto) con toda su perfección. Xavier funciona bien como símbolo, como «don perfecto», en el momento en que empiezas a mancillarlo con Onslaught, Deadly Genesis y demás lo empiezas a romper, ya no sirve de ancla moral del grupo y acabas montándote raves de secta en Krakoa.
Pero Xavier no era un santo antes de que lo cogiera Claremont. En la etapa «clásica pre-Len Wein y Dave Cockrum» tenía un toque bastante antipático y hasta manipulador (esa resurrección en los 70 porque «tenía que fingir mi muerte para proteger a la Tierra de una conveniente amenaza alienígena…» pero no me parece que fuera el único caso). Aparte, ese momento en los primeros números en los que en secreto le hacía tilín Jean… (hasta en un «What the…» especial mutantes de los 90 lo parodió Marvel).
Cierto que algo de esa antipatía todavía quedaba en momentos de la primera etapa de Cockrum y luego Byrne (cuando está echándole a cara a Cíclope que su equipo no rinda en la sala de peligro porque están siendo flojos), pero se dulcificó y santificó bastante rápidamente.
No, a tus ojos no lo era. Pero a los ojos de un chaval que lo leyera en su día, un Kurt Busiek de la vida, era una figura docente perfectamente legítima a la que había que obedecer porque sabía mejor que sus alumnos lo que tenía que hacer. No nos engañemos, en 1963 no era tan raro que un profesor se casara con una de sus alumnas, por muy lamentable que nos parezca hoy en día esa actitud de pederasta; por algo Lolita es uno de los libros más influyentes del siglo XX, porque denunció esos buitres lascibos que revoloteaban por encima de las chavalas de esa edad. Y lo que a nosotros nos pareció un retconeo lamentable para resucitar mágicamente a Xavier, en su día a los Kurt Busiek de la vida les pareció una revelación alucinante y un sacrificio tremendo de Xavier para poder salvar la Tierra. Ya, ya sé, pero la gente lo creía así.
Y Claremont va tratando de construir un Xavier que es un buen profesor, pero con las aristas lógicas de un tipo que lleva enseñando alumnos desde los años 60 y con esas taras pedagógicas, que para colmo es incapaz de tratar a sus alumnos como adultos. Poco a poco va aprendiéndolo a fuerza de dejar que la Patrulla haga lo que le venga en gana y centrarse en Kitty y los Nuevos Mutantes (el Profesor Xavier es un idiota y tal) y para entonces Claremont se da cuenta de que el personaje no tiene mucha más tela que cortar, que lo mejor es dejarlo de totem del grupo, de punto de referencia de lo que está «bien» y congelarlo, o sea, matarlo.
Las caracterizaciones de bastantes personajes durante los años sesenta y principios de los setenta creo yo que habría que cogerlas bastante con pinzas, que la manera en que trataban a Sue Richards en «Los Cuatro Fantásticos» da bastante repelús hoy en día.
A Sue y a Reed, que si me quejo de JMS o Hickman de Conway, Wolfman y esta banda no veas!
No creo que Xavier fuera tan santo nunca. Incluso en el principio ya iba lavando cerebros (lo hizo en X-men núm.2 en 1964, nada menos), enamorándose de adolescentes y demás. Vamos, que yo creo que los X-Men originales iban con máscara no para proteger identidades, sino para evitar que sus padres le demandaran por ponerlos en peligro…
Para mi Xavier siempre ha sido un profeta impuro, un hombre imperfecto,pero eso no le quita valor como persona ni como líder.
Que vale que la gente solo quiere recordar lo bueno, como con Abraham Lincoln (que llegó a decir que a los negros había que echarlos de USA), pero eso es hacerle un flaco favor al personaje.
Te digo lo mismo, en su momento estaba bien visto, y Claremont lo construyó durante diez años como la figura paternal perfecta pero completamente obsoleta. Pero aún así ya digo que necesitaba una figura moral de referencia, con lo que le venía mejor matarlo y cargarle el muerto de dirigir la escuela a Magneto, que tendría que cargar con las responsabilidades de Xavier y la cruz de no fallar a su amigo muerto.
¡El pobre Charles fue el tío Ben de Magneto!
La nevera de Kyle Rayner!!!
BWAH-HAH-HAH!
Tienes una historia de redención, que esas siempre funcionan.
Luego como personaje es que no hay color. Magneto es mil veces más interesante.
El cómic se nota que está hecho en plan fanfiction porno de los personajes.
Lo digo porque todos los personajes son la versión unifrase y unipose que se espera de ellos el que no los conoce.
¿Ejemplo? Jean Grey. que es el objeto de deseo de todos. La mujer/premio deseable. Solo se quedaron con ella que Lobezno la deseaba, y por lo tanto ahora es su unirasgo. A ser acosada a discreción.
Jean es un objeto decorativo de Cíclope, por eso en cuanto pudieron la casaron con el.
Y luego me dicen que le perdone la vida a Nicieza…
Hombre, eso de florero es un poco fuerte… ¿Tan bajo cayó el personaje? A mi desde luego me molesta un poco todo ese rollo de «amor cósmico predestinado» entre ellos. Eso de que deban ser Adán y Eva mutantes y copular como sea por el bien de la raza.Les quita cualquier realismo.
Yo es que creo que hasta Seagle y Kelly no se acuerdan de hacer algo con ella, y aquello lo canceló Harras de un plumazo porque no nos vamos a engañar, volver otra vez a que Jean sea Fénix es un poco cansino. Luego hasta Morrison poco queda ya, y con Morrison es la tercera pata de una historia entre Scott y Emma. Y luego está muerta, otra vez.
Es un poco triste que, en tantas relaciones de ficción, tras mil y una peripecias para juntar a dos personajes (incluyendo muertes, resurrecciones, sustituciones por entidades cósmicas cachondas, pobresesposasderebotequesonmaltratadasporelcabróndeCíclope), una vez los tienen unidos no saben qué hacer con ellos… Y simplemente arrastran la relación hasta que se cargan a Jean. Que no leí su muerte, pero me pareció un desperdicio.
De los X-Men de Morrison habrá que hablar tarde o temprano, para que M’Rabo no se pueda quejar de que exprimo la vaca y para que los fans de Morrison desembarquen en masa para pedir mi cabeza.
Pero sí, a falta de repasar los cómics otra vez tengo que decir que recuerdo que lo que hizo con Jean fue desafortunado, a Morrison le sobraba en su historia sobre Emma (y Scott) y llegado el momento se la quitó de encima sin muchos miramientos.
Ya digo que hablo sin haberlo leído, pero así de oídas, hacer que cuando Scott se cansa de Jean, porque quiere liarse con la rubia operada, van y la matan. Suena un poco machista, dicho así. Como si Jean sin Scott no contara.
En honor a la verdad Morrison no deja a Jean hecha un florero, el verdadero problema está en la etapa de Lobdell, Nicieza (aunque no tanto, él no la tiene como personaje regular en su serie) y por supuesto la serie de animación, que le da la personal una imagen de Jean que… Pues bueno, la que da de todos los personajes xDDD
Y tanrto que el traje de Jean es horrendo. Que esa mujer era el Fénix, seguramente el diseño de traje femenino más bonito que hay, joder.
Yo siempre digo que un Cockrum es un traje a respetar. Que no digo que no rediseñen alguna cosilla, que modernicen esto o lo otro y tal, pero ante todo tienes que sentarte a mirar el diseño y entender por qué Cockrum ha hecho ésto o lo otro y procurar no hacer un pitufo pirata aunque tu editor te obligue.
No es solo los trajes. Los diseños fisicos de Rondador, Coloso y Tormenta son excelentes. El rostro de Logan, lo mismo. Son personajes que se reconocen a leguas.
Y la forma de moverse; basta recordar cómo se movía Lobezno en el 181 de Hulk, que parecía una bailarina a la que las garras le sobraban.
La lista de compañeros de Claremont entre Uncanny y series relacionadas es demencial. Es lo mejor de lo mejor de lo mejor.
Dibujado por Herb Trimpe, por cierto.
Al pobre le cayó el diseño de Romita encima sin saber que hacer con el, que se le va a hacer.
Lo que no entiendo son esos amortiguadores que lleva en las caderas… Tan ancha es que necesita michelines para cuando topa con las puertas? No lo parece.