Ahora que todo el mundo está aterrorizado ante la perspectiva de que DC deje a Diamond y distribuya según le viene en gana sus propios cómics, igual no es mal momento para recordar que la DC «jugadora de equipo» no es algo habitual a lo largo de su historia. DC Comics se pasó 40 años distribuyéndose a si misma y sin entrar en conceptos tan básicos del género como el de la continuidad, el «crear universo»; al fin y al cabo solo el dominio del mercado por parte de Marvel hizo que DC virara en su juego al entrar en el juego de la continuidad y más tarde, entrar al mercado directo que tan buenos resultados empezaba a darle a Marvel. No es de extrañar entonces que DC tarde o temprano dejara de andar a remolque y volviera por sus fueros; quieras que no es una empresa que siempre ha buscado monopolizar el mercado (como la Disney/Marvel de ahora, por supuesto) y si la estrategia actual no le funcionaba, igual si que tocaba cambiar de juego. Al fin y al cabo ya llevaba años jugando con los canales de distribución alternativos, y respecto al universo compartido que mostraban sus propios cómics… Bueno, digamos que a DC siempre se le atragantó eso último, y que si alguna vez existió un Universo DC como tal eso ya se fue hace años…
Porque vamos a ver, gran parte del pedigrí de la editorial viene de los años de control editorial de Mort Weisinger y sus «historias imaginarias». Weisinger, que era un firme defensor de la idea de la portada como principal activo a la hora de vender un cómic, encargaba guiones en base a dichas portadas y no al revés, con lo que los Otto Binder, Bill Finger o Gardner Fox de la editorial tenían que verselas y desearselas para encontrar una historia que justificase que Superman maltratara a Jimmy Olsen de las peores formas posibles o que Lois Lane pactara con el auténtico demonio para conseguir el afecto de Superman y no acabar pareciendo un monstruo en el intento. Los guionistas resolvían la papeleta con mayor o menor éxito, y no es de extrañar que poco a poco empezaran a multiplicarse las llamadas «historias imaginarias», cómics que no entraban dentro del canon oficial de Superman o Batman porque eran sueños, eran falsas, ocurrieron en tierra queseyó y no eran «de verdad».
Se había pasado de provocar una situación enmarañadísima que se trataba de justificar atropelladamente al final del cómic para poder volver al status quo a ni molestarse en hacerlo para poder llevar las tramas hasta la última consecuencia, llegando incluso a abandonar el modelo de que las historias partieran de la normalidad canónica a empezarlas directamente con el Superman de Tierra queseyo que, por poner un ejemplo, había crecido en una granja colectiva de la Unión Soviética y no en Kansas. Aquellos cómics, realizados según Weisinger para niños de 10 años, tenían la ventaja de poder plantear las situaciones más imaginativas y darte una aventura completa -varias, de hecho- por un precio reducido, con lo que gran parte de su atrativo estribaba en su capacidad de sorprendernos. Y todo eso funcionaba muy bien hasta que Jack Kirby empezó a liarla en Marvel…
Y es que desde principios de los años 60 el tándem formado por Stan Lee y Jack Kirby demostró una capacidad tremenda para disparar conceptos nuevos como una ametralladora que eran compatibles entre sí, dando lugar en muy pocos años a una mitología muchísimo más rica de lo que podía haber tenido Superman en treinta años. Y es que si bien es cierto que la oficina de Julius Schwartz en DC había jugado ya con esa idea mediante el relanzamiento de Flash, Green Lantern, Justice League y sobre todo con Doom Patrol, series como las de Batman y Superman seguían funcionando con total independencia y no solía haber muchas consecuencias entre un número y el siguiente, mientras que Lee y Ditko convertían su Spiderman en un auténtico culebrón; las fórmulas con las que Weisinger y Schwartz habían dirigido DC durante años se empezaban a agotar, y los dos editores eran incapaces de discernir cuál era el secreto del éxito de Marvel.
Para cuando llegaron los 70 y la salida de Weisinger de la editorial, se consolidó un recambio generacional de escritores que entendían «el secreto», y DC empezó a establecer su propia continuidad. Era una continuidad un tanto maltrecha y complicada de llevar, porque quieras que no partía con la desventaja de no empezar de cero, pero con la cabeza de la nueva presidenta Jenette Kahn o editores como Paul Levitz, sumados a los mimbres de años y años de hablar de tierras paralelas, DC Comics consiguió establecer una nueva cosmogonía que haría saltar por los aires con Crisis en Tierras en Infinitas en 1985. DC prometía, juraba y perjuraba, que esta vez lo haría bien, que todo iba a estar en su sitio y todo sería correcto mientras por otro lado seguía aprobando proyectos «no oficiale»s como Return of the Dark Knight o de encaje complicado como Hawkworld. Sin embargo, la DC que partiría de aquellos años se mantendría más o menos en su sitio hasta la entrada del nuevo siglo, con lo que, dejando de lado el neblinoso estado de proyectos puntuales como las series de la línea Vertigo y demás, se trató de mantener un todo cohesionado a lo largo de todas las series de superhéroes de la editorial. Y entonces sí, entonces llegaron Dan DiDio y Bill Jemas.
Bill Jemas nunca trabajó para DC, pero su papel en el cambio de rumbo en la industria del cómic estadounidense fue demoledor: el modelo de un todo cohesionado estaba obsoleto, no se podía continuar y todas las series tenían que partir de cero. El papel de los editores empezó a mutar, pasaron de ser coordinadores que ayudaban a encajar las historias de los guionistas en un todo más grande a ser los inventores de argumentos que los guionistas desarrollaban, como si volvieramos a los tiempos en los que Weisinger decía que escuchar las ideas de los guionistas era perder el tiempo y que era mejor que ellos escribieran las que se le ocurrían a el. El éxito de la línea Ultimate o el New X-Men de Morrison empujó a Marvel, que durante décadas había hecho de la continuidad su bandera, a crear cómics que se contradecían entre sí, que cíclicamente se reiniciaban sin que hubiera apenas consecuencias de una etapa a otra, dando lugar a historias que parecían diseñadas a partir de ideas para una portada como si Mort Weisinger se hubiera reencarnado en Joe Quesada.
Por supuesto, la reacción en DC Comics no se hizo esperar y, aunque se hizo un mayor esfuerzo por mantener un todo cohesionado -quieras que no Paul Levitz seguía supervisando- Dan DiDio empezó a pergeñar evento tras evento en los que los personajes se veían envueltos en situaciones cada vez más límite, llegando a ponerse realmente escabrosos hasta el punto de que cuando se les acabaron las animaladas que contar -y se les acabaron pronto, no olvidemos que para entonces DC ya llevaba muchos años cortando brazos y metiendo cachitos de gente en neveras- la idea de reiniciar el universo empezó a sonar con fuerza, siendo su principal valedor Dan DiDio mientras Jim Lee abogaba por relajar aun más todavía las normas de la continuidad y aplicar un modelo parecido al de la Marvel de Quesada, el que cada guionista solo tuviera que ser coherente con la historia en curso.
Finalmente y hace diez años, DC hizo un reboot completo con New52 que reinició de nuevo con Rebirth, pero ambos fueron la mar de caóticos y las series apenas conseguían cuadrar entre sí, con los guionistas recibiendo respuestas contradictorias de sus editores. La política de Lee -que era más o menos la que había aplicado en WildStorm de toda la vida- fue la que se acabó imponiendo, sobre todo porque en DC empezaron a darse cuenta de que los proyectos que más acababan vendiendo eran las historias puntuales fuera de continuidad; DC siempre había creado Elseworlds y demás historias alternativas de Batman, Superman y demás, manteniendo una presencia más fuerte que la competencia en espacios que no eran los tradicionales -esto es, las librerías de cómics- pero a lo largo de los años posteriores y en parte por la acertada obsesión de DiDio por buscar nuevos mercados, inundó las librerías tradicionales y mercados online de productos alternativos para todas las edades, con formatos de tapa dura, rústica y lo que hiciera falta para llamar la atención y colocar a sus personajes en territorio que en el que autoras como Raina Telgemeier ya había demostrado que se podía triunfar muchísimo más que con cualquier grapa fomentada por la especulación, y con cómics que eran leídos y no metidos en un ataúd de metacrilato.
Y así hemos llegado al punto actual, en el que DC ahora mismo ya no centra su principal fuente de beneficios en el comic book de grapa y es la editorial que, con mucha diferencia, más se ha movido para superar la crisis a la que se está viendo el sector por la pandemia. Para que os hagáis a la idea, DC está empezando a sacar más dinero por los canales alternativos que por los tradicionales, con lo que es natural que se plantée sacar la grapa a esos mismos espacios para horror de Diamond y algunos libreros de cómics porque, como ya estamos viendo, a estas alturas por lo menos los primeros le sobran. Si en tiempos el estreno de una película DC se aprovechaba para hacer un relanzamiento de la grapa o miniseries temáticas como precuela a la propia película, no tenemos más que ver lo que hay anunciado para el lanzamiento de Wonder Woman 1984 para darnos cuenta de hasta que punto han cambiado las cosas; nada especial con las grapas, solo tres tomos con Wonder Woman de protagonista -uno de ellos Wonder Woman Warbringer, una adaptación de una novela «Young Adult» a cargo de Louise Simonson- con perfiles de público y canales de venta completamente distintos, además de los ya consabidos tomos recopilatorios de la serie regular. Ninguno de esos tres tomos entra en continuidad ni falta que le hace, pero a la vez las historias que se cuentan en ella beben de conceptos creados en la serie regular; estamos llegando al punto de que el comic book no solo sirve para inspirar proyectos transmedia, también es vivero de ideas para proyectos puntuales. Y aun así, los hay que abogan por cargarse la continuidad del todo…
Y por supuesto, se equivocan de lado a lado. Porque la continuidad, ese instrumento tan exótico, no deja de ser la herramienta con la que se han generado estas otras historias alternativas. Porque sin un Superman amigo de Jimmy Olsen no habría existido una historia imaginaria en la que el segundo se casa con Supergirl ni esa idea hubiera resultado relevante para el lector, del mismo modo que sin un Lobezno miembro de la Patrulla X durante años no nos habría impactado en absoluto que matara a todo el grupo en cierta historia imaginaria que dio base al Logan de Mangold. Al final, la coherencia narrativa que nos da la continuidad es un marco ideal para crear nuevas historias alternativas, historias «imaginarias», y estas segundas a la vez sirven como laboratorio de pruebas seguro para saber por dónde deben evolucionar los personajes. Pero aun así, seguimos teniendo a críticos y teóricos del medio echando pestes de la continuidad, como si a estas alturas no hubieran entendido absolutamente nada de lo que hizo y hace funcionar al género de superhéroes.
En definitiva, que muchos dan por hecho que la salida de DC de los circuitos de distribución tradicionales se traduce en la muerte del comic book tradicional y un giro hacia el formato de tomo o novela gráfica. Personalmente, creo que en DC (y AT&T) son bien conscientes de la vigencia que le dan las series regulares entre los lectores, y que aunque nunca vayan a proporcionarle dinero a paladas como si esto fuera la burbuja especulativa de los 90, si que le proporcionan conceptos que podrán explotar en futuros tomos, películas y hasta videojuegos que les darán muchísimo más dinero.
Por supuesto, eso sería así si escribieran la grapa como si fuera una grapa y no un avance del tomo, pero supongo que eso ya es otra historia…
Este tema tiene tantos ángulos desde los que abordarse que me acabo liando cada vez que intento opinar. A ver si este intento se entiende:
Para mi un problema muy grande es como, fruto de la desacreditación del género en la década de los ’90, se produjo un cambio de paradigma enorme fundado en conceptos mal entendidos. Especialmente agravado por la confusión entre el original (Vertigo) y la copia (todo lo demás, prácticamente) que llevó a poner en frente de la clase a los chicos que esencialmente copiaron la respuesta de la genia que tenían sentada al lado.
En ese sentido son exactamente como Mort Weisinger; no tienen ni puta idea de lo que hacen pero lo hacen a pie juntillas. Y podríamos decir que se debe a que como Weisinger, no entienden la importancia de los límites y el desarrollo.
Lo que me lleva a lo siguiente; los conceptos que esencialmente se malentendieron fueron la continuidad y el meta-relato. Ambos conectados; la continuidad (nacida de la necesidad y de los límites idiosincráticos de Stan Lee y la Marvel de los ’60) es la forma más fiel de meta-relato (y no existe relato sin desarrollo) pero al ser denostada por malentendida las historias se volcaron al meta-relato mal entendido; esto es la dependencia absoluta de que el público traiga una narrativa en la que insertar tu historia para que esta funcione (he ahí el que Quesada y Didio promocionaran tanto lo que hacían; necesitaban sentar las ideas del lector de antemano). Por supuesto, esto se hizo a través del fusilamiento descarado del trabajo de autores que entienden estos conceptos como Berger, Moore, Miller, Morrison, etc. etc. etc. Porque su (aclamado) trabajo solía existir por fuera de estos «amarres» del género (a pesar de que se ataban tanto o más a los conceptos en cuestión; la verdadera diferencia entre ambos era que los cómics de superhéroes los editaba Harras y los escribía Lobdell).
Esto no hace más que demostrar que los mandamases de DC (WB/AT&T) y Marvel (Disney) no tienen ni idea de cómics, que tampoco es tanta novedad. El problema es;
Saber que no soy el único que se da cuenta alivia el genuino malestar físico que me provocan los críticos, teóricos y profesionales del medio.
Por cierto, así como se dice «historia imaginaria» se dice «evento crossover», que ambas dependen de lo mismo.
Yo hasta cierto punto creo que respecto a la continuidad no podemos «enfadarnos» con Weisinger, porque ni siquiera pensaba en seguir ese modelo. Su forma de hacer cómics ni siquiera estaba basada en el modelo del folletín, simplemente Superman era Superman, tenía estos poderes y estos secundarios y cada cómic era autoconclusivo, como si esto fuera un procedural de los de la tele.
Y precisamente así empezó Fantastic Four, con la diferencia de que de repente en un cómic aparece Namor y termina con la incertidumbre de que no se sabe que pasará con el, luego aparece el Doctor Muerte y al siguiente número los dos se juntan; para mí ahí está el nacimiento del Universo Marvel y el metarrelato, porque de repente los lectores veíamos que había un continuará, unos personajes cuyas vidas seguían al margen de la serie que estábamos leyendo y que importaba lo que había pasado en números anteriores. Esto, a día de hoy, se ha roto. Porque cada autor tiene licencia para cargarse todo lo que haya hecho su antecesor sin ningún reparo, tomar los personajes que quiera e interpretarlos como le venga en gana sin cortarse un pelo y solo si eres un guionista super estrella los cambios que hayas hecho van a ser tenidos en cuenta por tus sucesores; no tanto por respeto o admiración a tu obra si no porque lo que has hecho ha tenido éxito y quieren imitarlo.
Si yo tampoco me enfado con Weisinger por eso (prefiero enfadarme porque era explotador y horrible persona). Lo que digo es que él no entendía que lo que Stan Lee contaba con Kirby y Ditko salía de los límites que DC no tenía y del desarrollo de las historias que Weisinger no llevaba a cabo (Marvel producía menos cómics por lo que tenía menos exposición lo que le permitía correr más riesgos con menos colaboradores y un solo editor/motor que no solo sería capaz sino que estaba casi que obligado a reciclar y unificar todo).
Y que así como Weisinger no lo entendía, muchos ahora tampoco lo hacen en cuanto a la continuidad y al meta-relato porque los conceptos fueron desfigurados durante años de malas gestiones que se perpetúan hasta hoy.
Es que es eso. La era Marvel más brillante es la que formaba un todo. La que contenía miles de vidas (superheroes, supervillanos, secundarios y figurantes) en un continuo discurrir. Ese discurrir está rotísimo. No hay suficientes «no premio de Stan Lee» para arreglar tanto desaguisado. Porque ni siquiera hay interes en mantener una continuidad.
En el fondo están todos deseando destruir la continuidad por una razón ruin. Les supone trabajo. Así de simple.
Y los personajes de la Marvel ya no son personajes. Son iconos. Cada autor cogerá la faceta del icono que le interese y hace la historia que le peta. Cuando realmente lo que convirtió a esos personajes en iconos fue la historia.
Han dejado de contar historias para pasar a fagocitar los iconos. Es triste, porque han renunciado a la aspiración de crear sus propios iconos.
Lo triste de todo esto es que se supone que estamos hablando de la continuidad de DC pero acabamos hablando de la de Marvel. Y esto se debe simplemente al hecho de que podría decirse que DC la ha tenido solo durante una cuarta parte de su historia, y lo más gordo de todo esto es que algunas de las etapas más memorables de la editorial se deben precisamente a esta práctica: JLI, Titanes de Wolfman/Perez, Superman postcrisis, Batman de Grant y Breyfogle… Y todo se rompe en los 90 con la «eventitis», con los tiempos de crossover gordo todos los veranos que rompen del todo la progresión de los personajes y fue su fatiga lo que creó a finales de la década esa falsa percepción de que la coherencia narrativa dentro de la propia serie era un «lastre», convirtiendo la palabra «continuidad» en una palabra maldita dentro del género.
Que esa es otra, la continuidad en el cine no la discute ni dios.
«Que esa es otra, la continuidad en el cine no la discute ni dios.»
Eso es lo que más me desconcierta a mí: que durante décadas la continuidad fuese el pilar del cómic de superhéroes, cuando en otros medios estaba totalmente ausente (salvo en culebrones y folletines, pero esos estaban todavía peor vistos que los tebeos), y ahora que la continuidad es fundamental para el éxito de de multifranquicias audiovisuales superheróicas como el UCM o el arrowverso, y es aceptada por el público en general, más allá de este género, en series de TV de prestigio basadas en el continuará (con spin-offs, crossovers, etc,…) el mundo del cómic, tan dispuesto siempre a dejarse influir del cine y la TV, sea tan inmune a funcionar de nuevo en base a la continuidad.
Je, del mismo «draft de comentario» del que saque mi respuesta a zatannasay:
Es que en el fondo la TV americana ha hecho un viaje parecido, en los 80 era muy difícil ver una serie que no consistiera en capítulos autoconclusivos (dejando de lado culebrones, por supuesto) pero poco a poco las series de continuidad fuerte y «arcos de temporada» empezaron a dominarlo todo hasta convertirse en lo normal; esto ocurre, entre otras cosas, porque la generación que creció leyendo cómics de Marvel -JMS, Martin- empieza a trabajar en TV y trata de introducir estos tipos de narrativa, tratando de hacer evolucionar a unos personajes que hasta entonces se habían mantenido estáticos casi desde su concepción.
Es que DC no tenía continuidad. Pon en orden cronológico los 874 enfrentamientos entre Batman y el Joker. Ni tú ni nadie puede hacerlo. Porque no están enclavados en el tiempo, para cada nuevo enfrentamiento les será irrelevante o inexistente el anterior.
DC tuvo un simulacro de continuidad. Y precisamente es ahí, cuando su Universo creció y adquirió profundidad e interés.
Titanes, LJI, Batman y los Outsiders, y mil más en menor o mayor medida. Pero fue impuesto y era muy de aquella manera, al final era una continuidad a cachos según el autor o colección o fragmento del Universo DC que fuese.
Marvel nació con esa conexión temporal desde el principio. Por eso pienso en continuidad y me sale Marvel automaticamente.
Reiros, ¿Pero a quién se le hubiese ocurrido el «no premio» por arreglar problemas de continuidad salvo a Stan Lee?
Y sí. El cómic de superheroes pierde el rasgo distintivo que lo hizo grande al mismo tiempo que hordas de aficionados que jamás han leido un cómic exigen que las películas tengan continuidad entre ellas. Que todas las sagas de Spiderman esten conectadas, aplaudiendo hasta romperse las manos con la aparición de J.K.Simmons en la última.
Y con unos colegas en un bar flipé asistiendo a como intentaban arreglar la continuidad de todas las peliculas de X-Men. Hasta que les digo, que todas las peliculas de X-Men van de lo malo a lo horrendo salvo Logan, y que solo las puedes ver si las aceptas como What if?
Y entonces se miran entre si, sorprendidos de que alguien diga algo así. Me pregunto cuantas batallas habrán tenido, intentando arreglar algo que no se pudo romper porque nunca existió.
Pero el comic pierde, lo que los demás medios luchan por ganar. Triste. Muy triste.
Eh, las películas de X-Men se podrían interconectar más o menos con la excusa del viaje en el tiempo y tal… O al menos lo intentaron. Que es más de lo que hicieron otros!
Yo lo llamo desastre. Cada nueva película destruía las posibilidades de crear una coherencia que la anterior había dispuesto.
Y encima eran malas. Quitando alguna escena puntual.
¿Cuantas veces sabotearon la posibilidad de hacer algo bueno? ¿Cuantas veces mancillaron la Saga del Fenix? ¿Las dos de Lobezno podían haber sido peores? ¿Cuantas veces reiniciaron la historia o recurrieron a viajes temporales? ¿Alguien se ha parado a pensar, que la verdadera razón por la que «Primera clase» parece mejor que lo que es, fue porque nos libró de un X-Men 4? El principal valor de una película fue no continuar la franquicia estrictamente.
También es verdad, que en aquella época era lo que había; y después Disney modificó los parametros de calidad. Pero pudieron hacer cosas dignas sin ser maravillas y… No. 10 películas para poco más que un par de escenas buenas y Logan. Poco bagaje.
Pero sí, intentaron dar un algo de coherencia.
Yo intento ser justo y no dejarme llevar, y tanto X-Men 1 como la segunda parte son más que dignas. Sí, les falta mucho y cometen muchas estupideces, pero son coherentes entre sí. Luego llega el esperpento de la tercera parte y joder, no es mala porque retconee cosas y demás, es mala porque está mal hecha y punto. Lo que desde luego ya no hay por donde cogerlo es Wolverine Origins, porque esa sí que rompe cosas, destroza, reescribe partes de X-Men 2 como buenamente quiere y para colmo de males películas posteriores la han ignorado y retconeado (y menos mal). Y luego tenemos la postcréditos de Lobezno Inmortal, que se contradice con Días del Futuro pasado. Si sumamos a todo eso que a partir de ahi cada una fue a cual peor, y Logan no deja de ser un Elseworlds, pues… Como que nos queda claro que el problema no era tanto de continuidad como de que cada vez las hacían más malas, pero malas a rabiar.
Las tres primeras cuentan una historia y son visibles; visibles que… no me atrevo a verlas ahora. Aunque en su momento pudieron saber a gloria bendita ( a mi no, yo las vi de igual manera que podía ver un episodio de dibujos animados cualquiera, y ya sufrí retorcimientos) teniendo en cuenta que competían con las del Capitán America y Nick hasselhoff Furia (Spiderman era ya otra galaxia) Pero la tercera es para tirarse de un puente de mala.
X-Men la primera trilogia es un divertimento que si te quedas en esas tres pues no tienes porque tener mal recuerdo. Pero los añadidos las destrozan. Ya cuando las vi me parecieron telefilms genéricos sinbninguna intención más que ver cuanto dinero generaban para ver si se hacia la siguiente. No contruyeron una continuidad. Solo aspiraban a continuar hasta donde pudieran. Y un poco de cualquier manera.
«sinbninguna intención más que ver cuanto dinero generaban para ver si se hacia la siguiente»
¿Quedo mal si digo que eso era una película antes del MCU? Porque voy a decir que Matrix (la acción de superhéroes puesta en el cine), las precuelas (los efectos especiales), el Spider-Man de Raimi (el tono), Harry Potter (adaptación con narrativa exteeeensa), el Señor de los Anillos (la escala descomunal en un proyecto de fantasía) y el Batman de Nolan («el prestigio», jeje) son los que hicieron camino para el MCU de Feige, y entre todas esas estaban saliendo las películas de los X-Men.
Más allá de sufrir del síndrome «Ultimate» de querer cubrir que no son Claremont tirándose de molonas pero que a la mínima inspección descubres que lo que tienen es una inseguridad desesperante, tampoco les pediría algo que, de haberlo sido, habría prácticamente cambiado el mundo (del cine y el entretenimiento al menos) como lo conocemos.
Por cierto, menos mal que le dieron Spider-Man a Raimi, vaya si sabe hacer películas ese hombre.
Se que X-Men era un proyecto relativamente modesto. Y que, seamos sinceros, fue lo mejor que se podía dar en esa época, hace 20 años. Que sirvió par ir superando limitaciones de la industria. Y que igual me paso de taxativo por ser la Patrulla-X (¡¡¡Mi Patrulla-X, es mía, que nadie toque mi Patrulla-X, mía,mía!!!)
Pero la realidad es que hoy en día hay guias de como ver las peliculas de X-Men como esta: https://www.fotogramas.es/noticias-cine/g27599358/orden-peliculas-xmen/
¡Menudo laberinto! ¡Y la gente entra a ese juego! Yo aconsejo ver cada pelicula como un What if; y no pretender que tenga algo, que nunca tuvo como conjunto. Cosas como cohesion argumental o un guión a largo plazo.
Ceguera de miras de la Fox. Que podían haber hecho historias simples pero dignas, pero convirtieron la saga en algo indescifrable.
¿Hace el orden buena a Wolverine: Origins? ¿O malas las películas de Deadpool? No es más que una perdida de tiempo para gente que si no fuera por eso lo perdería en otra cosa igual de tonta.
Para mi la critica fundamental a los X-Men de FOX es que desaprovecharon al completo todo el subtexto del melodrama interpersonal de Claremont por «la alegoría», dejando atrás temáticas de responsabilidad, duelo, aceptación, familia, cambio, maduración, poder, autoridad, control, rebelión, respeto, amor (romántico, fraternal y platónico), redención, venganza, ideales políticos, sociales, religiosos, etc. etc. etc. etc. solo para decir «el racismo es malo, no seas racista (y no usamos spandex amarillo!)». Lo demás sobra.
Pero es que basta ver como WB manejó Superman o Suicide Squad para darse cuenta que (excusando los guiones de Markus & McFeely y/o Gunn) aún nos faltan años para que hagan honor a Chris Claremont.
Sobre lo que dices al final yo quedé sin comentarlo para evitarme líos, pero ahora que lo mencionas (ya que lo guarde y ya que también conecta un poco con lo que mencionan del cine);
El problema que tenía antes la Marvel es que estaba llena de fanboys como Roy Thomas que no podían imaginarse que hubiera lectores que no se hubieran leído todos cómics que se hubieran publicado desde la golden age (sólo hay que leerse su etapa en los 4F en que debe rememorar el origen y sus distintas batallitas cada x números y que utilize a villanos de los que nadie se acuerda ), y ahora en cambio les pasa lo contrario, sus autores ni conocen la historia ni a los personajes y parece que parten desde cero.
Yo reemplazaría fanboy por «editores con cabeza», porque a pesar de que los años le vinieron fatal a su faceta como escritor Roy Thomas era un señor editor. Mientras que otros fanboys con poder como DeFalco y Tom Brevoort no han hecho más que cagarla estrepitosamente cada vez que les dan la oportunidad. El problema de Marvel fue perder el equipazo editorial que había conformado Shooter.
Pues bien que Shooter le dió puerta a Thomas, que luego decía que no lo había echado, pero quieras que no le quitó todos sus privilegios editoriales y no sé si hasta le recortó el sueldo…
Vaya historia extraña que tienen los dos. Para mi que, cuando el momento de la «separación», para ambos la co-existencia con el otro significaba rendir ciertas cosas y ninguno de los dos estaba dispuesto a dar el brazo a torcer (me imagino a uno diciendo «no voy a trabajar bajo el chico nuevo» y al otro respondiendo «pues si quieres pasar por encima de mi vete a DC», pero eso es mi imaginación).
Increíble como DC aprovechó al máximo las asperezas que Shooter tenía haciéndose cargo de Marvel.
Que DC aprovechara la oportunidad no es nada nuevo, solo que hay acordarse de la prisa que tuvo Infantino a la hora de echarle la caña a Jack Kirby…
Hoy en día tienes a Grant Morrison y poco más, hasta certificados «enciclopedistas» de Marvel y DC como Mark Waid parece que ya no saben ni por donde andan.
Que ojo, como tanto Marvel y DC han hecho en los últimos diez años una o dos Crisis, pues como que me da que se agarran a ello para hacer lo que les viene en gana. Y así nos luce el pelo con el Doctor Extraño Hellblazer…
Estoy completamente de acuerdo con la continuidad… Cuando está bien llevada. Así es un gozo. Como la cosmogonía que Roy Thomas hiló con All-Star Squadron, Infinity, Young All-Stars etc y que otros siguieron con incluso todavía más calidad como James Robinson y Starman y Johns/Goyer con JSA.
Pero para lo que hace DC, que lo resetea todo cada 5 años, se contradice continuamente, hace microreboots de de su propia conti uidad (¿Habíais olvidado la Doom Patrol de Byrne, Superman BIRTRIGHT de Mark Waid o la Wonder Woman de Strac antes del New52?), Hawkman, Power Girl, Donna Troy, ¡La Legión!etc etc pues mira, prefiero que lo dejen de intentar. Que cada serie, novela gráfica o elseworld esté en su propia tierra. Así tal v3z podríamos tener una serie de tomos con la Legión de Paul Levitz u otra con la Sociedad de Tierra2 (la PreCrisis claro) con su Superman con canas.
Bueno, es que cuando no esta bien llevada ni es continuidad ni es nada, es simple y llanamente un caos sin el menor interes. Y claro, precisamente es en esos casos en lso que el personal se rasga las vestiduras y grita que hay que acabar la continuidad, que es un lastre y que si tal pascual… Sigh.
No hay mas que ver como ha recuperado Bendis a Superboy/Conner, mas caótico y seria Hawkman xd
El problema es que llevan cerca de ¡40! años desde Crisis intentándolo con la conti uidad y los muy inútiles han sido incapaces. Quizás sería yendo hora de cambiar de táctica, digo yo.
Yo creo que lo que ha pasado es que los fanes de la Continuidad-Universo Compartido hemos ido disminuyendo a la vez y por el aumento de las series regulares y los eventos. Esto ha hecho que ahora la mayoría es la de los fanes de personajes o guionistas. Me juego el cuello a que la mayoría de los que siguen Batman hoy sólo pillan eso (yo conozco alguno, docenas de cómics de Batman pero es absurdo comprar otros superhéroes), y lo mismo con Spiderman. Desde esa perspectiva el Universo Compartido es un lastre, y los eventos cáncer porque los personajes exitosos siempre pasan por ellos sin necesidad. Y la Continuidad ha cobrado porque impide a mi guionista favorito que todo lo hace bien y caga oro escribir su bonita historia que dignificará el género por lo buena y madura que es, y porque es el demonio de los menores de 30 años. Ellos no tienen el dinero, interés, tiempo y espacio necesarios para documentarse para disfrutar de lo que les interesa. Yo ahora releo cosas de Thomas y Englehart de los 70 y 80 y son super excluyentes. No puedes leerlos sin bagaje por las constantes referencias a otros cómics y su rollete endogámico (y menuda mierda debe ser el leer un Universo Compartido en tochales). Yo quiero la Continuidad-Universo Compartido de vuelta, pero sospecho que sólo es sostenible con unas 30 series al mes escritas por gente competente que sepa mucho del tema escribiendo grapas como Diógenes manda. O sea, un imposible hoy en día.
Hombre, si los editores se coordinaran como es debido para no contradecirse en las series del mismo mes ya ganaríamos algo. Por lo menos aparentarían algo, digo yo!
Claaaaro. Hay muchas cosas que se pueden hacer sin cambiar el modelo actual que lo mejorarían. Pero … alguien que sólo pilla una cole se da cuenta de eso??? La contradicción no es un problema hoy porque la mayoría piensa que no lo es.
No es indispensable la continuidad, pero sí importante para contar historias de superhéroes, no hablemos ya de Marvel y DC (en el caso de esta última, la continuidad en si misma es un motor de tramas).
Lo estoy pensando ahora, pero me resulta curioso además que las historias de superhéroes que no son de las dos grandes, y por ende sin bagaje de continuidad, de alguna forma terminan recurriendo a ellas a través de personajes que son análogos de otros ya existentes y en ocasiones hasta tomando ciertos elementos de continuidad, no solo tomando sus poderes. Esto es: X Men, pero con un cambio, Superman pero con este otro, Spider-Man pero sin esto. No estoy diciendo que sea el caso en TODAS las historias de superhéroes que no vengan de Marvel y DC, pero creo que esto suele pasar bastante.
Bueno, es lo que comentábamos por aquí, el icono se forja mediante el rodaje que dan años de historia y acaba conformando su identidad, con lo que es lógico que acaben siendo los referentes. Quieras que no una historia «fuera de continuidad» como Watchmen no nace del vacio y en realidad toma a los personajes de la Charlton y rasgos de muchos otros personajes para crear su propia identidad. No digo que no se pueda crear un Watchmen «de la nada», pero sería bastante más complicado (y anda que no se complico la vida Moore con Watchmen, vaya).