El mundo que se esconde detrás de la creación de los cómics es un tema que para muchos resulta fascinante y que a menudo ha servido de inspiración para numerosas obras de ficción. Libros como Las asombrosas aventuras de Kavalier y Clay de Michael Chabon, o cómics como Los Profesionales de Carlos Gimenez, El Invierno del Dibujante de Paco Roca o El Soñador de Will Eisner son ejemplos de lo mucho que dan de si las bambalinas del cómic. Y Howard Chaykin ha sido el ultimo en querer aportar su granito de arena a esta temática con su Hey Kids! Comics!, un ácido retrato de la historia de los cómics de superhéroes, desde sus humildes orígenes en la edad de oro a este presente en que esos personajes se han convertido en franquicias multimillonarias, pero sobre todo es la historia de los hombres y mujeres que hicieron todo eso posible y de las distintas formas que la vida y la historia les trataron.
Superhéroes, personajes ridículos en mallas de colores que luchaban contra villanos grotescos. En la década de los 30 muchos veían así a ese genero que acababa de nacer (y en muchos casos era poco mas que eso) una forma relativamente fácil, aunque a veces vergonzosa, de ganarse la vida. Comics que fueron el refugio para muchos aspirantes a novelistas o a artistas publicitarios a quienes las circunstancias obligaron a dedicarse a ello y que muchos jamas abandonaron, permaneciendo en una industria en la que abundaron los estafados y los explotados, los caraduras y los vividores. Y todo ello mientras a su alrededor esos humildes cimientos se convertían en una gigantesca maquina de hacer dinero sin que muchos de ellos consiguiesen siquiera el merecido reconocimiento por su trabajo.
A estas alturas Howard Chaykin no debería necesitar ninguna presentación, un autor como la copa de un pino con mas de cuarenta años de carrera a sus espaldas y unos cuantos cómics imprescindibles debajo del brazo. Un autor que aunque no ha sido exclusivo del genero superheroico, si que es un genero que conoce bien al haberse dedicado a este de forma intermitente durante toda su carrera, y que aunque no estuvo allí desde sus comienzos si que conoció estrechamente a muchos de aquellos veteranos que ayudaron a formar esa industria.
Y armado con ese conocimiento, en parte intimo y en parte de segunda mano, Chaykin elabora un relato ficticio pero con los cimientos firmemente arraigados en la realidad. El mismo reconoce que es muy tentador el querer ponerle nombres y apellidos a los personajes que desfilan por esta historia, y aunque admite que hay algunos de ellos cuya identidad ha presentado al lector prácticamente en una bandeja de plata, también advierte que muchos de sus personajes no representan a nadie en concreto, sino que son una amalgama de diferentes autores de cómics que utiliza como vehículo para contarnos diversas anécdotas que fue recopilando durante la preparación de este cómic, algunas de las cuales son absolutamente veraces y otras no pudo confirmarlas pero le parecieron demasiado jugosas para dejarlas fuera.
El resultado es una obra densa que nos lleva a saltos atrás y adelante de una década a otra, del boom de la edad de oro, al renacimiento del genero en los sesenta o al presente, pasando por la caza de brujas o los últimos años de actividad de estos veteranos a los que acompañamos en su agridulce trayectoria. Décadas en las que somos testigos de como son ninguneados, tratados como simples eslabones en una cadena de montaje, obligados a ganarse la vida dibujando literalmente pornografía y sobre todo encontrándose con que siempre son otros, tanto dentro como fuera de la industria, quienes obtienen auténticos beneficios por su trabajo. Y todo ello para acabar recibiendo demasiado tarde y demasiado poco ese reconocimiento que siempre merecieron, aunque en ocasiones acompañado por un “me gustaba mas lo que hacías antes”.
Y todo ello envuelto en la clase y el estilo que son tan característicos de Chaykin, quien aunque es cierto que ya no tiene la soltura y la frescura dibujando que tenia antaño, sigue manteniendo un dominio del medio envidiable y sobre todo una capacidad como guionista admirable, conservando intacta esa mirada inquisitiva y toda esa mala leche que le ha ganado por méritos propios ser durante varias décadas uno de esos creadores imprescindibles para el medio.
Quienes busquen un libro de historia no lo van a encontrar aquí, pero los que busquen un buen cómic que nos haga reír y cabrearnos, que nos recuerde lo mal que lo pasaron muchos de esos creadores a los que admiramos y quieran jugar a adivinar donde termina la ficción. y comienza la realidad (aunque Chaykin seguro diría que es un cómic, que es todo ficción.) hay que leerse Hey Kids! Comics! , que vale mucho la pena.
Suena bien. Y será el primer comic de Chaykin que lea en que el prota no sea el mismo aventurero moreno con el apellido enrevesado…
O sea, un avatar del propio Chaykin.
Lo que no me gusta mucho es el color, ¿quién hace el color de esto?
Un tal Wil Quintana
https://www.universomarvel.com/fichas/autores/quintanawil.html
Quintana, estás en lalista negra de Diógenes… ¡Tiembla gusano, pues maliciosas criticas te acechan! 😉
Maliciosa no, simplemente que trabaje menos, que sería mejor dejar un tono de piel plano! xD
No sé, esas gradaciones en las jetas de los personajes me dan muy mala espina, como si algo de los 90 volviera…
Es que empezo en los 90, y se nota que aun le dura la influencia de aquellos años
Lo triste es que miras esta spaginas de avance que salian al final de cada grapa y el comic casi hubiese quedado mejro en blanco y negro
vi y tengo un par de originales de Chaykin y puedo decir que son unas maravillas, por detalles y texturas. Pero el color informatico y las onomatopeyas que le meten por encima salidas de los inicios del photoshop empeoran una burrada el resultado final.
Lo raro es que he ojeado otros comics suyos mas o menos recientes que tengo por aquí y aunque son distintos coloristas todos le meten los mismos degradados horribles, supongo que a el le gustara el resultado y pide un coloreado así. Pero sea como sea, como se agradece que Satellite Sam sea en blanco y negro.
Y mejor no digo nada de cuanta envidia malsana me ha entrado con eso de los originales de Chaykin xd
Chaykin sabe bien de la poca retribución a los autores de cómic. En las convenciones cobra 3 euros por firma, no ser que le pongas a firmar cosas de la Guerra de las Galaxias, ahí cobra 5 euros.
Esa tirria es, porque cuando hizo los cómics era un primerizo en una época en donde los contratos y los derechos de autor aun eran un cachondeo. Chaykin cobró una miseria y nunca vió un duro por todas las reediciones de la saga.
Calcula en cerca de millón y medio de dolares lo que debería haber ingresado de haberse hecho el contrato unos añitos más tarde, cuando empezaron a estandarizarse contratos más dignos.
Y por cierto. Las páginas que yo adquirí eran de Century West.
No conocía el cómic, y lo compre después para leer la historia de lo que tenía. Aluciné con lo malo que es el resultado final en comparación con el trabajo original. Me cuesta reconocer las páginas.
Alguien cercano a él debería decirle algo sobre el flaco favor que se hace a si mismo.
Lo absurdo es que aunque trabaja con coloristas diferentes el resultado final es mas o menos el mismo, asi que esta claro que el pide eso especificamente y no lo entiendo, por eso empiezo a creer que Satellite Sam es en blanco y negro por sugerencia de Fraction.
También podía haberle dado el número de Matt Hollingsworth, que yo creo que le haría un buen trabajo 😛
En algo asi estaba pensando, en la cantidad de coloristas actuales que usan el ordenador para colorear y consiguen darle un acabado «clasico» que no parece realizado por un becario de Liquid drogado hasta las cejas xd
Lo de Lichstenstein me recuerda a Mariscal como calcó una portada de un AllStar Comics de la Golden Age para el cartel de una muestra de comics valencians. Y se quedó tan agusto. Me pregunto si cobraría dinerito publico por firmar algo que él no dibujó.
La diferencia es que lo de Mariscal era para un certamen de comic que si no recuerdo mal aquel año iba a estar dedicado a DC, y que personajes como Superman, Batman o Wonder Woman son tan inmensamente populares que nadie va a pensar que eran suyos, lo peor de lo que le acusaría es de ser un vago de tres pares de cojones. El otro en cambio ya se aseguraba de calcar viñetas sueltas con personajes poco reconocibles (con la excepción de aquel magneto) para que resultase mas complicado detectar el plagio descarado.
No creo que nadie creyera que Mariscal había creado a los iconos de DC claro, pero cualquiera podría creer que ese dibujo en concreto de la Sociedad de la Justicia era suyo. Y encima me temo que cobró dinero público por eso. Un jeta y un plagiante (Y que conste que Cobi me encanta).
Lo del señor del pop art pues igual, aunque kirándolo friamente bo es tan distinto de Warhol no?
Con Warhol me pasa como con el caso de Mariscal, el no ocultaba sus fuentes, cuando incluía algún producto comercial en una de sus obras no le borraba el logo o lo alteraba, y los personajes públicos o de ficción que usaba tampoco aparecían modificados mas alla de la identificación, ya fuese Miky Mouse o Marilyn uno sabia quienes eran. Asi que su obra podrá gustar mas o menos pero al menos era honesto.
Ojala un día se reedite el Black Hawk de Chaykin…. supongo habrá que esperar la pelicula de Spielberg para que eso ocurra.
Yo tuve suerte de conseguir la edicion de Zinco en su dia y he perdido la cuenta de las veces que lo he releido. Aunque mejor es su Twilight junto con el enorme Jose Luis Garcia Lopez
Y si te digo, que cuando le di a firmar Twilight, Chaykin dijo que en ese cómic tuvo una suerte inmensa de poder trabajar con García López, y empezó a hablar de lo bueno que es.
A Chaykin hay que quererlo y el que no lo haga es un ****…
No vayas a twitter entonces xd
Pues son unos ****
Dilo con todas las letras!
Me dejaste con ganas de comprarlo y leerlo.
Esa es la idea xd