Puedes tener la mejor vida del mundo y sentirte miserable. Puedes ser uno de los mejores escritores de Batman y vivir en tu propio infierno, planificado y manufacturado por ti. Y al final puede que recibir una paliza sirva de catalizador para tomar las riendas de tu propia vida, pero en realidad sabes que la paliza podía haberte llevado a la ruina más absoluta y que solamente tu fuerza de voluntad puede sacarte del agujero en el que te has enterrado…
Tengo que decir que si yo estuviera internado en un hospital, al último que querría tener en mi cabeza es al Joker…
Dark Night: A True Batman Story es una novela gráfica en la que Paul Dini se desnuda ante su público. La historia nos la viene a contar el propio Dini en primera persona, tratando de reflexionar sobre un modo de vida que le hacía sentirse miserable a pesar de que estaba viviendo su mayor momento de gloria profesional, justo cuando estaba guionizando Batman: The Animated Series y en mitad de la preproducción de la película que sería «Batman: Mask of the Phantasm», la mejor película de Batman jamás realizada. Dini se nos muestra como un tipo encerrado en si mismo e incapaz de apreciar lo que tenía, siempre infeliz y tratando de perseguir quimeras en forma de actrices buenorras que se aprovechaban de el para «conocer a Steven Spielberg»… Simple y llanamente, Dini pagafanteaba de mala manera por una cuestión de ego, para poder llevar de vez en cuando a una maciza del brazo.
¡Que no, que yo no quiero al Joker en mi cabeza ni de coña!
Y justo cuando el hombre creía que el mayor drama de tu vida era el no follar, vienen unos fulanos a los que no conoce de nada y, en vez de robarle y largarse, le pegan la paliza de su vida y se largan con tu cartera. Tras toda una vida escribiendo historias de héroes que llegan en el último momento para luchar contra el mal -porque el ensañamiento de la paliza se debe a la pura maldad-, Dini descubre que ni siquiera en su propio barrio puede sentirse seguro, que su mundo es completamente frágil y que da igual lo mucho que se aborreciera o autolesionara a si mismo, los demás pueden hacer un trabajo mucho mejor de la forma más aleatoria. Y es en ese momento en el que realmente arranca la historia de este cómic, con un Dini arrastrándose en alcohol y autocompasión mientras la galería de personajes de Batman ejerce de amigos -y enemigos- imaginarios del autor; tenemos a un Joker que sólo busca hundirlo más en la miseria mientras Batman trata de espabilarlo aunque sea a hostias, mientras otros personajes como Poison Ivy o Dos Caras van haciendo su análisis sobre la situación.
Yo estoy convencido de que los matones lo vieron con la maciza y lo apalizaron por PURA ENVIDIA.
Dibujando el cómic tenemos al gran Eduardo Risso, que va haciendo requiebros con su propio estilo a lo largo del relato, utilizando la tinta diluida durante casi todo el cómic pero también combinándola con un estilo más «cartoon» para algunas escenas, además de autohomenajear a 100 Balas en la escena más despiadada del cómic, cuando los matones le dan la paliza a Dini y Risso vuelve al estilo que utilizó durante la serie. Lo que se consigue con el cambio de estilos es reflejar como Dini vive enmarañado en si mismo y como no tiene algo claro en su vida hasta el momento en el que le pegan la paliza y «puede pensar con total claridad», cuando lo que le esta pasando en ese momento parece salido de Gotham City. Tinta, color y línea viven enfrentados a lo largo de la historia y no alcanzan un equilibrio hasta llegar al final, momento en el que Dini consigue reconducir su vida y salir adelante.
Creo que sobrio se escribe mejor, ¿eh?
El propio Dini ya avisa al empezar el cómic que no vamos a encontrarnos su típica historia de Batman, porque al final todo esto no deja de ser autobiográfico y los personajes de DC no dejan de ser vocecillas en su cabeza, pero siendo como soy el mayor detractor de la «pornografía emocional», tengo que reconocer que salgo contento por haberlo leído, porque Dini es bueno y sabe tocarte la fibra sensible con su historia de autodestrucción personal. Eso sí, ante todo me gustaría agradecerle a Alan Burnett el haber pasado de la historia de Batman con Sandman que Dini propone a lo largo del cómic, menudo bodrio tenía pinta de ser y que poco había calado el hombre a los personajes de Gaiman…
«tratando de perseguir quimeras en forma de actrices buenorras que se aprovechaban de el para “conocer a Steven Spielberg”… Simple y llanamente, Dini pagafanteaba de mala manera por una cuestión de ego, para poder llevar de vez en cuando a una maciza del brazo.»
La típica hipergamia de algunas hembras, usar el sexo como médio para recursos, luego son las mismas que se quejan de «a los 40 no existes para Hollwood», si solo dan sexo (de pésima cálidad normalmente) no pueden esperar más que cuando caduca el material,no cuenten para nadie.
Meryl Streep sigue trabajando prendas, pero claro ella es una actriz y además buena.
No veo a esas pedorras teniendo una relación como la que tuvo ella con el bueno de John Cazale (RIP), buena actriz y buena persona por lo que sé.
Por cierto que no sabía lo de la paliza al pobre Dini en 1993, me alegra que se recuperase, desde luego le echaré un vistazo a esta obra.Me parece mucho más interesante que lo que hacen Marvel y DC hoy día.
Dini debería tener el trabajo que tiene Bendis, la industria del comic y no digamos DC estaría mucho mejor.
«mientras Batman trata de espabilarlo aunque sea a hostias»
Al final del día estas solo, ya lo decía Tony Soprano.