El vicepresidente de DC y editor de Superman en los 60, Mort Weisinger, consideraba que sus cómics eran para niños de entre ocho y nueve años, y que cualquiera que tuviera más edad y que siguiera leyéndolos debía de tener algún tipo de retraso. No era raro entonces que la Legión de Superhéroes se reuniera en una «clubhouse» más pequeña que la TARDIS y que al igual que esta era más grande en su interior, todo ello sin apelar al concepto de teseracto y sin preocuparse de que esto era terriblemente evidente. Jim Shooter decidió que ésta era una de las cosas que hacían que Legión de Superhéroes fuera una serie tan mala, y una de las primeras cosas que hizo fue agrandar el exterior del cuartel general de la Legión. Los teseractos llegarían unos cuantos años más tarde…
En las viñetas izquierda y central el cuartel de la Legión antes de Shooter, en la de la derecha el mismo cuartel. No veo yo mucha diferencia…
Porque la Legión de Superhéroes daba más pena que otra cosa, para que negarlo. La serie, que en principio daba un giro de ciencia ficción a las aventuras de Superboy situándolo mil años en el futuro, solía malgastar su potencial en contarnos como un grupo de niñatos con poderes imponían reglas cada vez más absurdas a sus miembros, se pasaban el día haciendo el idiota y, en general, fracasaban de mala manera en hacer del título el cómic para adolescentes que debería haber sido (esto es, Spiderman). Como muestra os traigo hoy el número 342 de Adventure Comics, realizado por Edmond Hamilton y Curt Swan. Ojo que estoy diciendo palabras mayores, Hamilton y Swan son dos profesionales reconocidísimos que son de lo mejorcito que tenía DC en su época. Hamilton era uno de los escritores de ciencia ficción que Weisinger había conocido en su época de editor de pulps y uno de los pioneros, perfectamente reconocido en el género. Curt Swan no necesita presentación, es uno de los dibujantes más importantes de la historia de Superman junto a Shuster y Boring, siendo estos últimos los que crearon el personaje y lo definieron gráficamente. Vamos, que son autores muy buenos que deberían poder hacerlo algo mejor que un crío de catorce años…
¡Y ojo, que esta es una historia clásica de la Legión!
Empezamos fuerte, con Star Boy habiendo asesinado a un forajido a sangre fría. Ya veis como esta la portada, Dream Girl, Saturn Girl y Superboy lo acusan severamente por haber roto el código de la legión, y expulsándolo de la misma. Y esto no es una historia imaginaria, no es un invento, la Legión de Superhéroes no volverá a ser la que era… No es ironía, es un cómic de DC que no miente en la portada. Es cierto que Dream Girl y Superboy tendrán otra opinión dentro del cómic, pero a Star Boy lo van a expulsar de la Legión por asesinato, aunque sea en defensa propia. ¿Estamos hablando de que este Adventure Comics 342 está a la altura de los grandes del género, como cuando el Capitán América de Gruenwald se cargó a un miembro de la organización terrorista Ultimatum con una UZI? Nah, me estoy quedando con vosotros…
Con lo impactante que era en su día ver al Capitán América con un arma, y lo normal que es hoy en día…
Porque Curt Swan podía ser buenísimo, pero eso de dibujar cinco cómics en el mismo mes hace que baje la calidad del producto. Si a Jack Kirby se lo tiene entronizado, es precisamente porque en el mismo mes en el que Swan sacaba 5 series, Kirby sacaba seis y uno de ellos era el número 48 de Fantastic Four, conocido nada más y nada menos por ser la llegada de Galactus, un cómic que en absoluto parece que esté chapuceramente dibujado. Pero el editor de Kirby era Stan Lee, y el de Swan era un Weisinger que insistía en ofrecer un producto inferior, olvidándose de las leyes de la perspectiva e insistiendo en una puesta en escena paupérrima y basada en una disposición teatral de los personajes sobre el escenario. Insisto, Swan era muy bueno y valía mucho más que esto, y lo mismo le pasaba a Hamilton, que hasta detrás de toda la morralla que lleva esta historia encima revela que puede dar muchísimo más de sí. Jim Shooter cree que puede hacerlo mejor, pero eso es porque lamentablemente el pobre chaval no sabe que el problema no está en los autores, si no en su jefe…
Ilustración de Curt Swan para Penthouse en el ensayo de Larry Niven «Man of Steel, Woman of Kleenex», demostrando lo bueno que es cuando no tiene que aguantar a Weisinger…
Adventure Comics 342 empieza con los legionarios haciendo el idiota, como siempre. Para la DC de aquella época la juventud esta compuesta por gente que se dedica a bailar y jugar «a quien es más divertido besar». Esto entra dentro de la tónica habitual de la serie, con los personajes siendo más Archie que Legión de Superhéroes tal y como la entendemos hoy en día. Sin embargo, si nos fijamos bien podemos ver que Hamilton y Swan son dos visionarios que están más allá de toda la mediocridad impuesta, porque ojito a lo que están haciendo Superboy y Brainiac 5:
¡Yo esto lo he visto hacer en un salón recreativo!
Spaceopoly lo llaman y es un juego de mesa controlado por palancas. El primer videojuego es SpaceWar, y antes que éste está Tennis for Two, con lo que no puede decirse que Hamilton y Swan inventaran los videojuegos. Sin embargo y hasta ese momento, los videojuegos han sido controlados a base de botones o de diales, y si nos fijamos en las manos de Brainiac podemos ver que… ¡Las tiene colocadas como si estuviera usando palanca y botones, como en una recreativa de los 70/80! Tiene narices todo esto, sobre todo si tenemos en cuenta que Ralph H. Baer inventaría el joystick un año más tarde aplicando las palancas de control de los aviones a los videojuegos, y hasta 1969 no encontraríamos la primera combinación de joystick más botones en un juego electromecánico de Sega, Missile. Aun así, Missile sigue teniendo los botones a la izquierda y la palanca a la derecha, mientras que en Spaceopoly tenemos ya la versión para diestros que se estandarizaría unos años más tarde. Así que tenemos que Adventure Comics 342 inventa las recreativas en «versión horizontal» -modo cocktail- y con palanca y botones. Y pensar que veinte años más tarde Warner pagaría una millonada por Atari…
¡Y esta recreativa salió tres años después! ¡Tenía que ser Sega!
Pero volvamos a donde estábamos, con Star Boy siendo un moñas. Porque no nos vamos a engañar, Star Boy siempre ha sido un moñas cuya razón de ser siempre ha sido Dream Girl, y sus compañeros son plenamente conscientes de ello. La chica se había unido a la Legión por tiempo limitado, pero Thom Khallor no había podido olvidarla y ni siquiera consigue hacerlo tras una forzadísima escena en la que la Legión pone a prueba a posibles nuevos miembros… Y sí, estoy convencido de que una de las reglas de Weisinger para la serie conllevaba el hacer un casting de estos cada dos por tres. Tratando de distraerse, Star Boy hace una visita a sus padres, pero allí Jan Barth -que no se quién es ni que tiene que ver con la familia de Thom- le informa de que sus padres no están momentos antes de que aparezca un tal Kenz Nuhor y lo liquide a sangre fría. Star Boy usa sus poderes para aumentar el peso de asesino y poder así reducirlo, pero el canalla lleva un escudo que refleja su poder y el legionario acaba tirado por los suelos y a merced de su enemigo. El villano hace entonces lo habitual, revelar su vida y milagros -es el exnovio de Dream Girl y esta tela de celoso porque ella esta enamorada de Star Boy-, mientras el héroe trata de coger la pistola de su amigo muerto.
¡El que tenía que avergonzarse por trabajar en los cómics no era Weisinger, eran Hamilton y Swan por obligarles a hacer viñetas como esta!
En esto que Kenz se da cuenta de que Dream Girl le ha estado siguiendo y que su nave está a punto de aterrizar, con lo que al hombre le entra prisa y decide rematar a Star Boy… Justo cuando el legionario le dispara y lo mata. Dream Girl le dice que no pasa nada, la policía no presenta ningún tipo de cargos porque fué en defensa propia y todo debería acabar ahí. Uno podría entrar a debatir sobre si Star Boy podría haber apuntado al brazo de su asaltante y sólo herirlo, pero lo que esta claro es que el incidente no tiene ni punto de comparación con el asesinato que cometerá veinte años más tarde Barry Allen al desnucar al profesor Zoom a supervelocidad y por la espalda. Sin embargo, los legionarios son muy inflexibles con estas cosas y deciden juzgar a Star Boy por su supuesto crimen.
Es muy triste que la publicidad de un cómic sea mejor que el cómic en sí, pero así eran los tebeos de la DC de Weisinger…
Brainiac ejercerá como fiscal -es el líder de la Legión y considera que había otras formas no fatales de reducir al asaltante- y Superboy como abogado defensor -porque cree que aunque Mon-El o él mismo tienen poderes de sobra para evitar este tipo de situaciones, otros miembros carecen de habilidades para defenderse en situaciones así sin que haya derramamiento de sangre, ¡y esto es cincuenta años antes de Man of Steel!-. La acusación de Brainiac es simple y directa, basándose en citar situaciones de vida o muerte a las que han sobrevivido varios miembros de la Legión sin recurrir a matar a nadie. Cuando Star Boy le dice que el escudo de Kenz Nuhor le había dejado totalmente indefenso, Brainiac le muestra que no habría hecho falta matar si Thom hubiera aumentado el peso del árbol que había sobre su enemigo, golpeándolo con sus ramas y dejándolo inconsciente.
¡Ya está el típico listo diciendo como hacerlo mejor! ¡Pues haberlo hecho tu!
A partir de aquí Superboy ve el caso perdido y tratará de usar todo tipo de trucos para salvar a su defendido, enseñando videos en los que Brainiac mata a un hombre en defensa propia -en el video entero se ve que el hombre en realidad era un robot- o soltando una bestia horrible para atacar a Brainiac y que se vea obligado a matar, pero el fiscal es demasiado espabilado y se da cuenta de que el bicho es un multiforme y de que, en realidad, no corre ningún peligro. Con semejante defensa de trilero, el veredicto de culpabilidad no tarda en llegar -¡y todo por haberle dejado votar al niñato de Jimmy Olsen!- y Thom Khallor es expulsado de la Legión de Superhéroes. Sin embargo, no todo sería tan terrible para Star Boy…
¡Lo digo ahora y lo diré mil veces, Jimmy Olsen es un hijo de puta! ¡Y no se a santo de qué Superboy puede saber que en el futuro conocerá a ese payaso!
Porque la Legión de Héroes Sustitutos -o más bien rechazados- acoge al recién expulsado que junto a su queridísima Dream Girl se une al grupo y manda a esa pandilla de elitistas snobs a tomar viento. Pero no os preocupeis, porque Thom tenía tantas ganas de volver a sentarse en la mesa de la «gente guapa» que en menos de un año, en Adventure Comics 351, volvería a unirse al grupo haciéndose pasar por otra persona y, al ser desenmascarado, fue readmitido sin hacer muchas preguntas. Pues si que vale de mucho esto de que te expulsen del grupo…
¡Ahora os tenían que mandar al cuerno, por desgraciaos! ¡Pero como odio a la Legión de Supersnobs!
Si algo me deja claro este cómic, es que Mort Weisinger sabía que necesitaba más a Shooter en Supergirl que en Legion… Y seguramente esa fuera su única decisión sensata, porque el tener a dos pedazo profesionales como Hamilton y Swan malgastando su talento de esta manera es pecado capital. No acabo de entender que movió realmente a Weisinger para empezar a contratar a chavales de 14 años para hacer el trabajo de Hamilton o Binder, supongo que infravalorarlos y hacerles ver que su trabajo lo puede hacer cualquiera. A saber, lo importante es que la semana que viene empezaremos a ver los primeros trabajos de Shooter para DC Comics, y sabremos si realmente podía estar a la altura de sus antecesores…