<-Ir a la primera parte
Desengañémonos, en 1968 X-men era el hermano pobre. Fantastic Four tenía en aquellos momentos a Galactus y al Doctor Muerte, los Vengadores tenían a Kang, Ultron y la Visión, Spiderman tenía al Duende Verde… Y la Patrulla X tenía a Magneto. Y una historia con unos robots locos llamados Centinelas, pero de aquello ya habían pasado varios años y poco o nada interesante había aparecido en la serie desde entonces. Es entonces cuando aparece Jim Steranko.
Hay que reconocer que lo mejor de la etapa de Steranko esta en ese glorioso logo… Por el que Marvel no le pagó nada.
Cuando a Jim Steranko le proponen hacer X-men, lo primero que dice es que jamás hará una serie con semejante logo de mierda. Lo segundo es decir que lo hará si le dejan cambiar el logo, pero que no firmará con su propio nombre. Tras un número 49 con portada de Steranko y dibujado por Heck, Steranko se pone a dibujar los guiones de Arnold Drake -el creador de la Doom Patrol- en el número siguiente, en el cual se estrenará el nuevo logo que presidirá la serie durante los 30 años posteriores. Aun así, no puede decirse que éste sea el mejor trabajo de Steranko; la composición de página no es tan atrevida como en Captain America o SHIELD, y Jim parece más apresurado que de costumbre. Pero ya hablando de la historia en sí, podemos hablar de que gira en torno a la introducción de un nuevo mutante llamado Lorna Dane -una supuesta hija de Magneto- y su manipulación por parte de otro nuevo personaje, Mesmero, que trabaja a las órdenes de Magneto para conseguir su viejo objetivo de conquistar el mundo y blablabla. Lo importante de estos cómics está en que recuperan X-men de la indefinición en la que se hallaba, que el trabajo de Arnold Drake es digno de ser muy reivindicado y que la serie empieza a encontrar -tal vez demasiado tarde ya- una identidad propia de la que carecía desde la ya lejana saga de los Centinelas allá por el número 16.
Jim Steranko y Neal Adams eran las dos superestrellas de aquel momento, y aun así no consiguieron salvar la serie.
Tras la marcha de Steranko y algún fillin dibujado por Barry Smith, Arnold Drake parece seguir por el buen camino y crea al Faraón Viviente, una historia que sin embargo no podrá terminar y que acabará cayendo en manos de un renovado Roy Thomas y un tipo que hasta entonces había trabajado en DC Comics dibujando portadas y números de relleno, un tal Neal Adams. El trabajo de éste último, sumado al renacer de la serie que había traido el trabajo de Drake y Steranko, provocó que Roy Thomas ganara interés por la serie. Adams y Thomas discutirían los guiones de la serie, los nuevos personajes y el desarrollo de los mismos. El propio Neal Adams disfrutaría tremendamente con esta etapa, de la libertad que le daban a los autores respecto al encorsetamiento al que se veía bajo Weisinger y Schwartz en DC, pero aun así se encontraría con un solo punto negro: Stan Lee.
Las primeras portadas de Adams le enfrentaron al mismísimo Stan Lee.
Porque por aquella época Stan Lee ya no supervisaba ferreamente los guiones de cada serie -como en la primera época de Thomas en la serie, en la que el bueno de Roy trataba de cambiar las cosas y Lee no le dejaba- pero sí que se encargaba de revisar todas las portadas de la series. Adams y Lee tuvieron varios enfrentamientos por ello, por lo que Neal Adams decidió hacer portadas «más sosas» a partir de entonces, preocupándose sólo de los interiores.
Pero las portadas se las curraba igual, ¿eh?
La etapa de Thomas y Adams es una historia que sigue directamente de la etapa de Drake y Heck, en la que se descubría que el hemano de Cíclope, Alex, era un mutante. El Faraón Viviente usaba los poderes del recien descubierto mutante para convertirse en el monolito viviente, se pegaba con la Patrulla X y… Bueno, digamos que la cosa se continuaba directamente en el regreso de los Centinelas, la primera aparición de Sauron -que en un principio iba a ser un murciélago hombre al más puro estilo ManBat- y una visita a la Tierra Salvaje en la que vive exiliado Magneto. Es la etapa final de la primera época de X-men, porque para el número 65 Neal Adams realizaría con diálogos de Denny O’Neil su último número de la serie y Thomas daria el cierra final a X-Men con su número 66. La serie se había recuperado un poco en ventas, pero la decisión ya estaba tomada y a partir de su número 67, sólo constaría de reediciones.
Y las reediciones durarían hasta el número 93, cuya última viñeta mentía con premeditación y alevosía.
Martin Goodman, Stan Lee y Roy Thomas discutirían varias veces la resurrección de la serie. En una de las propuestas, los personajes prescindirían de sus uniformes y sólo actuarían en ropa de calle, como una especie de superhéroes de incógnito. En otra, serían un grupo de superhéroes internacionales al estilo Blackhawk que vivirían en una nave voladora e irían arreglando problemas por todo el mundo. X-men había dejado de publicar material original en 1970, y las cosas no cambiarían hasta 1975 cuando Len Wein y Dave Cockrum resucitaran la serie. Mientras tanto, lo único que se pudo ver de los personajes fueron apariciones de Magneto y su Hermandad en Defensores o historias en solitario de la Bestia en Amazing Adventures y su posterior incorporación a Los Vengadores, ya convertido en un bicho peludo. El Ángel y el Hombre de Hielo se unirían a Los Campeones, y los únicos miembros originales del grupo que se recuperarían en la serie serían Cíclope y Jean Grey. Pero eso ya es otra historia…
El pulgar de la mano izquierda de Ángel debe estar roto…
Joder, mira que le puedes buscar las cosquillas a la anatomía de Steranko y vas y justo aciertas en lo que no esta mal…