Una semana más toca viajar hasta tierras Británicas para ver que nos ofrece su televisión. Como en el género de la ciencia-ficción está demostrado que estoy más que gafado, esta vez he decidido probar algo nuevo. Un drama medico de la ITV, la misma cadena que nos trajo en su día series como The Prisoner o Primeval. Esto ya daba una mínima garantía de que la serie tenía posibilidades de ser como poco entretenida. Su protagonista fue la segunda garantía. James Nesbitt, el protagonista del Jeckyll de Steven Moffat. Con estos datos ya tenía suficiente para arriesgarme y ver al menos el primer episodio de este drama médico al que muchos medios de comunicación acusaron, injustamente, de ser el House Británico. Así que veamos que tal es Monroe.
El protagonista de esta serie, como su nombre ya indica, es Gabriel Monroe, un brillante neurocirujano que trabaja en el St Matthews Hospital. Es uno de los mejores médicos del hospital y su mejor amigo, quizás el único, es un colega del hospital. Hasta aquí llegan las similitudes con House, todo lo demás es bastante diferente. Monroe no se dedica a escoger solamente los casos que le parecen interesantes, va aceptando los pacientes según llegan y les trata. Pero les trata él personalmente, les consuela, les tranquiliza, les explica los procedimientos que van a sufrir… y todo siendo de lo más amable con ellos y sus familiares. Los pocos puntos en común que guarda su personalidad con la de House serian su extrema sinceridad, aunque en este caso pasada por el filtro de la educación, y que ocasionalmente puede ser algo borde con algunos de sus colegas y alumnos, aunque reservando este tratamiento para aquellos soberbios que creen saberlo todo, siendo todo amabilidad con el resto.
Parece que afortunadamente el tópico del protagonista que lo sabe todo y que es condescendiente y ofensivo con quienes le rodean está pasando de moda, confiemos en que siga la racha. El otro aspecto en el que Monroe difiere de House es en su vida familiar. Aquí nos encontramos con que el protagonista lleva años casado y ha tenido dos hijos. Un hijo a punto de entrar en la universidad para estudiar filosofía (derecho al paro según su padre) y una hija que falleció a consecuencia de un tumor cerebral, hecho que a la larga acabaría desembocando en la ruptura de su matrimonio. A veces parece que los británicos no son capaces de hacer una serie cuyo protagonista tenga una vida familiar feliz y satisfactoria.
Pese a su desastrosa vida familiar Monroe se empeña en ocultarlo todo bajo una capa de humor, intentando que parezca que todo le resbala y que nada le afecta, enfrentándose a cada situación incómoda de su vida con un chiste en sus labios. Curiosamente en estos tiempos de corrección política, los chistes no son lo único que toca los labios, también el tabaco. Sí, nos encontramos ante el protagonista de una serie, que no es ni un villano, ni un asesino, ni un terrorista, sino ante todo un doctor en medicina que fuma. Y eso en una serie que no está ambientada en el presente, eso sí, siempre fuma a lo lejos, que se le vea pero poco. Como se rasgaría las vestiduras la Ministra Pajin viese esto…
La serie en si es un drama muy bien contado. Nada de casos espectaculares de esos que hay uno entre un millón. Los médicos tratan casos de los de todos los días acompañados con dramas familiares cotidianos, una serie bastante realista, algo de agradecer. Esta en principio constara de seis episodios y con un poco de suerte al terminar no dejara veinte hilos argumentales abiertos que jamás veremos resueltos porque el canal no producirá una segunda temporada. Así que no hay excusa para no comenzar a verla.
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