Continuamos donde lo dejamos ayer, con el triste análisis de aquellos que un día fueron personajes divertidos y que acabaron cayendo en desgracia convirtiéndose en otra cosa que a la que no sé ni cómo llamar. Así que sin más dilación sigamos con este triste análisis.
Florentino Fernández era un sencillo guardia de seguridad que se pasaba el día haciendo el ganso hasta el día en el que sus amigos le convencieron de que se presentase a las pruebas para “Esta noche cruzamos el Mississippi”. Allí se encontraría con la difícil tarea de sustituir a Carlos Iglesias/Pepelu. Para ello creo los personajes de Lucas Grijánder y Crispín Klander, parodias de Chiquito de la Calzada en una época en la que esto aun no estaba quemadísimo. Esto le lanzo a la fama y siguió acompañando Pepe Navarro en “La Sonrisa del Pelicano”. Cuando este programa termino a Florentino se le dio la oportunidad de co-presentar, junto con Javier Capitán, el Informal. Aquí definitivamente se convirtió en una estrella.
Sus videos musicales, los doblajes de películas junto con Micky Nadal y el análisis de la actualidad convirtieron al Informal y por extensión a Florentino, en cita obligada cada noche en Telecinco (Si, hubo una época en la que T5 emitía buenos programas), siendo lideres de audiencia. Pero todo lo bueno se acaba y T5 empezó a dar de lado al programa para meter resúmenes de Gran Hermano, al final acabo desapareciendo y T5 empezó a dar pasos para convertirse en la cadena de la mierda. Después de este éxito uno pensaría que a partir de aquí nada podría detener la carrera de Florentino, nada excepto el propio Florentino. Comenzó su carrera de actor de doblaje con Austin Powers: La espía que me achucho, metiendo los mismos chistes que en el pelicano o el informal. Probo suerte con otros programas como “El Show de Flo” o “UHF” pero el éxito parecía haberle abandonado, lo recupero un poco cuando realizo “Splunge” junto a Micky Nadal y Patricia Conde, sus antiguos compañeros del Informal. Pero duro poco, algo faltaba, y cada vez parecía más claro que ese algo eran… los guionistas.
Florentino siguió intentando recuperar el éxito perdido, incluso se unió a Josema Yuste para hacer un especial de Nochebuena en TVE y un programa de sketches, tratando de imitar el estilo de Martes y 13 de forma burda y descarada, definitivamente Flo sin un buen guionista que le respaldase estaba condenado a repetir una y otra vez las mismas cuatro gracietas de siempre. Su proyecto actual está en Cuatro, compitiendo contra “Se lo que hicisteis”, Tonterías las justas, el programa que se podría definir como “el día de la marmota” Da igual que lo dejes de ver varias semanas, cuando lo pongas de nuevo estarán haciendo los mismos chistes, los mismos scketches absurdos y golpeándose con unos tubos de gomaespuma al ¿ritmo? de la música… si alguien le encuentra la gracia a todo eso que me avise en los comentarios porque yo aun no se la he encontrado.
El último caso de esta tanta es sin duda el más sangrante de todos. Me estoy refiriendo a la Liga de la Justicia Internacional. Surgida a finales de los 80 de las manos de Keith Giffen, JM DeMatteis y Kevin Maguire, se convirtió en uno de los comics de superhéroes más divertidos de la historia, sino el que más. Tras unos años en los que la serie de la Liga de la Justicia había ido perdiendo en calidad, se les dio a este trío la oportunidad de renovar la serie por completo, y lo hicieron a través del sentido del humor y con un elenco de personajes de 2º y 3º fila a los que convirtieron en estrellas, acompañados, eso sí, por un par de pesos pesados como Batman o el Detective Marciano. Durante años consiguieron que personajes semi-acabados como Blue Bettle o Booster Gold, o villanos como ¡LORD MANGA KHAN! fuesen de lo más populares entre los fans. Por desgracia este tono de la serie no gustaba a todo el mundo y muchos fans reclamaban una Liga de la Justicia más clásica y superheroica, algo que acabaron consiguiendo. Jurgens llego, le dio un tono algo más serio a la colección y esta volvió a pasar sin pena ni gloria hasta que unos años más tarde llego Morrison, cuando aun sabía escribir a ponerla de nuevo en lo más alto, pero eso es otra historia.
El grupo original aun era recordado con cariño por muchos fans, y tuvo dos intentos de revivirla a través de las miniseries “Formerly Known as the Justice League” y “I Can’t Believe It’s Not the Justice League” pero la cosa quedo ahí y poco después en DC parecieron empeñados en destruir lo que quedaba de aquel grupo matando a la mayoría de sus miembros en activo y convirtiendo a su líder, Maxwell Lord en un villano homicida. Parecía que jamás volveríamos a ver a la JLI en acción. Pero poco a poco volvimos a tener esperanzas, algunos de los fallecidos volvieron a la vida, y aparecieron reemplazos para otros, y entonces se anuncio el Generation Lost de Giffen. Todos pensamos que por fin había llegado la hora del triunfal regreso, pero no tardaron en aparecer las malas noticias, Giffen era solo el co-guionista, acompañado en esa labor por… Judd Winnicks, aquello empezaba a pintar muy mal.
Tras leer los primeros números quedo muy claro que allí Giffen hacia poco más que poner el nombre, lo que pareció confirmarse cuando abandono la serie quedándose Winnick a solas sin que el cambio se notase para nada en la serie. A pesar de haber recuperado a todos los personajes que han podido, e incluir a algunos como el nuevo Rocket Red, nostálgico de la Unión Soviética que viste la armadura del añorado Dimitri, aquello sigue sin ser lo mismo, el humor brilla por su ausencia, siendo una serie dedicada a la cacería de Maxwell Lord que sigue siendo un asesino sin que quede ya rastro del simpático caradura de los 80. La única esperanza es que cuando acabe todo este despropósito igual le entregan estos personajes a un escrito competente que si sepa qué hacer con ellos. Mientras tanto nos queda el consuelo de leer la serie de Booster Gold, ahora en las manos de Giffen y Dematteis y sus viajes al pasado para formar equipo con Bettle, Mr. Miracle y toda la vieja panda.
Desde luego lo de FF es de «traca i mocador». Tonterías las justas es un programa totalmente esquizofrénico y sin ningun hilo conductor, excepto los pechos de Anna Simon, y que no tiene ningún tipo de gracia. En honor a la verdad, no mienten. El nombre ya lo indica con ironia: es el programa con más tonterias por minuto, pero la mayoría de tonterías no son humor.
Buenafuente sería otro candidato.