Desde siempre ha existido en Hollywood la sana costumbre de copiar al contrario. Cada vez que algún estudio prepara una película que se prevé que pueda ser un pelotazo siempre hay otro estudio que prepara alguna película de temática similar para estrenarla al mismo tiempo. Lo que comúnmente se conoce como “Culo veo culo quiero”. Si tú estrenas Armagedón yo estreno Deep Impact. Si tú estrenas Tombstone yo estreno Wyat Earp. Si estrenas Robin Hood Príncipe de los Ladrones yo estreno Robin Hood el Magnifico… Y así es como llegamos a al año 2006, cuando Christopher Nolan estreno The Prestige y un desconocidísimo Neil Burger estreno la película que hoy nos ocupa. El ilusionista.
Decir que nos encontramos ante un peliculón es quedarse cortos. Y eso que como suele pasar en estos enfrentamientos, una de las películas siempre se ve algo eclipsada por la otra, y en este caso la victima de la taquilla, de forma inmerecida, fue el Ilusionista, y eso pese a ser, en mi opinión, muy superior a la película de Nolan. Pero no convirtamos esto en un enfrentamiento entre las dos (¡Pero El ilusionista es mil veces mejor!) Por el bien de quienes no hayan visto aun la película tratare de destriparla lo menos posible, que esta es de las que hay que ver lo mas virgen posible.
El Ilusionista nos traslada a la Viena de principios del siglo XX y nos cuenta la vida de Eduard Abramovich, mas tarde conocido como Eisenheim el Ilusionista, el hijo de un ebanista (interpretado en esta parte por el crio de Kick.-Ass) que un día conoce a un mago que le deja tan impresionado que a partir de ese día solo querrá convertirse el mismo en mago. En esos mismos años se enamora de Sophie, La Duquesa von Teschen, que pese a ser una niña pija se enamora del pobre aprendiz de ebanista. Pero esta película no sería un drama si no se les prohibiese estar juntos, y así es como les descubre, les separan y el futuro Eisenheim desaparece durante años.
Cuando le volvemos a ver, Eisenheim es ya un gran Ilusionista, y ya está interpretado por un soberbio Edward Norton. Eisenheim después de haber viajado por todo el mundo aprendiendo de los mejores. De regreso a Viena se reencuentra con su amor de juventud, interpretada por Jessica Biel, que ahora esta prometida con el Príncipe Leopold, (que debe ser uno de los pocos papeles bien escogidos de Rufus Sewell). Así que para seguir con el drama vemos como Eisenheim se encuentra de nuevo con que no puede estar con su amor, pero ya no es un niño y no se va a rendir tan fácilmente.
El Príncipe, dándose cuenta de las intenciones de Eisenheim pone tras su pista al Inspector Uhl (Paul Giamatti) para que se lo quite de su camino y no estropee sus planes de boda con Sophie. A partir de este momento asistimos a un duelo entre el Ilusionista y el Príncipe por Sophie con un Inspector Uhl que acaba por no saber de parte de quien ponerse mientras por medio aparecen intrigas políticas varias, crímenes y unos actores en estado de gracia que hacen que esta película se vea de un tirón y te deje con ganas de mas.
Como curiosidad comentar que Norton, friki reconocido, confesó en una entrevista que había interpretado a Eisenhein como si fuese el Doctor Extraño, y la verdad, viéndole en acción dan ganas de ir de rodillas a suplicar a Marvel que le ofrezcan el papel ahora mismo. Y que el final, es uno de los mejor contados que he visto en muchos años, y que por su planteamiento de dualidad entre realidad e ilusión, que comparte con The Prestige, hace que esta ultima quede muy por debajo del Ilusionista. Así que si no la has visto aun, ya estas tardando.