De un tiempo a esta parte no ha parado de hablarse de Foxconn, la multinacional taiwanesa que fabrica Ipods, Ipads, Xboxes, Pesetreses y demás cacharrería tecnológica y que «disfruta» de la mayor tasa de suicidios de trabajadores del mundo. La verdad es que la noticia no debería cogernos por sorpresa, porque ni en la China «comunista» ni en Taiwan se ha tratado nunca muy bien al trabajador.
Imagen de la planta de Foxconn en Checoslovaquia, donde no pasan cosas raras que nosotros sepamos.
Foxconn y su planta de Shenzen ya salieron a la palestra hace unos años cuando estalló la polémica de que Apple explotaba a los trabajadores que ensamblaban el Ipod, cosa que la gente de Steve Jobs negó enseguida para acabar reconociendo que Foxconn, la empresa a la que subcontrata para el ensamblaje, sí que lo hacía. Los taiwaneses, en un principio dispuestos a demandar a quien fuera para defenderse, acabaron reconociendo que más de la cuarta parte de sus empleados trabajaban siete días a la semana, y que las horas extras que hacían al mes eran más de 80. Sin embargo, para llegar a este punto Foxconn llegó a pasar por encima de los dos reporteros taiwaneses que destaparon el escándalo, llegando a conseguir una orden judicial para congelar sus cuentas y multarlos con mas de 3 millones de dólares que, gracias a la tormenta mediática y a la intervención de Reporteros Sin Fronteras, fue retirada. Sin embargo, ya había saltado la liebre. Las entrevistas entre trabajadores anónimos y periodistas empezaron a sucederse, y declaraciones sobre el régimen militar al que estaban sometidos y a las condiciones infrahumanas de trabajo que padecían (llegando a tener prohibido el hablar entre ellos en horas de trabajo) empezaron a aparecer en los periódicos de medio mundo.
Pero las cosas empezaron a tranquilizarse, tal vez porque a nadie le interesaba remover la mierda, y todo volvió a su cauce… Pero las muertes y los suicidios continuaron. Todos eran trabajadores menores de 30 años, y murieron de agotamiento, de suicidios probablemente provocados por la presión a la que eran sometidos. Hay un caso especialmente sangrante en el que a un empleado se le acusó de robar uno de los 16 prototipos de Iphone con los que contaba a su cargo, la seguridad de Foxconn lo apaleo y humilló durante toda la noche. El hombre envió un mensaje a su novia en el que la avisó de que no iría a casa esa noche, que se había metido en un lío y que no quería que le dijera nada a su familia ni que intentara contactar con él. Sin ningún tipo de orden judicial, su piso fue registrado por empleados de Foxconn que buscaban el prototipo, y al día siguiente apareció muerto, aparentemente se había suicidado tirándose de un 12º piso.
La familia afirmó que la empresa los había tratado bien, pero los periodistas que trataron de interrogarlos más a fondo fueron «invitados» a cejar en su empeño por guardias de seguridad de la empresa.
Hay que tener en cuenta que las fábricas de Foxconn son ciudades en sí mismas. Poseen dormitorios, tiendas, oficinas de correos y bancos, piscinas… La fábrica es como un campus universitario que es la cara amable del complejo, habiendo imágenes y vídeos. Pero de lo que no se sabe absolutamente nada es de la linea de montaje. Todo lo que hay en ese edificio es totalmente desconocido, y cada vez que un periodista ha intentado acceder a esa zona se le ha negado la entrada «por miedo al espionaje industrial». Los empleados, en su mayor parte, niegan ser maltratados, aunque algunos de ellos sí que reconocen el exceso de horas extra al que son sometidos. Para entrar en estos complejos uno debe pasar por detectores de metales al entrar y salir del edificio, y si ven que llevas algo metálico al salir del edificio, se llama directamente a la policía, sin hacer ninguna pregunta; todo en nombre de proteger los secretos industriales de sus clientes (Apple, Sony, Microsoft, Cisco…).
Recientemente, allá por febrero de este año, un periodista de la agencia de noticias Reuters intentó sacar imágenes de la fábrica de la empresa en Longhua (China). Se bajó de un taxi y se limitó a sacar fotos desde la calle de la entrada de la fábrica. Los guardias le gritaron, y cuando vio que se acercaban, el fotógrafo se metió de nuevo en el taxi y trató de huir. Los empleados de Foxconn trataron de inmovilizar el vehículo amenazando al taxista con conseguir que le quitaran la licencia. Finalmente, cuando el conductor detuvo el coche, el reportero les recordó su derecho a sacar fotos en una vía pública, pero los guardias lo sacaron del coche y trataron de arrastrarlo hasta la fábrica. Cuando el fotógrafo trato de huir corriendo, le golpearon y trataron de arrastrarlo a un coche del servicio de seguridad de Foxconn, pero afortunadamente el periodista ya había avisado a la policía, que medió en el conflicto y consiguió que le dejaran libre. «Puedes denunciarles -le dijeron- Pero ten en cuenta que Foxconn tienen un status especial aquí. Compréndalo, por favor.»
Actualmente, se suceden las noticias en las que la empresa jura y perjura que va a contratar un batallón de psicólogos, van a mejorar las condiciones de trabajo de los empleados y les va a subir el sueldo, pero el secretismo continúa. Es cierto que la empresa debe proteger la confidencialidad de sus clientes, ¿pero qué sentido tiene crear una ciudad prohibida en la que se esclaviza a la gente, si en último término lo único que va a conseguir es que llamar la atención, encabronar a los empleados y lograr que ellos mismos le roben los prototipos, aunque sólo sea para ganar el suficiente dinero para escapar de esa esclavitud?