El final de Pluribus y el viaje del héroe

Vaya por delante que este artículo da por hecho que os habéis visto la primera temporada de Pluribus entera o que os da igual que os la destripen, así que espero que nadie me lo tenga en cuenta.

Aquí; sufriendo un apocalipsis.

Mucho se ha hablado de que Vince Gilligan, el creador de Breaking Bad y Better Call Saul, construyó toda la serie para seguir trabajando con Rhea Seehorn y conseguir así que le dieran el Emmy que se merecía por su trabajo anterior, pero eso nunca quiso decir que su personaje fuera la heroina de la historia, siquiera la verdadera protagonista. Que ojo, es la protagonista de la primera temporada igual que lo fueron Saul Goodman o Walter White de sus respectivas series, pero Pluribus me está dando una sensación extraña porque Carol Sturka, el personaje de Seehorn, es imperfecta. No llega a ser un villano como los dos ya mencionados (uno más que otro), pero Carol tampoco es una heroina que planta cara a sus problemas, si no que tiende a hacerse un ovillo en el sofá y ver maratones de las Chicas de Oro mientras vacía una botella de alta graduación. Y aun así, durante meses, es la responsable de salvar el mundo.

Viva las sonrisas falsas.

Y si lo piensas, Vince Gilligan ha sido bastante hábil con todos los «supervivientes» de la gran asimilación. De la noche a la mañana toda la humanidad está ocupando la misma mente colmena, y solo unos pocos han sido capaces de no sucumbir a la infección. Los infectados, que andan por ahí con una sonrisa idiota que se desvanece cuando nadie mira, dicen que están divinamente, que ésto es lo mejor que le ha pasado al mundo porque no hay guerras ni nada parecido, con lo que hay personas que conservan su individualidad que reaccionan creyéndolos a pies juntillas y hasta esperan con ansias el día en el que puedan unirse a la colmena, mientras a otros como Carol les provoca auténtico pavor, aunque eso se traduzca en perder de vista sus depresiones y adicciones. Otros supervivientes simplemente se adaptan a la situación como pueden, los hay que directamente niegan la realidad y van desde la madre que cree que su hijo sigue siendo su hijo y no una terminal de una supermente, hasta el caso de Koumba Diabaté (Samba Schutte), que aunque no niegue la realidad decide que va a sacar todo el provecho de ella; sabiendo que la mente colmena haría lo que fuera con tal de agradarle, le pide todo tipo de lujos y mujeres esculturales para poder abusar de ellas.

Koumba hasta se monta fantasías a lo James Bond para pasar el rato con sus juguetes.

Este hedonismo, que moralmente es infame porque realmente te estás aprovechando de gente que si la sacas de la mente colmena probablemente no te tocaría ni con un palo, lo que está enmascarando es el pragmatimos de Koumba, su propia derrota. Porque él no piensa que esté abusando de nadie, porque cree que el camino a la mente colmena es irreversible, y sabe que los Otros -que así los llaman en la serie, como la peli de Amenabar- más pronto que tarde conseguirán infectarlo y se le acabará la diversión. Así que no ve nada moralmente reprobable en sus actos, para él ya son zombies en excelente estado de conservación, herramientas, con lo que lo que está haciendo no está mal, solo es una fiesta del fin del mundo que dura meses. Por eso cuando ve a Carol tan empeñada en recuperar el mundo anterior ve su causa con simpatía, porque da por seguro que no tiene ningún futuro pero en el fondo sabe que está en lo correcto, mientras que los demás están demasiado aterrados ante la idea de que estén ante el fin de la humanidad tal y como la conocían y cuando no la niegan, la asumen y fluyen con la corriente.

Es hacerte videoblogger o hundir tus frustraciones en drogas… O ambas cosas.

Y claro, Carol mira a su alrededor y le repugna lo que hace Koumba montándose auténticos harenes, pero a la vez él es el único ser humano con el que puede tener una conversación porque el resto la detestan. Y ella sigue tratando de ponerle puertas al mar, pero llegado cierto punto y aunque ha descubierto cosas horripilantes sobre la mente colmena, llega un momento en el que se rinde… Y decide negar la realidad, y pensar que su enlace con la mente colmena, Zosia (Karolina Wydra), es su novia. Que la ama, que la quiere y que ella es especial, y por eso empieza una relación con ella. Unos episodios antes la ha salvado del harén de Koumba, pero ahora es su muñeca hinchable personal, y éso es lo que hace que Carol sea peor persona que Koumba, el hecho de que, aun sabiendo la verdad y creyendo a pies juntillas que el virus se puede «curar», la ha utilizado, ha abusado de ella. Llega incluso a preguntarle por sus relaciones pasadas -sin llegar a preguntarle su sexo, no sea que Zosia fuera heterosexual y la liemos- y solo en el momento en el que se da cuenta de que Zosia sigue siendo una terminal más hace que se de cuenta de que la mente colmena sigue con sus planes de consumirla. Y ojo, lo más importante está en la introducción del último capítulo, Kusimayu.

La pobre Kusimayu…

Entre los propios espectadores de la serie todavía los había que pensaban que la mente colmena era buena idea, porque acababa con todos los conflictos entre seres humanos y nos mantenía a todos en contacto permanente, cosa que me parece bastante lamentable y Gilligan debía de estar de acuerdo, porque la introducción del último capítulo con la chica aimara Kusimayu (Darinka Arones) deseando unirse a la colmena, con todo el pueblo volcado en el ritual de su infección y plantándonos un cuadro idílico, todo muy bonito, muy comunal… Hasta que la niña es infectada, se levanta con rostro inexpresivo, libera al cabritillo que tenía un corral y abandona el pueblo con el resto de sus habitantes, que ya no ven nada práctico eso de vivir en una aldea en lo alto de los Andes, mientras el cabritillo la persigue sin entender que le ha pasado a su amiga. Y éso, precisamente éso, es lo que nos dice que la unión que proponen los Otros se traduce en perder nuestra humanidad y convertirnos en simples células de un macroorganismo, en el jodido Ego, el planeta viviente. Y a falta de un Thor para poner las cosas en sus sitio, en Pluribus tienen otro tipo de héroe.

El tipo de miserables que se cargan un museo para hacer una autopista porque «es más práctico».

Manousos Oviedo (Carlos Manuel Vesga) tiene un trastero en Paraguay, y si otros decidieron negar la realidad y hacer su vida como si nada él, como Carol, decidió que iba a arreglarlo, pero con una diferencia: él no va a cambiar su código de conducta bajo ningún concepto; si antes del incidente él tenía que pagar la comida, agua o electricidad que consumía, el piensa seguir haciéndolo y lo hace. Porque el mundo va a volver a su ser y él no quiere aprovecharse de nadie, si sus cuerpos han sido poseidos por un ente desconocido, él sabe que un día volverán a su ser y a él no le gustaría que otros se hubieran comido su comida sin dejar nada a cambio. Y a pesar de que los Otros le ofrecen comida todos los días, él no se fía y sale a buscar la suya propia, paga la que recoge de los supermercados y, cuando por fin decide ir a hablar con la dichosa Carol Sturka, se cruza media sudamérica en su coche hasta llegar a Panamá, en la selva infranqueable, y empieza a caminar por allí a pesar de todos los avisos de los Otros que, con buen juicio, le avisan de que el viaje a pie por allí es altamente peligroso. Cuando lo acaban rescatando tras sufrir múltiples heridas, Manousos insiste en pagar el tratamiento médico y hasta deja una nota responsabilizándose de haberse llevado una ambulancia que no puede pagar, pero que piensa endeudarse con tal de hacerlo. Manousos no se aprovecha de nadie, respeta a los enfermos y trata de recuperarlos; cuando intenta experimentar con ellos para tratar de recuperar el control y sabiendo que estas cosas suelen colapsar a toda la colmena, les avisa de que va a hacerlo para que se pongan en lugar seguro. La colmena le da igual, lo que le importa son los cuerpos de esas personas, que puedan volver a su vida.

Si la aventura tiene un nombre, tampoco creo que sea el de Manousos Oviedo.

Manousos puede parecer un tipo raro, maniático y todo lo que quieras, pero aprende inglés con tal de poder hablar con la otra superviviente que cree que lucha contra la infección y hasta visita librerías públicas para aprender sobre electromagnetismo y conseguir interferir las comunicaciones de los infectados. Manousos soporta la desconfianza de Carol, que lo meta en un maletero a punta de escopeta y respeta el espacio de los demás, porque aunque sea un tipo huraño quiere que el mundo vuelva a su sitio, que la gente vuelva a sus vidas. Manousos es, con diferencia, la gran esperanza de la humanidad y el que realmente hace el viaje del héroe en esta historia, negándose en principio a la aventura, emprendiendo el viaje y buscando un guía. Manousos es uno de los personajes del año.

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AMO VEDRAPONTE
AMO VEDRAPONTE
17 horas han pasado desde que se escribió esto

Es aterrador pensar que esta ficcion (exagerada) sea un reflejo de lo que esta pasando en la realidad.
Puede que no tengamos harenes fisicos pero la cantidad de personas que venden su cuerpo virtualmente por internet cada dia va en aumento.

Zatannasay
Zatannasay
12 horas han pasado desde que se escribió esto

Al final. El futuro nos ha alcanzado.

La paradoja es que a la mente colmena de las distopías no se entra forzadamente por un estado dictatorial; se ha entrado voluntaria y alegremente por una avalancha de gente a la que se le ha vendido; que así son molones y transgresores y tienen personalidad e identidad propia. Y peor aun, se les da un medio para presumir públicamente de ello.

Mientras tanto, leer filosofía es la cosa más transgresora que se puede hacer en la vida. Ahí si tienes personalidad y pensamiento propio.