Imperius Rex! El Namor de Aaron, Davidson y Lins ha llegado a buen puerto

Sé que no es habitual que espere al final de una miniserie para hablar de ella, como a Diógenes le encanta recordarme de forma mezquina, pero en este caso se habían juntado una serie de circunstancias que me hicieron inclinarme por la cautela. Por eso, y aunque la premisa de esta miniserie de Namor realizada por Jason Aaron, Paul Davidson y Alex Lins me parecía interesante, he preferido esperar a leérmela completa para asegurarme de que esas buenas primeras impresiones que me había provocado su comienzo no eran un simple espejismo. Y para mi sorpresa, me he encontrado con que buena parte de mis miedos estaban infundados y que este ha terminado siendo uno de esos cómics que vale la pena descubrir.

Y eso que esto no presagiaba nada bueno

Esos miedos a los que me refería partían de dos frentes. Por un lado, está el maltrato editorial que ha sufrido Namor en los últimos años, siendo protagonista de unos vaivenes creativos que le habían hecho muchísimo daño al personaje, alternándose equipos creativos que trataban de remendar los daños causados con otros que se lo querían cargar de nuevo (convirtiéndolo en un villano sanguinario), dejando a Namor en un estado lamentable que me quitaba las ganas de leer cualquier cómic en el que este apareciese. Y por otro lado, está el hecho de que Jason Aaron llevaba unos años siendo bastante irregular, habiendo escrito en tiempos recientes unos Vengadores que aún trato de olvidar, un Castigador irreconocible y un Batman en el espacio que me arrepiento de haber leído. Pero entre que Namor es un personaje que me gusta bastante, que hubo una época en la que Jason Aaron era un guionista que me encantaba y que Paul Davidson y Alex Lins parecían unos dibujantes excelentes para dar vida a las profundidades marinas de Marvel, acabé picando.

A Castle le hace falta un buen lavado de cara

El primer número me sorprendió. En él, nos encontrábamos con un Namor muy alejado de esa imagen noble y orgullosa que asociamos con él; en su lugar, aparecía derrotado y atormentado por sus muchos errores recientes, principalmente unos cuantos ataques a la superficie. Pero este no es un Namor que haya sido derrotado por ningún enemigo, sino uno que se ha dado cuenta del daño que ha causado y se ha entregado a las autoridades de la superficie para cumplir el merecido castigo por sus actos. Y como parte de esa penitencia autoimpuesta, el antiguo rey de Atlantis soporta con estoicismo las humillaciones y maltratos de los guardias de la prisión, que disfrutan de tener bajo sus botas a alguien antaño tan poderoso y orgulloso. Desde luego, era una imagen radicalmente diferente a la que cualquiera pueda tener de Namor, pero el trabajo de caracterización era sólido y consecuente tanto con la historia del personaje como con algunas de sus cuestionables apariciones de los últimos años.

A Namor le hacia falta esta cura de humildad

Y como no podía ser de otra forma, esa situación no iba a durar. A través de su antiguo aliado Mantaraya, Namor descubre cómo ha afectado su abdicación al trono al mundo submarino. Las diferentes tribus que formaban Atlantis han entrado en una guerra fratricida para ocupar el vacante trono, con siete candidatos a ocuparlo. Una violenta guerra civil que no ha dejado indiferente al mundo de la superficie, ya que está comenzando a afectar al transporte marítimo, la pesca, los cruceros de lujo, etc. Y para detener eso, se está preparando una guerra a escala mundial contra los habitantes de las profundidades submarinas, con la intención de aniquilarlos y restaurar la «normalidad» en la superficie. Así que Namor, quien se había jurado a sí mismo no volver a sumergirse bajo las aguas ni entrometerse en los asuntos de sus congéneres y soportar su castigo, no tiene más remedio que volver a su antiguo hogar para tratar de imponer la paz como sea.

El sentido de la responsabilidad de Namor es demasiado grande como para permitirle quedarse impasible

Para ser un primer número, fue bastante denso, alternando la historia en el presente (dibujado por Paul Davidson) con flashbacks al pasado de Namor (a cargo de Alex Lins), permitiendo estos últimos profundizar más en la personalidad de este, en las influencias y eventos de su pasado que acabaron convirtiéndolo en lo que es, para lo bueno y para lo malo. Y el resultado era que no solo la premisa de la serie era mucho más interesante de lo que parecía en un principio, sino que el cómic en sí era mucho mejor de lo que me había atrevido a esperar. Esta fórmula continuó durante el resto de la serie, explorando los pequeños reinos de viejos conocidos como Attuma y otros nuevos y no tan nuevos, ya que Aaron ha aprovechado para introducir Talokan, la versión de Atlantis del MCU inspirada en la cultura maya, como uno de los muchos reinos secretos de los mares. Mientras que en los flashbacks nos encontramos con un joven Namor que soñaba con ser un rey más justo que su abuelo, con lograr que ningún atlante pasase penurias y vivir en paz, algo que no siempre le fue posible.

Attuma si que no ha cambiado nada

El dedicar tantos números a explorar con detalle las diferentes civilizaciones en conflicto aquí puede dar una primera impresión de que alarga la historia demasiado, pero a mí me ha parecido necesario, ya que durante demasiado tiempo Atlantis y el resto de reinos submarinos han sido poco más que un esbozo, algo que destruir para enfadar a Namor o de donde este sacar un aparentemente ilimitado ejército con el que atacar a sus enemigos. Así que se agradece mucho que aquí no solo se recuperen a viejos personajes clásicos de los cómics de Namor, sino que se busque dar más profundidad a todas las culturas que habitan bajo las aguas, hacer que los habitantes submarinos no sean algo monolítico y genérico, sino un mundo tan diverso y extenso como el de la superficie.

Namos descubrió por las malas que no todo el reino era como el palacio

En la miniserie también se aprovecha para hacer unos pequeños retconeos aquí y allá en la historia de Namor y las profundidades marinas, especialmente en el origen de estas y en el papel de Poseidón en su nacimiento, rescatando elementos introducidos por Stan Lee (y Adam Austin) en la década de los sesenta pero enfocados desde un prisma bastante diferente. Pero todo esto se encuentra tan bien hilado, sin contradecir lo que ya conocíamos sino añadiéndole contexto, que no son cambios de los que estropean a un personaje, sino de los que enriquecen a este y a su historia. Un aspecto del cómic con el que he acabado disfrutando muchísimo más que con la parte ambientada en el presente y que, hacia el final de la serie, convergen en una sola, ya que muchos de los problemas a los que Namor trata de poner remedio tuvieron su origen milenios atrás.

Es bonito cuando se usa bien la continuidad

Y todo esto es rematado con un nuevo rumbo para los habitantes marinos que yo, personalmente, no me esperaba, pero que me ha gustado bastante, tanto por lo que plantea como por cómo lo han hecho. Algo que comparte Namor, adoptando una nueva misión en su vida que le permita pagar por sus pecados de una forma más activa y tratar de cumplir aquellos sueños de su infancia. Un punto de partida que me aterra que el siguiente equipo creativo que llegue decida ignorar porque quieran actuar como si Namor hubiese dejado de protagonizar cómics cuando era un villano en manos de Lee y Kirby, para ponerlo al frente de un nuevo intento de invadir la superficie. Pero mientras confío en que haya algún editor con cabeza que no permita eso, al menos nos queda el consuelo de que esta serie ha sido un capítulo más que digno en la historia de un personaje tan maltratado como este.

Y es una misión que le pega mucho

Y buena parte del mérito del buen sabor de boca que me ha dejado este cómic se debe no solo a que Jason Aaron parece haber recuperado la inspiración en estos últimos meses, sino también al excelente apartado gráfico del cómic. Paul Davidson, en el presente, nos muestra un mundo submarino oscuro, repleto de sombras en las que acechan criaturas inimaginables, dignas en muchos casos de una pesadilla, e innumerables peligros. Su parte de la historia, protagonizada por esa guerra que Namor trata de impedir a toda costa, es tremendamente violenta, y Davidson no se corta lo más mínimo a la hora de representar en las páginas del cómic ese conflicto sanguinario en toda su crudeza.

Davidson sabe aprovechar al máximo las posibilidades que le da el ambientar la historia bajo el agua

Por su parte, Alex Lins nos lleva a la infancia y juventud de Namor, una era más luminosa en apariencia pero también plagada de conflictos. Con un trazo más ligero y un estilo con ciertas influencias a lo cartoon, Lins juega a contrastar la opulencia y los lujos de la corte con la miseria y la sordidez de los barrios bajos de Atlantis, donde sus habitantes sobreviven a duras penas con las migajas que reciben por parte del emperador Thakorr, el abuelo de Namor. Moviéndose en esos escenarios, tenemos a un Namor algo más aventurero, que sonreía más a menudo mientras soñaba con ayudar a sus semejantes, incluso cuando estos no lo veían como tal. Un estilo que, a medida que avanzamos en la vida de Namor, se va cubriendo con esas sombras y claroscuros que utiliza su compañero en este cómic, simbolizando cómo, pese a sus nobles intenciones, la oscuridad comienza a envolverlo. Dos estilos que se complementan a la perfección, sin que resulten bruscos los constantes cambios entre épocas, y que hacen de este cómic algo muy agradable de admirar.

Si es que esto es una maravilla

Como decía más arriba, me da miedo que esto no dure, que la próxima vez que veamos a Namor todo el desarrollo que ha experimentado en esta serie sea ignorado porque alguien ha tenido una idea que le parece genial, aunque sea más de lo mismo. Pero mientras espero que eso no suceda, al menos no a corto plazo, nos queda el consuelo de que esta serie ha sido tanto un placer como una sorpresa, no solo por reencontrarme con un Jason Aaron en plena forma (entre esto y su Absolute Superman, está en racha), sino también por el increíble trabajo de Paul Davidson y Alex Lins, dos artistas a los que no seguía con la atención que debía. Así que tocará cruzar los dedos para que no nos vuelvan a estropear a Namor y confiar en que sus próximas apariciones no vuelvan a ser una mala caricatura de sí mismo.

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GRAYSON
GRAYSON
4 horas han pasado desde que se escribió esto

Recuerdo con mucho cariño la etapa de Byrne en el personaje en su propia cabecera mensual. Era Byrne en plena forma, haciendo lo que le venía en gana, tocado por una varita mágica que convertía en oro todo lo que escribía. Tiraba de sus personajes favoritos ya existentes (Marrina, Iron Fist…) o inventaba otros como los Gemelos Marrs, realmente bien construidos. De memoria no recuerdo el nombre del personaje que había descubierto sus problemas de oxigenación sanguínea, una excusa perfecta para explicar sus cambios de humor y los vaivenes en su personalidad. De este tema nunca más se volvió a hablar en comics posteriores ¿verdad? 

Matches_malone
Matches_malone
4 minutos han pasado desde que se escribió esto

Mentiria si no reconociera que a mi lo del Batman espacial de Aaron me gusto.

Peeeero…hay que leerlo con la mentalidad de que se trata en el fondo de una historia de la primera mitad de la edad de plata de esas de extraterrestres pero pasada por el filtro grafico y narrativo del s XXI para darle una capa de pintura, es decir un desbarre absurdo. Como te la tomes minimamente en serio estas perdido.

Last edited 52 segundos han pasado desde que se escribió esto by Matches_malone