La semana pasada regresó Silo a nuestras pantallas vía Apple TV+, la adaptación de la saga de novelas de Hugh Howey que se convirtió para mí en una de las mayores sorpresas del pasado año. Una serie apasionante y llena de misterios que, pese a partir de premisas muy viejas ya de la ciencia ficción, fue capaz de ofrecernos un punto de vista refrescante de esos tópicos del género y consiguió que una historia que, en la superficie, nos podía sonar a muchos a «ya visto» se convirtiese en algo adictivo y a ratos incluso sorprendente. Así que, con el estreno de su segunda temporada, quiero aprovechar la ocasión para reafirmar mi recomendación sobre esta serie que vale mucho la pena ver.
El comienzo de la primera temporada de Silo ya nos dejó a unos cuantos un tanto despistados con el giro final del primer episodio, algo que nos dejaba claro que aquí podía suceder cualquier cosa. Y en la misma línea ha regresado la serie, soltándonos en medio de una situación que parecía presentarnos un escenario muy concreto para acabar desembocando en algo muy diferente. Un comienzo que me confirmó que los responsables de esta serie siguen decididos a jugar con su público, en el mejor sentido de la expresión, para que no nos acomodemos demasiado y no podamos dar casi nada por sentado.
Pero tras ese pequeño juego, y dejando a un lado algún flashback que otro, casi todo el peso de este primer episodio ha recaído en los hombros de una Rebecca Ferguson increíble. Esta, con su personaje de Juliette Nichols, se ha tenido que enfrentar a la complicada tarea de ser prácticamente la única protagonista del episodio, sin poder recurrir a los diálogos más que en momentos de frustración o rabia puntuales en los que soltaba alguna exclamación, y teniendo que limitarse al uso del lenguaje corporal y gestual para transmitir lo que su personaje siente.
Una tarea que ha probado que la elección de Ferguson como protagonista fue más que acertada, ya que, pese a no poder depender de interactuar con otras personas o expresar en voz alta sus pensamientos, en ningún momento el episodio resulta tedioso, ni tenemos la más mínima duda de lo que se le está pasando a Juliette por la cabeza. Ferguson transmite a la perfección la determinación (o cabezonería) de su personaje, la misma que la ha metido en el lío en el que se encuentra y que, sin duda, la sacará de este. Pero también podemos sentir su rabia por la situación en la que ha acabado, la curiosidad por lo que sigue descubriendo a cada paso y esa voluntad casi inquebrantable que la ha mantenido viva hasta ahora.
Todo esto representa para mí uno de los mayores logros de la serie: la forma en la que todo el equipo, delante y detrás de las cámaras, consigue que nos importe tanto lo que le sucede a un personaje solitario que un episodio como este, tan parco en diálogo e interacciones, se nos pase volando. Aunque es cierto que hay algo de trampa aquí, ya que, como señalaba antes, hay un puñado de flashbacks de Juliette sobre cuando comenzó a ser una aprendiz de ingeniera en lo más profundo del Silo. Interpretada aquí por Amelie Child Villiers (quien también hacía de la joven Galadriel en Los Anillos de Poder), en esos pequeños momentos de su pasado se nos recuerda cómo, desde muy temprana edad, Juliette siempre ha estado obsesionada con comprender cómo funcionan las cosas, en cómo arreglarlas. Una habilidad que, junto con su cabezonería, la convierte en un personaje tan interesante, pese a que, en la superficie, pueda resultar casi antipática en ocasiones, cuando su problema es que simplemente le cuesta tratar con otras personas.
Y, cómo no, este episodio se guarda también, como el primero de la primera temporada, un giro final que, aunque menos inesperado que aquel, es muy bienvenido. Un giro que nos recuerda, una vez más, que en este mundo claustrofóbico y, a ratos, muy inhóspito, las cosas son siempre mucho más de lo que aparentan en un primer vistazo y que hay misterios dentro de los misterios. Una situación que me muero de ganas de ver cómo se desarrollará, pese a que me temo que el próximo episodio se centrará en el resto de personajes a los que, por aquí, no hemos visto asomar, y en su reacción al destino de Juliette, y que tendremos que esperar hasta el tercero para reencontrarnos con ella.
Así que, una vez más, animo a quienes me lean a darle una oportunidad a Silo, porque se trata de ciencia ficción de la buena, de la hecha con cariño y con mucho talento, y que sabe hacer parecer casi nuevas ideas que son prácticamente tan viejas como el mismo género. Una serie que espero que no acabe cayendo presa de la tijera de Apple ahora que han decidido que eso de gastar burradas de dinero en series que luego apenas promocionaban no era la mejor de las estrategias, y que dejen tiempo a sus responsables para adaptar toda la saga, ya que sería una tragedia no llegar hasta el final.
Espera, ¿ésta serie está protagonizada por un mimo? ¿Se pasa casi toda la serie sin decir palabra?
Cuanta incultura!!