El horror surca los mares con el White Boat de Scott Snyder y Francesco Francavilla

Habitualmente mantengo una sana distancia con los cómics escritos por Scott Snyder, ya que, aunque no se trata de uno de esos autores de los que reniego por completo, ya son unas cuantas las decepciones que me he llevado con sus cómics. Pero tratándose, como es este caso, de un cómic de horror, que se le suelen dar mejor que los superhéroes, que está dibujado por un dibujante que me encanta, como es Francesco Francavilla, y que se trata de una miniserie de tan solo tres números en la que no hay posibilidad de estirar la historia más allá de la cuenta, he acabado picando. Y, para mi sorpresa, me he encontrado con un cómic bastante más interesante de lo que esperaba, que me ha dejado con bastantes ganas de saber cómo acabará, así que lo que toca es compartir esta sorpresa con nuestros lectores para que descubran por qué vale la pena leer White Boat.

Si es que es mejor quedarse en tierra

El Yate Blanco es una leyenda por derecho propio, ya que se trata del barco más lujoso del mundo, del que se rumorea que ha costado unos tres mil millones de dólares, pero que nadie sabe por qué ha costado tanto, qué alberga en su interior o quién es su propietario. Pero Lee Derry, un escritor de poca monta de artículos sobre el mundo náutico, ha sido invitado para visitarlo y escribir un reportaje sobre él. Una suerte que no se cree, ya que se trata de algo que periodistas de todo el mundo han codiciado durante muchísimo tiempo. Pero, como no tardará en descubrir cuando se encuentre a bordo de esa lujosa embarcación, esta es mucho más de lo que aparenta en su superficie; él no ha sido escogido por sus habilidades como escritor, y quienes han construido ese barco tienen unos planes para él que ni en sus peores pesadillas podría haber imaginado…

Esto sucede muy a menudo en este comic

Efectivamente, este cómic, publicado por la editorial Dstlry, me ha sorprendido bastante, aunque es verdad que, como decía más arriba, a Snyder el horror se le suele dar algo mejor que lo superheroico, pese a que en ambos casos sus cómics suelen dejarme algo frío. Pero con White Boat no ha sucedido así; desde sus primeras páginas, la inquietante intriga de esta historia me ha atrapado casi con tanta fuerza como este barco lo ha hecho con el protagonista, aunque con la suerte de que esta pesadilla que surca las aguas para mí desaparece cuando cierro sus páginas.

Lee se va a arrepentir mucho de haber aceptado esa oferta

Una pesadilla para la cual Snyder y Francavilla han recurrido a una serie de influencias de lo más clásicas, algunas relativamente sutiles y otras tan directísimas que incluso mencionan a los autores homenajeados. Influencias bastante diversas de la literatura fantástica más clásica que provocan que, durante buena parte del primer tramo de la historia, no tengamos claro a qué tipo de horror se está enfrentando Lee, ya que podemos encontrar elementos de la obra de Julio Verne, Lovecraft, H.G. Wells y seguramente alguno más que se me escapa ahora mismo. Unas influencias que se encuentran bastante bien encajadas e interconectadas en la historia, de forma que no sean simples guiños sin más, sino que forman un todo coherente.

Y quizás la travesía no sea lo peor que se encuentre…

Aunque debo reconocer que aquí buena parte del mérito de que este cómic me haya enganchado se lo debo achacar al trabajo de Francesco Francavilla. Cualquiera que conozca su obra sabe de sobras que le encanta lo fantástico y lo aterrador, tanto a nivel personal como profesional, y que son géneros en los que se desenvuelve como quiere en su faceta como autor, y White Boat no es una excepción a ello. Francavilla dota a este cómic de una atmósfera única con su dominio del claroscuro y ese estilo suyo tan personal de coloreado que constantemente huye del naturalismo, creando en el lector una sensación de tensión y peligro a base, sobre todo, del uso de esas tonalidades naranjas tan características suyas. Elementos que refuerza con su alternancia entre un esquema de página muy clásico, que rompe de formas originalísimas en momentos puntuales, de formas muy envidiables.

Francavilla es muy grande para estas cosas

De momento, habiendo leído los dos primeros números (de tres) de esta miniserie, yo me siento de lo más satisfecho, aunque, claro está, con cierto temor de que en el último número me suceda como tantas otras veces antes con los cómics de Scott Snyder y se desinfle la historia. Pero espero que no sea así, porque hasta ahora me lo he pasado bastante bien con este cómic, todo lo que puede pasárselo uno con una historia como esta que da tanto mal rollo, y sería una pena que esta sensación no se mantuviese hasta el final. Pero, para comprobar eso, tocará esperar un poco, hasta el próximo enero, y saber si tanto el cómic como el Yate Blanco llegarán a buen puerto o se hundirán bajo las aguas.

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