¿Y si te dijera que ésta película es un western? Un forastero lleno de ideas e ilusiones llega a un pueblo intentando hacer realidad sus sueños, pero un cartel comercial frena en seco sus aspiraciones porque prefieren seguir vendiendo su producto mediocre antes que permitir que otros introduzcan uno excepcional. No se plantean el comprar el producto ajeno -en ningún momento hay una oferta, solo malos modos- ni tampoco contratar al talentoso artesano, lo echan a los perros y en paz.
Bueno, igual no es un western. Podríamos llamarlo realismo mágico, si no fuera porque Wonka está basado en un libro que Roald Dahl escribió a mediados de los 60 y lo de realismo mágico se popularizó unos años más tarde de forma muy sudamericana, hasta el punto que yo mismo creía que era una invención relativamente reciente. Pero no, la cosa es de principios del siglo pasado y hasta hay señores alemanes de por medio, cosa que tampoco debería extrañarnos porque al final todos los cuentos de hadas no dejan de ser en cierta forma una mezcla de cotidianidad con los sucesos más extraños. Y precisamente éso era Charlie y la Fábrica de Chocolate, la reinterpretación de la realidad en clave infantil de lo que un niño pobre puede imaginar que es una fábrica de chocolate, el lugar más importante del universo. Desde ese punto de vista y manteniendo esas claves, la novela no dejaba de ser un cuento del campesino que se acaba convirtiendo en rey por tener las virtudes que un sabio, un guía, un ejemplo a seguir -aunque sobre esto en el caso de Willy Wonka habría que matizar un poco- considera las necesarias para desempeñar el cargo. Charlie tiene una familia pobre que vive hacinada con parientes enfermos que se pasan el día metidos en la cama, y la novela los muestra como aburridos de vivir, y el que al chaval le toque la lotería provoca que toda esa gente en última instancia recupere las ganas de levantarse de la cama. Es como si el dinero curara hasta la depresión, y aun así el mensaje del libro no iba en esa dirección… Aunque, como siempre decimos por aquí, la obra la completa el lector y si está mal de la cabeza puede acabar diciendo cualquier cosa, y por eso decir que cualquier interpretación es válida es una estupidez como un piano. Pero hablábamos de Willy Wonka…
Wonka en el libro era un ser peculiar y extraño, y es en ese misterio de por qué es así donde reside buena parte del interés del libro, hasta el punto de que cuando se realizó la adaptación cinematográfica -que aquí se tituló «Un mundo de fantasía», ni se os ocurra verla si tenéis gastroenteritis- y tras algún tira y afloja con el autor que acabó con él apartándose del proyecto «por no tener tiempo», la película acabó llamándose Willy Wonka y la Fábrica de Chocolate, provocando las iras de un Dahl que consideraba que el protagonista absoluto de la historia debía de ser Charlie y no el magnate chocolatero. Pero es que, aunque el libro estuviera contado desde el punto de vista del niño y mostrara un imaginario infantil, en el cine eso se traduce a que el niño sea un mero testigo y el personaje interesante sea Wonka, porque el condenado se constituía como el foco magnético de absolutamente todo lo que pasaba a lo largo de la misma; si un niño egoista era castigado, el que lo castigaba era Wonka; Wonka esto, Wonka lo otro, Charlie era un hilo conductor pero no era Luke Skywalker, y si a todo ello sumamos que el papel lo interpretaba un pletórico Gene Wilder, pues como que es lógico que Dahl no tuviera la adaptación que esperaba porque la pantalla obligaba a ello.
El enfado de Dahl provocaría que, aunque la película fue todo un exitazo, nunca tuviera secuelas, a pesar de que el autor sí que escribió otra novela, Charlie y el Ascensor de Cristal. Bastante menos interesante que la Fábrica de Chocolate, a pesar de compartir su absurdo, de haber sido adaptado las iras de Dahl habrían sido mucho mayores porque Wonka volvía a ser el que hacía casi todo. Pasa lo mismo con la adaptación de 2005 de Tim Burton -que ésta sí, ésta sí se llama Charlie y la Fábrica de Chocolate- y por supuesto también con Wonka, que no deja de ser una precuela contando los orígenes del personaje… Aunque no nos engañemos, una vez lo desvestimos de todos sus adornos, no deja de ser una mezcla entre las dos novelas originales. Me explico.
Wonka nos muestra a un joven Willy Wonka muy inocente pero ya genial como chocolatero, ingeniero y prestidigitador tratando de abrirse camino en el negocio chocolatero de Londres, dando por hecho que solo con su talento ya puede triunfar. La sucia realidad le demuestra rápidamente que necesita también suerte y habilidad para escaparse de los pisotones de los poderosos, acabando rápidamente siendo esclavizado en una lavandería gracias a firmar un contrato que él mismo no había sido capaz de leer. Porque el chaval conoce medio mundo y los más exóticos ingredientes para el chocolate, pero no sabe leer y así se la lían, a pesar de las advertencias de Noodle, otra niña esclava. Y es Noodle la Charlie de la película, auténtica coprotagonista de la misma junto al propio Wonka; no deja de ser una Cenicienta en toda regla, que conoce un hada madrina chocolatera que le devuelve la ilusión y la esperanza. En resumen, tenemos a una niña entrando en un mundo de ilusión como en el primer libro pero con un Willy Wonka mucho más optimista y «a la defensiva» como en el segundo, en el que llegan a enfrentarse a una invasión alienígena aparentemente invencible, como el capitalismo.
Bienvenidos a un Wonka joven y optimista, muchos años antes del Wonka derrotista y aburrido del principio de Charlie y la Fábrica de Chocolate.
En todo momento se recuperan diseños y canciones de la adaptación original, porque ésto no deja de ser una precuela de dicha película y no de la novela, cosa que seguramente no le habría hecho ni pizca de gracia al propio Dahl… Pero es que al final lo que le interesa a Warner es explotar la nostalgia y el recuerdo de esa versión, y así tenemos a un Timothee Chalamet imitando a Gene Wilder como si no hubiera un mañana. Eso sí, el chocolate sigue siendo el alfa y el omega de todo, y cuando para el final de la película vemos como Noodle es en realidad más más importante en la trama que el propio Wonka -su historia es la que está detrás de todo- te das cuenta de hasta que punto Charlie era también un testigo de su propia historia y Willy Wonka el protagonista absoluto. Mal que le pese a Dahl.
Distrae mucho que llaméis al señor Roal y no Roald…
Gracias! It’s very difficult todo esto, que le vamos a hacer.
Bueno, es que todo escritor tiene que entender que el cine y la literatura son medios distintos y lo que funciona en un medio no sireve en el otro, algo a lo que los lectores regulares de comics estamos acostumbrados (a excepcion de algun talibán que nunca falta) y que cietos compromisos narrativos deben hacerse, a condición de que el espiritu y mensaje del original se mantenga. El señor de los anillos por ejemplo, por mucho que se diga que es muy fiel a los libros, igual se tomo varias licencias a la hora de adaptar la historia eliminando o agregando eventos pero Jackson mantuvo la esencia e intención de la historia.
Seguro que Tolkien se habría quejado, después de todo una cosa es la idea que tiene el escritor en la cabeza, otra lo que vuelca en el libro y otra la que interpretan los lectores. Al final una adaptación es una interpretación de esa lectura tamizada por un equipo de producción y lo que es capaz de poner en pantalla, sumado a la interpretación de los espectadores, entre ellos un autor original que tras tanto filtro es normal que ponga pegas.
No estoy para nada de acuerdo con que Jackson «mantuvo la esencia e intención de la historia». Para mí, una adaptación de ‘El señor de los anillos’ más acorde al ‘espíritu’ de los libros sería más parecida, en cuanto a tono y atmósfera, a ‘Excalibur’. De hecho, Boorman y Pallenberg preparaban una adaptación de ESDLA que no llegó a buen término y aprovecharon algunas ideas sueltas y el trabajo de localizaciones para la susodicha. Con esto no digo que la versión de Boorman y Pallenberg hubiera sido más fiel que la de Jackson (el guion de ambos, que corre por internet, es un delirio delicioso; con decir que incluye una escena de sexo entre Frodo y Galadriel), pero sí eso: que se habría acercado más en tono y atmósfera.
Gran parte de lo que ocurre en la trilogía de Jackson es invención del propio Jackson y/o de su equipo; tanto las cosas que funcionan (como Arwen sustituyendo a Glorfindel tras lo de la Cima de los Vientos) como las que son más discutibles (el sentido del humor que convierte a personajes como Pippin, Gimlin y Denethor en caricaturas; Aragorn teniendo una falsa muerte camino al Abismo de Helm que sólo sirve para tener un golpe de efecto y que es redundante respecto a la resurrección de Gandalf en la misma peli; Arwen cayendo ‘malita’ y convirtiéndose en una ‘damisela en apuros’ -sólo faltaba que Sauron la tirara de un puente… o que la metiera en una nevera-). Y, en cambio, deja sin explorar algunas cosas que (para mí) habrían sido verdaderamente interesantes… como toda la historia de Númenor y cómo influye en el linaje de Isildur, que Elrond es medio-elfo y que por ello sabe lo que es perder a tus seres queridos humanos… o el simple hecho de que Galadriel y Elrond son suegra/yerno (y Arwen la nieta de Galadriel). Otro ejemplo: para ser una historia titulada ‘El señor de los anillos’, se habla poco de los anillos (a parte del Único y los nueve de los Nazgul). Tenemos que esperar a la trilogía de ‘El Hobbit’ para saber qué pasó (más o menos) con los siete anillos de los enanos, y sólo al final de la versión extendida de ‘El retorno del rey’ vemos que Elrond y Gandalf, además de Galadriel, eran los guardianes de los tres anillos de los elfos. Que yo recuerde, no se explica cómo acabó Gandalf con un anillo para los elfos, ni porqué ninguno de los tres se ha corrompido, ni lo que significa para los tres la destrucción del Único y la correlación que tiene con la caída definitiva de Rivendel y Lothlórien y el final de la edad de los elfos… Todo lo cual sí son ‘detalles’ importantes para Tolkien y los que (para mí) verdaderamente le dan ‘cuerpo’ a la historia.
En definitiva, la trilogía de Jackson se parece más a una partida larguísima e intensita de D&D donde los jugadores s’han venío arriba muchísimo, tanto a la hora de hacer chistes como en los escenas de acción (Légolas haciendo surf en las escaleras de Helm con el escudo; Légolas matando él solo a un olifante…) como en los momentos más sensibleros. Entiendo que a los fanes de dichas pelis sea, precisamente, parte de lo que les gusta de ellas, pero no se puede decir, ni de lejos, que sea fiel a la esencia de Tolkien (su hijo, Christopher, tenía toda la razón en las observaciones que hizo al respecto). Yo creo que sí se podría haber hecho una aproximación más fiel a las intenciones de Tolkien y, en todo caso, a mí me hubiera gustado más el enfoque de Boorman, o algo parecido a la teleserie noventera finlandesa ‘Hobitit’ (que narra ESDLA sólo desde la perspectiva de los hobbits y es mala a rabiar… pero tiene una atmósfera muy particular).
Con respecto al comentario de Diógenes, creo que una de las cosas más interesantes de las cartas publicadas de Tolkien es cuando se dedica a rajar de una propuesta de adaptación cinematográfica que le hicieron y del guión que le acompañaba. En esas líneas creo que queda claro que Tolkien entendía perfectamente que el audiovisual y la literatura son medios distintos y con distintas necesidades, y que no se oponía a los cambios en sí a la hora de adaptar (al contrario; él mismo proponía algunos, como la eliminación de la batalla en el Abismo de Helm si la película se hacía demasiado larga, para no restarle importante a la rebelión de los ents contra Isengard), sino la naturaleza misma de los cambios concretos que le propusieron (como que el balrog de Moria hablara, que los protagonistas usaran más veces de la cuenta a las águilas -como si fueran taxis-).
Lamento el tochazo tan extenso (y denso), y más cuando tocaba hablar de Wonka, pero no creo poder expresar estas ideas correctamente en menos palabras (de hecho, aún tengo la sensación de estar siendo inexacto).
Estos árboles dan frutos extraños.
He oido tantas teorías opuestas sobre lo que Tolkien habría o no habría querido, que al final no me creo nada. Quiero decir, recuerdo que cuando se estrenó la primera película muchos echaron fuego y azufre por la boca porque habían quitado a Tom Bombadill, pero a la vez tengo entendido por ciertas fuentes que el propio Tolkien era partidario de no incluirlo.
¿Importó al final? No, en absoluto.
Precisamente la anécdota sobre Tom Bombdill procede de ese guión y de esa carta a la que refería antes: incluía una escena con Bombadill y su esposa, y el propio Tolkien pedía que la quitaran; que, para estar mal representados, mejor que no aparecieran en absoluto, y que no eran esenciales para la trama.
Quiero aclarar que mi problema con ESDLA de Peter Jackson no es que sea fiel o no (aunque NO lo es) al espíritu de la obra de Tolkien; de hecho, me encanta el guión de Boorman y Pallenberg, y éste se toma aún más libertades que Jackson y su equipo (y, que me perdonen ciertos amigos, pero tampoco es que me pueda tomar del todo en serio la obra de un católico británico que se autodefinía como «anarquista monárquico»). Mi problema es que son tres pelis larguíiisimas, incluso estiradas, con mucho ‘relleno’, con problemas de ritmo y tono, con un sentido del humor a veces ridículo y con ‘flipadas’ muy fuera de lugar. Vamos, básicamente las mismas críticas negativas que luego se le hicieron a la trilogía de ‘El hobbit’, sólo que yo lo decía de ESDLA bastante antes.
Todavía no he visto la peli, pero le tengo muchísima ganas, aunque sólo sea por ese Hugh Grant como oompa-loompa. xD Lo que me echa para atrás es el Timothee Chalamet, que siempre me ha resultado un poco inquietante.
A mí me ocurre que tanto la versión de Burton como la de Mel Stuart me gustan muchísimo (sin haberme leído el libro aún). Hasta me frustro un poquillo cuando veo cualquiera de las dos porque siempre hay cosillas de la otra que echo de menos. Si un maníaco me pusiera una pistola en la cabeza y tuviera que elegir, tiraría por la de Stuart; entre otras cosas porque Gene Wilder es mucho Gene Wilder y me gusta mucho más su Willy Wonka que el Johnny Depp. Pero me dolería quedarme sin los oompa-loompas de Deep Roy y sin sus canciones.
Gene Wilder era muy grande (demasiado para ser contenido en su físico mortal).
Es raro, porque la original de Mel Stuart la hizo con Paramount y Wonka es de Warner, con lo que igual Disney retiene los derechos de las canciones de la versión de 2005. O igual han acabado todo en manos de los herederos de Dahl, vete a saber.
A que te refieres a un tono muy sudamericano?
Tendría que verme la película.
Supongo que se refiere al realismo magico como un movimiento asociado a García Marquez, Juan Rulfo, Isabel Allende et al