Para no perder la costumbre hoy toca de nuevo hablar de Manga BL, en concreto de un titulo muy especial que he descubierto hace poco y que como suelo intentar a la hora de escoger de que hablar, se trata de uno que se sale de la imagen estereotipada que tiene sobre el BL el publico no habitual de este, el Pájaro que trina no vuela de Kou Yoneda. Un poético titulo tras el que se esconde una historia de traiciones y crímenes donde el amor surge donde uno menos se lo espera, en el temible mundo de la Yakuza.
Yashiro es un lugarteniente de la Dōshin-kai, una organización perteneciente a la Yakuza con una habilidad prodigiosa para obtener dinero para su clan pero cuyos métodos y estilo despiertan cierta incomodidad dentro de su “familia” mafiosa. Y es que además de ser un criminal y empresario con mucho talento, Yashiro es también un hombre lascivo, insaciable y sadomasoquista que no duda en hacer suyo a cada hombre que pase por su vida, con la única excepción de que jamás toca a sus subordinados. Pero esa regla salta por los aires cuando conoce a Dōmeki, un ex-policía recién salido de prisión que sin otro lugar al que recurrir se ha unido a la Yakuza y le ha sido asignado ser el nuevo guardaespaldas de Yashiro, y quien despierta en este emociones que creía que nunca volvería a sentir…
Para quienes crean que el BL no es mas que un cúmulo de comedias románticas costumbristas con sus pequeñas dosis de drama, este Pájaro que trina no vuela, o Saezuru Tori wa Habatakanai en el original, es el titulo perfecto para hacer añicos esa imagen tan alejada de la realidad. Un manga que nació como secuela de un par de historias cortas que su mangaka Kou Yoneda publicó entre 2008 y 2009 y que comenzó su serialización en la revista HertZ desde 2011, cosechando el suficiente éxito como para que uno de esos one-shots se convirtiese en un OVA y la serie principal contase con una película animada que es la primera de una trilogía (aunque las noticias de las otras dos se están retrasando demasiado). Un manga del que aquí podemos disfrutar gracias a la labor de Ediciones Tomodomo, una editorial con mucho ojo para publicar Bls que se salen de lo corriente y que les ha debido funcionar bastante bien porque también han publicado otras obras de la misma autora como el recopilatorio de historias cortas Nights, Sin querer rozarnos y su secuela Sin querer enamorarnos.
Como señalaba antes, este manga se aleja bastante de esa imagen superficial y errónea que mucha gente tiene sobre el BL, contándonos una historia protagonizada por personajes que ya rondan los treinta y los cuarenta y ambientada en un mundo sórdido y peligroso como el de la Yakuza. Una ambientación en la que Kou Yoneda trata de alejarse de esa imagen casi “romántica” del mundo de los Yakuzas (aunque no siempre lo consigue), mostrándonos como todos esos conceptos de honor y lealtad, casi como de modernos Samuráis, no son mas que una fachada que esconde sin mucho disimulo un mundo sórdido en el que un puñado de criminales con pocos o ningún escrúpulos y a quienes en su mayor parte solo mueve la ambición por el dinero y el poder y que están dispuestos a traicionar a quien haga falta, incluidos a sus propios compañeros y superiores, con tal de seguir satisfaciendo dicha ambición.
Pero todos estos elementos de la trama no están ahí simplemente como un adorno o un decorado para darle un toque pintoresco a la historia, forman una parte importantísima de la historia, con tanto peso o mas que la relación entre sus protagonistas, hasta el punto de que mas que ante una historia de romance en el mundo de los Yakuza, seria mas acertado decir que estamos ante un manga de Yakuzas en el que se desarrolla un romance. Uno con el que Kou Yoneda también ha buscado alejarse del romance mas tradicional, poniendo aquí el foco en dos hombres destrozados por los traumas de su pasado y que no son capaces de afrontar de una forma sana sus sentimientos.
Un momento muy traumático del pasado de Yashiro le llevo a acabar sintiendo que no valía nada, que no merecía aspirar a ser feliz y a vivir su vida siendo utilizando y dejándose utilizar por todos quienes pasan por su vida, acabando metido en la Yakuza casi por accidente simplemente porque era una forma rápida de ganarse la vida. Dōmeki por su parte arrastra aun las secuelas del episodio que le llevo a arruinar su carrera como policía y terminar en prisión, lo que le llevo a el también, como ultimo recurso de los desesperados, a terminar en la Yakuza. Y esos traumas tan diferentes pero con tanto en común casi parecen ser lo que les atrae mutuamente, como si cada uno de ellos pudiese arreglar lo que esta roto en el otro pese a que a menudo parezca que no saben mas que hacerse daño.
A nivel gráfico nos encontramos con que este manga es algo mas irregular. Kou Yoneda no es una mala dibujante ni mucho menos, aunque tampoco de las mejores, pero tiene sus momentos y a medida que avanza la serie se puede apreciar como va evolucionando a mejor (que después de todo ha pasado década y pico entre el primer tomo y el que esta a punto de salir) pero eso conlleva que tenga algún problemilla que otro. Se le da muy bien manejar la expresividad de estos personajes que de tan estoicos a veces parecen inexpresivos, y la sutileza del lenguaje corporal de estos que a veces dice mas que los diálogos. Pero a la hora de narrar las escenas de acción se pierde un tanto y provoca que muchas de estas resulten algo confusas, que uno tenga que releer alguna pagina que otra varias veces para tener claro que es lo que ha sucedido. Y mas a menudo de lo que me gustaría, me he encontrado también conque la forma que tiene de emplazar los bocadillos de diálogos. no es la mas adecuada, lo que sumado a que suele evitar utilizar en estos el llamado “rabillo” que señale claramente quien esta hablando, provoca que a veces seguir una conversación en la que intervienen mas de dos personajes resulte un poco complicado.
Pájaro que trina no vuela definitivamente no es un manga para quienes busquen una historia bonita y entrañable con la que sentirse bien. Pero quienes quieran algo diferente que permita descubrir que este tipo de mangas tienen unas posibilidades narrativas tan grandes como cualquier otro, este titulo es perfecto para ello. Uno que a día de hoy lleva ya publicados siete recopilatorios (aunque en Japón ya se ha publicado el octavo) y que de momento sigue adelante sin visos de terminar a corto plazo.
La verdad es que cuando he visto la primera imagen con la cara de los dos, se ven dibujados tan idénticos que pensé que eran el mismo tipo, solo que en la viñeta del medio salía una especie de flashback, y por eso llevaba un distinto peinado. Ese es un defecto típico del género.
Yo este verano he hecho maratón de los Soprano en HBO y ya he tenido bastante mafia por una temporada. No digo que no sean interesantes, pero me interesan solo en un sentido naturalista. Sus dramas personales me suelen importar poco (y por eso me llama poco esa historia del pájaro que trina no vuela… el nombre me parece incluso algo tonto). Esas historias parecen querer demostrarnos que esos criminales son también humanos. Pero es que eso debería ser evidente (incluso los peores asesinos tienen momentos de humanidad).
Viendo como hasta en Dragon Ball casi todos los personajes tienen la misma cara, mas que un problema del genero yo diría que es un problema de todo el Manga en general.
https://newsrebeat.com/world-news/63948.html
Y es algo que podemos extender al resto del planeta, que anda que no me he leído comics de superhéroes en los que si no fuese por los uniformes me costaría diferenciar quien es quien, porque a veces hay dibujantes que ni se molestan en ponerles peinados diferentes.
En cuanto a lo de que los criminales son humanos, sin querer destripar mucho de este manga, uno de los hilos argumentales recurrentes es como necesitan abandonar esa vida, que no es lo que les conviene y que les hace mas mal que bien, pero ninguno da el paso definitivo por no tener a donde ir. Lo que esta por ver es si al acabar la historia la mangaka dejara claro que los yakuza son escoria o si tirara por intentara dulcificar las cosas diciendo que el clan de estos no es tan malo.
Yo no diría que en Dragon Ball casi todos los personajes tienen la misma cara, los femeninos tal vez, pero ya tienen bastante más variedad de caras que los de Saint Seiya…
La comparativa que pegue en mi comentario anterior no te da la razón precisamente…
La comparativa es una soplapollez como un piano, sobre todo porque se basa en Dragonball Z e ignora a personajes de la dragonball original como Krillin, el Duende Tortuga, Chaozu, Yajirobe, Pilaf, Tao Pai Pai etc. Y aun así te digo que Vegeta nunca tuvo precisamente la misma jeta que Son Goku.
Entrando en el tema de caras, es verdad que en los cómics de superhéroes también parecen a veces todos iguales, pero sobretodo con dibujantes poco dotados. Pero es que en el manga (en todos) me parece a veces que los ponen a todos clónicos a posta. Quizá sea por esos ojos de plato sopero que gastan tantos.
En muchos dibujantes, si un grupo de superhéroes iba de civil (afortunadamente algo raro) ya solo se les distinguía por el color de pelo (es que a veces ni el peinado, coño)
Juntar a Steve Rogers, Hank Pym, Clint Barton y Donald Blake en la misma habitación tenia que ser un cachondeo.
Y menos mal que no dibujaba Vinnie Colletta o Ric Estrada.?
¿cómo que no tienen a donde ir? Tienen la cárcel, el manicomio, la tumba, el programa de protección de testigos… Anda que no hay opciones. Cualquier opción es mejor que seguir haciendo lo que hacen. En especial para sus víctimas.
Perdón por el mal gusto, es que hay demasiadas series insistiendo en que los narcos y los mafiosos son siempre tan molones.
??????
Es que no es así como lo retrata el manga. Ambos personajes han tenido la oportunidad de alejarse de esa vida de forma pacifica y sin rencores por parte de su organización, lo que les mantiene ahí no es el miedo por sus vidas o a las represalias, lo que busca la autora es contar que ambos personajes están destrozados psicológicamente por sus respectivos traumas, que hasta cierto punto se odian a si mismos y se han convencido de que no se merecen otra vida, esto va de como primero tienen que ser capaces de perdonarse a si mismos antes de dejar toda esa mierda detrás.
Y aunque puntualmente hay personajes «majos», estos suelen ser los que están en los peldaños mas bajos, intenta mantener un equilibrio a veces precario en ese terreno, pero en ningún momento el manga oculta que los yakuza son basura y que les da igual hasta que extremos deban llegar para conseguir sus objetivos o joder a sus rivales en sus luchas internas. Que igual la autora la caga al final y acaba contando que los yakuza son la ostia y que solo necesitaban un nuevo líder o alguna mierda así que les convierta en mafiosos buenos, pero de momento no tiene pinta de que esa sea su intención.
Si quieres leer un caso de «mafiosos buenos», prueba con Araragi Express». Sale un chaval que se cree que puede dirigir una mafia con métodos humanitarios (por ejemplo ayudando emigrantes ilegales a pasar a Japón, pero de forma decente y sin explotarles). Era una historia curiosa, pero de final incierto.
Si el objetivo del manga es mostrar los yakuzas como casos patológicos, en lugar de como malotes molones o rebeldes sin causa, me parece bien. Está bien qué expliquen como funcionan, no que los justifiquen.