Allá por los 60 y cuando Steve Ditko y Stan Lee crean Doctor Strange, Master of de Mystic Arts, parte de la contracultura hippie que buscaba el misticismo a través de lo lisérgico vió en el personaje algo más que un superhéroe, llegando en algunos casos a preguntar a Stan Lee si usaban textos arcanos para escribir al personaje, si sus hechizos funcionaban y demás barbaridades que producen las drogas en la mente humana. A Stan Lee estas cosas le hicieron gracia y, como buen vendedor de cubitos de hielo en el ártico, se aprovechó de la situación todo lo que pudo, pero la cosa se quedó ahí.
Sus sucesores en los 70, pertenecientes en muchos casos a aquella generación de hippies, sí que tomaron una aproximación más «viajera» al personaje, con muchos argumentos tomados directamente de estos paseos por el subconsciente en la época que algunos han venido a llamar como «la quinta del porro». Pocos años después de aquello y estando el olor a porro todavía apestando el bullpen, en 1978 y de la mano de Jim Starlin, Roger Stern arranca una etapa en el personaje que durará hasta mediados de los 80, marcando una de las eras más memorables del personaje a pesar de que sus otras ocupaciones provocaran que esporádicamente tuviera que abandonar el título de vez en cuando, momento en el que algún buitre trató de arrebatarle la serie de sus manos… Buitres como Chris Claremont, ÉL Chris Claremont. Pero no nos adelantemos demasiado.
Mil novecientos setenta y ocho es un año complicado en Marvel, porque todavía continúan las luchas de poder entre el viejo orden de Marv Wolfman y Len Wein y el nuevo de Jim Shooter, y en aquel momento el Bullpen de Marvel era un ir y venir de guionistas que se editaban unos a otros para poder salirse siempre con la suya, cosa que Shooter cortaría tratando de hacer que solo una visión valiera; la suya. Pero en aquel momento Shooter todavía era el nuevo jefe y la opinión de totems de la editorial como Len Wein todavía era importantísima, sobre todo en el caso de X-Men, serie que Chris Claremont había tomado de sus manos tras unos pocos números y tras haber sido su ayudante durante años; hablando en plata, que Wein era una autoridad. Paralelamente a todo esto, Roger Stern era un editor/guionista que no llevaba mucho tiempo en la editorial y que todavía no se había consolidado dentro de la misma y que había empezado a escribir Doctor Strange con el número 27, con portada de febrero de 1977, más o menos por la época en la que en Uncanny X-Men John Byrne llegaba a la serie y el mismo mes en el que se presentó a Guardián, conocido por aquellos tiempos como «Arma Alfa». Y puestas las fichas del tablero, vayamos con el drama…
Siempre según Stern, un día de 1978 en el que Claremont y Stern estaban en el bullpen, el escritor de orígen británico soltó la bomba; el padre de Rondador Nocturno es Pesadilla. La respuesta de Stern fue directa: «No, no lo es. No voy a permitir que te apropies de uno de los villanos más importantes de mi personaje», tras lo que Len Wein le dió la mano a Stern dándole la razón; si Stern era el guionista del Doctor Extraño, tenía la última palabra sobre sus villanos igual que Claremont podía tenerla sobre los suyos. Y asunto arreglado, no había más que hablar… Pero va a ser que no. Porque por aquella época, Chris Claremont estaba casado con Bonnie Wilford, una Alta Sacerdotisa de la Cábala que se hacía llamar Graymalkin -sí, sé que os suena- y que operaba en una tienda esotérica llamada Magickal Childe donde vendían joyería con poderes místicos, hacían rituales, ponían maldiciones y demás superchería. Vamos, el típico sitio en el que la gente que no acaba de encajar en la sociedad por no responder a lo que se entendía como «normal» -ya sea frikis, fetichistas, LGTBI, etcétera- encontraban su billete a Hogwarts; tanto Claremont como su señora estaban flipados con la idea mística y el Doctor Extraño debía ser tremendamente atractivo para Claremont y sus intereses…
Y aun así, no vamos a decir que Stern y Claremont se llevaran fatal, porque aunque el propio Stern no tardaría en ser el nuevo editor de X-Men unos pocos meses después con el número 113 de la serie y por supuesto desterró por completo la idea de Pesadilla como padre del pobre Kurt Wagner -y menos mal- Claremont, Stern y Byrne se llevaron lo suficientemente bien como para seguir trabajando juntos durante años y que Stern hasta visitara alguna que otra ceremonia de Bonnie y el círculo neopaganista de marras. Círculo dentro del cual se consideraba que Claremont debía de ser el guionista de Doctor Strange, que el personaje estaba de capa caída y que sus guionistas necesitaban una guía de Tradición Esotérica Occidental, por lo que el matrimonio Claremont encargó a una fan del Doctor Extraño de su mismo círculo, una tal Cat Yronwode (sí, sí, la de Eclipse), que les hiciera llegar y ampliara su «The Lesser Book of the Vishanti», un recopilatorio de objetos mágicos, poderes espirituales y cánticos mágicos del personaje desde su primera aparición que Cat llevaba años realizando por su cuenta; el recopilatorio, a caballo entre el afán enciclopedista, lo místico, lo porrero y la fanfiction, acabaría siendo utilizado y solicitado por algunos de los guionistas del Doctor Extraño posteriores, y hasta algunos de sus conceptos más «creativos» incorporados a la continuidad Marveliana. Y aquí lo tenéis si queréis leerlo, sí.
No, no he visto este documental pero por lo visto hablan del tema. Y no lo he visto porque hasta mi curiosidad tiene sus límites, que he leído lo suficiente a Lovecraft y estos vendían «el verdadero» Necronomicon.
Pero claro, tú puedes ir a estas mierdas de buen rollo porque hay drogas, poliamor, orgías y estas cosas del amor libre setentero, pero lo que no puedes admitir ni de broma es que te pisen lo fregado. Roger Stern era el guionista de Doctor Extraño y él iba a ser en último término el que decidiera qué hacer con el personaje, por lo que los Claremont mantuvieron sus sucias zarpas fuera del personaje durante bastante tiempo… Hasta que a finales de 1979 Claremont hizo una historia de unos seis números, que debido a la errática periodicidad de la serie se alargó hasta 1981. En principio no iba a ser una etapa larga ni nada parecido, simplemente era Claremont haciendo una etapa a priori bastante continuista respecto a la de Roger Stern en la que llega a presentar a Sara Wolfe, un personaje secundario que el propio Stern seguirá usando sin ningún problema, todo muy amistoso, pero de por medio pasaron unas cuantas cosas que le dan a uno que pensar, como que Roger Stern dejó de ser editor de X-Men a mitad de la Saga de Fénix Oscura, John Byrne dejó la serie «de repente» y pasó de alabar a Claremont allá donde iba a ponerlo a caer de un burro aunque nadie se lo pidiera… Que esto no es un programa de cotilleo de gente comiendo en directo y gritando hasta arriba de cocaína, pero aquí tuvo que pasar algo gordo para que esta gente se enfadara tanto.
Y algo pasó, porque el X-Men Annual #4 se publica precisamente en 1980 y justo en mitad de la etapa de Claremont en Doctor Extraño, por lo que el guionista se ve perfectamente facultado para sacar a Stephen en la historia y provocar la ira de Roger Stern… Inventándose de la nada un personaje vinculado con el pasado de Rondador Nocturno, Margali Szardos, capaz de poner en ridículo al Doctor Extraño y hasta de usar el Ojo de Agamotto contra su voluntad. Margali era la madre adoptiva de Rondador y madre biológica de Jimaine Szardos alias Amanda Sefton, la novia de Kurt, y tanto madre como hija manejaban las artes místicas con bastante habilidad, aunque la madre tuviera un modo dios que superaba el del Hechicero Supremo. Cosa que, por supuesto, a Roger Stern no le hizo ni pizca de gracia pero claro, ya ni era el editor de X-Men ni el guionista de Doctor Strange… Pero éso iba a cambiar.
Porque una vez finalizada la etapa de Claremont y tras un fill-in de David Michelinie, Roger Stern volvería inmediatamente a Doctor Strange con el número 47 y prácticamente se mantendría en ella hasta el final de la misma, creando una de las etapas más memorables del personaje si no la que más, compartiendo dibujante a ratos con Uncanny -Paul Smith- que curiosamente y justo durante el mes en el que empezó a dibujar también a los X-Men de Claremont en febrero de mil novecientos ochenta y tres, publicaba el número 57 de Doctor Strange (dibujo de Kevin Nowlan, yo no me quejaría) en el que la mala leche de Roger Stern alcanzaba cotas jamás vistas, atentos que la cosa es tremenda: de entrada retconea toda la historia de Margali Szardos, contando una historia en la que, después de que Clea deje plantado (con toda la razón del mundo, que hay que decirlo) a Stephen, multitud de tarados de medio pelo sin media torta pero muy amigos de «lo Oculto» pretenden que el Hechicero Supremo los tome como discípulos, haciendo cola a su puerta, tratando de colarse en su casa por la ventana y hasta usando la magia, como es el caso de Jimaine Szardos, que demanda su puesto como discípula por el derecho que le da ser la hija de Margali la del Sendero Tortuoso, Hechicera Suprema. Y aquí es donde se lía pero bien…
Porque Extraño le dice que ni estaba preparado para tener una discípula con Clea -bien- ni lo está ahora, por lo que no piensa hacerse cargo de ella. A Amanda esto no le hace ni pizca de gracia y se pone a hablar como un villano de tebeo, atacando a un Stephen que lo rechaza sin despeinarse, quejándose de lo burdo de «un ataque del que hasta un novicio podría defenderse». Y va a más, porque afirma que ese poder de Jimaine no viene del interior, que viene de fuera, cosa que provoca que aparezca la mismísima Margali proclamando ser la superior de Stephen, tras lo que ambos se enfrentan hasta que él le roba la varita mágica, rompiendo el sortilegio que poseía a Margali y dejándola sin poderes; porque Margali ni poderosa ni leches, simplemente era una pobre mujer poseida por un artefacto mágico, por lo que la humillación del Annual de X-Men quedaba desecha y Stephen -y Stern- se toman su justa venganza rompiendo la varita de marras. Todo estaba bien, Amanda Sefton dejaba su pijama místico y volvía a ser «normal», y para el número siguiente Margali se despedía para volverse a Alemania y dejar de dar la paliza. Todo correcto, sí, todo habría quedado en algo sencillito, yo retconeo algo que no me gustó, una niñería de tantas de la época, Byrne y Claremont de esas tuvieron unas cuantas, pero… Roger Stern fue mucho más allá.
Porque en el arranque del número 57 tenemos a Stephen Strange tomándose algo en una terracita junto a Morgana Blessing, momento en el que es interpelado por un señor barbudo y carirredondo, un actor llamado «Scott Montagu» y su esposa «Bunni». Scott es tremendamente hablador, con una verbosidad apabullante nivel Deadpool, y le viene a contar al Hechicero Supremo que su señora, Bunni, está muy metido en esto de la magia, y que a ella le gustaría ser su aprendiz, que ella ya lee el tarot del derecho y del revés. Extraño decide resolver la papeleta hechizando al tal «Scott» con un hambre voraz que le impide dejar de comer, haciendo que se calle y permitiéndo al hechicero largarse cargando la cuenta al susodicho. Y se va… Hay algo chungo en eso de meter a Claremont y su señora en el arranque de la historia, configurando todo el cómic como una venganza pura y dura. No sé que pasó entre esta gente que «tan bien se llevaban», pero Byrne cuando es preguntado sobre el asunto de la «Alta Sacerdotisa Graymalkin» Bonnie Wilford se limita a decir que sí, que Claremont y ella estaban casados y que no sabe hasta que punto Chris estuvo metido en todo ese sinsentido de la wicca. Y puede que Byrne no supiera nada, pero Stern algo vió y… No debió gustarle.
La guerra entre Stern, Claremont y Byrne seguiría durante buena parte de los 80 en las páginas de títulos como Fantastic Four, X-Factor o X-Men VS Avengers, y aunque el matrimonio de Claremont con Wilford no tardaría en disolverse y las referencias a la cábala irían desapareciendo de su trabajo, personajes como Illyana Rasputin o la propia Amanda Sefton (que recuperaría sus poderes místicos en breve, con retconeo del retconeo) quedarían como testimonio del roce de Claremont con la superchería. Todo esto sin olvidarnos del espinoso asunto Greymalkin, que originalmente todos dimos por hecho que la elección de Chris Claremont de ese nombre para la calle ficticia en la que se localiza la Escuela del Profesor Xavier para Jóvenes Talentos se debía a que Graymalkin era el familiar de una de las brujas de Macbeth, pero visto lo visto… En fin, que supongo que es mejor no conocer a tus héroes. O por lo menos, no todo su pasado.
Realmente la redacción de Marvel (y supongo que también la de DC) en aquella época debía de ser divertidísima…
Las farras que se corrían Englehart y compañía eran legendarias.
Una panda de jipis melenudos que en muchos casos por la mañana desayunaban en Marvel y a la tarde se iban a DC a tomar «unas fantas», éso es lo que eran! Se lo pasaron la mar de bien y por el camino hicieron unos cuantos cómics memorables, lo malo es que estuvieron a punto de hundir la editorial…
Claro! Una cosa es la creatividad y otra la gestión…
¡Eso no es nada! Lo de mal gusto ya es cuando Eric Larsen, enemigo de toda la vida de Peter David sacó un villano llamado Cesspool (es decir, pozo de mierda) en su Savage Dragon. una bola de pus andante. Y su nombre real era David Peterson…
Stern se tomaba muy en serio lo de trastear con los niveles de poder de «sus» personajes. Sobre todo los casos de «one punch» (es decir, cuando un héroe o villano es derrotado tontamente). Así enCapitán América explicó que el Capi sólo tumbó a Mr Hyde años antes de un solo puñetazo por un desajuste en la fórmula que la da poderes al bruto. En Amazing Spiderman explicó que Iron Man sólo tumbó a Bola de Trueno de un solo golpe porque este no tenía la barra sacaclavos mágica que necesita. Y luego Tarántula sólo pudo vencer a Spiderman en un cómic anterior por alguna chorrada… Stern era un fan muy puntilloso.
Lo de Margali Zardos no me parece tanto un pique como corregir un exceso de Claremont. En cuanto a lo de cerrarle la boca… Es que a veces no se callaba ni bajo al agua. Claremont tiene grandísimas virtudes, pero puede ser muy verboso. Es gongoriano, vamos.
Gran parte de estas historias tienen echado un cierre hermético que responde a la vida privada de cada uno, y eso a nadie le importa más que a los implicados. Lo malo es que en este caso tiene pinta que influyó bastante en los cómics, y aunque en un principio parece que los demás autores de Marvel respetaron «ciertos estilos de vida alternativos» llegó un punto en el que Stern dijo a la mierda y cargó con todo contra Claremont, su señora y su secta de tarados. Quieras que no a mí estos dos números del Doctor Extraño siempre me dieron la sensación de que tenían algo raro, pero una vez entiendes los círculos por los que se movía cierta gente todo empieza a cuadrar bastante.
Funky Flushman es una referencia a quien a Stan Lee o a Claremont y que decir de Defalco
Es Stan Lee, un vendedor incurable y tramposo. Kirby estaba resentido con él en esa época.
Yo creo que era cargar, no bromear. Solo dicen que su señora juega al tarot (para mí el tarot es poco más) y que él es un poco pelma. Yo no me ofendería si me sacaran así en un cómic.
Como me divierten estos dimes y directes de la Marvel de la Edad de Bronce. Por lo menos les importaba el Universo Marvel lo suficiente para dedicarse a estos retconeos y pequeñas venganzas personales, mientras ahora editores y escritores parece que pasan olímpicamente de todo lo que no ocurra en sus propios cómics.
A poco que rasque uno, se da cuenta de que todos estos autores Marvel de los 70 y 80 (que es mi generación favorita) eran gente muy peculiar, con un ego tamaño XXXL y un gran sentido de posesión de «sus» personajes y de ser los únicos que sabían cómo debían escribirse. Termina uno sintiendo simpatía por Shooter por tener que lidiar con todos estos ególatras; luego te acuerdas de que Shooter era el más ególatra de todos y se te pasa, claro xD.
Yo es que siempre pensé que a Shooter le había pasado aquello de que el que se pelea con monstruos corre el riesgo de convertirse en uno; puede uno ser el más virtuoso de los caballeros, que si tienes que poner constantemente tus cojones encima de la mesa para mantener a raya a una pandilla de egocéntricos, acabas cogiendo la costumbre y convirtiéndote en uno de ellos.
Eso y escribir Secret Wars e hincharte a vender. En ese momento ya debia ser el tipo mas insoportable del mundo.
Teniendo en cuenta cómo lo escribió y lo que vendió, poco menos debió de pensarse que estaba rodeado de vagos y analfabetos, porque si él en condiciones tan lamentables podía petarlo de aquella manera, CÖMO ES QUE LOS DEMÁS NO PODÍAN???
Sin entrar en el contenido del artículo (lo leeré esta tarde), me resulta curioso que la ilustración inicial para un artículo del Dr. Extraño de Stern el de Claremont sea de la época en la que el guionista era… Englehart (con Brunner como co-argumentista). Aprovecho para reivindicar algún artículo sobre esa era. En mi opinión, el mejor escritor que ha tenido el hechicero de Greenwich Village (aunque la de Stern también me encanta!)
Más allá de Ditko, creo que el referente absoluto de Stern y Claremont en la serie era Englehart, y por eso me pareció que era buena idea que la primera imagen del artículo fuera de la etapa de Brunner. Estuve a punto de meter una de Colan, pero como los dos lo tuvieron de dibujante no gritaba tanto Englehart y no te metía en el «estado mental jipioso» que pedía el artículo.
Ah, y sobre el Doctor Extraño de Englehart algo tenemos https://brainstomping.com/2013/12/17/50o-aniversario-del-doctor-extrano-steve-englehart-frank-brunner-gene-colan-y-la-new-age/ aunque no lo suficiente. Habrá que remediarlo un día de estos!
Un día haz un repaso a la era Stern de Dr Extraño, o a la de Englehart.
Ondia, tengo que leerla… Con lo que se le va la pinza a Englehart, imaginatelo escribiendo al Hechicero Supremo… Nuff said!
Curiosa historia, no la conocía.
Hace poco, dos días, me releí el annual de X-Men ese y, bueno, normal que Stern quisiera retconnear eso porque el poder de Margali Szardos te hace arquear una ceja. Ahora me pica la curiosidad por volver a leer esos números del Doctor Extraño, que hace años me parecieron más «inocentes» de lo que realmente eran.
Pero eso, buen artículo.
Gracias. Claremont como siempre intenta dopar a sus personajes de cara a trabar con ellos en un futuro y ahí se pasó tres pueblos, porque aquello era un Hipertormenta en toda regla.
Y sí, son cómics muy repasables, aunque algo de mala leche si que me entra cuando me pregunto que ha sido de todos aquellos secundarios de esa etapa, desde Wong y la propia Clea a Sarah Wolfe o Morgana Blessing. Sigh.
Es como cuando Larsen sacó a l dr Octopus derrotando a Hulk… A algunos les hacia daño a la vista, y Peter David luego sacó a su Hulk dándole pal pelo a Octopus. Esos pequeños piques le dan vidilla al género. Rollo Quevedo contra Góngora.
Y es por estos artículos por lo que este blog me parece insustituible. ¡Enhorabuena! Me encanta la intrahistoria detrás de las historias que todos amamos.
Gracias! Te confieso que para mí también son las que más disfruto, pero llevan mucho curro y son raras de ver.
Una intrahistoria que yo tampoco conocía, mira….
Aparte de Amanda e Ilyana, yo añadiria(como ejemplo de la fascinación de Claremont por lo oculto) cuando empezo a relacionar a Ororo con lo místico (aunque aun no se como termino aquello, pues no he visto que se volviera a mencionar el tema, pero bueno….)
¿Te refieres a ese momento en el que se cruza la Ororo «novia de Drácula» y la Ororo mística de la miniserie de Illyana o a algo ya más posterior? Porque ahora mismo no caigo, vaya.
No,digo cuando después de perder sus poderes, Ororo decide volver brevemente a Africa y ahi recibe la revelación, no me acuerdo de cual personaje, de que ella esta conectada de alguna manera con la brujería.
Sobre el tema del talento de Ororo para la magia, en el nº 32 de «Los Nuevos Mutantes», durante la historia de Karma poseída por el Rey Sombra, Illyana y Dani viajan sin querer al Antiguo Egipto y se encuentra a Ashake, una antepasada de Ororo que es hechicera.
Claremont estaba tratando de crear una especie de conexión mística para varios miembros de la Patrulla de cara a contar en un futuro la gran historia de Illyana, Belasco y tal, pero al dejar Nuevos Mutantes echó para atrás. Creo que la idea de Tormenta teniendo una antepasada mística y hasta cierto punto algunos elementos de la historia asgardiana iban por allí.
Pero vamos, que lo dicho, que tuvo que conformarse soltando lo que pudo en Black Sun y ya.
Sí, es lo que te dice Payton. Claremont iba tirando algunas de esas de vez en cuando (como lo de Amanda Sefton, Belasco) de cara a su gran historia mística que nunca llegó a contar, pero al final para rematarlo tuvo que conformarse con aquello de Black Sun.
Yo sólo quiero añadir que en su «X-Men Elsewhen» (en cuya continuidad el «X-Men Annual #4 no existe) Byrne no tardó demasiado en cargarse a Amanda Sefton, justo después de una viñeta en la que aparece vestida con una túnica y le dice a Kurt que «tiene algo que contarle», para acto seguido perecer bajo el rayo de un Centinela. ¡Así que hasta el día de hoy, Byrne aún siente necesidad por desquitarse ante ese personaje (o desquitarse en nombre de Stern)!
Byrne como siempre llega tarde a la boda pero quiere casar borracho a los novios durante el banquete, pero qué le vamos a hacer. Con todas sus «pecularidades» se le echa muchísimo de menos, es una pena que autores como él o Stern estén fuera de juego porque se los considera «caducados».
Con dos cojones.
Quizás lo que me parece una pena es que Byrne podría haber aprovechado la idea de una Amanda Sefton que es una simple azafata y desarrollado una trama a partir de ahí en la que ejerciera de personaje recurrente (rollo Stevie Hunter), enmendándole la plana a Claremont de una manera más elegante, ya que uno de los excesos habituales de Claremont consiste en no dejar a nadie como una «persona normal», y en vez de eso ha de resultar que tiene poderes místicos, o sabe artes parciales debido a la posesión de un ninja, o vete tú a saber.
Totalmente de acuerdo, pero esa tampoco es la solución «Byrneana»; hasta la pobre Julie Angel, que en apariencia simplemente era la compañera de piso de Frankie y ya, resultaba que en realidad era familiar de un siniestro señor de Roxxon que se pegó con Alpha Flight y blablabla pero su historia no llegó a contarse porque Byrne es Byrne y hace byrneadas.
Habría que preguntarle ahora qué es lo que quería hacer realmente con aquello, que en un principio se negó a contarlo pero según como le pilles puede rajar lo más grande.
Esa trama de Julie Angel me hubiera hecho gracia que la desarrollaran. Julie era bastante simpática (una chica con ganas de vivir, alegre y generosa) y hubiera dado para más. Claro que la Antorcha, siendo como es, prefirió zumbarse la ex de su amigo.
A mi no, precisamente si la menciono es porque estábamos hablando de la manía de hacer «especiales» a todos los secundarios. Julie Angel era una persona normal, si es la hija de un mafioso ya no es «normal»; creo que el personaje por si mismo ya tenía bastante valor, no necesitaba movidas raras o zumbarse a la Antorcha Humana.
Este es el tipo de artículos que hacen grande a Brainstomping.
Precisamente me compré el omnibus con estos números hace nada, cuando me enteré de que estaba agotado.
Yo sabía que algo pasaba en estas páginas, que se notaba que había ganas de enmendar la plana. Es que Margali salía de la nada sin siquiera un preambulo o a una preparación y luego en su serie Extraño la despacha casi rutinariamente. En parte lo lamenté, en plan de que Margali podía dar juego con ese diseño tan a lo Buscema, y amanda podía haber dado muuucho interes a la vida de Rondador.
Que época en la que los autores se tomaban las intromisiones de otros autores en sus personajes de forma personal.
Y es triste que acabarán todos así. Se cerraron las colaboraciones entre gente que eran los grandes de su época. Una lástima. a saber que pasó.
Venga, ahora sumergete en el ambiente de los clubes de sadomaso y haznos un buen Salvame para descubrirnoslo.
Gracias! No te creas que me hice mis buenas búsquedas de «Noticias de la Religión de la Tierra», pero no encontré nada.
Y tal vez sea lo mejor, porque como empiece a encontrarme COSAS igual me vuelvo más loco que el Abdul Alhazred ese…
He leído este artículo un poco tarde pero nunca es tarde si la dicha es buena. Qué maravilla. Enhorabuena, esto es justo por lo que merece la pena ser fiel a Brainstomping.
Me pregunto dos cosas:
Amanda Sefton, ¿es mutante o solamente maga? Es una duda que siempre he tenido, aunque es mucho más dudosa su relación con Kurt, ya que, al ser criados como hermanos, ¿no tendrían que darse grima el uno al otro y en cambio se encaman desde los 80 sin el menor reparo?
Segundo: lo que hubiese molado de Pesadilla siendo el padre de Rondador es que, ahora que se oye que en las películas de Marvel va a ser una mujer (se rumoreó que lo iba a interpretar Eva Green, aunque ella lo ha negado), lo retconeasen para que Mística fuese el padre y Pesadilla, la madre. Por ese origen sí que pagaría. Lo veremos en otro plano de la existencia.
Y ojalá editasen Black Sun en español, por mero completismo, estaría bien un tomaco con «las historias perdidas de Claremont», con esta miniserie, esa de los muertos mutantes que resucitaban, Los Nuevos Mutantes: el Fin, Mekanix…
Gracias! Hasta donde yo recuerdo Amanda es maga a secas, no sé si algún desnaturalizado ha llegado después y la ha mutantizado (cosa bastante habitual, lamentablemente). Y Kurt no se crió tanto como hijo de Margali como de todo el circo -ejem- con lo que no es tanto incesto… Pero vamos, que cualquier excusa es buena, yo que sé.