Slumber Party es, precisamente… Pues eso, una fiesta de pijamas. Las chicas se montan una fiesta en la que no aceptan chicos, y Claremont aprovecha para hacer uno de esos números de «impass» que tan bien se le dan y que sirven para que el lector y los personajes asimile lo que ha pasado en números anteriores y para avanzar la caracterización. Esto no quiere decir que los personajes se vayan a poner a recordar lo que les ha pasado en los últimos meses, si no que lo que vemos es a un grupo de chavalas pasándoselo bien y haciendo que sus personalidades vayan chocando entre ellas. Es más, el principio del cómic está contado desde el punto de vista de las vulgares humanas que son invitadas a la siniestra y misteriosa escuela del Profesor Xavier para Jóvenes Talentos…
Se lamentaba el Profesor Loki en el correo de este cómic de que se dedicaran tantas páginas a la fiesta esta en vez de meternos un buen villano que matara a unos cuantos miembros del grupo, pero fuera ya de bromas… Joder, a Claremont se le daba bien escribir a adolescentes. Y a Sienkiewicz los críos estos ochenteros los manejaba de maravilla, porque a diferencia de recreaciones posteriores, esto es una historia de «teenagers» sin el exceso de caspa asociada. Hay que tener en cuenta que el boom de las películas de quinceañeros que se dió en los ochenta fue tremendo, y aunque a estas alturas de la película el personal solo recuerde Regreso al Futuro o las películas de John Hughes, aquello fue una auténtica plaga; Hollywood se había dado cuenta de que los chavales de esa edad eran los que más iban al cine, la primera generación MTV estaba llamando fuerte y así es como aquella Generación X -la de verdad, no la de Scott Lobdell que aquellos ya eran medio millenials- se hizo con el control de todo. Y de eso va este cómic, de un par de señores mayores de en torno a treinta años tratando de retratar a las quinceañeras de su tiempo. Vamos a ello.
Si los números anteriores habían sido una historia de terror, este empieza como una historia de terror para Rahne, la tímida y apocada niña escocesa que trata por todos los medios de encajar en una sociedad en la que a sus ojos todo es pecaminoso y decadente. Sienkiewicz retrata en la primera página a las chicas invitadas a la fiesta en la escuela como una horda de sombras parloteantes que se mete en una casa embrujada, pero para la siguiente página y como ya veis, el tono cambia por completo. Otra vez volvemos a planteamiento de historia y todo funciona por diálogo, caracterización, resumen de eventos anteriores de hacer falta y demás Claremont lo cuenta mediante las conversaciones de los personajes, mientras Sienkiewicz nos guía de conversación a conversación jugando con distintos planos. Que, ya que estamos con un ojo en la edición yanqui y otro en la española, vamos a hablar un poco de traducciones…
En esta comparación entre las dos ediciones podemos ver como en la versión original Dani viene a decir algo así como «También preferiría levantarme de esta silla. Esta música es infecciosa, ¡el cuerpo me pide marcha!» que en la traducción del gran Francisco Pérez Navarro se resumió a un extraño «preferiría salir de esta silla de ruedas… ¡Que pongan un «boogie»!» Antes de que alguno se eche las manos a la cabeza, que tenga en cuenta que el encaje de bolillos verbal que pediría una traducción más precisa en el tamaño de ese bocadillo tiene tela. Las diferencias entre el castellano y el inglés se notan muchísimo en el cómic, y normalmente la gran víctima de todo esto suele ser la caracterización a través del lenguaje. En la traducción de una novela podríamos realizar una localización de los giros y expresiones de un personaje sin mucho problema porque no tendríamos problemas de espacio, pero cuando hablamos de cómic o del audiovisual la cosa es bastante complicada. Así que ya me diréis como puede apañarselas un traductor para decir en un solo bocadillo que preferiría levantarse de la silla de ruedas porque esta música le esta dando unas ganas irrefrenables de bailar, manteniendo la forma de hablar de la muchacha y todo; dicho todo esto, dejo en vuestras manos el ir de perdonavidas o el sacar el lanzallamas, que seguramente mejor sí que se podría haber hecho. Y sí, tampoco ayuda que Claremont use la expresión «to boogie», que es más setentera que otra cosa y por estos lares solo la conocíamos -hasta donde yo sé- por la canción de las Baccara.
Y mientras las mozas sueñan con Tom Selleck y conspiran para maquillar a Illyana, los chavales se tienen que quedar fuera de la mansión porque eso es una fiesta solo para chicas y es mejor hablar de las diferencias entre fútbol y béisbol o de autores de ciencia ficción… Hasta que cae un asteroide en los jardines de la mansión. Que, leído esto, no dejo de pensar que es curioso que Warlock caiga justo en los jardines de la mansión de los mutantes sin dar mucha explicación al respecto, una total casualidad, no tiene nada que ver que Warlock justo se chocara primero contra el asteroide de Magneto unas páginas antes y ni de broma pensaría que el malvado archienemigo de la Patrulla X aprovechó para redirigir el objeto contra el cuartel general de los odiados enemigos… Tendría su coña, sobre todo teniendo en cuenta lo que le deparará el futuro al bueno de Magnus.
Roberto y Sam dejan el «asteroide» en los sótanos de la mansión -porque ahí dentro si que pueden entrar- y se dedican, muy responsablemente eso sí, a otra cosa. Lógicamente el «asteroide» se despierta y empieza a meter los dedos en los enchufes, conversar con neveras y considerar que todo lo orgánico es comida que generosamente se le acerca para ser consumida. Pero como esta serie de posts va más sobre Bill Sienkiewicz que sobre la fantástica historia que se nos cuenta, creo que debemos centrarnos en el diseño de Warlock en sí, el personaje que solo Bill Sienkiewicz -y tal vez Steadman- es capaz de dibujar. Aquí el diseño de Warlock está todavía en pañales y es tremendamente más humanoide de lo que estamos acostumbrados, viniendo a ser una especie de Mr Fantástico con la cabeza del Warlock que todos conocemos.
Por lo demás, un cómic que viene a ser el típico episodio de la época con los niños montando una fiesta en casa y la acaban destrozando y que podría servir perfectamente de punto de entrada a nuevos lectores gracias a -y no me cansaré de repetirlo- la capacidad que tienen ambos autores de presentar a los distintos personajes y darles una identidad propia en todo momento que es lo que hace que se mueva la historia y que te interese realmente lo que te están contando. Como curiosidad, os comentaré que en el correo de los lectores de la edición original, publicado en 1984, un lector llamado Professor Azimuth demanda el regreso de la Patrulla X original a Uncanny y la desaparición por completo de los Nuevos Mutantes, cuya cabecera se quedarían los «nuevos» X-Men como Tormenta, Lobezno «and the tactless and tacky Kitty Pryde» porque con ello los editores de Marvel dormirían mucho mejor y el mundo de lo agradecería. Sigh.
¿Y cómo se tradujo aquello en la edición reciente de Panini?
No tengo la edición de Panini, así que si alguien puede hacernos el favor…
Yo no demonizo las traducciones, pero sí que las evito aunque solo pueda hacerlo para cosas en inglés. Simplemente y por definición no son el original.
Eso de pedir de vuelta a los X-Men originales debe de ser la cosa más estúpida que se puede decir (en cualquier época); ya solo Bestia de vengador es una de las mejores cosas del Universo Marvel. Scott iba de arco en arco argumental haciendo lo que a Claremont se le da mejor; crecer sin perder lo que lo hace Ciclope. Jean nunca fue mejor escrita que por Claremont. Y si cualquiera en el universo era capaz de pensar que los atontaos de Angel o Iceman eran mejores personajes que cualquiera de los «nuevos», allí estaban en Los Defensores de Peter B. Gillis junto con el mismo Hank McCoy. No puedo creer que les cumplieran el deseo con X-Factor, se podría hacer una enorme lista con las cosas que ese cómic de mierda se carga y/o acaba desatando luego.
Y sobre el cómic en si: Claremont aprovecha para usar la máquina de generar «yuyu» que es Sienkiewicz para a través de crear tensión al principio elevar la fiesta de las chicas, algo completamente necesario tras lo que fue el arco inaugural del artista. Pero jamás se descansa ni deja descansarse a nadie, hay un momento tenso en cada página y funciona porque es tenso para los personajes; Claremont sabe escribir los personajes como jóvenes aún cuando no sepa la «jerga» juvenil. Y tampoco se queda, como muchos autores hacen hoy en día, con la fiesta de pijamas y ya; sino que nos presenta a un personaje como Warlock y también lo hace manteniendo esa atmósfera juvenil que creo para el cómic de Los Nuevos Mutantes, que es un logro que se debería reconocer más, Claremont está constantemente haciendo énfasis en el stress adolescente como ya hace tiempo dejó de hacer en Uncanny y es magnifico. Una de las mejores (sino la mejor jamás) representaciones de la adolescencia en cómics porque sabe hacerlo sin colgarse en ningún aspecto de la misma y sin embargo ahí está, constantemente en y sobre los personajes. Comparas con cualquier otro cómic centrado en estos u otros personajes adolescentes y se nota claramente.
Re-leer Claremont es recordar lo mucho que está en una categoría propia; por cada cosa que se le pueda criticar, Claremont tiene el doble de cosas que ningún otro autor ha conseguido hacer como él.
Que cabrón, yo me paso todo el post diciéndome a mi mismo «esto es sobre Sienkiewicz, no lo conviertas en un post sobre Claremont» y vas tu y sueltas un comentario sobre Claremont en el que solo mencionas a Sienki una vez, ¡canalla!
Pues ¿qué quieres que diga? ¿Que Warlock es la epítome de todo lo que los artistas noventeros (y George Pérez) han intentado crear pero hecho de forma tan excelente que el diseño no se ha cambiado nunca? ¿Que es imaginativo, complejo, enmarañado, asimétrico, abstracto al punto de aterrador y aún así comprensible hasta para el más pequeñín de los lectores? ¿Que para colmo dibuja a todos los Nuevos Mutantes como los personajes que Claremont no solo escribe sino que directamente tiene en la cabeza; Dani siendo más que lo que su edad indicaría, Illyana y su vena Darkchylde aún cuando de vestido rosa, Rahne aterrada ante sus pares para luego lucirse casi como la Rachel Summers de Alan Davis, Sam imponiéndose aunque incómodo en su propio cuerpo adolescente, un Bobby tan cool como Tom Selleck pero vulnerable a su propia capacidad para sentir (en este caso melancolía) y Magma convencida en su realeza? ¿O quizás tendría que mencionar los juegos de sombras acentuando la narrativa? A lo mejor me pongo a hablar de Glynis Wein y como pinta a Sienki de forma impecable, acompañando al dibujo de forma estelar al punto que a veces merece mención sobre todo lo demás ¡y eso en un cómic de Claremont y Sienkiewicz! Pero entonces se me olvidaría Orzechowski, que aunque con asistencia esta vez, mantiene todo el texto no solo impecablemente escrito sino que envidiablemente diseñado de forma tan ordenada que parecería hecho por computadora.
¿Y si solo menciono el obvio cameo de Louise Simonson y ya?
Mejor, mejor, mucho mejor. De todas formas, lo de Weezie es curioso porque en la edición de forum se tradujo como «Louise», así que la referencia la pillaron bien.
¿Eso en los ’80? Aplausos. Aunque probablemente fuera porque lo de «Weezie» e incluso fotos de Louise Simonson ya habían aparecido en cosas de la Marvel, que les gustaba mucho sacarse fotos y continuar la imagen del Bullpen loco de Stan Lee.
Y ya que hablaba de Sienki, comparada con las portadas anteriores y las que vendrían luego, la de este número es la más floja de todas las que hizo en los Nuevos Mutantes. Pero supongo que estaría justamente intentando hacerlo al estilo poster de película de John Hughes.
Lo de Weezie lo soltaban bastante por los correos y los Bullpen Bulletins, pero creo que muy pocos lectores de por aquí conocían el dato con lo que la traducción del guiño es todo un detalle, porque podían haberlo dejado como el Weezie original.
Fue una buena etapa y el guionista aún guardaba el equilibrio entre adolescentes y adultos. En los últimos números de la etapa Claremont los convierte en adolescentes atormentados. Pero bueno, los habían matado y resucitado .
Sienki es genial como dibujante y tiene sentido. Incluso ahora cuando dibuja sigue fiel a su estilo.
Bueno, en la etapa de McLeod ya recibían unos cuantos palos, Karma con sus hermanos perdidos y su «muerte», Rahne viniendo de una vida de maltrato, Dani aterrorizada por el oso que mató a sus padres, Bobby sufriendo por lo de su novia muerta… Lo que pasa es que Sienkiewicz y Wilshire se prestaban más a ello y daban muchísimo más juego. Recuerdo que luego, con el baile de dibujantes, la cosa se vuelve un poco menos atormentada.
Se imaginan los episodios de la saga de infierno diibujada por bill???
Mejor todavía, que dibuje la parte de X-Men, que los Nuevos Mutantes ya fueron la mar de bien servidos con Brett Blevins. Que no es que Silvestri lo hiciera mal, pero si le hubieran dado vacaciones y le hubieran dejado a Sienkiewicz preparar todo el proyecto unos meses… Si es que el problema de Inferno es que estuvo muy improvisado, ¡y aun así bastante bien salió!
Estos comics son fabulosos. Pero el del cuento de hadas e ir a buscar a Rahne al hotel es ya la repanocha. Un prodigio. Esa portada de Rahne ensoñando es impresionante.
Por estos números yo sabía que todo es posible en el cómic.
La disneyficación de los mutantes sin necesidad de que Bob Iger compre nada! Y casi cuarenta años antes!
Esos conejos y ardillas hechos con cuatro lineas, pero llenos de expresión, dicen muchísimo de hasta que punto Sienkiewicz es versatil.
Podía haber trabajado como un maravilloso ilustrador de cuentos infantiles. ¿Os imaginais que hiciese una serie de portadas sobre Fabulas?
Ojo que en esa portada Sienki está robando lo más grande de Eyvind Earle, que todos los macacos son clavaditos a los de La Bella Durmiente. Y lo bien que hizo!/revision/latest?cb=20130710053200
Por supuesto que hizo bien, la Bella Durmiente es la película en donde el diseño, tanto de personajes (Malefica es gloriosa) como de los escenarios y sus prodigiosas oscuridades que hacían resaltar los colores brillantes de los personajes, se comen a todo lo demás.
De hecho el estilo de dibujo a base de angulos de Earle casa de maravilla con el trazo cortante de Sienki. Paul Bunyan, otra joya de la reducción del trazo y del angulo cerrado.
Estiliza, reduce, concreta, lo más dificil del dibujo es conseguir hacerlo con lo mínimo.