Aprovechando que he empezado los posts sobre Quesada y que estamos a las puertas de la enésima imitación del relanzamiento de X-Men a manos de Grant Morrison -porque lo de buscarse trucos nuevos no va con Marvel, no- no me parece mal momento para sentarnos y releer el número 114 de New X-Men y compartir con vosotros un poco de la perspectiva histórica de aquel momento, lo que pensábamos todos los que nos habíamos leído los treinta años de historia mutante que habían acontecido hasta ese momento y como nos impactó algo que a posteriori sería vendido como la reinvención de la rueda pero que en aquel momento nos parecía más la reinvención de la Coca Cola.
El verano de 2001 empezaba de forma agridulce para los mutantes, y es que aunque la película de X-Men se había estrenado el año anterior y había demostrado que se podían hacer «buenas» películas con personajes de Marvel -no me habléis de Blade- lo que se había visto en el cine poco o nada tenía que ver con lo que se estaba viendo en los tebeos de mutantes. La serie había vuelto a las manos de Chris Claremont, que había buscado ponerlo todo patas arriba para luego ir construyendo poco a poco -un movimiento habitual en el guionista, que siempre necesita tiempo para establecerse en cada serie- pero la llegada de Bill Jemas y Joe Quesada había acelerado dramáticamente las exigencias para con el trabajo de Claremont, hasta el punto de forzar su salida del título y poner en su lugar como guionista interino al mismísimo Scott Lobell, lo cual suponía un insulto tremendo para todos los que habíamos tenido que soportarlo durante años y años. Los sustitutos de Claremont -que al final tendría su propia serie, Xtreme X-Men- iban a ser Grant Morrison y Joe Casey, siendo este último el responsable de la miniserie nostálgica X-Men: Children of the Atom sobre los orígenes del grupo y el que iba a encargarse de Uncanny X-Men con muy discretos resultados. Pero en aquel verano todas las miradas estaban puestas en Grant Morrison y Frank Quitely, dos de los mejores autores de su generación que venían a poner patas arriba una serie que el propio Morrison había declarado más de diez años atrás que debía haber terminado tras la Saga de Fénix Oscura, publicada en 1980. Tela.
Y a pesar de los él dijo/él hizo New X-Men es un gran cómic, uno de los mejores de aquellos años. Y todo esto a pesar de romper por completo con el relato que a duras penas habían tratado de prorrogar los Claremont, Lobdell, Nicieza, Byrne, Waid, Kelly, Seagle y Davis desde los tiempos de la muerte de Jean Grey, desde el rescate del grupo a manos de Krakoa, la Saga de la Tierra Salvaje, los ataques del Juggernaut o el primer ataque de Magneto a Cape Citadel. Porque a Morrison le dan libertad para hacer lo que le venga en gana y no le ponen ninguna restricción, con lo que personajes como Cíclope pasan de tener la personalidad de un Clark Kent o un Steve Rogers mutante a ser bastante más parecidos al Scott Summers de Bob Layton de lo que nos gustaría recordar. El factor de curación de Lobezno se dispara hasta niveles estratosféricos sin razón alguna, personajes que el grupo detestaba y con un largo historial de fricciones pasan a ser miembros regulares sin ningún problema hasta que se ponen a romper matrimonios y, en general, Morrison pasa por X-Men como un bulldozer por una urbanización, haciendo historias espectaculares y memorables pero que en ningún momento dan pie a contar una continuación; Morrison hace exactamente lo que según Claremont debía haber hecho al final de la muerte de Jean Grey, dar por terminada la serie, y el mayor marrón que va a tener Marvel en los veinte años posteriores es que no van a tener forma de continuar la historia que ha contado Morrison, de recuperar el tono de Morrison porque Morrison lo ha contado, secado y agotado por completo. Y maldita sea la gracia, no se podía volver a lo anterior porque aquello ya no es «cool», ya no es «trendy», ya no es moderno y tienes una generación completa de lectores para la que el estado natural de Scott Summers es el de ser un Magneto enrollado con Emma Frost. Que no era exactamente lo que había pensado Morrison para el personaje, pero vosotros me entendéis… Pero hablábamos del principio, del 114 de New X-Men:
Mucho se ha dicho de la declaración de intenciones de esta primera página, porque el mensaje es claro y directo: «Lobezno, puedes dejar de hacer eso», porque ya se han terminado los últimos diez años de mutantes rompiendo cosas porque sí, porque ahora vienen historias de personajes, de que importa más el por qué que el qué. Nos olvidamos, eso sí, de explicar el por qué de que Logan esté con Scott y no con Ororo, de por qué a las pocas páginas Lobezno habla de que le gustan los nuevos uniformes de la escuela porque «ya no parece un idiota a plena luz del día», obviando el hecho de que Lobezno nunca ha llevado el uniforme de la escuela -exceptuando una historia de skrulls de Jim Lee, pero fue circunstancial- y que su traje se lo trajo ya puesto de sus tiempos en el Departamento H. Vamos, que las voces no son las correctas, pero lo que se cuenta es interesante, está bien escrito a pesar de todo. Esto funciona especialmente bien con personajes poco trillados como Hank McCoy -un científico simpático e ingenioso, poco más- pero descarrila completamente con Lobezno después de haber salido en casi todos los tebeos de mutantes que se habían publicado desde 1975 y haber pasado por las manos de guionistas que definieron su personalidad como el propio Claremont, Larry Hama y demás. Morrison establece sus propias reglas y Quitely las ilustra como los ángeles, y ambos las respetan a rajatabla durante toda la etapa, a pesar de que todo lo anterior quede completamente desdibujado.
Y es que sorprende mucho ver como Morrison recupera personajes de la edad de plata y oro de DC Comics y durante su etapa en X-Men parece ser incapaz de recordar nada que vaya más allá de 1980, dejando claro que su afirmación de que los mutantes tenían que haber terminado con la muerte de Jean no era una diarrea mental que enfant terrible queriendo llamar la atención si no simple y llanamente su opinión. A lo largo de su etapa y con el tiempo, empezará a demostrar claramente que ni siquiera se lee lo que escribe Joe Casey en Uncanny, aunque acabará homenajeando a Claremont y mostrando a personajes de Xtreme X-men como Sage y Bishop.
New X-Men 114 termina con el planteamiento de Cassandra Nova como villana principal de la primera historia -nada menos que la malvada hermana gemela de Xavier, un personaje de usar y tirar pero que venía a implicar un «pecado original» de Xavier, acercándola a ambigüedad moral de Niles Caulder de Doom Patrol- e introduciendo la idea de que el relevo generacional entre humanos y mutantes estaba al caer, a pesar de que hasta cinco minutos antes los segundos habían sido una minoría que se escondía en alcantarillas. Ya digo, es una ruptura del relato que solo se arreglaría a golpe de hipertiempo o algo parecido, algo que rompe por completo lo establecido hasta entonces Marvel -a pesar de que, reconozcamoslo, llegaba un tanto magullado después de una década de contar «la historia definitiva de fulanito contra mengano», haciéndolas cada vez más exageradas hasta alcanzar el delirio- y que provocó montones de discusiones sobre la necesidad de la continuidad en aquellos tiempos. Supongo que uno no sabe valorar lo que tiene hasta que lo ha perdido, y cuando estamos cerca de los veinte años de New X-Men y de vez como una y otra vez Marvel fracasa en hacer un cómic decente del grupo, deberíamos habernos dado cuenta ya de que lo que se ha perdido era demasiado valioso como para dejarlo marchar. O igual no, porque han llamado a Jonathan Hickman y la historia se repite de nuevo…
la lástima de la etapa de Morrison fue que no se pudiese disfrutar del arte de Quitely más seguido y nos tuvieramos que tragar cada dibujante que vaya… En cuanto a la ruptura de la continuidad a mi no me afectó demasiado ya que el calvo fue el que me animó a leer Xmen y mi conocimiento de su continuidad venia de la serie de los 90
Te afecta cuando lees todo lo anterior, claro que después del desastre noventero el personal estaba dispuesto a tragarse cualquier retconeo…
La época de Joe Quesada y Bill Jemas me gusta mucho dentro de Marvel, y creo que bastante fundamental para muchas historias que hoy en día son clave para los respectivos personajes. Y New X-Men también es una gran etapa, aunque reconozco que es una etapa a la que le encuentro sus puntos negativos (la parte gráfica, el final). Fue un cómic necesario y creo que es reflejo de la época dentro de la editorial.
Y por otro lado, me sorprende este culto a Hickman en los últimos meses, que no le quiero quitar mérito ni mucho menos, de hecho es un gran guionista, sólo me sorprende que haya generado un «culto». Es un buen guionista y tiene grandes ideas, lo cual es necesario dentro de la línea mutante, pero aún así me sorprende que haya tanta aceptación por su persona.
Al final, creo que lo que más me motiva dentro de este relanzamiento es la aparente libertad con la que se está trabajando, o al menos, una seria aceptación de ejecutar las ideas de Hickman con el debido tiempo que corresponde. Espero que de verdad sea así. Por otro lado, también veo planeación a largo plazo, asi que es otro factor que me parece absolutamente relevante. De hecho, toda la campaña de publicidad me ha parecido muy buena, ya que se han centrado en dar entrevistas que hablen sobre los X-Men en general y sutilmente sobre lo que se viene y los temas que van a tratar, y no sobre las cosas que van a pasar dentro del cómic, cosa que suelen adelantar (como si adelantaran la muerte de alguien o el giro de los primeros números, o sobre si los personajes se van a casar o no en la boda).
Será cuestión de esperar unos meses para ver cuál va a se rel resultado. Y espero que se hable aquí del cómic!
Hubo muchas cosas del relanzamiento de Morrison que no me gustaron, pero seguramente el mayor problema fue que sentó cátedra haciendo creer a todo el mundo que X-Men tenía que ir sobre mutantes y solo sobre mutantes, con lo que toda la parte aventurera del grupo en tiempos de Claremont con esas historias que iban más sobre los personajes que sobre sus aventuras o el odio antimutante desaparecieron. Y a día de hoy parece que nadie quiere volver a ello, con contadísimas excepciones como el Mr & Mrs X de Kelly Thompson -¡que por eso lo recomiendo, hacedme caso!-.
Para bien o para mal se hablará de los mutantes de Hickman, aunque si la cosa es muy mala prefiero no hablar que igual me da algo… XDDD
El gran problema de la etapa de Morrison aparte de lo que ya mencionas es que no hizo ninguna historia que trascendieron y dejará huella. No recuerdo bien. Creo que después de la saga de Casandra Nova . Todas las historias son Xs.
Y sin leer nada de lo nuevo. Solo hay que regresarse a lo básico. Pero no en el sentido de hacer lo mismo de Claremont.
Recordar que los héroes son aventureros y contar sus aventuras
Fantomex, Xorn y demás personajes ni siquiera trascendieron para el propio Morrison, les dió un uso concreto y luego pasó de ellos para volver a darle todo el peso de la historia a Scott, Jean y toda la banda.
Fue una etapa muy interesante de la que tengo sentimientos encontrados. Hizo evolucionar a los mutantes como especie y grupo pero, en ocasiones, las ideas estramboticas de Morrison no daban tiempo a asentar conceptos.
Me gustó mucho la evolución de Scott Summers y hasta vi natural el triángulo amoroso co su desarrollo a lo largo de los años.
Pd: Joe Casey hizo la miniserie children of atom junto a Steve Rude. Uno de los trabajos más interesantes de Casey.
First class es de Jeff Parker y Roger Cruz.
Cierto, corrijo ahora mismo! Me pasa por citar de memoria!
Vaya mojón de final se marcó con Xorn.
Peor fue todo lo que vino después, con el Magneto yonqui y la cosa esa con Silvestri!
Todo el final es un puto despropósito.
¡Esa foto de Morrison nunca podre sacármela de la cabeza!!!!!!!!!
Tengo que reconocer que tanto el post de ayer como el de hoy se escribieron en parte porque me encanta recuperar este tipo de fotos… XDDD
Jamás leí un comic XMen post Claremont excepto Morrison. Recuerdo que disfruté como un enano así como me sorprendí con el giro argumental de la identidad de Xorn. Después ya nada me interrsó lo más mínimo. Lo de Wheddon me pareció un espanto bien dibujado y lo de Bendis no pude pasar del primer comic.
Hombre, yo siempre he recomendado la etapa de Jason Aaron y Kieron Gillen, que con la tontería han pasado más de cinco años ya y puede considerarse hasta vintage.
Ugh, que viejos somos.
El giro de la identidad de Xorn es una puta mierda.
HOSTIAS Si Morrison tiene tetitas y se mete latas en los calzones…
A mi los mutis siempre me han dado igual y Claremont me parece un mal guionista así que no puedo apreciar la destrucción de Morrison, su etapa es lo único seguido que he leído de mutis, pero hay que reconocer que eso tocaba y es una muy buena idea sacar a los mutis de la marginación. Ya lo hablamos en su momento, pero entonces habían pasado casi 50 años desde la creación de los mismos de tal modo que la sociedad era diferente y por ello insostenible el leitmotiv de la serie. Lo lógico entonces y ahora es que cualquier estadounidense quiera tener superpoderes y que tras años de activismo mucha gente hubiese aceptado a los mutis. La serie tenía que haber cambiado sus bases por muy difícil, los guionistas random no podrían tirar de manual, y traumático, la dificultad de los conservadores para aceptar el cambio, que esa cosas son. Lo mismo Hickman lo hace. En fin, creo -basándome en lo que dices- que Morrison debería haber sido menos ególatra, pero no se puede negar questuvo acertado en el como hacer avanzar el tema. Mejor esto que reducirlos a menos de 200. Mejor esto que hacer que los editores mutis sean desde finales de los 90 perros del hortelano.
¿Desde finales de los 90? Pregúntale a Nicieza o Mark Waid como eran las cosas en la primera mitad de los 90, o pregúntale a Claremont como le acabó tratando Bob Harras para que dejara la serie en el 91. Según les empezaron a hacer los ojos chiribitas con los cheques de los royalties, los editores se volvieron locos, y a partir de ahi todos sin excepción estuvieron todo el rato aterrados de que X-Men no fuera la serie más vendida, de que no hiciera más dinero y demás. Llevamos treinta años en los que ser editor de X-Men consiste en ser el personaje de Jack Lemmon en Glenngarry Glen Ross…
Pues eso.