Se suele hablar de la burbuja especulativa como un incidente aislado en los 90 cuya explosión hasta tuvo ciertos efectos beneficiosos para el cómic americano, pero tristemente esa burbuja tuvo una influencia tal que casi diría que es, junto a la creación del Comics Code, el incidente más traumático de la historia del género de superhéroes. ¿Me estoy sobrando un poco? Vamos a hacer un poco de historia y ya veremos…
Y nos vamos muy lejos de la deflagración principal, porque yo pondría el origen de todo esto a mediados de los 60 con la creación de los primeros clubes de lectores de cómic, fanzines y demás. Hasta entonces el cómic era algo de usar y tirar, material cuyas devoluciones en los kioskos consistían en arrancar la portada de cada cómic y enviarla a la editorial mientras el resto del cómic era tirado a la basura, descartándose casi por completo el hacer reediciones propiamente dichas. Tanto Marvel como DC -sobre todo DC- reeditaban su material camuflado, colándote en el número del mes una reedición de algo de hace 7 años con una portada nueva de Neal Adams, imagináos el trauma que debían de tener los lectores de la época al coger el último Justice League y ver que dentro tenían un cómic que ya se habían leído o del que abominaban. Pero toda esta situación cambió cuando los lectores empezaron a organizar un fandom y empezaron a preocuparse por completar sus colecciones.
Porque claro, a esos lectores les preocupaba saber de dónde había salido tal o cual personaje, cómo se unió la JLA, quienes eran la Sociedad de la Justicia de América, si era verdad que Hulk era un miembro de los Vengadores o si realmente era culpa de Spiderman la muerte del Tío Ben. Y para saber eso ya no te bastaba leer artículos en revistas o fanzines, necesitabas leer el cómic original, ver esa pieza histórica de hace menos de diez años en la que te contaban la verdad. De repente había gente rascando el fondo de la cazuela de los kioskos, metiéndose en la trastienda de la juguetería del abuelo para encontrar joyas entre mohosos números de Archie o Millie la Modelo. Los cómics atrasados tradicionalmente habían tenido un valor menor que el del precio de portada, devaluándose porque en realidad solían ser cómics que al vendedor se le habían traspapelado y a los que se les había pasado la fecha de devolución. Pero algunos tenderos, más avispados que otros, empezaron a darse cuenta de que aquellos locos de la viñeta estaban dispuestos no solo a pagar el precio de portada, si no a doblarlo o hasta triplicarlo en algunos casos (que no te digo yo que en algún caso concreto no se pagaran auténticas salvajadas).
Se suma a esta situación la aparición de una nueva generación de autores justo en ese momento, con los Jim Steranko o Neal Adams alucinando a los lectores con planteamientos inéditos hasta ese momento. Guionistas como Roy Thomas o Denny O’Neil estaban dejando claro que había relevo hacia otro tipo de historias, y de repente sus cómics se agotaban y eran muy difíciles de encontrar. Y a esto también respondieron los «avispados», pidiendo más ejemplares al distribuidor y metiéndolos directamente a la sagrada trastienda, ese lugar en el que los cómics ya no estaban mohosos, si no que de repente estaban en perfecto estado en conservación y a varias veces su precio de portada. Los juguetes de aquellas tiendas dejaron de ser muñecos y muñecas genéricos, las Daisy BB Gun dejaron paso a las camisetas de Hulk, la decoración se empezó a volcar en hacer hincapié en los superhéroes, los cromos de béisbol ya no eran la principal fuente de ingresos y las estanterías se llenaron con las principales novedades del mes; habían nacido las primeras librerías especializadas en cómics.
Ya bien entrados los setenta y con el underground de por medio se empezó a experimentar con los formatos, exportando de europa las revistas de cómic, el formato album -al que tuvieron la jeta de llamar «Novela Gráfica» y hasta pelearse entre ellos para ver quién lo había inventado antes- y, aunque los superhéroes y su grapa siguieron dominándolo todo, lo cierto es que fueron formatos que asentaron la idea de que coleccionar cómics era algo casi hasta intelectual. Eso sí, el prestigio y el formato se pagaba caro, el mayor gramaje y la mejor impresión conllevaba un precio de portada a la altura, y aunque estos materiales empezaron a ser reeditados, los lectores seguían estando dispuestos a pagar un extra por el material antiguo. Todo discurría de forma normal hasta que a finales de la década los cromos de béisbol empezaron a liarla.
Nadie en el mundo de la viñeta se había fijado mucho en ellos, a pesar de que tenían unos orígenes parecidos; y es que aunque casi desde el siglo XIX ya existían los cromos de regalo en las cajetillas de tabaco, la fiebre por los cromos de béisbol empezaría paralelamente a los pulps y los cómics de los años 20, con unos cromos que por aquel entonces sólo podían conseguirse comprando chicles. El reclamo de completar la colección hacía que los niños de la «greatest generation» acabaran hinchándose a chicles, provocando que aquellos cromos de fotografías en blanco y negro de coloreado dudoso y peor papel se arrogaran de una capa de nostalgia que provocaría que los hijos de sus hijos siguieran coleccionando los dichosos cromos, provocando que aquel juego de niños alcanzara una nueva dimensión en 1952 cuando algún coleccionista adinerado pagó 3000 dólares de los de entonces por un cromo de Mickey Mantle. La nueva realidad también había llegado a la Topps Chewing Gum Company, haciendo que pasara de centrar su negocio del chicle a los cromos, haciendo la chuchería irrelevante y empezando a darles una impresión y tamaño de lujo con un bonito satinado. Y es que los cromos de béisbol se habían convertido en el principal negocio de la compañía porque, mientras que una colección de Mars Attacks! tenía un número definido de cromos y se podía terminar, las colecciones de béisbol no se acababan nunca, porque cada año siempre surgía un nuevo novato para ampliar la colección o un jugador cambiaba de equipo y el coleccionista tenía que buscar al mismo jugador pero con distinta camiseta. Pero volvamos a los niños de los años veinte…
Y es que aquella primera generación de devoradores de chicle y cromos estaba a punto de jubilarse, y curiosamente algunos de ellos seguían coleccionando cromos. Esos veteranos habían coleccionado e intercambiado cromos toda su vida, estaban acostumbrados a juntarse en los rastros para tapar los agujeros de su colección y conocer a otros aficionados, y al igual que había pasado con los coleccionistas de sellos, empezaron a darle valor a los cromos que habían tenido tiradas más cortas, los que tenían fallos de impresión, los que eran más raros. Aquellos valían más, y algunos de los coleccionistas empezaron a elaborar listas de ellos y su valor relativo, provocando que un profesor de estadística llamado James Beckett viera el filón y publicara la primera guía de compraventa de cromos de béisbol en 1979. La demanda por actualizaciones de la guía fue tal que para cinco años después se convirtió en una revista mensual, pudiendo decirse que la burbuja de los cromos de béisbol empezó en esos cinco años.
¡La culpa es de este cabrón mal nacido!
Supongo que lo que no entendieron en los 90 es que el valor lo da la escasez, la rareza, y que no habia ejemplo mas raro que un «action comics #1» porque gracias al put@ Wertham y paletos como él, se quemaron comics por toneladas por lo que encontrar un ejemplar en condiciones era una hazaña titanica, así que lo raro no era ese #1 impreso gigante en las portadas. Si la moda de comprar numeros uno, desde los 90s hasta hoy, es ese irracional sentimiento de valor añadido que le da ese número a un comic.
Sobre Action Comics hay un dato curioso y es que mientras los primeros números tuvieron tiradas más ajustadas a pesar de que ya en su día fueron reeditados bastante, algunos de los números de los dos años posteriores bajan muchísimo en valor precisamente porque se realizaron tiradas muchísimo más grandes una vez que el personaje alcanzó el estrellato. Y es exactamente eso, la rareza prima sobre todo lo demás y por eso hay gente dispuesta a pagar 300 eurazos por un ejemplar de El Jueves secuestrado por orden judicial.
Oferta y demanda, eso lo entiende cualquier crio de 18 que empieza a estudiar economía. Pero siempre hay capullos codiciosos dispuestos a creer que los precios nunca bajarán.
Esto es como cuando la burbuja de la vivienda, todos los expertos decian «si, puede que algún dia esto reviente, pero queda muuucho» cuando no te decian directamente que era «estructuralmente imposible que reviente». La gente que queria un piso tenia que joderse y apechugar con alquileres absurdos y pisos más absurdos todavía, mientras que los especuladores seguian comprando pisos a paladas y no vendían porque esperaban a que subiera más todavía el precio.
Pues en los cómics la cosa reventó más rápido simplemente porque si no me puedo comprar un Action Comics 1 no me quedo a dormir en la calle, vaya.
Al final todas las burbujas funcional igual, así que como no me ilustres esto en algún momento con viñetas de Obelix y cía te van a dar por el ojal.
NO PIENSO PONER NI UNA SOLA VIÑETA DE LA RESIDENCIA DE LOS DIOSES, A APRENDER DE GENTRIFICACIÓN A OTRO LADO!
Aquí se ponen fotos de Todd McFarlane y catálogos horrendos, que es lo suyo!
A la espera de que ponga una opinión más meditada, he de decir que Obelix y Compañia y La residencia de los dioses enseñan más de economía que muchos manuales universitarios.
No haría un post sobre ello porque al final creo que mucha gente lo ha explicado y lo ha hecho mejor de lo que lo haría yo. Pero claro, lo mismo mañana M’Rabo hace un post sobre ello para dejarme mal, que nos conocemos…
Entonces hay que aprovechar los tiempos que vivimos y calentar más los animos. Que de seguro las quemas de cómics volverán gracias a los «activistas» de la moral de hoy en día y los cómics noventeros con portadas de chicas hipersiliconadas valdrán una fortuna en un par de décadas Las que sobrevivan a las quemas de comics que vendrán quiero decir.
No si los quemo yo antes! A LA MIERDA LOS NOVENTA!!!
Ni siquiera valen de lección de historia; le siguieron dando trabajo a Rob Liefeld y Jim Lee y cometiendo barrabasadas como el N52.
Si no fuera porque la etapa de Simonson en los 4F se da ni bien arrancada esa década, Heroes Return (incluid aquí a los Thunderbolts y a PAD) casi al final y que Image terminó siendo el hogar de Saga y TWD, los noventa podrían y deberían arder.
No sé que es peor; si la burbuja o lo horriblemente desaprovechada que fue (y sí que fue desaprovechada ¡Marvel se fue a la bancarrota!)
No hombre, también esta Vertigo!
¡¡Es que soy un Marvelzombie!!
Karen Berger fue lo primero que se me vino a la cabeza, así que por ser obvio no la mencioné.
Vertigo, cosas sueltas de la DC superheroica (sí, la serie que todos pensamos) y de Dark Horse y unas cuantas de comic underground de Fantagraphics y Drawn & Quarterly.
A los noventa los condena la burbuja, igual que a los cincuenta los condena la caza de brujas y el Comic Code. El que haya mayor o menor porcentaje de mierda es secundario con respecto a esas cosas.
Yo estoy con Miller, lo del Comics Code es un invento para liquidar la EC y quedarse con el mercado. DC no quería hacer un mejor producto ni se lo planteaba , sólo buscaba ampliar cuota de mercado a costa de echar a Fawcett, EC y quien se pusiera por delante.
No, si yo también pienso que se pusieron de acuerdo todos para quitarse de encima a EC con la autocensura. Pero de paso se pegaron un tiro en el pie que aún hoy andan cojos.
Quién le iba a decir a DC que uno de sus principales valores en cosa de treinta años iban a ser las series «mature readers».
Claro que si no se hubieran cargado a la EC, lo mismo Gaines se inventaba Vertigo en los 60.
¡Ese es el espíritu, Diógenes!!
Maldito descompresive de Diógenes. Ha terminado el post antes dentrar en materia!
Uy, pues a mi precisamente lo que me interesaba era lo anterior a los 80 por ser de lo que menos se suele hablar. ¿Sabías que ya había bolsitas para guardar cómics en los 60?
A parte de Starman en los 90 en DC ya salía Kingdom Come, Flash, JLA de Morrison,JLA Año 1…
Sobre Action Comics#1 me sorprendió leer en una de las impresincibles introducciones de Roy Thomas para los AllStarComics Archives que en los 70 aun era relativamente fácil, si te ponías a ello, encontrar un ejemplar a precio razonable en buen estado.
Las Cronicas de Atlantis, Hitman, Golden Age, Batman Dracula, Batman Largo Halloween, Superman Paz en la Tierra, Superman Todas las Estaciones, Stormwatch de Warren Ellis; si hay un monton de buenos comics en los 90, solo hay que buscar un poco.
El Largo Halloween es una puta mierda de guión y solo se salva el dibujo de Sale. Comic más sobrevalorado de la historia fácil.
Yo no diría puta mierda pero normalito sí, lo que es una puta mierda es el remiendo del final.
Es una puta mierda que se salta las normas más básicas de una historia de descubrir al asesino. Y no lo hace por que quiera romper con ellas o algo así, sino porque está mal guionizado. Tan mal guionizado que ni tan siquiera me permite disfrutar de que Batman sea un inútil que da palos de ciego toda la historia.
Yo es que lo leí cuando salió y no me apetece releerlo… Pero una cosa si te digo, Dark Victory o como se llamara la secuela se quedó en la librería.
Creo que ya mencionamos en un post que en realidad «los 90» no duraron toda la década, si no que son un periodo entre 1990 y 1997 en el que todo se sale de madre. Que carajo, algunos de los vicios de los 90 están ya en los 80, lo que ocurrió en los 90 es que llegamos a tener meses en los que el 95% de lo que se publicaba era un tanto lamentable, con lo que hizo falta ser muy cabezón -o dedicarse a leer cómics viejos- para seguir leyendo cómics de superhéroes.
Y ojo, que el manga y el europeo también sintieron a su manera los 90, que toda la degeneración posthumanoides de «cualquier tonto hace un guión» pilla más o menos por la misma época.
Porque la burbujita todavía no estaba en marcha, que al final para que una burbuja sea tal primero hay que echar levadura y que se vayan hinchando los precios.