Hoy es un día tristisimo para los amantes de la ciencia-ficción, la fantasía y de la literatura en general, ya que nos ha dejado alguien sin quien nada de esto hubiera sido lo mismo, Ursula K. Le Guin. Una muerte que incluso a sus 88 años se nos antoja demasiado temprana, ya que se trataba de una persona tremendamente activa que nunca había dejado de escribir, de experimentar y de querer cambiar el mundo. Detrás nos deja un legado de casi siete décadas con algunas de las mejores obras que ha dado la literatura, y hablo de literatura en general porque a alguien que toco con tanta maestría la ciencia ficción, la fantasía, la poesía, los ensayos, etc y que estuvo tan adelantada a su época en tantos aspectos, se encontraba mas allá de las etiquetas que queramos ponerle.
Pero aunque este sea un momento triste dudo que ella quisiese que la recordásemos así, lo mejor es recordarla con alegría por todo lo que vivió y todo lo que contribuyo al mundo con su obra, una obra que ahora mas que nunca debemos leer y releer y si podemos, aprender de ella. Y aunque en los próximos días ya le dedicaremos un homenaje un poco mas en condiciones, no quiero dejar esto aquí sin recordar un fragmento de uno de mis libros suyos favoritos, del que podríamos aprender muchas lecciones.
“Conozco gente, conozco ciudades, granjas, montañas y ríos y piedras, conozco cómo se pone el sol en otoño del lado de un cierto campo arado en las colinas; pero ¿qué sentido tiene encerrar todo en una frontera, darle un nombre y dejar de amarlo donde el nombre cambia? ¿Qué es el amor al propio país? ¿El odio a lo que no es el propio país? Nada bueno.”
– La mano izquierda de la oscuridad (The Left Hand of Darkness) 1969
¡NOOOO!!
Yo no creía haber leído nada de Ursula K Le Guin hasta descubrir, años después, que de crío ya la había leído sin saberlo, porque a esas edades no sabes nada de autores y sí de personajes, de aventuras, de cosas que pasan dentro de sus páginas. Y claro, cuando años después te hablan de libros en los que pasan cosas que te suenan lejanamente, o ideas y conceptos que no sabes de dónde has sacado y hasta pensabas que debían de ser ocurrencias tuyas y de repente te das cuenta de que te habías estado leyendo a una de las autoras más influyentes de la segunda mitad del siglo XX… Pues como que acojona.
Ayer empecé a releer y hoy me entero de su muerte, justo como para no querer que le diera las gracias por todo lo que me dió sin que me diera cuenta. Así que lo digo ahora, gracias señora escritora que pensaba que era española porque se llamaba Úrsula. Gracias por haber escrito un libro que en principio iba a ser otra basura del Barco de Vapor, algo que supuestamente estaba escrito para niños y que en realidad estaba escrito para niños gilipollas. Gracias por haber influenciado mi forma de ver el mundo, mi filosofía vital y tantas cosas más sin haberme dado cuenta, gracias por haberme sentido hecho sentir más listo por haberte robado tus ideas.
Gracias y mil gracias por, como diría Ignatius, haberme dado la lección de humildad de mi vida.
Hay tantos autores, artistas, que no conosco, me siento un ignorante, que triste noticia y este 2018 apenas empieza.
Lo malo no es la ignorancia, lo malo es no regodearse en ella. Al final estas cosas se curan experimentando las cosas que nos gustan, y te aseguro que mucha gente te envidia por poder leer algunos libros por primera vez.