Una vez mas me toca hablar de Rick Remender, y no es culpa mía, es suya por seguir sacando comics y que todos me gusten (Doctor Voodoo no existió, fue solo un mal sueño, como las secuelas de los Inmortales, las precuelas de Star Wars o el Superman de Zach Snyder) Pero en esta ocasión tenemos un pequeño cambio de escenario y podemos irnos olvidando de los superhéroes y de la space opera. En esta nueva serie con lo que nos encontramos es con un drama de instituto bastante peculiar, bañado en la nostalgia por los años 80 y en el que seguiremos a un joven huérfano en su día a día en el más letal de los institutos. Así que, bienvenidos a Deadly Class.
Si, las clases en este instituto son un tanto peculiares…
Marcus López no es un adolescente cualquiera. La tragedia llego a su vida cuando a muy corta edad perdió a sus padres y a partir de ahí las cosas no hicieron sino empeorar. Solo en el mundo, sobrevivió más que vivió, pero todo cambio el día en el que fue invitado a estudiar en academia muy selecta en la que le hicieron descubrir que poseía un talento innato y muy especial… Contado así podríamos estar ante la enésima versión de Harry Potter, y en cierta forma retorcida podría serlo, pero hay unas cuantas diferencias. El padre de Marcus era un policía de Nicaragua que tuvo que huir de su país tras ser descubierto ayudando a la CIA a pasar armas a la Contra Nicaragüense, Marcus no ha vivido en casa de sus tíos sino en los sucios callejones de San Francisco y la academia en la que ha sido aceptado es la “King’s Dominion High School for the Deadly Arts” donde los mayores criminales del mundo envían a sus hijos a convertirse en maestros asesinos, y ese es precisamente el talento oculto de Marcus, el asesinato…
Definitivamente eso no es Howgarts…
Aunque cueste creerlo, este comic está basado en las propias experiencias y recuerdos de Remender, pero no lo de ser un asesino precisamente… Según cuenta en el epilogo del primer número, cuando Remender era un niño su familia se mudaba muy a menudo, por lo que siempre le tocaba ser el nuevo en el colegio, aquel que no tenía amigos, estaba solo y para cuando comenzaba a encajar tenía que mudarse de nuevo. Y que para cuando comenzó el instituto el fuese un punk adolescente que vivía en una pequeña ciudad en medio del desierto de Phoenix rodeado de «rednecks» no le ayudo a sentirse más integrado. De ahí es de donde surge ese sentimiento de inadaptación que vemos en Marcus, no es porque sea una academia extraña para asesinos, es lo que ha sentido cada adolescente al empezar sus estudios en cualquier sitio nuevo en el que no conoce a nadie. Y es que aunque Remender aquí ha retorcido a su antojo todos los tópicos sobre historias de instituto, y las “tribus urbanas”, grupos sociales o como queramos llamarlos, no son pijos, góticos o punks, sino la CIA, Mafia, Carteles de la droga, Yakuzas… el “King’s Dominion High School for the Deadly Arts” no deja de funcionar como un instituto mas, con sus estrictos profesores, sus trabajos y ese pequeño grupo de bichos raros que son los únicos que te aceptan…
Quizás no tan peligrosos, pero todos hemos tenido compañeros de clase algo chungos…
Pero aunque Remender no se educo en una academia para asesinos, eso no significa que la violencia no formase parte de su vida. Según el mismo cuenta, Phoenix a mediados de los años ochenta fue un sitio realmente violento, y eso le permitió ver como gente recibía disparos en la cabeza, como sus amigos recibían puñaladas, tiros o morían por sobredosis de heroína y el mismo recibió alguna paliza que otra, así que se podría decir que creció bastante acostumbrado a la violencia. Y así es como cuando uno pensaba que estábamos ante un trabajo “raro” dentro de la bibliografía de Remender, nos encontramos en realidad ante el comic mas suyo que haya hecho hasta la fecha, uno en el que ha plasmado todos sus recuerdos y experiencias para sacar uno de sus trabajos más personales y con el que más se ha divertido realizándolo.
Cuando un guionista empieza a meterse con los ex-presidentes de su país es que se esta divirtiendo
Wes Craig es el compañero de fatigas de Remender en esta aventura, y por lo que ha dejado caer en algunas entrevistas está aprovechando, y disfrutando, la oportunidad de trabajar en un comic propio para realizar todos los experimentos visuales que le está dando la gana, y hay que reconocerle que con muy buen resultado. Pero experimentos visuales a un lado, Craig ha sabido reflejar muy bien tanto la sordidez de las calles de San Francisco como la estricta pulcritud de la academia de asesinos y además cumple con creces en las escenas de acción. Pero su trabajo no destacaría tanto de no ser por el trabajo de Lee Loughridge, el colorista de la serie y colorista habitual de los últimos años de Fabulas y Hellblazer, y quien también parece estar pasándoselo muy bien experimentando con su trabajo.
Igual no se lo han pasado tan bien como en un viaje a Las Vegas colocados con LSD, pero se lo han pasado bien
Inadaptados sociales que no creen encajar en el mundo, una academia de asesinos y los violentos años 80. No se le puede negar a Rick Remender que sabe ofrecerle variedad a su público, eso y que en Image deben estar tratándole bastante bien, ya que a la publicación de este Deadly Class y de su Black Science habrá que sumarle dentro de un par de meses la publicación de Low, donde una vez mas vuelve a su género favorito, la ciencia-ficción, pero de eso ya hablaremos en otro momento.
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